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El imperio de los sentidos

Romance. Drama Una pareja de amantes vive una historia de amor llevada hasta límites inimaginables. La pasión se ha adueñado de ellos. El sexo ha pasado a ser lo único importante de sus vidas. Las ansias de la mujer por poseer a su hombre parecen inagotables y crecen cada día más hasta llegar a confundir el placer con el dolor. (FILMAFFINITY)
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Críticas 62
Críticas ordenadas por utilidad
11 de diciembre de 2012
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hace unas semanas leía el artículo de un afamado crítico de cine español que contaba maravillas de un tal Nagisa Oshima. Busqué referencias en esta página y no encontré ninguna película suya que destacara por una valoración sobresaliente, pero sí que me quedé con los títulos de dos de sus obras, sus dos ‘Imperios’. A los pocos días me los encontré agarrados de la mano en el rastro y, sin saber poco más de ellos que su nombre, me los llevé por dos duros a casa. Ayer noche le tocó el turno a ‘El imperio de los sentidos’, así, en frío, y como dos inconscientes nos sentamos frente a la pantalla mi mujer y yo con la única intención de pasar uno de esos ratos de cine, en la paz del hogar, que tanto nos gustan y disfrutamos en compañía. La mística de ese momento sagrado para nosotros duró lo que se demoraron los títulos de crédito, muy breves, por cierto, y que aun así fueron el único intervalo relevante de tiempo libre de referencias explícitas a los genitales de los protagonistas y de todo aquel que se asomó a ese lado de la cámara.

Una vez presentados con todo detalle (a los genitales me refiero), éstos pasaron a interrelacionarse con alegría, sin pudores y sin dejar nada a la imaginación (pero nada de nada), de modo que a la media hora estábamos los dos colgados del respaldo del sofá, con el pelo erizado y el estómago tocado, incrédulos ante los acontecimientos y preguntándonos amargamente cuánto nos quedaba por soportar aun y en qué penosas condiciones. Se dieron incluso tentativas de mandar al carajo con el experimento (‘japo de mierda’ para ese entonces), un hecho que habría sentado un triste precedente en nuestra larga experiencia de espectadores resignados a la causa.

A partir de ese instante de crisis el visionado de la película, por fortuna, fue más soportable, no tanto debido a que el director se decidiese a bajar de revoluciones como por la certeza de que nuestro umbral de tolerancia se había visto obligado a crecer de forma exponencial en un tiempo récord. Nagisa Oshima finalmente se apiadó de nosotros, los comunes de los mortales, recompensando nuestra paciencia y tesón con una media hora final digna de las mejores firmas, salpicada de escenas cargadas de una gran fuerza visual, una fuerza resaltada por todo lo acontecido hasta entonces y madurada en los coitos interminables de sus héroes, para estallar con toda su magnitud en la última imagen de la tragedia que los une.

Cuando todo acabó me sentí confuso. ‘El imperio de los sentidos’ me había derrotado desde todos los flancos posibles, superando mis prejuicios, mis rechazos y mis fobias. Horas después soy plenamente consciente de la derrota sin concesiones. Miro de reojo al otro de sus ‘Imperios’…, y le temo.
bixo
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10 de agosto de 2014
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Relato de un amor loco llevado hasta sus últimas consecuencias.

La acción transcurre en Tokio durante 1936. Sada es una joven de fuerte carácter que entra a trabajar en un prostíbulo. De inmediato se enamora del dueño del negocio, Kichi, un hombre casado, con dos hijos pequeños, y ambos inician una relación pasional dominada por la celosa y posesiva Sada. La locura de esa pasión sin límites, ni descanso, tendrá el único, y trágico, final posible.

Mucho se habló y escribió de esta película tras su estreno, e incluso hoy en día. Es normal, por una parte, porque roza la pornografía, para muchos no la roza, sino que es puro cine pornográfico; pero mucho más allá de este aspecto está claro que este film transgrede una moral convencional; la prostituta que se enamora de su chulo mientras éste, aun accediendo a su juego, la prostituye, algo que él terminará pagando muy caro por su falta de lealtad hacia la enamorada. También, a esta cinta, se la han querido encontrar toda clase de simbolismos, como el religioso (que yo no veo) o el taurino, ya que el título original es 'Ai no korîda' (La corrida del amor), la sangre, la entrega de dos seres distintos, siendo uno de los dos quien domina, componiendo un todo, y el único final posible al igual que en la lidia taurina, incluido su ritual final. Del mismo modo no hay que dejar de lado la situación por la que atravesaba el país nipón en aquella época que se nos reseña de forma sutil en la escena en que por una estrecha calle pasa desfilando una tropa del ejército, y es que en aquél entonces Japón había ocupado Manchuria, y la feroz guerra que en esas tierras de China se estaba manteniendo ocasionaba en el pueblo japonés un profundo malestar debido al coste en vidas humanas y económico que tal conflicto generaba; siendo por tanto una razón más para el aislamiento de la pareja de amantes de su entorno.

