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Prisioneros

Thriller. Drama Keller Dover se enfrenta a la peor de las pesadillas: Anna, su hija de seis años, ha desaparecido con su amiga Joy y, a medida que pasa el tiempo, el pánico lo va dominando. Desesperado, decide ocuparse personalmente del asunto. Pero, ¿hasta dónde está dispuesto a llegar para averiguar el paradero de su hija?
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Críticas 291
Críticas ordenadas por utilidad
27 de noviembre de 2015
17 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
Thriler policíaco con un planteamiento diferente que al principio puede resultar ser el típico, pero que conforme avanza se va destapando y alejándose del convencionalismo de este tipo de films, en los cuales y al igual que sucede con los de genero mafioso, está todo inventado y es difícil destacar u aportar algo que no hayamos visto ya.

En este largometraje, los buenos no son tan buenos y los malos no son tan malos, lo que provoca que empatices con los personajes en determinados momentos de la película, dependiendo de las circunstancias a las que estos se hallen sometidos. En este film, algo positivo, es que hasta el final, no se desvela por donde van a ir los tiros y no te va a dejar el típico rastro de miguitas de pan incomodo, tedioso e intuitivo que te hace ver el final antes de que pase. Por otro lado, esta película se centra en los personajes, circunstancias externas y presiones a las que puede llegar a estar sometido el ser humano, por lo que y tú ¿hasta dónde llegarías?.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
ElTíoSerto
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26 de octubre de 2013
14 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
Que no se me malinterprete: es un muy buen thriller.

Oscuro, enrevesado, desconcertante, desorientador, asfixiante, angustioso, tenso, sumado a interpretaciones excepcionales de Hugh Jackman y Jake Gyllenhaal (sobre todo con sus tics faciales). Sin duda, una buena película muy bien llevada y dirigida.

Pero ya no más. No da más que pensar. No busques lecturas entre líneas o reflexiones interesantes cuando salga del cine, porque no hay más profundidad después de esa buena película.

Quizá porque me gusta darle un par de vueltas a las películas, ya que tiendo a creer que los directores nos quiere decir algo que no está explícito en sus obras. Sé que no siempre tiene que ser así. Las películas no siempre tienen que hacer pensar. Algunas son de que las ves, son buenas y te gustan. Y éste es el caso.

Recomendable verla en el cine sólo por ver actuar a esos dos pedazo de actores.
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jvillajos
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30 de octubre de 2013
12 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
En Incendies, Villeneuve demostraba poseer tacto para abordar algunos de los puntos más bajos de la mísera condición humana, cualidad necesaria para elevar esta Prisioneros por encima de la media entre las de su clase. Con temple y sentido del drama, es capaz de equilibrar la maldad más abyecta y la enajenación con la inocencia y la ternura de los sentimientos nobles, sin que la historia se hunda en el tremendismo por alguno de los dos lados.

Algo de esto se atisba en la primera escena, en el que el ser civilizado se ve las caras con el inocente que pertenece totalmente a la naturaleza. Quizás sea de la conciencia del hombre como ser superior, elegido, donde nace esa miseria moral; cuyo consecuente despotismo empieza cebándose en los seres “no racionales”, y en las justas circunstancias se extiende a miembros de la propia especie. Esa justificación moral que otorga el convencimiento de pertenecer a una élite pasa algunas cribas, en las que va perdiendo su carácter social, acaba en lo meramente individual.

Prisioneros no evita algunos lugares comunes del género -el idílico entorno familiar y festivo, la siguiente concatenación de hechos, son terrenos trabajados en los thrillers de David Fincher o las adaptaciones del novelista bostoniano Dennis Lehane, Gone baby gone y Mystic river-, aunque pronto adquiere entidad propia. A esto contribuye una conseguida atmósfera lluviosa, que parece contagiar el pesaroso ánimo de los personajes.

Estos superan el arquetipo -con permiso de una madre estancada en su estado doliente-; el padre es uno de esos buenos ciudadanos cercanos a la paranoia, que acumula víveres y obtiene la cena de acción de gracias directamente de la naturaleza (“espera lo mejor, prepárate para lo peor”), pero se ve inevitablemente desbordado por un suceso imprevisto. Y un policía, que si no atormentado, sí muestra una existencia anodina, que no parece tener otro sentido que el de vagar cual demiurgo en el caos, como si se sintiese impelido a expiar alguna culpa o carencia no revelada. Parece un inadaptado, incapaz de manejarse en convencionalismos. Su contraposición con la progresiva tensión del personaje de Jackman resulta un punto estimulante por el choque entre el deber de uno y el conflicto moral del otro.

Como mera curiosidad, parece que el protagonismo iba a recaer en un principio en Christian Bale y Mark Wahlberg, quedando el segundo en tareas de producción; ambos acabaron involucrados en The Fighter (David O. Russell, 2010), por la que la estupenda Melissa Leo -con un importante papel secundario en ambos títulos- ganaría el Oscar.


Prisioneros podría presentar una metáfora de una sociedad atenazada por temores infundados y/o magnificados, con muchos ciudadanos más preocupados por ser víctimas de ataques terroristas que de un trivial accidente o un fallo cardíaco. Y en consecuencia emplean más esfuerzos en almacenar recursos en refugios anti bombas, que en nimiedades tales como cuidar la salud o cumplir con las visitas al taller. Un sinsentido cuya gestación empieza a entenderse cuando ves en los medios a fulanos presuntamente independientes, que ejercen de voceros de gobiernos, empresas y demás interesados con posibles.

