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El Gran Hotel Budapest

Comedia. Aventuras Gustave H. (Ralph Fiennes), un legendario conserje de un famoso hotel europeo de entreguerras, entabla amistad con Zero Moustafa (Tony Revolori), un joven empleado al que convierte en su protegido. La historia trata sobre el robo y la recuperación de una pintura renacentista de valor incalculable y sobre la batalla que enfrenta a los miembros de una familia por una inmensa fortuna. Como telón de fondo, los levantamientos que ... [+]
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Críticas 283
Críticas ordenadas por utilidad
19 de julio de 2014
49 de 74 usuarios han encontrado esta crítica útil
Lo se, lo reconozco. Entiendo que si no me ha gustado "El gran hotel Budapest" significa que mi gusto por el buen cine nulo. Pues no! no me gusto. No me gusto ni un poquito siquiera. Ojala me hubiera gustado y así me podría codear anchote con el resto de culturetas que le dan esas (a mi parecer) infladas puntuaciones a este esperpento de película, repito, a mi parecer.
Me estoy acojonando, si, acojonando. Últimamente se están poniendo de moda las peliculas en las que el director se preocupa mas del envoltorio que del sabor y calidad del chocolate del bombón. Una música genial, con un reparto espectacular...una fotografía de ensueño, un montaje de mucha calidad...vamos que técnicamente son espectaculares. Lastima que cada vez sea menos importante la película en si. La calidad de la trama, lo que nos cuenta. Lo que recordamos a fin de cuentas.
Pues, nuevamente, a mi parecer, "El gran hotel Budapest" es eso. Una película sobrevaloradísima por su envoltorio pero que a la hora de valorarla por su contenido es floja, flojísima, una película que recordaremos por su estética (aprovecho para reconocer que nunca me gustaron las peliculas con este tipo de estética) en lugar de por su historia.
Si mezcláramos "El imaginario del Doctor Parnasus", "Alicia en el país de las maravillas", "Amelie" agitáramos, coláramos el producto resultante y lo añadiéramos como acompañamiento de un capitulo de "Tom & Jerry" ....tendríamos algo muy parecido a este ESPERPENTO.
jorgealgenet
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23 de marzo de 2014
55 de 87 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hay dos tipos de personas: a los que les gusta Anderson (y a éstos, les apasiona...) y el resto de la mayoría de los mortales -entre los que me encuentro- a los que NO les gusta Anderson. Como todo el cine de este inexplicablemente sobrevalorado director, me parece tan barroca e insustancial, tan pedante y de cuestionable sentido del humor como toda su filmografía. Un derroche inútil de presupuesto para una enorme paja mental preciosa visualmente, e igualmente inútil, tonta y aburrida.

Y mira que me he intentado amoldar a este realizador y su obra; en muchas ocasiones he intentado visionar sus películas... pero es que no puedo soportarlas. No puedo soportar su estúpido sentido del humor, no puedo soportar sus irritantemente vacías historias, que intenta paliarlas con barrocos derroches visuales, no puedo soportar su narrativa neurótica saltando cada cinco minutos entre presente, pasado y futuro, la anti narrativa cinematográfica. Y en el colmo de lo insoportable, no puedo soportar sus diálogos retorcidos y su inaguantable y falsa pose intelectual de artista rompedor, porque más que romper con las reglas y crear nuevas vías de creación audiovisual -como hicieron desde Griffith a Hitchcock, Truffaut, Fellini, Kubrick o Spielberg...- lo que hace es destrozar sin ton ni son la narrativa cinematográfica sencillamente para hacer creer que es un artista. Ja, ja, ja.

¿Que de qué va esta película? Pues es tan difícil de explicar como explicar la narrativa de este director: el conserje de un antiguo hotel ubicado en un imaginario país de centroeuropa en el siglo XIX va a verse sumergido en una increíble trama policíaca donde se verán implicados los personajes más dispares, desde decrépitas millonarias, abogados corruptos, atribulados policías, inmigrantes ilegales, detectives sin escrúpulos...y así un largo y loquísimo etcétera.

