Cautiva

Empecé a ver esta peli con muchas ganas. El planteamiento era bueno, aunque demasiado serio en la forma. Después, la película comienza a desarrollarse y se torna aún más seria. Y a la hora de metraje se ha vuelto tan seria (perdón por la reiteración del adjetivo) que acojona. Me vino a la mente una imagen antigua de mi padre entrando en el dormitorio y pillándome amorrado a la botella de coñac. Le juré que sólo estaba oliéndola, pero me cayeron dos hostias igualmente. Pues algo así: demasiado "seria".

Cuando se trata de analizar una peli basada en hechos reales, aunque estén solapados, nos traiciona el corazón. Nos asalta la sensación terrible y llorona de estar siendo injustos. Pero también sería injusto dejar de juzgar una película precisamente por eso, por ser un hecho real, porque, a fin de cuentas, el cine tiene que ser cine. Polémico, arrebatador, revelador... pero cine. Para narrar un suceso con rigor histórico está el documental. Y lo que ocurre con esta cinta es que está ligeramente teatralizada, tal vez por culpa de esa gravedad (tal vez no, coño, es por eso fijo) de la que se abusa. Los actores están más tiesos que un cirio en una misa. Joder, hay una monja al principio, una monja vieja, que casi se cae en mitad del pasillo, de lo rígida que iba. La pobre tendría unos 177 años. Cuando esa tensión se refleja en los actores es porque algo falla. El cine argentino tiene un aspecto maravilloso, que es el de insertar momentos graciosos en mitad de una tragedia (son unos maestros. Campanella es un ejemplo), y esta película es exactamente eso lo que necesita, un desahogo de cuando en cuando, una bromita, aligerar un poco el peso. La historia seguiría siendo igual de terrible, pero habría entrado mejor al público.