Resulta comprensible que, estando tan ocupados los inhumanos órganos administrativos y tácticos injiriendo en políticas ajenas, se les escapen continuamente fallos del sistema desde dentro. Y entonces, cuando ha ocurrido la tragedia, aparecen en primera plana los representantes de la castuza, deshechos en hipócritas gestos de teatrera indignación. La misma que veo frecuentemente por estos lares, ejemplificada ahora con el sonado operativo de pinchazos telefónicos. ¿O es que de verdad habían creído estos fariseos que en algún momento habían tratado de igual a igual con los EEUU?

Para continuar el intervencionismo libertario no necesitan un ministerio de guerra, sino uno de defensa (pues todo se hace en pos de esta). Nadie lo definió mejor que el presidente Peter Sellers en Teléfono rojo: “¡Caballeros, no pueden pelearse aquí! ¡esto es el departamento de guerra!”
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Lucio Minucio
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19 de octubre de 2013
19 de 28 usuarios han encontrado esta crítica útil
Buena película... pero con matices.
Desde el luego el ambiente (lluvioso, con mil tonos grises cubriéndolo todo, asfixiante y con sensación continua de que no habrá salida, de que el final va a ser jodido..) está muy bien logrado. La fotografía, la luz ... todo juega: fuera es opaco, dentro, en las navidades idílicas y prototípicas, todo es dulce y de tonos cálidos. Esos barrios-pueblos pequeños de chalecitos americanos donde el índice (al parecer) de derrape mental peligroso es elevadísimo, a pesar de tanta lucecita en los árboles de fuera (9 pederastas en 15 km... mejor ni pensarlo).
Las interpretaciones, para mi gusto, lo mejor de todo. Un Hugh magnífico, bordado, al otro lado del universo de su Lobezno y un J.Gyllenhaal al que llega un punto que no sabes por donde cogerlo, con sus tics, su obsesión y su pasado solapado, que te hace dudar incluso de meterlo, o no, en el grupo de psicópatas. La mirada de Terrence Howard, el amigo arrastrado a un límite que no quiere llegar por principios morales, no necesita ni diálogo y puede que la que menos me haya gustado haya sido Maria Bello como la madre desesperada, que culpa a su marido de no saber defender a la familia correctamente. Y el equipo de los "malos", insuperable: terribles, miserables, terroríficos y patéticamente tristes, todo a la vez.
Todos somos prisioneros, al fin y al cabo. De nuestro pasado, nuestra naturaleza, nuestras creencias, nuestra moral o falta de ella y, en última instancia, de lo que nos suceda.
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CANDELA
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26 de octubre de 2013
11 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
“Prisioneros” es un interesante thriller, mejor y más trabajado de lo que habitualmente Hollywood nos tiene acostumbrados y que al fin y al cabo entretiene, que es de lo que se trataba. El mayor atractivo, al menos para mí, es la labor de Roger Deakins a la fotografía, tanto en las escenas de interiores como en las nocturnas rodadas en exteriores casi siempre lluviosos o tímidamente nevados. Una vez más hace una excelente labor, que en este caso, era imprescindible que consiguiera esa atmósfera fría y húmeda. Estamos acostumbrados a relacionar este tipo de ambiente con el suspense, pero es curioso, pero en esta ocasión, a mí me llevó a recordar (en sus escenas nocturnas más “urbanitas”) la Rain City de la nostálgica “Inquietudes” de Alan Rudolph. Sus actores se ven comprometidos con sus papeles y hacen una buena labor, y aunque cuente con dignos trabajos de Maria Bello o Hugh Jackman (que hace un gran esfuerzo por alejarse de su imagen “lobezna”) creo que el resto, liderados por Jack Gyllenhall en una notable composición, les van robando protagonismo actoral, desde el estupendo matrimonio de color formado por Viola Davis y Terrence Howard a Paul Dano o el resto del estupendo reparto. Y sin duda Denis Villeneuve es un buen director que con su buen hacer ha sabido sacar un buen resultado de todo esto. Quizás con todo esto quería dejar claro que ante todo me parece una película a recomendar antes que analizarla de una forma más escrupulosa en la que salga perdiendo más, porque también encuentro en ella puntos, que si bien no juegan en contra tampoco le favorecen demasiado, como su excesiva duración, o su guión, cuyo afán es tener un sorpresivo final, se entretiene en superfluas escenas familiares o reinciden en informaciones ya dadas, con el agravante de que no se den descripciones detalladas de todos los personajes con el fin de salvaguardar la intriga, aunque si se mira como guión meramente de thriller han conseguido su objetivo. Y me llama la atención que tratándose de un film sobre secuestro infantil, cuya cuestión más espinosa y desagradable es la de índole sexual, desaparece de un plumazo con un par de tranquilizadoras frases, supongo que para no turbar a la audiencia más “mainstream”. Como buena producción americana se contribuye a esquivar toda cuestión sexual, mucho más al tratarse de menores, aunque no se escatimen en aportaciones violentas si hicieran falta. Y quizás esa falta de veracidad, que no ganas de morbo que es bien distinto, convierta en parte en fuego fatuo todo intento que se haya tenido para darle más lecturas “serias” aparte de ser un thriller, como denunciar la desidia y la descoordinación policial o profundizar en temas éticos o morales. Por eso creo que “Prisioneros” debe verse, como decía al principio, como un thriller. Así, si se ve desde casa o por sorpresa, puede llegar a “disfrutarse” más, siempre y cuando no aturdan a los posibles espectadores en el caso de que le otorguen demasiadas nominaciones para los futuros Oscars y convertirla en lo que tampoco nunca fue.
Maggie Smee
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