Cazafantasmas 2

Sigue siendo una tontería de película, pero esta un poco mas currada que su precuela. Esta tiene algún sentido, dentro de que la historia es mala. La música es de calidad, "moderna" para la época. Se nota un poco el paso de los años en algunos actores. Murray, genial, como siempre, tiene los mejores diálogos y los mejores chistes. Aykroyd esta un poco mas divertido que en la primera película de la saga.
Entretenida y pasable como curiosidad. Los efectos especiales antes de la era digital, se apoyaban en ingenio e imaginación.
Hay que empatizar con los ochenta para entender este tipo de cine, que era un éxito. no había internet y 2 o 3 películas al año, americanas, se convertían en un fenómeno social.

A pesar de que el ritmo de la película sea tan accidentado y de la impresión por momentos que no hayan sabido qué hacer para hacer una trama decente, la secuela de Ghostbusters tiene esa esencia de su mundillo donde pasan las cosas más irrisorias que te puedas imaginar, sea la razón que sea para justificarlas, y que las consecuencias importen lo más mínimo, nada más que para hacerte sacar una sonrisa.

Se terminan viendo. De hecho, solamente la reticencia de algunos de los estandartes de la franquicia (por ejemplo, Bill Murray) han impedido que, de momento, tengamos ya la tercera entrega de Cazafantasmas. Está anunciada para 2016, pero se echen aún más campanas al vuelo. El estreno de la secuela en 1989 permitió lograr un nuevo taquillazo importante y hacer que se volviera a escuchar la pegadiza banda sonora.

Ghostbusters II arranca bien, mostrando como, tras su gran éxito anterior, los integrantes del equipo han corrido suertes disparos; la gloria es efímera y algunos, incluso, se ven obligados a tener que hacer pequeños bolos o participar en fiestas infantiles de niños que casi no saben quiénes son. Sin embargo, como es previsible, una nueva amenaza les volverá a colocar en el candelero, las virtudes de la tristeza de Moldavia.

Repiten los más destacados miembros del casting anterior, Bill Murray, Dan Aykroyd, Rick Moranis y Harold Ramis retoman el asunto, quizás con menos energías, pero con igual eficiencia. Sigourney Weaver vuelve también al tablado; asimismo, es una alegría que los responsables volvieran a retomar al divertido personaje de Rick Moranis, uno de los grandes hallazgos de la primera entrega.

Sobran patriotismos de barras estrellas y la estatua de la Libertad bailando al son que toca, aunque los incondicionales de la saga tienen una cita ineludible.

Posteriormente, la década de los 90 arrinconó a estos fantasmas en el baúl de los recuerdos. De momento...

Secuela no muy acertada, en argumento sí, pero hay momentos de los diálogos o del montage que no me gusta e incluso aburren. Hay mucha parte ñoña que hace ir más lento y pierde la gracia. El argumento principal del cuadro, la historia de ese hombre es lo más interesante, quizás debieron explotar más esa faceta, pero el resto parece un poco más de relleno.

Hay cosas bastante incoherentes, el ejemplo más claro es cuando utilizaron la estatua de la libertad, primero de todo es para asustarse, porque ver una estatua moverse no sé yo si daría más miedo que otra cosa (a parte de que hemos visto a la policía más ágil de la historia y montar un cordón policial durante todo el recorrido) y luego está que no sabía yo que la música hiciera caminar estatuas y hacer lo que tú quieres que haga, no tiene sentido cuando sólo se ha visto que hace moverse agitadamente y ya está. Con esto quiero decir que se ve las cosas "porque sí" sin un mínimo de esfuerzo argumental detrás para explicar lo que ves.

En fin, que ha perdido la gracia.

A parte de que no entiendo que Weaver hiciera esta película después de "Gorilas en la niebla".

En su momento, y tras visionar 'Cazafantasmas 2', se me quedó la inequívoca sensación de haber perdido la oportunidad de convertir una gran película en una saga memorable. La premisa argumental de esta secuela fue virtualmente idéntica a lo visto en la primera entrega, la mera repetición de una fórmula ganadora pero con una reducción sustancial de intensidad y originalidad.

El guión fue escrito por Aykroyd y Ramis, y comienza centrándose en contarnos cómo les va a los personajes, pero si bien en algunos puntos mantiene el punch esperado, en otros se hace aburrida e incluso ñoña. El interés repunta cuando conocemos a Vigo, el malvado de la función, y su fascinante relación con el río de mocos que fluye bajo la ciudad. Pero nuevamente baja un escalón o dos a la hora de llevarnos al climax, por no hablar de un trasfondo patriotista claramente excesivo. En resumen, un guión simpático y entretenido pero repleto de altibajos.

Los actores en cambio siguieron en plena forma, Bill Murray, Dan Aykroyd, Ernie Hudson y Harold Ramis mantuvieron esa chispa que convirtió al film en un icono cinematográfico de los ochenta. También resultó un acierto recuperar a Rick Moranis, aunque nuevamente hizo de comparsa aportando, eso sí, líneas de diálogo y escenas muy divertidas. Por su parte, Sigourney Weaver repitió papel, pero la verdad es que reincidir en su romance con Venkman me pareció innecesario porque no aportó nada interesante. Por otro lado, sirvió perfectamente como nexo de unión con el personaje interpretado por Peter MacNicol, que nuevamente nos recuerda excesivamente al que protagonizara Moranis en la primera película.

En definitiva: Tras una primera entrega realmente notable y una exitosa serie de dibujos animados, la saga terminó abruptamente con esta película. Al final el talento y el humor de estos grandes cómicos no bastó para colocar esta película donde debería estar y crear una saga memorable. En lugar de eso tocó conformarse con una secuela mucho más floja, aunque sin duda disfrutable para cualquier espectador que lo pasara pipa con la primera.

-Lo mejor: El talento de los protagonistas, sobre todo un Bill Murray que incluso con una evidente dejadez consigue algunos de los mejores momentos de la película.

-Lo peor: Esta vez el guión no sólo es simple sino que carece de originalidad siendo demasiado similar al de la primera película. Falta esa frescura que nos recuerde que el éxito de la primera película no fue producto del azar.

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