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El hundimiento

Drama. Bélico Berlín, abril de 1945. La guerra está sentenciada, pero en las calles de la capital del Reich todavía se libra una encarnizada batalla. Adolf Hitler (Bruno Ganz) y sus fieles se han atrincherado en un búnker. Entre ellos se encuentra Traudl Junge (Alexandra Maria Lara), la secretaria personal del Führer. En el exterior, la situación se recrudece. A pesar de que Berlín ya no puede resistir más, Hitler se niega a abandonar la ciudad y, ... [+]
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Críticas 181
Críticas ordenadas por utilidad
1 de mayo de 2006
20 de 27 usuarios han encontrado esta crítica útil
A El hundimiento se le acusó de ser una película que humanizaba la figura de hitler. Es verdad que en algunas escenas aparece un dictador un tanto amable y con sentimientos hacia su mujer, pero en esencia creo que la película es fiel a lo que fue este despiadado y malvado ser, quién al ver que el Reich se hundía decidió quitarse la vida y confesó que no le importaba nada Alemania y que todo lo que le estaba sucediendo en ese momento se lo merecía. Aunque lo más destacable del film, es sin duda la magistral interpretación de Bruno Ganz, (se merecía una nominación al Oscar, al menos más que Clint Eastwood) que nos vuelve a mostrar que es un gran actor encarnando a uno de los personajes más difíciles que puede haber, Hitler, y lo hace calcando todos sus gestos, su acento... brillante
lia
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11 de abril de 2007
19 de 25 usuarios han encontrado esta crítica útil
Acabo de volver de Munich, y pasear por las mismas calles por las que tuvo lugar el putz y visitar algunas de las tabernas en donde el dictador predicó sus incendiarios discursos me han animado a escribir la crítica de una de las mejores recreaciones sobre el fin de lo que supuso aquella época, pues "El hundimiento" recrea con avalado rigor histórico, hasta el más ínfimo detalle, lo que supuso el colapso de la que tenia que convertirse en la milenaria Gran Alemania.

En críticas he leido que en la interpretación de Bruno Ganz solamente encontraremos registros de histeria, depresión profunda o silencio total, con cambios de uno a otro registro en cuestión de escasos segundos, pero si hubiesen leído un poco acerca del pintor de brocha gorda en sus últimos días, sabrían que esto no es una mala interpretación, sino que como es contrastado por supervivientes del bunker, como la secretaria personal de Hitler Traudl Jünge, éste era el estado de ánimo del dictador en aquellos días. Aquejado de Parkinson, con un uniforme estropeado y manchado y la mirada perdida contemplando un cuadro de Federico el Grande con la esperanza de que ocurriera un milagro en el último momento, no hacía más que mover ejércitos que sólo existían sobre el papel y dictar órdenes contradictorias a las que ya nadie hacía caso, cosa que se retrata fielmente en la película junto a otros actos como la defensa de la capital en si.

Todo lo que se narra es rigurosamente cierto, desde la última imposición de condecoraciones a chavales que se enfrentaban a los tanques rusos sobre bicicletas armados con un lanzamisiles de un solo uso, hasta la llegada de dos fanáticos aviadores al bunker sitiado para despedirse de su führer. Personajes reales interpretados a la perfección, destacando especialmente al detestable Himmler (si, también estaba así de loco) y a la patética e ingenua Eva Braun, que al fin y al cabo consiguió que el hombre que nunca se casaría porque su novia era Alemania se casase con ella en sus últimos minutos.

Es un retrato contrastado, documentado y fiel a lo que sucedió en aquellos días de abril, narrado de forma objetiva, en dónde se expone sin emitir juicios de valor y se recrea absolutamente todo hasta el más insignificante detalle (en cuanto a vestuario, quizás sean los mejores uniformes alemanes jamás vistos en una película). Una delicia documental a la que el único pero que le puedo encontrar es que quizás resulte algo pesada e indigesta para los no amantes de la historia, pero que ni mucho menos expone propaganda aliada como he poco menos que alucinado leyendo por ahí.

