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Tiempos modernos

Comedia Extenuado por el frenético ritmo de la cadena de montaje, un obrero metalúrgico acaba perdiendo la razón. Después de recuperarse en un hospital, sale y es encarcelado por participar en una manifestación en la que se encontraba por casualidad. En la cárcel, también sin pretenderlo, ayuda a controlar un motín, gracias a lo cual queda en libertad. Una vez fuera, reemprende la lucha por la supervivencia en compañía de una joven huérfana a ... [+]
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Críticas 185
Críticas ordenadas por utilidad
27 de noviembre de 2009
10 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Comprendo la elevada valoración de "Tiempos modernos". Chaplin, que aparece en los créditos como hombre para todo (director, guionista, actor principal, productor... sólo le falta ser peluquero), merece la aprobación del universo entero de cinéfilos. Todos, con mejores o peores gustos, intelectuales del celuloide o no, estamos de acuerdo que este hombre vale mucho la pena y cualquier gesto suyo, sin palabras, dice tanto como muchos otros de monólogos interminables. ¿Para qué hablar?, es más bello el silencio y aquí queda demostrada la posibilidad de ofrecer un largometraje entretenido sin diálogos por las alturas. La sencillez es el elemento principal para entender por qué es tan gratificante Chaplin. Y al lado de todo buen hombre, una mujer superior, Chaplin es mejor con Paulette Goddard al lado, su ausencia significaría tener que hablar de una película distinta. Aún así no puedo poner más de un siete porque el humor ha perdido bastante en algún gag, el mimo Chaplin es perfecto pero alguna escena humorística del tipo rizar el rizo no funciona, ni ahora ni hace setenta años, eso ya es cuestión de gustos.

Por cierto el final, para mí, es más de ella que de él.
Luisito
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27 de junio de 2012
10 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un rebaño de ovejas cruza la gran pantalla. La escena se funde a un grupo de obreros que entra a riadas en una fábrica. Uno de ellos es Chaplin. El pequeño vagabundo de antaño trabaja ahora en una cadena de montaje. Lo usan como conejillo de Indias para las pruebas de una máquina alimentadora, un práctico dispositivo que alimenta automáticamente a los hombres mientras trabajan. Tras un hilarante desacuerdo con la máquina, sufre una crisis nerviosa a causa de la tensión, se vuelve loco y lo envían a un manicomio. Cuando sale, es arrestado y encarcelado por comunista. Cuando lo liberan, la vida le parece tan dura que intenta en vano que lo vuelvan a arrestar. Conoce a una huérfana que huye de la justicia, encarnada por Paulette Gorddard, papel que la hizo famosa.

Con Paulette Goddard, su compañera sentimental en aquella época, Chaplin colocó junto a su héroe a una figura casi igual a él, una especie de vagabunda femenina. La película saca su postura optimista al final de esa vida en común. Así, Chaplin incluso acaba rompiendo su mutismo por la chica. Empujado por ella, actúa en un salón de baile. Y como no consigue memorizar el texto se inventa una canción sin sentido, cuyo significado sólo se descubre gracias a la gesticulación. Con esa canción llegaba a un acuerdo con el cine sonoro y acababa la época de su vagabundo.

Esta película se consagra a criticar un nuevo conflicto: el capital y el trabajo están en tajante oposición, y el hombre no puede ignorar a los pobres, los desheredados, marchan hacia una meta precisa y tienen reivindicaciones concretas. En la parodia de la cadena de montaje, espantosa máquina anuladora de la voluntad individual; en el símbolo del dirigente, lejano y omnipresente en la fábrica gracias a un circuito de televisión, y en las escenas de las masas obreras en fermentación, Chaplin reconoce la nueva realidad. Aunque viva un modesto sueño personal de amor junto a su novia, el contexto visual y los bailes destructores del vagabundo tienen un robusto significado de revuelta contra el alud de egoísmo individual y organizado.
Orang_Clockwork
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30 de octubre de 2008
9 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ante el visionado de una película cuyo contenido se puede clasificar como cine propaganda las reacciones siempre suelen virar hacia un mismo sentido, no positivo precisamente. Esta clase de films de film suelen ser acusados de toscos, manipuladores e incluso perversos. la crítica los aniquila sin ninguna conmisceración, como si el cine fuera demasiado importante como para permitir lavados de cerebro interesados a la audiencia. Lo más chocante del caso, es que estas críticas obvian, por un lado, que la técnica de la manipulación política a través del arte ha sido una constante a través de los siglos. Al respecto tenemos ejemplos muy claros en la literatura, con los dramas de Ibsen o en pintura con cuadros como La libertad guiando al pueblo de Delacroix. Obras que sin duda buscan crear un estado de opinión en el espectador.

Ejemplo claro de esto es ni más menos que en Tiempos Modernos. Una película moralista, aleccionadora, y cuyo gran valor quizás reside en ofrece mensaje con una sonrisa en lugar de con un gruñido. ¿Es este un motivo para despreciarla? En absoluto. La obra que construye Chaplin es posiblemente uno de los paradigmas de lo que significa la belleza en el séptimo arte. Un gigantesco canto a la libertad que retumba y sobrepasa el inmenso ruido provocado por la maquinaria pesada. Todo ello plasmado de forma simple, articulando la película en el formato clásico del cine mudo, es decir, en grandes bloques secuenciales que intentan mostrarnos aspectos de la cotidianidad de una sociedad en crisis.