En cualquier caso estamos ante una gran película, con una esmerada, a la par que sorprendente, dirección de Nagisa Oshima, una gran interpretación de Eiko Matsuda y unos decorados que se integran en el propio argumento. Todo ello con un ritmo difícil de sostener y llevado con buen pulso hasta llegar al clímax de las secuencias finales.
Juan Ignacio
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15 de febrero de 2016
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Vi “El imperio de los sentidos” (Japón, 1976) dirigida y escrita por el experimentado y multigalardonado Nagisa Oshima (1932-2013). Este filme es todo un clásico del cine-erótico y debe verse de la mano de otra cinta posterior del mismo director: “El imperio de la pasión” (Japón, 1978). Pues bien, esta película narra, basada en una leyenda japonesa, la historia de un par de amantes para los cuales el sexo, manifestación física de su amor, se convierte en principio y fin de sus vidas. Para empezar, hay que señalar, para los espectadores escrupulosos, que el filme tiene muchísimas escenas sexuales explícitas, pero más que ello, busca desafiar la capacidad de tolerancia del espectador. En este sentido, creo que el filme pasa más allá de lo erótico (tocando la pornografía) para explorar, en ciertos momentos, lo repugnante. No lo digo tanto por la excesiva carga sexual de la cinta, sino por muchos recodos de la narración que incitan al público hasta la repulsión. Eso sí, el director no deja su tradición fílmica: la cadencia del cine japonés, tan impresionante en la década de los 60 y 70, está presente en todo momento, de manera tal que es imposible escapar de lo que culturalmente representa para los orientales la sexualidad como objeto activo y las imágenes metafóricas como objetos pasivos de la narración fílmica. Generalizando, la crítica especializada se ha centrado en la sexualidad desparramada del filme pero con algo más allá de eso: tiene uno de los fines más trágicos y espeluznantes del cine en todos los tiempos. Ya hablando en primera persona, esta cinta hay que verla por ser de culto en su género, pero no es el tipo de filmes que me engancha: su excesiva sexualidad evade el erotismo que, por su esencia deífica griega, está basada en un juego de ocultar/desocultar. Pero la narración y el desenlace, más el cuidadoso trabajo de fotografía, corresponde al sitio en que ha quedado en la memoria de los cinéfilos. La recomiendo, aunque no es para cualquier público. 14-02-2016.
Andres Botero
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27 de septiembre de 2022
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Le pongo un 2, por ponerle una calificación pero baja por supuesto, ya que, la película en sí misma no me gustó. De hecho me resultó desagradable y aburrida.

Coincido con el medio especializado que afirma que la cinta no ha perdido fuerza, y de hecho me parece un farsante todo aquél que diga que no se sorprendió en lo más mínimo. Por favor, ni Lars Von Trier se atrevió a tanto. Más que un filme de corte erótico, me parece pornografía... no sólo por lo explícito de su sexo, sino por la intrascendencia de la trama.
Tengo entendido que éste hecho real que aconteció en Japón en la década del '30, fue contado en el cine con tan sólo un año de anterioridad, sin embargo por esas cosas de la vida, fue "El imperio de los sentidos" la que se hizo mundialmente conocida. Es obvio que ésto se debe a la censura... prohíban algo que automáticamente habrá miles que lo hagan, sea lo que sea.

Me quedo con los actores principales. Siempre sostengo que no es sencillo rodar éste tipo de películas y ellos están entregados al cien por cien.

Repudio la presencia de los niños. No tenían nada que hacer en éste producto.

Si quieren verla, sepan que ésto se acerca más al erotismo que proponía el Marqués de Sade en sus escritos y por ende, para mi, nada satisfactorio de contemplar.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
MarlaSinger
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23 de marzo de 2010
19 de 37 usuarios han encontrado esta crítica útil
Pienso (desde el punto de vista psicológico) que la película no ha hecho más que plasmar una historia real y ha resultado lo que vemos: un trastorno sexual (sadomasoquismo) con este resultado: (ver spoiler *).

¿Aburrida? por supuesto. En una vida de pareja donde todo es sexo tiene que ser necesariamente un aburrimiento insufrible. Y la película lo plasma divinamente. Es un aburrimiento continuo.

¿Erótica/pornográfica?. Pues no sé. Para gustos los colores. A mí personalmente me ha dejado más bien fría. Ver esos genitales masculinos tan renegríos y los femeninos con esas pelambreras... más bien me han resultado ambos anti-lujuriosos.

¿Relación enferma?. Claramente. Al igual que hace unos años hablar de homosexualidad como trastorno psicosexual era lo propio y así figuraba en el DSM III (Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos sexuales). Ahora por presiones sociales y políticas figura en el DSM IV como una "opción sexual" más. Todo lo que va contra la Ley Natural es un trastorno y llamemos sin miedo a las cosas por su nombre, sin ofender a la persona que lo sufre. También hay gente que se excita con niños, con cadáveres, con animales... Espero que en el próximo DSM IX no figure todo esto como "opción sexual", incluso recomendable...jajajaj!. Oiga, si al niño le gusta y no se le hace daño... total, como el cadáver ya no lo siente... si al perro le agrada y se trata de su dueña...

¿Sobreponderada?. Pues claro!. Todo lo que resulte novedoso y morboso tiene tirón fijo. En 2030 estará calificada por la mayoría como bodrio insufrible. Estaremos de vuelta de todo.

¿Con agallas?. Ya veis... hay que tenerlas (y bien gordas) para rodar la mayoría de esas escenas. Para mí, un actor vale según su interpretación y en función de lo que se presta a interpretar.

¿Nombre técnico?. (ver spoiler **)

¿Con moraleja?. Pues yo creo que sí. Se aprende sobre el resultado de dar rienda suelta a cualquier apetito que se presente sin utilizar la razón que ponga un poco de orden en lo que pide la entrepierna. El opinar que: "hay que probarlo todo", es una barbaridad.

Mi moraleja particular: Usemos el sexo con cabeza. La relación sexual entre hombre y mujer nunca debe dar como resultado el dolor o la muerte sino el placer y la vida, que es su fin. Y parece obvio decir que la vagina sirve para recibir al pene, y al tampón, todo lo más. Igual que el DVD de mesa sirve para meter un disco y no una tostada, como dice un conocido mío.

La peli, hace pensar sobre todo esto, por eso la voto como "interesante". Cinematográficamente me parece un horror, un espanto, mala donde las haya.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
lasustituta
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