"¿Cuando me entreviste con Eisenhower como le saludo? ¿Le doy la mano?"
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
LordLeal
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24 de abril de 2011
14 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
Puede que sea la mejor interpretación que se haya hecho nunca del loco del bigote y seguramente una de las más logradas películas sobre el final de la IIªGM en Europa. La aportación de Bruno Ganz merece la mayor consideración posible, más allá de la simple imitación, su presencia crea una atmósfera sobrecogedora en muchos momentos. La locura hasta el límite, la obcecación y la absurda sumisión al loco del bigote son los elementos con los que juega a la perfección el director, Oliver Hirschbiegel, de manera que la importancia de los secundarios se debe a que hundirse, se hundieron todos.

El paseo por un Berlín arruinado no deja lugar para abstracciones, todo se señala como fue, tal y como se sufrió dentro y fuera de ese búnker maligno. El dictador atrapado, sí, con sus más fieles padeciendo el loco final que se acelera, desde luego, pero también en las calles, en las ruinas que observan cómo las últimas generaciones levadas de la Alemania imperial, prácticamente niños, se exponen a una muerte segura ante el ejército ruso.

La guerra es muy perra, eso lo sabemos todos, y es por culpa de almas enfermas como las de Hitler que la Historia está llena de páginas escritas con sangre. En el "Hundimiento" se enseña su locura sin límites en ese patético final. Las caracterizaciones de los grandes nombres del partido nazi son inmejorables. Imprescindible para los amantes del buen cine, por dura que sea.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Luisito
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15 de mayo de 2015
13 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
83/04(09/05/15) Notable y valiente film del germano Oliver Hirschbiegel, narra con neutralidad desprovista de maniqueísmos la Caída del Régimen Nazi, cuenta con vigor los últimos días del tirano Hitler en su reclusión voluntaria del búnker, un retrato que lo enfoca de modo humano, algo criticado, por darle alma, lo que debe dar terror es que una persona común, fuera capaz de provocar tantas muertes, capaz de ser seguido ciegamente por gente de todo tipo. El audaz guión de Bernd Eichinger (también produce), se basa en varios libros, “Hasta la hora final” de Joachin Fest, el de las Memorias de Traudl Junge (secretaria personal de Hitler en sus últimos años), co-escrito con Melissa Müller, el de las Memorias de Albert Speer, “Dentro del Tercer Reich”, el de Gerhardt Boldt, “Los Últimos días de Hitler: Relato de un testigo”, el del doctor Ernst-Günther Schenck, “Das Notlazarett unter der Reichskanzlei: Ein Arzt erlebt Hitlers Ende en Berlín”, y el de Memorias “Siegfried Knappe, Soldat: Reflexiones de un soldado alemán, 1936-1949”, lienzo desolador de la decadencia humana, con personajes encerrados en el subsuelo, alejados de la realidad, con situaciones surrealistas, especie de purgatorio.

El inteligente guión trata el tema sin posicionarse, toma distancia con los personajes, no los hace empáticos, ni desagradables, desde la asepsia y el rigor, sin artificios sensibleros, con imparcialidad, sin sectarismos, con gran intensidad, con enorme naturalismo se nos exhiben los “monstruos” en su lado intimista, visión singular que turba, ejemplo es la presentación de Hitler, en el inicio, el primer encuentro con Traudl Junge, Hitler aparece condescendiente, amable, comprensivo, dicta con delicadeza una carta, y perdona con ternura errores en la transcripción mecanográfica, alejado de la proyección (justa) de su imagen del Gran Satán del SXX, nos descoloca hábilmente. El film nos habla de la deshumanización, de no saber aceptar el fracaso, de lealtades inquebrantables, de mantener el sentido común, de la delgada línea que separa el patriotismo del fanatismo, de lo confuso de la palabra honor, de lo complicado de mantener la nobleza y dignidad en ambientes opresores, del la xenofobia, de si es correcto desobedecer a tus superiores cuando crees que lo que te ordenan es injusto, y sobre todo nos habla de lo pernicioso de los liderazgos incontestables, del Adanismo.

