La vida de Brian

Empieza dando en el blanco: el mensaje de Jesús se distorsiona con la distancia hasta convertirse en unas palabras que nada tienen que ver con lo que dijo: “¿Los gansos heredarán la tierra? ¿Ha dicho eso? ¿Por qué los gansos?”, se pregunta perplejo uno de los asistentes al Sermón de la montaña que se ha quedado algo alejado entre la multitud. La discusión de los intelectuales judíos acerca del Frente Popular de Judea o como se diga se adelantó a los contenidos y niveles de discusión política de la actualidad: nuestros debates de hoy en día son calcados a esa conversación. La escena de los profetas en la plaza del mercado es una pura genialidad. Toda la película está llena de hallazgos afortunados.

Es una película de una inteligencia muy fina, que contrasta con la tendencia a la burrada y la vulgaridad de los Monty Python. No es en absoluto irreverente, más bien humaniza los relatos evangélicos de un momento clave de la historia de Occidente sin idealizarlos, y se puede sentir el aroma de la verdad. La llamada al optimismo mientras se hallan a las puertas de la muerte con la canción final hace terminar la peli como si fuese un musical. Todos hemos tarareado alguna vez esa canción.

Es una obra maestra.

¿De qué nos reímos habitualmente? Cada vez me convenzo más de que el humor es subjetivo, intransferible e inexplicable. No hay patrones ni mediciones, no hay constantes ni seguridades. A mi grupo de amigos le encanta «La vida de Brian». Se parten de risa con estos Monty Python. Yo no puedo más que decir que a mí no me hace gracia y defenderme del bromista ataque de que no tengo sentido del humor. ¡Manda narices!

«La vida de Brian» es una comedia. Con las comedias hay que reírse. Yo no he me he reído ni una vez. Ni una. Debo, pues, penalizarla. No es solo eso, no: es que no es ni simpática, ni divertida, ni amena, ni ingeniosa, ni chistosa, ni inteligente. ¿Qué es? Pues un cúmulo de personajes haciendo tonterías según unas ideas igual de tontas con las que se pretende hacer sátira de la época de Jesús y del inicio del cristianismo. Porque, claro, en «La vida de Brian» ocurre lo mismo que en un sinfín de supuestas obras maestras del humor: que la gracia se basa en la estupidez humana. Es decir: el gag se sustenta en la imbecilidad rematada de los personajes. Si no son imbéciles perdidos, no hay posibilidad de hacer parodia o chiste, no puede seguirse la gracieta, no tiene otro sentido en sí mismo que el reírse del imbécil, y esto se ve que a la gente le hace una gracia enorme, pero a mí no.

Algunos ejemplos son el que cecea, el otro que es medio gangoso (¡qué divertido es reírse de los defectos ajenos, ¿eh?), la turba que toma por mesías al primer individuo que aparece como borregos, el propio Brian que no sabe y no contesta, los soldados romanos alelados o los terroristas patriotas en la nube de Valencia, aunque quizá la crítica política es lo más aprovechable, si nos ponemos muy finos y tratamos de sacar alguna conclusión. En fin, todo es un súmmum de bobería consumada que se desgaja de todo sentido de la realidad y de ausencia total de neuronas. Dicen que esto es «absurdo», pero hasta para ser «absurdo» hay que tener luces y genio, y no parapetarse detrás de esa palabra para soltar cualquier memez alargándola hasta el cansancio por insípida que sea.

Malísima. Y no es broma.

Sin duda me parece que la idea es muy buena, es una parodia que hace reír en muchos momentos con chistes bien elaborados, pero en algunos momentos con intervenciones tontas que no tienen nada que ver con el buen humor.

Momentos delirantes de risa hacen que esta película sea buena, pero definitivamente sobrevalorada. Lástima que no hubo más interacción con episodios de la vida de Jesús o sino pudo haber sido mejor.

A pesar de que no es mi favorita de los Monty Python es una obra maestra; gags divertidísimos en los que satirizan religión, política y todo lo que se les pone por delante. Quién no ha silbado la última canción despues de ver este film.

Buena.... muy buena....realmente buena, una película donde no sabrás lo que pasará a continuación, con escenas realmente memorables como la del perdón de los condenados con el gobernador, o la escena del grafitti con el soldado romano, realmente uno no se la puede perder