Aunque ciertamente hay recursos estilísticos dignos de destacarse, como el dominio de las escenas de masas, las metáforas sobre la deshumanización del obrero y su empequeñecimiento ante la monstruosidad de la maquinaria (inolvidable escena donde Chaplin es devorado por una máquina y luego escupido como un resto inservible) o su avanzada modernidad al reflejar un mundo casi orwelliano, donde reside la verdadera naturaleza del triunfo del film está en el tono que sabe imprimir al conjunto. La carga contra todos los elementos injustos y represores del sistema es contundente y no deja títere con cabeza. Desde la insolidaridad obrera, hasta la patronal, pasando por la policía y la iglesia, todos quedan retratados de forma tierna, cierto, pero con un tamiz constante de acidez que a veces invita más a llorar que a la risa propiamente dicha. (sigue en spoiler)
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LennyNero
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11 de enero de 2008
8 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tiempos Modernos fue la última película en la que Chaplin encarnó a ese personajillo pícaro y pobretón llamado Charlot. Siendo hoy día una de sus películas más reconocidas y valoradas poco queda por decir de ella que no se haya dicho ya, pues por ejemplo algunas de sus escenas son tan famosas que seguramente han transcendido al ojo del espectador incluso sin que este se haya sentado a verla completamente. (*Spoiler opcional)

En esta ocasión, Chaplin nos ofrece con su estilo característico, una comedia llena de gags visuales y denuncia social, en la que incluso (como no) tiene cabida una pequeña historia de amor. Enmarcada en un mundo sacudido por el inconmesurable poder alienante de las máquinas, y por las frecuentes huelgas y nuevas voces sociales, Tiempos Modernos, es una historia de supervivencia, donde el moralismo y la vergüenza se pierden en el mismo punto donde empieza a apretar el hambre.

Si tienes trabajo, te vuelves casi loco por culpa del ritmo que imponen las fábricas; como diría un amigo mío, te conviertes en uno de los "hombres grises". Y si no tienes donde ganarte el pan, mal lo llevas para sobrevivir como no estés encerrado en la cárcel. Ése parece ser el mensaje que nos inspira el observar el retrato que nos hizo Chaplin de la (por entonces) nueva era industrial. Un verdadero mundo de locos donde la vida solamente asoma a cuentagotas y nos redime del caos de la vida moderna, ya sea por la gracia de una sonrisa llena de amor o por la rabia de una reivindicativa pancarta obrera. Sean bienvenidos a los Tiempos Modernos.

Un 8´5 de nota, pues es una comedia tan completa, como divertida; eso sí, quizás un poquito menos de metraje le hubiese venido de perlas.

Disfrútenla.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
HEIFER
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29 de mayo de 2011
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Durante el s. XIX hasta mediados del s. XX, las pequeñas y espontáneas manchas que poblaban la faz de la tierra empezaron a despertar y a crecer como si de organismos vivos se tratase, robando así terreno a la naturaleza y alimentándose de ella; se llamaron metrópolis.

Éstas instauraron un nuevo ritmo en su interior, uno que iba al compás de los pistones y los engranajes de la máquina. Se convirtieron en los nuevos polos de atracción, donde sin duda una vida diferente esperaba latente en el corazón de un orden frío y deshumanizado.

Tiempos Modernos es la visión crítica de las dificultades que se encontraron las personas -que se trasladaron del campo a la ciudad- para adaptarse al sistema capitalista, tiempos donde los valores humanos entraron en crisis y donde la felicidad material estaba empezando a dar sus primeros pinitos, eso sí, con un humor fulgurante que no deja indiferente y que ya quisiéramos tener muchos de nosotros.

Las primeras escenas nos muestran el contexto en el que tuvieron que desenvolverse los nuevos obreros.
Aparece un reloj acaparador: la herramienta que mide y reparte el tiempo del que nadie se escapa y todo trabajador debe ceñirse sin rechistar.
Tan controlados están, que ni siquiera pueden escapar a fumarse un cigarrillo, y en el momento en que el propio Charlot lo hace, una pantalla gigante llama su atención devolviéndolo de nuevo a su monótona tarea.
La masa, como un rebaño de ovejas, se dirige a su puesto de trabajo: la imponente fábrica, que es el lugar donde las personas se despojan de su identidad para pasar a ser unos autómatas.
Allí permanecen hasta que el sol se pone.
Nuestra vista se fija en la oveja negra que circula entre las demás, nuestro Charlot, la figura romántica y esperanzadora que da humanidad y que hace que ese contexto hostil sea un poco más ameno.

En este punto, la película es comparable con Amanecer de Murnau, donde el amor que une a la pareja protagonista es arrollador y capaz de desafiar a los infortunios que la desconocida y temida ciudad pueda provocar sobre ellos.

El amor es lo único que conocen estos personajes y lo único que los ilumina y les da esperanza, lo demás es secundario. Charlot y su pareja – la huérfana vagabunda que se cruza en su camino- están unidos y con ello hacen frente a cualquier adversidad. Un claro ejemplo que demuestra que los valores humanos están por encima de cualquier sistema y que triunfan y triunfarán siempre.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
lola
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