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Vivir es fácil con los ojos cerrados

Drama. Comedia Antonio (Javier Cámara) es un profesor que utiliza las canciones de los Beatles para enseñar inglés en la España de 1966. Cuando se entera de que su ídolo John Lennon está en Almería rodando una película, decide ir a conocerlo. Durante el viaje, recoge a Juanjo (Francesc Colomer), un chico de 16 años que se ha fugado de casa, y a Belén (Natalia de Molina), una joven de 21 que parece que también está escapando de algo. (FILMAFFINITY)
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Críticas 140
Críticas ordenadas por utilidad
31 de marzo de 2014
0 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
... ¡Lo que no tenemos es buena imaginación!

Lo siento, ¿he sido muy brusco al comenzar el análisis?
No quería dar esa impresión, pero, es una frase que me ha salido del alma, y, tenía que soltarla a comenzar estas líneas para analizar la película de David Trueba.
Triunfadora en la pasada gala de los premios Goya, adjudicándose 6 de los 7 galardones a los que optaba, "Vivir Es Fácil Con Los Ojos Cerrados" aterriza hoy en el blog para medir, o al menos considerar, la gran cantidad de elogios y comentarios positivos que ha arrastrado la cinta a lo largo de su paso por diferentes festivales, aunque eso sí, todo desde un punto de vista estrictamente personal.

Hemos de empezar por lo básico: el guión. Escrito por David Trueba, tiene una fuerza y un sentimiento ocultos que se pueden vislumbrar entre líneas. ¿Por qué es un buen guión? Presenta bien a los personajes, sus motivaciones y sus deseos, el 'por qué' de sus acciones. Conectamos con los tres protagonistas desde el primer momento y seguimos su trayectoria a lo largo de una trama simple: un viaje a Almería para conocer a John Lennon, pero lleno de matices y contrastes que diferencian este buen guión de otros de su mismo estilo (con corte dramático), como por ejemplo "15 Años Y Un Día", en donde en ocasiones la historia resultaba aburrida y falta de carisma.
Aquí no tenemos esos problemas, todo está bien construido, la base es sólida, y la simpleza de una idea, aderezada con toques de imaginación, moralejas y comportamientos moralmente cuestionables, otorga rigor a la historia general, además de dotarla de un importante tratamiento humano y 'realista'.
"Vivir Es Fácil Con Los Ojos Cerrados" rebosa positivismo y buen rollo, ganas de ocultar el drama de algunas situaciones con sonrisas y gestos amables. Cariño, emoción y gracia ante los problemas, y búsqueda de soluciones ante todos ellos, sin rendirse o empequeñecerse ante eventos complejos, con melancolía y cariño de aquellos años 60 que tan lejos quedan, en donde a más de uno nos hubiera gustado vivir, en un tiempo en donde se apreciaba más una sonrisa, un beso o un gesto de cariño, que un mensaje de texto.

Pero no debemos quedarnos aquí a la hora de analizar la cinta, el guión es sólido en la mayoría de sus partes, aunque el desenlace peque de simplista y poco imaginativo, aunque no por ello sea decepcionante. La dirección de Trueba es buena, tiene estilo, sabe moverse y edificar correctamente el personaje y lo que le rodea a nivel psicológico para después centrarse en el escenario. Lo que importa es la historia, no el exterior.
Otro de los aspectos que destacan de esta cinta, quizás uno de los más notables, es la actuación de un Javier Cámara que nos envuelve con su cariño y su ternura desde su primera escena. Recordándonos que cualquier trabajo, hecho con cariño y dedicación, puede más que miles de horas de grabación tormentosa o cientos de nombres que oculten tu cartel. Al final, el gran público sabe valorar el empeño y la dulzura puesta en cada interpretación, puesto que es algo que se puede observar, si uno sabe donde mirar.
Junto a Cámara, ganador del Goya a mejor actor (ya era hora), tenemos a un dueto que lo acompañará durante todo el transcurso de la cinta: Francesc Colomer y Natalia de Molina, la segunda con un trabajo más notable que el del primero, aunque ninguno 'malo' en absoluto.
Si bien sus personajes tienen una gran variedad de matices, quizás debamos exigirles más a la hora de ponerlos en práctica, ya que en unas pocas ocasiones las actuaciones de los arriba mencionados parecen más propias de una telenovela que de un film de prestigio y solidez narrativa. Pero son pequeños aspectos que no enturbian en absoluto el resultado final de la película.

