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Good

Drama John Halder (Viggo Mortensen), profesor de literatura en la Alemania de los años 30, es un buen ciudadano que poco a poco comienza a sentirse seducido por las ideas nazis. Los problemas familiares de Halder (una mujer neurótica, dos hijos que requieren atención y una madre que sufre demencia senil) lo llevan a publicar una novela en la que aboga por la eutanasia compasiva. Su libro le resulta muy útil al régimen para apoyar la ... [+]
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Críticas 55
Críticas ordenadas por utilidad
24 de mayo de 2009
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Good es una obra de teatro sobre John, un profesor universitario alemán en pleno ascenso del nazismo que no comparte los ideales políticos que están floreciendo por el país. Pero éste se verá obligado a entrar en el partido si no quiere ser despedido.

Típico, pero interesante argumento es el que se presenta cuando entras en la sala del cine… y sales con la sensación de que has visto una buena película (excepto por los momentos en los que Mortensen tiene delirios, dos escenas vergonzosas) pero lenta y fría. Demasiado lenta y demasiado fría (mejor verla en un momento en el que estás bien despejado, porque te puedes dormir).

Y es que el casi novato Amorim ha acusado su inexperiencia y los fallos de dirección son muy visibles a lo largo del metraje. Viggo Mortensen crea un personaje sentido y contenido, y se le ve claramente la vergüenza que siente al tener que saludar a los militares, pero su actuación no deja de ser correcta. En cambio la protagonista, Jodie Whittaker, parece que no entiende lo que hace su personaje. Whittaker interpreta a una estudiante, que casualmente tiene la típica belleza aria, que se enamora perdidamente de su profesor de literatura (Mortensen) y hace que este olvide a su mujer, que se dedica exclusivamente a tocar el piano, de una madre con tuberculosis, sus dos hijos, su amigo judío…

Precisamente en estos dos últimos personajes es donde la película coge más fuerza. Morís (gran interpretación de Jasson Issacs) es un psicoanalista judío que dio su vida en la gran guerra por Alemania (donde conoció a John) y que ahora se niega a abandonar su país por unos ideales que florecen por momentos en los ciudadanos.

Pero sin duda son los escasos minutos en los que aparece la madre de John (portentosa interpretación de Gemma Jones). El personaje es utilizado por el autor para hacernos ver a un hombre familiar pero que se ahoga dentro de sí mismo. Y esta sensación queda muy bien reflejada en el excelente trabajo de Adrienn Asztalos y Daniele Drobny en la dirección artística que crean tres mundos muy distintos: blancos y mármoles para las escenas donde prolifera el nazismo; sombras, negros y multitud de muebles para crear la asfixia que vive el protagonista con su familia; y rojos, verdes y azules para las escenas con su amante.

Cabe destacar también un buen trabajo de fotografía de Andrew Dunn y una correcta banda sonora, basada en un piano, un violín y algo de viento metal, Simon Lacey.

En definitiva, una buena película, que de tener un director más consistente podría haber sido grande.
cinefilico
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23 de mayo de 2009
7 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Malo, malo, malo. Viggo Mortensen no tiene término medio: si está mal, está muy mal. Ya lo demostró en Alatriste. Al director se le escapa por entre los dedos una historia que da para mucho. La caracterización de Viggo es de llorar. Por momentos, parece teatro filmado. En fin, un desastre. También me parece que nos estamos pasando al insistir en el pueblo alemán como chivo expiatorio de todos nuestros pecados.

Un bodrio sobre lo fácil que es convertirse en fascista [1 sobre 5].