Hirschbiegel dirige con ritmo pétreo, sólido, ágil, asfixiante, componiendo personajes muy bien delineados, ricos en matices, creando situaciones electrizantes por las emociones que desbordan, con diálogos y soliloquios fulgurantes, cuadro deprimente de la Naturaleza Humana, con gente que se cree que el mundo es solo una obra de teatro en la que ellos son los protagonistas, y los millones que mueren simples figurantes sin alma, somos testigos de la patética personalidad de los canallas que impulsaron la peor de la Guerras, el nazismo no lavó cerebros, los centrifugó. El búnker se convierte en una especie de corte en descomposición, Hitler en el ocaso físico y mental es un rey macilento, allí las intrigas palaciegas son continuas, traiciones, mentiras, ansias de suceder al “monarca” a su esperada muerte, asistimos a como un demente manejaba tropas sobre un mapa como el que juega al Risk, tropas imaginarias, ante la perplejidad de los mandos, que no se atreven a decir la verdad, ello punteado por secuencias bizarras, de borracheras, fiestas, bacanales, bailes, patéticas entregas de medallas a niños, ejecuciones sumarísimas, ahorcamientos, calles sembradas de cadáveres, cuerpos mutilados, acentuando el tono de Apocalipsis en que viven en el búnker, con el trasfondo del sonido estridente de continuos bombardeos, transmitiendo al espectador congoja y zozobra, lo hace sentir incómodo.

El director crea un mosaico más allá de la figura de Hitler, bajo su influjo hay varias subtramas, mirada poliédrica de los acontecimientos: La de la secretaria, ve los hechos con una miscelánea de embrujo inocente y melancolía; La de los Goebbels, reflejo del fanatismo dogmático más extremo hacia Hitler; El doctor militar Ernst-Günther Schenck, representa la sensatez y el humanitarismo en medio del horror; La del desencantado General Monke refleja el hastío del guerrero, pero obligado por el sentido del deber; La del niño Peter Kranz, empujado en su ingenuidad a combatir en las derruidas calles berlinesas, reflejo de la sin razón de una guerra que convoca a niños a coger las armas, esto mientras su padre Wilhelm, intenta que deje de “jugar” a la guerra, este refleja el cansancio vital de la población civil.

Hitler es protagonista absoluto, cuando el no aparece lo echamos en falta, baja la intensidad, su aura sobrevuela cada fotograma, se nos expone con tridimensionalidad, con aristas, con sutiles rasgos de humanidad, persona de carne y hueso, una bipolaridad que se manifiesta perturbadoramente durante todo el metraje, lo vemos dar de comer con cariño a su perro Blondi, dar las gracias por una buena comida al cocinero, mezclado con ataques de histeria, bajones de humor que los sumen en silencios, colérico, monólogos iracundos contra sus demonios personales, tipo inseguro, megalómano, acomplejado, trastornado, alejado de la realidad, paranoico asolado por la decrepitud física, de andares encorvado, con ataques continuos de párkinson que intenta esconder a sus espaldas, tipo temperamental y revanchista, capaz de ansiar la destrucción de su nación, repudiando con desprecio e indiferencia a la población, llegando a decir que no derramará lágrimas por ellos, proclamando en sus estertores su irracional odia a los judíos.

Bruno Ganz metamorfoseado en Hitler, no lo interpreta, lo clona, se expresa como él, se mueve como él, lo aleja de la fácil a caricatura histriónica, le aporta originalidad, patetismo, emite como su cuerpo sobrelleva el peso del fracaso, la decadencia física, su encorvamiento, su uniforme desgastado,... (continua en spoiler)
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TOM REGAN
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13 de marzo de 2011
13 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
Este viaje al bunker donde paso sus últimas horas Hitler es una parte de la historia que no se había tratado debidamente en el cine. Hemos visto mil veces el desembarco de Normandía, películas de espionaje, Pearl Harbour, Iwo Jima.... Pero esto también es parte de la historia, parte de la II guerra mundial y una parte importante.
Ver como se desmoronaba el poder Nazi, como cual ratas todos intentaban salvar ya fuese su pellejo o su honor es un espectáculo bochornoso y digno de ver. La absoluta fidelidad histórica y el tono realista casi documental hace que la experiencia sea casi imprescindible para cualquier amante de la historia. Incluso sabiendo el nivel de maldad y absoluta falta de humanidad de los Hitler, Goebbles y demás poderes nazis uno no puede evitar sentir escalofríos ante algunas afirmaciones y actos que cometen, unos seres realmente espeluznantes.
Y volviendo al título de mi crítica (que uno divaga y divaga y pierde el hilo) como mal jugador de ajedrez Hitler prefirió quemar todas sus piezas (su pueblo, sus soldados, sus ciudades) que firmar unas tablas una vez perdida la partida. No creo que nadie descubra ahora que Hitler y compañía fueron unos hijos de p...
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mohinder
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