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El gran Gatsby

Drama. Romance Nueva York, años 20. En la alta sociedad norteamericana, llama la atención la presencia de Jay Gatsby, un hombre misterioso e inmensamente rico, al que todos consideran un advenedizo, lo que no impide que acudan a sus fastuosas fiestas en su gran mansión de Long Island. Gatsby vive obsesionado con la idea de recuperar al amor que dejó escapar años atrás. Para ello se hará amigo de su vecino recién llegado, el joven Nick Carraway. (FILMAFFINITY) [+]
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Críticas 229
Críticas ordenadas por utilidad
18 de mayo de 2013
9 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Para mí, la película tenía un mensaje demasiado complejo que no han sabido plasmar, aun así se puede entrever, con mucho esfuerzo, algo de lo que el gran Fitzgerald escribió en esta gran novela.
La banda sonora, como la película en general, es algo excéntrica, aunque en momentos puede ser chocante escuchar a Lana del Rey en la época de los años 20 en cierto modo te acostumbras.
Di Caprio me ha gustado, en su línea, no esperaba menos.
En definitiva, podría haber sido una buena película, pero me parece que han intentado dar profundidad y a la vez comercialidad, y no ha encajado, puesto que, quien mucho abarca poco aprieta.
Rocio
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19 de mayo de 2013
9 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hace apenas unas horas que he visto esta nueva versión de El gran Gatsby, tras la que yo vi en los años setenta de Jack Clayton y guión de Francis Ford Coppola, y con Robert Redford como protagonista. Si aquella era lánguida y con el insufrible Redford, ésta es menos lacia, algo más audaz y mucho mejor interpretada por Leonardo DiCaprio que hace un papel que me ha gustado mucho.

La peli es una recreación de la novela de F. Scott Fitzgerald y no digo cuánto le falta a los guionistas Baz Luhrmann y Craig Pearce, y a Luhrmann como director para conseguir titánico objetivo.