El quicio de la mancebía [EQM]
elquicio
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25 de mayo de 2009
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una cinta, pues, sobre los valores humanos, hundidos en algún pozo de la historia reciente de Alemania, de cómo seguir fielmente como corderitos la voz temible del papá cabrón (macho de la cabra), de no tener ideas propias o hacer propias las que el líder espiritual ha tenido, de no luchar contra la indecencia y casi la pornográfica matanza de judíos y, si me apuran, la de los nonatos, los que tienen defectos de naturaleza (a ser posible aria), los tullidos, los mestizos... eutanasia activa para descontentos y asaltatumbas. En fin, toda una demostración de fuerza en la pantalla por parte de Viggo Mortessen que borda la excelencia, pero el señor Amorim, a mi juicio, se ha quedado corto... no ha sabido trasladar la profundidad de la angustia vital del profesor a la época que describe, pues ¿qué otra cosa sino el miedo, la envidia y la vanidad de toda una nación, el silencio cobarde, el mirar a otra parte mientras no me toque a mí, la deslealtad con los amigos íntimos, por ser judíos o escribir un libro en contra de la tiranía del diablo, y un sinfín de pusilánimes y chupapollas, crédulos e infantiles, permitieron la mayor barbarie que el ser humano ha cometido contra sí mismo?
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Melmoth
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17 de enero de 2012
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando se produce una hendidura ideológica capaz de dividir al mundo, transcurrido un tiempo, todos, tanto los vencidos como los vencedores sentirán el peso de la culpa, los unos por las injusticias cometidas y los otros por el alto precio que tuvieron que pagar por recuperar la libertad usurpada. Es imposible que no despertemos algún día de esta pesadilla y que recobremos la lucidez, parece decirnos el director al final de la película.

Una película que nos sitúa en una época en la que los idealistas e intelectuales que no comulgaban con los dogmas del partido nazi se veían obligados a huir (como Thomas Mann) o morir; mientras que quienes sí lo hacían, bien por ideales o por impulsar su carrera académica, contribuían de manera notoria y directa al genocidio, aunque no menos que quienes en su impertérrito ensimismamiento evitaban lanzar ni tan siquiera miradas de soslayo hacia el águila fascista que emergía en el horizonte cual ave fénix.

Curiosamente se han rodado pocas películas sobre la adhesión de los literatos al Tercer Reich, ya que fueron una pieza fundamental en la propagación, exaltación y enardecimiento de los valores arios.

Desde el primer momento se nos muestra al personaje principal, John (Viggo Mortensen), como un hombre apocado, dubitativo y trémulo en su proceder, exceptuando los momentos en los que se sitúa en la cima de su académico estrado y enarbola su amor por la literatura; es únicamente entonces cuando lo vemos seguro de sí mismo, como si de un rey que vuelve del exilio y recupera su trono usurpado se tratase. La presentación de este personaje me parece notoria y está llena de metáforas. Por un lado tenemos su relación con Anne (Jodie Whitaker), esa sílfide de áureos cabellos y fuerte personalidad, el paradigma de mujer aria, que simboliza su coqueteo con el plúmbeo pero inexorable avance de esa plaga llamada fascismo; y por otro lado tenemos a Maurice (Jason Isaacs), su amigo judío, al cual sale a buscar durante las noches de insomnio, lleno de arrepentimiento, cuando la lucidez de su parte filantrópica consigue destronar a la lujuria del fascismo.

Interesante película que nos previene sobre los peligros que conllevan la adhesión a los partidos políticos de carácter radical y en la que se nos muestra como cualquiera, incluso buenas personas, por un error o una falta de consciencia pueden verse implicados en una barbarie. Gracias a la sólida interpretación de Viggo Mortensen y a un guión que no pasa de aceptable se logra salvar una película llena de carencias tanto artísticas como técnicas, como su floja puesta en escena.
Juan Diego
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1 de julio de 2009
5 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Bastante decepcionante.

Un argumento que podría haber sido el comienzo de una gran película se convierte tras unos minutos, en un vacio intento de convencernos de una historia bastante insulsa.

Las circunstancias personales de Halder, (muy mal encarnado por Vigo Mortenssen), las que supuestamente le acercan a abrazar la ideología nazi, como su madre enferma, sus hijos o su mujer con tendencias depresivas, se convierten en protagonistas de la historia, esta se vuelve frívola y sólo pasa de puntillas sobre la idea que desde un principio se pretendió transmitir.

Una película hecha a base de fotogramas de una vida, que al sumarlos no parece que lleguen a dar nunca un buen resultado.

Un intento fallido de Amorim por dar una visión a un tema que sigue fascinando, siempre y cuando las ideas sean desarrolladas con coherencia.

Vigo Mortenssen que me impresionó en "promesas del este" hace una actuación tan plana, que me recuerda a Jonhy Weismuler, pero sin taparrabos.

Una auténtica pena.
Gelen
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