Esta cinta ha llegado a lo más alto en la filmografía de Anderson, siendo además un compendio amplificado de toda su obra, con una notable inyección de esteroides a base de uno de los repartos internacionales más impresionantes de los últimos tiempos (desde Ralph Fiennes hasta Bill Murray pasando por Jude Law, F.Murray Abrahams, Willem Dafoe, Tilda Swinton, Harvey Keitel, Edward Norton, Owen Wilson, Adrien Brody, Tom Wilkinson...) y un holgado presupuesto que ha dado rienda suelta a la particular imaginación de este director, consintiéndole todo tipo de caprichos narrativos y demostrando de manera definitiva que este señor está como una puñetera cabra. Eso sí, a los hipster y modernos gafapastas seguro que les encanta, sencillamente por lo "chic" que resulta romper con todo lo anterior (la vi en un cine razonablemente lleno de gente, y el único que se rió de las gracietas de esta película fue UN solo espectador de inequívoco aspecto barbudo hipster-trendy-modernete). Aún me estoy preguntando cómo ha podido convencer a tantos buenos actores para que se embarquen en este proyecto, cómo ha encontrado financiación para hacerlo y lo más alucinante, cómo ha conseguido que el jurado le de un premio en la Berlinale (probablemente, por el síndrome del "traje invisible del rey": mejor es premiar algo que no se comprende, no vaya a ser que luego resulte que este director es un artista y terminemos haciendo el ridículo... Señores del jurado de la Berlinale, el ridículo lo han hecho ya premiando esta porquería sin sentido).

Y es que romper con todo lo anterior está muy bien... si funciona. A mí personalmente, no solo no me funciona en absoluto, sino que directamente me aburre como una ostra. Lo digo tanto como amante del cine, como amante de los cómics -de los que se emborracha Anderson a la hora de hacer cualquier película, utilizando una gramática visual mucho más cercana a los dibujos animados que a la de una película, siendo además la de "El Gran Hotel Budapest" una verdadera orgía acumulativa de recursos...que no sirven para nada. Eso sí, seguro que Anderson se lo ha pasado pipa haciéndola, escribiéndola y montándola. Basada en la obra de Stefan Zweig, que revisa toda la tradición europea de finales del siglo XIX y principios del XX, en una melancólica visión a los antiguos imperios austrohúngaros (ay, D. Luis García Berlanga...), ruso, alemán e incluso Otomano.

Poco más me queda que decir de esta película que me resultó irritantemente aburrida, tan barroca que consigue empacharme en el minuto uno de la proyección, y con todo, ser total e infantilmente predecible, demostrando el postulado que antes enuncié: que este señor es un irredento pedante, que insiste en hacernos creer que es un artista genial con filigranas estúpidas hechas únicamente para vanagloriarse de su supuesto talento, y que lamentablemente, va a seguir con sus películas hechas exclusivamente para su narcisista y nefasta visión del cine. O sea, lo que viene a ser UN COÑAZO. Y encima, un coñazo pedante.
Federico_Casado
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26 de marzo de 2014
31 de 40 usuarios han encontrado esta crítica útil
Pues sí, se me quedó pequeño el hotel de Wes Anderson...con tantas estrellas cameadas, con tanto montaje de ritmo-estiloso, con tanto diseño de producción, con tanta historia a lo muñeca rusa, con tanto-poco argumento, con tanta banda sonora, con tanta personalidad visual, con tanta "costume-milena-canonero", con tanta exhibición del Fiennes, con tanto brillo austrohúngaro y tanta nostalgia "Europest", además de tanta y tan buena crítica...Pero, mira por donde a mí, el Gran Hotel Budapest se me quedó pequeño...más bien en hostal...El pequeño Hostal Budapest. Sinceramente me quedo con el Hotel Moonrise Kingdom.
ELHIJODERYAN
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21 de marzo de 2014
27 de 33 usuarios han encontrado esta crítica útil
El cine de Wes Anderson es en cierta forma una celebración de lo melancólico, del descubrimiento, de la aventura, de la infancia como tierra fértil para cultivar lo más asombroso. Y la infancia la articula Anderson en pasado, vista desde el presente adulto, gris. La niñez es una explosión de colores, de saltos, carreras, escondites. Por eso sus películas son como un juego infantil, consisten en correr hacia la victoria, siempre escapando de algo o de alguien. En The Grand Budapest Hotel el lujoso hotel no es más que la “casa” de los juegos infantiles, ese punto en el comienza y termina el juego y dónde todos los jugadores pueden estar seguros. Ese gran tronco de árbol en el que cuentas hasta 10 antes de abrir los ojos. Lejos de quedarse en el hotel, la cámara de Anderson persigue la simetría constante y el ritmo frenético a través de esa Europa imaginaria de la época de la Gran Guerra. Irreal, peligrosa, misteriosa y jodidamente hermosa.

