Cuando ruge la marabunta

Hablar de la marabunta a estas alturas de la vida no tiene mucho sentido... O sí porque alegró nuestra infancia -la película- cuando yo era pequeña. Y ver a Charlton Heston de esa guisa, con sus pantalones safari o vestido de blanco riguroso, no tenía desperdicio… Tampoco los ojos celestiales de Eleanor y esos labios temblorosos siempre al borde del 'pecado'... Y eso que no entendíamos demasiado pero sí pillábamos lo del piano, que suena mejor cuando ha sido tocado previamente (la censura nos regaló esa frase e hicimos un buen uso de ella, todo un master). A lo que iba, la marabunta: le digo a mi marido, que aparentemente pasa: “Me voy al salón -en realidad el comedor, ejem- a ver al macho alfa de la historia…". Y va él y me replica -es que tiene mucha chispa-: “Un macho alfa que no ejerce…”. Pero ahí está la gracia y cuando finalmente Heston le pone a ella la crema anti-mosquitos por la espalda, voy y le llamo de nuevo: “Ven, ven a ver como se hace que tú siempre me dejas solita a mí con el Fenistil…”. Bueno, cachondeos aparte, yo solo quiero añadir que, partiendo de una obra supuestamente corta de Carl Stephenson, leo, un director no demasiado conocido como Byron Haskin supo realizar y hasta sublimar diría, una película de aventuras con un croma estupendo y en la que encontramos terroríficas a unas hormigas medianas… Si a eso le sumamos la historia de desamor/amor más el piano, el bingo sigue estando asegurado. Eso o que yo no he madurado, lo que también es posible -muy posible-.

Con el nombre de marabunta, hormiga guerrera, soldado o legionaria, se conocen más de doscientas especies de hormigas de diferentes géneros de la familia Formicidae. Y como todas las demás hormigas, ni rugen ni gritan. Eso sí, son agresivas depredadoras que en sus incursiones pueden reunir hasta dos millones de obreras adultas que acaban con cuanto encuentran a su paso. Y se pasan la vida de un lado a otro pues carecen de hormigueros.
El león es el que ruge.
Estamos en las inmediaciones del Amazonas en una gran plantación de cacao que explota Leiningen (Heston), un hombre solitario que se casa por poderes con la bellísima Joanna (Parker) que acude esperanzada a conocerlo a su mansión. "La llamada de la selva" podríamos decir.
El resto es el encuentro de los dos en un marco exótico, con una legión de hormigas devoradoras avanzando a lo lejos.
Un buen guion que mezcla melodrama, aventuras, entomología, desastres naturales y algo de antropología.
La realización se centra sobre todo en los dos personajes citados que quedan bien trazados. Una timidez que raya la misoginia en el caso de él, mientras en ella destaca su saber estar, su elegancia y su impresionante belleza.
No hace falta mucho más. En el cine, como en la vida, sugerir es siempre mucho mejor que mostrar.
Nada que ver el título hispano de la cinta con el original. Y sin embargo, "Cuando ruge la marabunta", ha quedado como una frase hecha que expresa el anuncio de un gran desastre. Otra de las grandezas del cine.
Vale, la marabunta no ruge, pero es una buena película que recomendamos.

A pesar del tiempo transcurrido desde la realización de la cinta, o precisamente por eso mismo, veo en este filme de Haskin aspectos de indudable interés. En efecto, nos introduce de lleno en la mentalidad de la época (1954), con sus particulares valores y defectos, muchos de ellos felizmente superados. A su vez, los personajes están muy bien retratados, casi esculpidos en piedra. A través de sus temores y prejuicios, los llegamos a conocer en profundidad.
Charlton Heston da vida a un sujeto tosco y despreciable, luchador tenaz, un hombre hecho a sí mismo, misógino forzoso y vanidoso hasta lo patético. Señor de horca y cuchillo, lleno de prejuicios, que ve en la mujer un mero objeto, casi un mero animal reproductor, es en el fondo un ser desgraciado y profundamente infeliz.
La castidad como virtud y, en esta historia, como requisito para la adquisición de una hembra adecuada, puede llamarnos hoy la atención, pero no ciertamente si nos situamos en la perspectiva de los años 50 del siglo pasado. Son más de 50 años de cambios sociales y morales, y eso se tiene que notar.
Con todo, asistimos a una evolución positiva de este macho dominante, y se va apuntando con claridad su oportunidad de redención. Por amor, naturalmente. Como penitencia, tendrá que comenzar todo de nuevo, derrotado por una naturaleza más salvaje que él, por la selva virgen, sobrecogedora y ubérrima, pero traicionera a la vez.
Eleanor Parker está sencillamente divina, tanto en su papel como en su elegancia y exhuberante belleza.

Estamos ante unos de esos trabajos que no culminan en obra maestra. ni siquiera podría considerarse un clásico definitivo y mucho menos se trata de una película que tenga ninguna partida destacable, no...

Pero si estamos ante una más que interesante película de aventuras de corte clásico, "de las de antes", narrada de un modo impecable, con buen ritmo, una muy buena historia de acción selvática aderezada con un romance en el que las chispas y la sexualidad saltan a la mínima, quizá por la deliciosa y sensual presencia de Eleanor Parker, tan atractiva como sugerente y, por supuesto, el atractivo salvaje de un Charlton Heston en plenitud, dándonos una lección de saber estar y de magnetismo ante la cámara (mejor actor que lo que muchos creen, con una voz increible), este "Star System" funciona a la perfección y la película juega sus cartas de un modo sorprendente.

Por otro lado, la apuesta aventurera, se muestra pura, realista, anclada a la época y el ambiente, con sutileza y buen hacer artesano, su director no complica la temática y muestra un peligro real, no es ciencia ficción, lo que convierte la premisa en más cercana, sencillez y entretenimiento en estado puro.

Una buena opción para pasar una fría tarde de invierno.

Saludos

No le demos más vueltas políticas, sociológicas, antropológicas. Es un simple entretenimiento, bastante bizarro y como en cualquier vehículo cultural arrastra la carga ideológica de su tiempo y de su cultura. Tiene buenos momentos de tensión, secuencias de vergüenza ajena en los diálogos de la pareja central pero sobre todo dos protagonistas en el esplendor de su belleza física. Eleanor Parker, divina, encorsetada, absolutamente improbable y Charlton irradiando como siempre masculinidad pura y simple y su magnífico porte arrogante. Para pasar más alegremente las metafísicas tardes de los domingos.