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La fragata infernal

Aventuras. Drama En 1797, durante las guerras napoleónicas, un buque de guerra inglés recluta a la fuerza a un inocente joven, que pronto se ganará la simpatía del resto de la tripulación. Pero esto no podrá soportarlo el suboficial de armas... (FILMAFFINITY)
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Críticas 28
Críticas ordenadas por utilidad
8 de agosto de 2018
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Más que buena, notable sorpresa de Peter Ustinov en la dirección dentro de una filmografía no muy relevante en esa faceta, que aquí en cambio se muestra inspirado y brillante.

Con aromas a la magnífica "Rebelión a bordo", lo que en esa era un enfrentamiento entre el cruel capitán (Charles Laughton / Trevor Howard) y su primer oficial (Clark Gable / Marlon Brando), aquí se traslada al intento del vil suboficial de armas (Robert Ryan) por corromper la bondad e inocencia del joven Billy Budd (Terence Stamp), siendo la figura del capitán del navío reservada para el propio Ustinov, en un personaje que intenta interceder entre todos los problemas que se generan abordo, en un rol en apariencia casi como testigo de los hechos, pero que revelará una importancia capital en el desenlace de la trama cuando tome las riendas.

Lo que comienza como una aventura marina a bordo de un navío británico en tiempos de guerra, va girando hacia consideraciones y debates profundos sobre el enfrentamiento entre el bien y el mal, y en su parte final, en un conflicto sobre el sentido de la justicia y las leyes que velan por su cumplimiento, que sería teórico de no encontrarse vidas en juego, y que atañe directamente al alma humana.

Con una magnífica descripción del especial compañerismo que surge entre hombres que sirven a su patria, en la mayoría de los casos forzosamente, unidos bajo el mismo techo contra el mal común de la tiranía de su superior, la película se muestra sublime en sus conversaciones entre personajes capitales.
Claggart justifica su forma de ser ante el capitán, "yo soy como soy, soy como me ha hecho el mundo". "¿Vive usted sin esperanza". "Simplemente, vivo", finiquita.

El encuentro nocturno que mantienen en cubierta Billy Budd y el Sr. Claggart tiene algo especial, es mi parte favorita, con unos primeros planos de este último que son impresionantes, mezcla de repulsa y sorpresa al sentirse desnudado por alguien a quien considera inferior, infantil y tonto. "Creo que a veces se odia usted a sí mismo", le dice el muchacho sin el más mínimo atisbo de reproche, casi con una sonrisa inocente. Y por una vez vemos a Claggart bajar la mirada y dudar, hasta que se recompone y la bilis lo domina de nuevo.

Finalmente, nos veremos abocados a una de esas situaciones en las que el estómago se encoge y mientras la mente intenta razonar, el corazón grita desesperado por hacerse oír. Las palabras que el capitán Vere le dijo a Claggart en otra ocasión para que no cuestionara sus órdenes, "recuerde que incluso el hombre que empuña el látigo no puede desafiar al código al que ha de obedecer, ni intentar domarlo", se volverán contra él y sus oficiales. "No podemos dejar que en una cuestión legal el corazón se imponga a la cabeza", les dice. Una diatriba que nos hace cuestionar por qué las personas hacemos a veces las cosas tan complicadas, tan estrictas y casi inhumanas, sin atender a razones del sentimiento prefiriendo que imperen la frialdad de las cifras y las letras, utilizadas por personas en otro tiempo y otro lugar y que jamás pensaron verse en una situación inesperada como esta. ¿De verdad un inocente debe dejar de serlo porque el laberinto de las leyes no deja pasar al sentido común y exige su sacrificio para no mostrar debilidad? ¿Es el uniforme de un oficial un caparazón que le anula los sentimientos y le sirve de pretexto ante la conciencia?

Ya lo dice el epílogo, "el hombre es perecedero, pero la Justicia durará lo mismo que el alma humana, y la Ley lo mismo que la inteligencia del hombre".

Extraordinaria película, de las que dejan huella cuando uno no lo esperaba, con un malvado intachable y toda una declaración pesimista sobre el mundo que hemos construido los humanos donde la inocencia tiene todas las de perder.
Orson_
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30 de septiembre de 2006
9 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es una película que no deja indiferente a quien la ve. Es de unos diálogos con contenido y profundidad, se puede estar de acuerdo con ellos o no, pero son de altura y calidad. El mensaje que deja es como una lucha permantente entre lo mejor y lo peor del ser humano.
Creo que no ha sido valorada suficientemente en su tiempo y en la actualidad. No es muy conocida por el gran público aficionado al cine de calidad.
Magnífica la interpretación de los actores, los gestos de sus caras manifiestan profundamente los sentimientos del alma.
Como director y actor Peter Ustinov, excelente.
ildelop
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20 de enero de 2013
7 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Maravillosa fantasía alegórica sobre el vestuario del Real Madrid. En el papel de Florentino Pérez, un Peter Ustinov que nunca se altera, como corresponde al Juez Supremo; tan sólo al final se le advierte un titubeo-trampa, para emocionar al espectador, (digamos, de paso, que las interpretaciones de Ustinov siempre rayan la sosería, aun cuando sabe ser sutil).