Pero eh, también hay aspectos negativos en la película, algunos técnicos, otros de asperezas del guión que no se limaron lo suficiente antes de dar el 'OK' definitivo.
En lo primero la música lastra de forma muy superficial el tono general de la película y (a pesar de que ha ganado el Goya a la mejor música original), el trabajo de Pat Metheny no se aleja en absoluto de símiles e imitaciones (hechas con inteligencia y picardía eso sí), de otras partituras de películas del género.
El ritmo que le otorga la fotografía no es del todo perfecto, en algunos fragmentos de la cinta tenemos la sensación de habernos trasladado por completo a los años 60, pero, en otros, la simpleza y la apatía a la hora de reutilizar fórmulas estéticas hasta la extenuación hace que el resultado final no sea del todo satisfactorio.
Aparte de esto tenemos alguna que otra escena que poco o nada pinta en la película (a mi parecer), aquella en la que, sin saber por qué, se produce un acercamiento demasiado intenso entre los personajes de Francesc Colomer y Natalia de Molina, que propicia una escena sin aparente rigor argumental.

Pero todo lo descrito anteriormente son pequeños fallos, muescas en la culata de cualquier director que se atreva a dar algo diferente al público español, a alejarse de los dramas mal ejecutados, los thrillers sin emoción ni tensión o las comedias con gags repetidos hasta la saciedad.
Una cara amable y risueña que permite a "Vivir Es Fácil Con Los Ojos Cerrados" escalar hasta los 7.5/10 puntos en la puntuación del blog.
¿Por qué comenzar la crítica con esa frase? Para hacer ver, o intentar destacar la falta de imaginación de muchos cineastas, no sólo en nuestro país, sino en todo el globo. Que lo importante es llegar al público, divertir, entretener, hacer llorar, hacer pensar, pero sobre todo, tener imaginación, cariño y dedicación por cada nueva obra, pensando siempre en un único objetivo, hacer disfrutar a aquel que te aplaude.

Lo Mejor: Javier Cámara y la sensación de ver una película hecha con mimo y cariño.
Lo Peor: Escenas sobrantes y aspectos técnicos que nada desmerecen un resultado final notable.

Para más críticas entrad en www.criticasdecinejorge.blogspot.com y comentad. ¡Muchas Gracias!
Jorge Garzon
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31 de octubre de 2013
3 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Reconforta salir del cine y que te invadan las ganas de esbozar una cálida sonrisa, como de chiquillo engatusado por un bocadillo de Nocilla, o de extasiarte en la caricia cálida y acogedora de un ser querido, como preámbulo a un tierno abrazo o a un beso inocente, en la mejilla o en los labios. Vivir es fácil con los ojos cerrados logra eso tan difícil, en el cine de hoy en día, que es apelar al lado sensible del espectador sin caer en una sensiblería de manual, logrando sortear muy hábilmente la torpe y efectista cursilería mainstream en aras de una eficaz ternura en este filme con cimientos bien sujetos a los buenos sentimientos. Superando aquello que ya hiciera en su debut cinematográfico, La buena vida (1996), David Trueba construye un relato amable y bondadoso sobre la capacidad del ser humano para, sobre todas las adversidades, alzar la frente y tirar para adelante tomando como excusa el viaje físico (pero también emocional) que los tres personajes protagonistas emprenden como huida de una existencia gris y constrictiva y que, lejos de conducirles a una meta que implique un punto de ruptura con el pasado, les llevará a indagar en sus propios miedos y miserias.

Todo ello sin cargar nunca las tintas en los traumas o los dramas personales de cada uno, aunque tampoco en la parte cómica del asunto (que la hay y es de órdago). Muy al contrario, la cámara de Trueba mira hacia otro lado y filma con sencillez y desenvoltura la peripecia del trío por carreteras secundarias, ahondando de manera inteligente en el entrañable y delicioso afecto que nace entre ellos mientras la delirante idea de partida (la búsqueda del profesor de su idolatrado John Lennon) se erige en el perfecto telón de fondo para una película que, como en la contemplación de las fotos viejas en color sepia, se disfruta suavemente sin ser del todo conscientes de la honda y conmovedora razón de ser que encierra bajo su liviana y luminosa apariencia. Porque a través de una cuidada y meticulosa puesta en escena, donde brillan con luz propia una planificación ajustada y certera que logra captar cada matiz, cada leve detalle del encuadre, una fotografía resplandeciente de gran belleza plástica en su nostálgico tratamiento de la luz, un diseño de decorados y atrezo altamente pormenorizado, donde no sobra ni falta nada, logrando un fantástico realismo, del que muchas otras ficciones recientes ambientadas en la misma época están exentas, un montaje invisible que confiere a la historia un ritmo cadencioso, pero vitalista gracias a su reposada condición de ser, y una banda sonora debida a los míticos Charlie Haden y Pat Metheny, que logran con sus compases traspasar la función establecida de la música en el cine, adquiriendo ésta la magnífica cualidad de ser el reflejo de las emociones de los personajes; Vivir es fácil con los ojos cerrados encierra un exultante subtexto que eleva el alcance último de sus imágenes.

