El crepúsculo de los dioses

Nunca un título, ("El crepúsculo de los dioses") esbozó de forma tan precisa y descarnada, el espíritu del paso del tiempo, la egolatría y la cara más sucia de Hollywood. Una película que revive ese dicho cruel de "cualquier época pasada fue mejor", mostrando como los viejos productos mueren para dar paso a los nuevos, completando el círculo vicioso de la mentira y el celuloide. Algo que ya sucedía en 1950 sigue hoy más vivo que nunca: en Hollywood vales lo que tu última película.

La película se mueve entre personajes cínicos, alineados y obsesivos. La mansión de Swanson es una auténtica máquina del tiempo, donde se postra anclada un personaje tan prodigioso como esquizoide, como araña oculta dispuesta a devorarse así misma y a todo lo que le rodea, antes que quebrar su mundo ilusorio, pues éste es tan difuso y tramposo como la luz que percibimos de las estrellas, luz o bosquejo de algo que ya ha muerto.

Un final de decadencia absoluta:

"Los sueños a los que nos aferramos desesperadamente habían vuelto...." a lo que yo añadiría... -aunque estos sean tan falsos e inflamables como el celuloide que envuelve a Norma Desmond-

Una película de lo mas entretenida e inesperada. Es lo que tiene el cine antiguo, algo nuevo.
Nos sorprenderá con una trama interesante y muy buena, actuaciones notables, situaciones inesperadas, una narrativa excelente y un sonido bastante bueno.
Lo mejor: Su historia.
Lo peor: Que no se haya hecho un buen remake. Que lo merece.
Mejor escena: No quiero casarme.
Las frases: Yo soy grande. Son las películas las que son pequeñas.
Es curiosa la amabilidad de la gente cuando estás muerto.
Curiosidades: En el momento de su estreno, Sunset Boulevard recibió grandes elogios de la crítica. Fue nominada a once Premios Óscar, aunque ganó solamente tres. Hoy día es considerada un clásico, y a menudo se la cita como una de las obras más relevantes del cine estadounidense.
Wilder en un principio había pensado en Mae West y Marlon Brando como protagonistas, aunque nunca llegó a proponérselo a ninguno de los dos.
Gloria Swanson realmente era una estrella del cine mudo.
La cama en forma de cisne en la que duerme Norma Desmond perteneció a la legendaria bailarina Gaby Deslys, fallecida en 1920. Fue adquirida por el departamento de atrezzo de Universal poco después de la muerte de Deslys. La cama aparece también en la película El fantasma de la ópera, interpretada por Lon Chaney.
Otros títulos del director: Sabrina, Con faldas y a lo loco y La Vida Privada de Sherlock Holmes.

Un guión muy bien escrito e independientemente de su época puede presumir de cierta complejidad y originalidad. Especialmente la actuación del personaje femenino es de gran fuerza y presencia. La dirección y el manejo de cámaras es muy notable y aunque hay cierto convencionalismo en lo general en la trama, desde un inicio crea suspenso y tensión, en una atmósfera ligeramente oscura, el desarrollo de la historia va sumando intensidad y misterio, manteniendo la tensión hasta el final. Quizá el final un poco melodramático desentona un poco con el resto del metraje no es muy realista y sería el único defecto claro que podría señalar.

El crepúsculo de los dioses de Billy Wilder, es un drama de cine negro sin igual. Dirigida con un ritmo majestuoso, consigue una obra acertada y personal, totalmente extraordinaria e impecable, considerada una de las mejores del séptimo arte, y razones no faltan para ello.
El guión, escrito por el propio director, es atractivo y sustancioso, por tener un argumento ácido y crítico hacía el mundo cinematográfico de Hollywood, y su consideración de eterno estrellato. Usando para ello, una narrativa de la voz del protagonista en off en todo momento, explicando su historia con todo detalle, de modo común y sencillo.
Las actuaciones, son inconmensurables, con un gran papel de Gloria Swanson, en una de las mejores interpretaciones femeninas que se recuerdan. Deslumbrante y con carisma William Holden, sobrio y con personalidad Erich von Stroheim, y mención especial a las inesperadas apariciones de los directores Cecil B. DeMille y Buster Keaton con pequeños papeles.
La fotografía, es sensacional y vistosa, sacando a relucir los maravillosos decorados que son espectaculares y rico en matices, sobre todo los de interiores que impresionan por lo pomposo y antiguo que aparentan ser, dando a entender el exitoso pasado de la protagonista. Al igual que los vestuarios y caracterizaciones, que siendo elegantes y distinguidos, hablan a voces del estatus social y condición de la actriz Norma Desmond, viviendo de su pasado.
Para finalizar, destacar también la música que es bella y majestuosa en su acompañamiento de la historia para ser evocadora a ella, hipnotizadora y cautivadora por su dramatismo. Por lo que, sin lugar a dudas, la considero una obra elegante y única, lo que se dice una auténtica joya del séptimo arte, totalmente encantadora y enorme por su dramatismo y emotividad, al mismo tiempo que por sus imparables excesos.

Esto sí es cine, ¡Concha su madre! Desde el momento que nos topamos con los créditos iniciales y con tomas de las calles de Hollywood, mientras suena una perfecta melodía, sabemos que nos vamos a topar con una película sin igual, con poesía convertida en imágenes y en escenas.

Billy Wilder con maestría nos hace partícipe de la locura de una ex estrella de cine llamada Norma Desmond (Gloria Swanson), nos sumerge en su miseria, en su auto compasión, en sus recuerdos del ayer, en su solitaria vida. Nos damos cuenta como una persona puede alejarse de la realidad y crear su propio mundo, un mundo aparte, un mundo donde ella misma sea su única acompañante y su Dios.

Vemos cómo era la industria del cine de esos tiempos. Cuando el cine se inició los actores era muy mal pagados y el oficio de actor era muy mal visto, pero en un corto tiempo todo cambió. El cine mudo se popularizó y todos amaban a aquel grupo selecto de actores que salían en las pocas películas que se rodaban en esos tiempos. Si nos damos cuenta, en una película solo salían cinco personas en promedio. En esos tiempos se había dejado de lado los teatros, los circos, lo nuevo y la moda era el cine, era lo único que había, no existía el internet ni el VHS, ni el DVD ni los blu ray. El público no se fijaba en los efectos especiales, ni en los diálogos, ni en los colores, sus ojos solo estaban puesto en los rostros y cuerpo de los personajes, en cada gesto, en cada mueca, en cada exagerado movimiento. Un actor en esos tiempos era un Dios.

Quizá fue muy mala suerte para Billy Wilder haber rodado esa película el mismo año que All about Eve, es muy probable que haya ganado más que tres premios de la Academia, pero bueno, competir con una obra maestra es muy difícil. Por otro lado, sería muy mezquino no mencionar a otra persona que el director: William Holden (Joe Gillis), Gloria Swanson, Erich von Stroheim (Max) y Nancy Olson (Betty Schaefer) se lucieron con sus interpretaciones, le dieron vida y sentido a aquel guión.