Intocable

Entré en la sala triste y con reproches hacia la vida. Salí de la sala con ánimo renovado y unos ojos preparados para mirar lo que me rodea de manera diferente.

Me gusta la serenidad de Phillippe. Me gusta la manera elegante y digna de sobrellevar su discapacidad. Se podría atribuir dicha serenidad a la abundancia de recursos económicos pero dicha abundancia económica no le eximiría de la posibilidad de haberse convertido en un gruñón que maldice cada día por tener que vivir la vida pegado a una silla de ruedas. Esa posibilidad no existe en Phillippe.

No, Phillippe no es así. Utiliza los pocos milímetros de sensibilidad que le quedan para disfrutar cada mínimo placer que se le pone a su alcance. Es un hombre terriblemente sensible e intuitivo y no por casualidad su vida se cruza con la de Driss.

Driss es un trozo de pan horneado a fuego de bala de barrio. Un corazón batiente en un cuerpazo de casi dos metros. Driss no sabe de lujos, sabe de extrarradios y peleas callejeras.
Ahora tiene que librar toda una batalla afrontando un trabajo tan conocido para él como desconocido.
Desconocido en cuanto al hecho de no estar cualificado para desempeñarlo y conocido porque Driss sabe bien del dolor y del sufrimiento humano. Ha crecido con él, conoce cada uno de sus recovecos.

En mitad de ese camino de dolor y sufrimiento recorrido por extremos opuestos convergen Phillippe y Driss para iniciar una historia de amistad que perdurará en el tiempo. Igual que el amor permanece en el tiempo.

Esta edificante y descontracturada versión (inspirada en una situación de la vida real) de una amistad increíble pero posible, producto de la tragedia de sus protagonistas, física uno y social el otro, a la vez que cumple con creces el propósito de entretener, nos ilusiona con la idea que detrás de todo drama es posible encontrar una luz de esperanza, aún cuando también se interponen disímiles caracteres y marcadas diferencias raciales, sociales y culturales.

Precisamente, creo que en la manera en que Nakache y Toledano, en su doble función de directores y guionistas, enfocan y sostienen este último aspecto, reside su mayor logro, ya que lo hacen sin apelar a golpes bajos y desde un plano siempre optimista, fresco y natural.

A esto se suman las inmejorables interpretaciones de sus dos principales protagonistas (donde sobresale la desbordante simpatía y desfachatez de Omar Sy), los cuales abordan sus personajes de manera convincente y sin los excesos característicos de las comedias fáciles a que nos tiene acostumbrados Hollywood, posible cuna de otra destructiva remake de la cinta que nos ocupa, y que ya me atrevo a avizorar.

"Intocable" nos brinda la oportunidad de experimentar las relaciones sociales desde un prisma que no solemos tener en cuenta al abordar temas de este calibre. Sin haber disfrutado de esta historia puede parecer cruel decir que te has reído en una película que trata sobre una historia basada en hechos reales de la vida de un hombre tretrapléjico. El recurso fácil puede ser la tendencia hacia la pena, el agobio, el nudo en la garganta, la rabia, la impotencia y el clamar al cielo por lo injusta que es la vida. Pero no es el caso. La trama nos arrastra a un viaje hacia las relaciones interpersonales en las que todo el mundo puede verse involucrado en mayor o menor medida. En esta cinta el sentido del humor puede ser la mejor terapia y la exclusión y deshumanización social son palabras sin valor.

Se habla de una falta de compasión bien entendida, en la que el discapacitado pide la inclusión, no su porción de lástima y pena. Se habla del aprendizaje mutuo, la amistad, la integridad, la tolerancia, de valorar la vida, de la importancia de respirar y dar una calada de libertad mientras disfrutas de un paseo a la luz de la noche parisina.

Podemos ver la dualidad de los protagonistas de manera evidente a lo largo de toda la película. La fuerte carga de emotividad de cada escena se transforma en liviana y amable. La química entre Philippe (François Cluzet) y Omar Sy (Driss) traspasa la pantalla y te transmiten sin remedio su risa contagiosa y te hacen participe de sus "fechorías". La expresividad de los dos actores a la hora de interpretar sus personajes es asombrosa, sobre todo en el caso de Omar. También es digno de mención la dificultad añadida de Cluzet al tener esa limitación de movimientos a la hora de interpretar.

Desde que Driss irrumpe en el despacho, se derrumban los muros de contención de las emociones que tenían a buen recaudo la serenidad impenetrable de Philipe gracias a la espontaneidad de Driss. A partir de ese instante, comienza un viaje sin retorno que atrapa sin remedio a todos los espectadores acompañados en todo momento por la fantástica banda sonora de la película, obra de Ludovico Einaudi.

Puede que sea criticable el hecho de que la vida de un discapacitado rico sea más fácil por las posibilidades que eso le ofrece y que en la historia real fuese un árabe y no un senegalés el coprotagonista de esta historia pero lo que no es negociable es que es un recorrido apasionante por los sentimientos a la vez que es una entretenida y divertida historia llena de positividad.

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twitter: @acastillomarcos

Increible comedia francesa que cuenta la relación que entablan un rico parapléjico de la alta sociedad parisina, con un inmigrante de los suburbios.
Inmejorable papel de los protagonistas, la química que desprenden a lo largo del film me conmovió por completo.
Me quedo con varias cosas; una de ellas es la banda sonora, los pianos de Ludovico Einaudi y el "feeling good" de Nina Simone. Otra, el humor de Omar Sy (sublime) que rompe con lo que cabe esperar de una película que trata sobre un parapléjico, la forma en la que se ríe irónicamente de la propia discapacidad.
La escena del baile, la de los diferentes bigotes, la de la ópera y por supuesto, la escena final, en la playa y en el restaurante, en la que pude VER y SENTIR, como Cluzet le dice con la mirada: GRACIAS.
Lloro...

He de reconocer que no fui convencido al cine. Estaba absolutamente convencido de que la sensiblería barata, la crítica social manida y tradicionalmente tratada, y la búsqueda de la congoja fácil serían el sustento de esta película de nuestros a menudo insoportables vecinos. Pues bien, partiendo de todos los prejuicios injustificados del mundo, sólo puedo decir que la película es tremendamente fresca, humana, realista y muy muy entretenida y divertida. Omar Sy termina llenando sólo cada plano, haciendo que te parezca uno de los personajes más simpáticos que se recuerdan.

Mejor no leas más y ve al cine, te dejará un recuerdo agradable bastante intocable...