No dudo que es un melodrama al gusto del público, pero es también recargada, estúpida y exagerada como sugiere algún crítico con buen tino. El Gatsby parece un gilipollas e ingenuo tontorrón, más que un individuo del hampa que ha hecho su fortuna con turbios negocios.
En definitiva, para mi parecer, mucha fiesta, mucho vestuario, decadencia, y una sensación de que hoy no se hace cine salvo para una industria trasnochada que no valora la calidad del guión y en la que no hay directores como Cukor o Mankiewitz o Hitchcck o Wells o tantos otros. Hoy se hace mucha trivialidad. Mucho colorido y también mucha pamplina.
Kikivall
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13 de julio de 2015
8 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cómo coger una novela que rezuma profundidad, y quedarse con el esqueleto para bajo el pretexto pirotécnico de la ligereza intelectual y el apabullamiento visual lograr hacer un espectáculo bizarro de luz y de color -bis- que ya cantaba Marisol.
Se lo toma en serio el que ha derivado en buen actor DiCaprio, pero el director parece más interesado en recrear raves en los años 20, que en contarnos la historia de pérdida del amor del gran Gatsby.
Yo me quedo sin dudar con la versión de R.Redford de los años 70, mucho más fidedigna con la novela se S.Fitzgerald. Entiendo que para captar a los espectadores del año 2013 Luhrmann necesite avasallar con la opulencia visual hasta la náusea y adaptar temas de hoy en día en clave felices 20; pero no deja de ser eso, un parque de atracciones, una feria de las vanidades, un derroche de colorido que se olvida tan pronto como logras cerrar los ojos y el brillo artificioso deja de monopolizar tus retinas.
Interpretaciones correctas, especialmente las de Maguire y DiCaprio.
Nota: 4:65
Pd. Entiendo perfectamente el fiasco en taquilla y en las críticas.
Feldon
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6 de septiembre de 2013
8 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Como fan incondicional de DiCaprio, no podía dejar de ver su última película.
Me llevé una sorpresa al comprobar cómo el verdadero protagonista es Nick Carraway, personaje interpretado por su gran amigo Tobey Maguire. Una sorpresa agradable, todo hay que decirlo.
En ella se nos muestra el Nueva York lujurioso y hedonista de los años veinte, infestado de color, dinero, música y pasión. En medio del sarao, el verdadero deseo de Jay Gatsby. Lo que había tras aquella luz verde. O mejor dicho, quien estaba tras la luz verde.
Me encantó tanto el colorido de la cinta como la banda sonora, para algunos surrealista pero que no deja tener todo el sentido del mundo. ¡No hay que ser tan cuadriculado, señores!
Bonita la historia entre Gatsby y Daisy Buchanan, con buenas interpretaciones.
Buena película.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
ajacast
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26 de diciembre de 2013
8 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Leí la novela, la original en inglés, hace unos diecisiete años, como lectura para la universidad. No me entusiasmó en absoluto y así se lo comenté al profesor cuando realicé su análisis. Aquel ambiente decadente de ríos de dinero, jazz, charlestón, alcohol, superficialidad y desidia no es que me transportara a las dimensiones celestes. Ningún personaje me despertaba especial simpatía, tan sólo Jay Gatsby y Nick Carraway estaban un poco por encima, y con reservas.
Nick es el arquetípico narrador y observador que presencia las acciones ajenas y que actúa como el sempiterno convidado e intermediario, influyendo apenas en el devenir de los acontecimientos e intentando no juzgar a nadie a la ligera, una enseñanza que su padre le ha inculcado. Efectivamente, Nick derrocha paciencia y capacidad de comprensión por muy disparatado que sea lo que ocurra a su alrededor. Es el personaje más equilibrado (todo lo equilibrado que puede ser un joven en los "Locos años 20"), y el punto de conexión entre los hechos y el lector.
Gatsby es la encarnación del romanticismo más exacerbado. Tanto, que me pasó como me pasa a menudo con quienes tienen demasiados pájaros en la cabeza; a veces me irritaba. No mucho, lo suficiente para no caerme antipático. Al contrario, la enorme vulnerabilidad de sus sueños me daba un poco de lástima. No eran aires de grandeza de un hombre arrogante, sino las frágiles ilusiones de un hombre sensible y enamorado que había tenido la desgracia de idealizar al objeto de su amor, y de cometer el error de creer que ella le correspondía. De acuerdo, ella le correspondió, alguna vez, pero no como él esperaba ser correspondido.
El resto de los personajes eran francamente vulgares, incluida la preciosa Daisy, que pese a sus aires de mosquita muerta a mí me parecía una lagartona de cuidado. Ya sé que la cosa no es tan simple y que para aquella chica ricachona de familia rancia la elección entre Gatsby y Buchanan no fue sencilla y que las circunstancias no fueron sencillas (Gatsby era un muchacho gentil que la adoraba pero era un pobretón, mientras que Buchanan era un bruto machista prepotente pero estaba podrido de pasta). Ella hizo su elección y, bueno, pues que se aguante con lo que escogió, siempre he pensado que Daisy tenía lo que se merecía. Que desde luego no era Gatsby, demasiado hombre para ella.
La futilidad de aquellos años de la Ley Seca (nunca corrió tanto el alcohol como entonces, basta una prohibición para que todo el mundo se pirre por pasársela por los forros), la fiebre de Wall Street y aquella burbuja de bonanza económica dispararon una década puramente hedonista. Las chicas flappers y los petimetres con las carteras bien llenas enlazaban noche tras noche de juergas sin fin. Fitzgerald describió a la perfección esa breve época de esplendor bizarro y hueco.
Entre tanta vulgaridad, Gatsby se había reinventado a sí mismo porque odiaba sus orígenes humildes, pero no al estilo de un snob insufrible y avaro, sino de un soñador que aspiraba a una vida realmente elevada, para quien las turbiedades de los negocios y de amasar millones de dudosa procedencia no eran la meta, sino un medio inevitable y hasta engorroso por necesidad de labrarse un microuniverso que la impresionara a ella, porque otro de los errores que Gatsby cometió fue creer que el dinero le conseguiría lo que quería de verdad.
El misterioso gentleman lo hace todo con un único propósito, y Nick, que observa fascinado a su casi ídolo, siente crecer en su interior la simpatía y la compasión hacia ese personaje que se ha construido un delirante castillo de naipes, y se da cuenta de que nadie lo conoce de veras, nadie excepto él, el modesto corredor de bolsa que mira y tiene que callarse muchas cosas.
Luhrmann, aunque como acostumbra, se ha pasado un poco de la raya en su recreación del universo Fitzgerald, refleja bien su espíritu tan sórdido como idealista. Ese Valle de las Cenizas tan cerca de la luz verde.
Y el sueño imposible de su romántico protagonista. Uno de los escasos que quedan en este mundo de cínicos e indolentes.
Lástima que siempre exista un Valle de las Cenizas que lo mancille.
Como dice el refrán, no se han hecho las margaritas para los cerdos.
Vivoleyendo
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