En el papel de Casillas, ese buen chico, un inquietante Terence Stamp, (demasiado inquietante para ser Casillas, tan buen chico; demasiado inquietante para ser un bodhisattva*)

Por último, en el papel del mezquino Mourinho, trasunto del Mal en todas sus especies, un Robert Ryan al que yo pondría unos “peros” tan sutiles que sería tocar los cojones mencionarlos: está formidable y su actuación justifica el visionado de la película. Incluso se parece físicamente al entrenador portugués en algunos momentos.

Por supuesto, hay otros papeles, imprescindibles. Pero el meollo filosófico se lo guisan entre estos tres.
¿Y de qué va esto? Es tremendo, pero hay que decirlo: el Mal, el Bien, el Deber, la Conciencia, la Ley y todas las fuerzas telúricas y cósmicas del Universo, incluidas las de Rocío Jurado y Lola Flores, pueden ser encerradas en un frasquito y dominadas por un tonto agarrado a un reglamento. A un Reglamento. Al final de la película, lo que ocurre en el barco es de libre inspiración y no tiene por qué parecerse al final de Mourinho y Casillas, sea cual sea.

Un peliculón de aúpa. El análisis de las miserias y grandezas que en él se contienen sólo podía llevarse a cabo en la reducción metafísica de un vestuario, o de un barco, lejos de las miradas y del ruido del resto del mundo.
Cuando Mou y Florentino ya no sean ni recuerdos, esta crítica no tendrá sentido. Por tanto, dejo un mensaje para la posteridad: no os la perdáis por nada del mundo, porque es cine del grande, igual de grande que el inigualable material literario melvilliano que le sirve de base. Además, los barcos y el mar son de verdad, no está ese horrible fondo falso de tantas y tantas películas marinas antiguas. Quien quiera saber más, que lea la maravillosa crítica de Quim Casals, a quien doy las gracias por el placer de leerle.


*bodhisattva: en el budismo, alguien comprometido en reducir el sufrimiento de los otros, por resumirlo mucho.
berenice
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13 de mayo de 2018
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Está basada en lo último que escribió Herman Melville, y que tuvo una adaptación de éxito para el teatro.
A Melville le tocó una vida dura, aunque interesante (2 casos de canibalismo aparecen en su biografía, aunque no como participe, sino como testigo) navegó bastantes años principalmente en balleneros y se involucró en pro de la justicia para todos los seres humanos.

Peter Ustinov dirige e interpreta (aunque no se lleva el papel protagonista, ya que se reserva el importante papel de capitán de la fragata)

En los excelentes diálogos, y la dicción de los actores, se ve su origen de obra de teatro.
Nada mejor que una sociedad cerrada y en situación de alerta o bajo presión, para exponer el conflicto entre las relaciones humanas y las leyes que las rigen. Incluido la lucha entre el bien y el mal.
O el tema de si la bondad merece ser practicada, ya que da pie a injusticias.
Qué es ser inocente o culpable y de qué depende.
Y especialmente el cumplimiento del deber, unido a la diferencia entre el espíritu y la letra de las Leyes (tema serio y polémico, donde los haya) o el cumplimiento de los castigos.
Todo esto y mucho más aparecen en el argumento y desarrollo de los personajes.

Ustinov trata estos asuntos con seriedad y cuidados detalles, por ejemplo como están retratados todos y cada uno de los tripulantes. Filmada en blanco y negro, el tema de la luz, sombra y oscuridad acompaña al desarrollo de las ideas sobre la amistad, el odio, y los distintos estados del alma.

En el inicio de la película se mezcla la acción y trama con el simbolismo : El barco de donde es reclutado por la fuerza el protagonista, se llama “Los derechos del hombre”.
Y el final también es muy simbólico, viene otra etapa con retos difíciles. Si la tripulación está unida, es decir forma un equipo pese a ser personas tan distintas, podrían enfrentarse con éxito en las batallas contra navios enemigos.
Sal Paradise
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8 de septiembre de 2019
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Algún punto del océano Atlántico, finales del siglo XVIII, Inglaterra está en guerra con Francia (y también con España,aunque no se nombre a nuestro país en esta película). Un joven e inocente marinero (Billy Budd) es reclutado a la fuerza por un buque de guerra inglés. El muchacho pronto se ganará las simpatías y el aprecio de la tripulación, pero no así del suboficial de armas (el, digamos, jefe de personal), un individuo solitario, taciturno, cruel y rencoroso. Este sujeto tiene en contra a buena parte de los hombres de abordo. El capitán del navío, por su parte, es, en apariencia un hombre justo. Tras un grave incidente, la situación en el barco amenaza con hacerse insostenible.
La película, rodada en blanco y negro, es de gran belleza. Un buen argumento, un excelente trabajo de los actores, destacando en mi opinión Terence Stamp y Robert Ryan, y una muy correcta puesta en escena.
Aún a riesgo de repetirme y parecer pedante, permítanme decir aquello de que "ya no se hacen películas así". Véanla si tienen ocasión.
Syndera
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