Mientras otros autores han ido vendiendo trozos de su mundo, sí, estoy hablando de gente como Tim Burton, Wes Anderson se ha dedicado a protegerlo contra viento y marea. A protegerlo y aumentarlo. The Grand Budapest Hotel es una orgía visual más desenfrenada, una obsesión por la composición más enfermiza, un diseño de producción más grandilocuente y pomposo, una música aún más atrevida en su belleza (si la partitura de Desplat para Mr. Fox era una maravilla, esta para Budapest no se queda atrás, bendita creatividad), un reparto aún más grande (ha encontrado en Ralph Fiennes al actor perfecto para su cine, puro carisma), una aventura con aún más escenarios. Más. Lejos de recular, Anderson está en plena expansión. Quiere más, quiere llevar su poesía sobre la melancolía a nuevos niveles, jugar en nuevas ligas. The Grand Budapest Hotel no llega a la sensibilidad de Moonrise Kingdom, ni a la diversión de Fantastic Mr. Fox, pero es en cambio más completa, porque se luce en ambos terrenos. También es más accesible que sus primeras películas (Life aquatic era demasiado freak, pensada demasiado hacia adentro) y está dotada de un mayor sentido del espectáculo.

Lo maravilloso del mundo fílmico de Wes Anderson es que toda la pompa y el colorido instagramero, están al servicio de las ideas que lo sustentan, no es un envoltorio vacío, lo que hay tras todas las capas estilísticas es un muy sano afán de emocionar y maravillar al espectador. Las películas de Anderson me hacen sentir vivo, recordar una infancia de playmobils y legos, de cuentos y películas de dibujos. De aventuras que solo tenían lugar en mi cabeza mientras estaba sentado en el suelo moviendo muñecos. Una apología de la imaginación como uno de los mayores dones que tiene el ser humano a su disposición. Las infinitas posibilidades que ofrece la imaginación. El juego entre pasado-juventud-auge del hotel y presente(narrativo)-vejez-caída del hotel, hace que nos preguntemos ¿y si al hacernos viejos también nos volvemos grises? ¿nuestras ideas caen como las hojas de los árboles al llegar el otoño? Y así volvemos a la melancolía, pero lejos del dramatismo, en el cine de Wes Anderson la melancolía se plantea desde el optimismo, si sentimos melancolía es porque tenemos preciosos recuerdos de momentos valiosos, para añorar es necesario haber vivido antes. Quizás la melancolía no sea algo malo, simplemente la constatación del fluir vital del ser humano. Celebrémosla manteniendo intactas las ansias de aventura.
odaesu
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5 de abril de 2014
26 de 33 usuarios han encontrado esta crítica útil
En esta película de Wes Anderson el dicho encaja a la perfección. Unos planos geométricos y centrados, estilo teatral, una estética deliciosa, reparto de miedo, y eso sin mencionar los gags que vimos en los tráilers ¿verdad? La portada pinta bien pero… ¿y el contenido?

Los primeros diez minutos de esta película te atraparán como una tienda de golosinas atrapa a un niño. Pasados los diez primeros minutos comienzas a darte cuenta que a este libro le faltan hojas y palabras:

Si se tuviera que definir esta película con una palabra seria: superficial.

El argumento se vuelve pobre ya que no ahonda en él, si no que se centra en la situación del momento. Esto provoca que no conectes con la película ya que no tienes claro cuál es el objetivo de los personajes (que cambia cada dos por tres). Los momentos de acción o suspense no provocan ni la más mínima excitación lo que la convierte en un aburrimiento constante.

La trama atropellada y sin emoción se complementa con lo que mucha gente esperaba de esta película: el humor. Pues bien tampoco profundiza en ese campo; se limita a contados gags que te sacan una sonrisa como mucho.

Esta película de objetivos poco claros consta de una fachada (constituida de las escenas y estética sin igual) elaborada con mano firme, que queda reducida por el desinterés hacia el argumento.
MaxOpina
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