Nos encontramos ante un guión complejo, repleto de situaciones del todo verosímiles y de soberbios diálogos, de una capacidad de análisis sentimental elogiable, que no siente pudor en demostrar un profundo amor por cada uno de los personajes y que esconde un competente estudio de una España atrasada con respecto al exterior, un país enclaustrado en sí mismo, incapaz siquiera de atisbar, aún menos de comprender, sus propias carencias. Y, como contrapunto, Vivir es fácil con los ojos cerrados también contiene una agridulce perspectiva de los anhelos y esperanzas de una juventud que pugna por desmarcarse de las oscuras y arcaicas normas establecidas, a lo que la película arroja como vía de salvación el camino de la educación, representada en ese gris y acomodado profesor de inglés protagonista, al que da vida con plena convicción Javier Cámara, en un trabajo de enorme aprehensión, que invita a descartar a cualquier otro actor para tal empeño, incapaces todos de abordarlo de forma tan sobresaliente como él lo hace. Cámara parece haber nacido para interpretar a este personaje, pues resulta un intérprete especialmente dotado para reflejar sin coartadas ante las cámaras todo el patetismo de sus criaturas, sin caer nunca en convencionalismos pueriles o en falsas y amaneradas caricaturas, estériles siempre de emoción. El actor está literalmente espléndido a lo largo de todo el filme, sin alardes desorbitados, desde una agradecida y primorosa contención, plasmando con una naturalidad cercana a la espontaneidad todos los claroscuros de un personaje eminentemente ingenuo.

A su lado, brilla muy especialmente la ejecución candorosa que la debutante Natalia de Molina efectúa de su personaje, sonando en cada una de sus réplicas conmovedoramente auténtica, rezumando una belleza templada y delicada que redunda en el exquisito alcance de la vertiente dramática de su intervención. Por el contrario, el tercero en discordia, Francesc Colomer no llega a aguantar el tipo frente a ellos, por culpa de un trabajo de escaso y torpe acabado emocional, que da como resultado una interpretación a veces impostada, otras directamente falta de algo de chispa y convicción, de garra y personalidad. Única pega que achacar a una función en la que, a mitad de la misma, emerge otra de sus grandes virtudes: un Ramón Fontserè que carga con solemne empatía con uno de esos personajes desbordados de magia y humanismo, de tan larga tradición cinematográfica, una especie de viejo lobo de mar anclado a tierra cargado de nobleza y honestidad por obra y gracia del extraordinario dominio del actor. Aunque más anecdóticas, también es preciso mencionar la caricatura efectista y efectiva que lleva a cabo Jorge Sanz de su personaje, sacándolo del esquematismo, y la fugaz intervención de una aplicada Ariadna Gil, reducida a un mero elemento decorador en una película desbordada de un melancólico aliento de optimistas intenciones y felices resultados.

http://actoressinverguenza.blogspot.com
Juanma
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6 de octubre de 2013
2 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
David Trueba presenta su nueva propuesta en el marco de la sección oficial de San Sebastián. La película, con un sugerente título, Vivir es fácil con los ojos cerrados, toma como referencia un verso de la canción, Strawberry Fiels Forever, de los Beatles. En ella el autor nos propone un delicioso viaje, partiendo de una anécdota real: la estancia de John Lennon en Almería en 1966, durante el rodaje de una película a las órdenes de Richard Lester, y el empeño de un profesor de Albacete, Antonio, para conocerlo.

En la oscura, gris e inmovilista España de los años 60 tres personajes, con momentos vitales muy diversos, se encuentran en un breve recorrido, y deciden dar rienda suelta a sus sueños. La figura de Lennon, encarna para ellos una revolución no sólo en la música, sino una transformación de valores. Es un símbolo que les mueve a cuestionarse lo establecido y atisbar un horizonte nuevo, donde el individuo puede hacerse dueño de su destino. Durante el viaje, el verborreico maestro, encarnado por un tierno y conmovedor Javier Cámara, les inspira el reto: no dejarse llevar por la inercia y tomar las riendas de sus vidas, haciendo de ellas algo de lo que puedan sentirse orgullosos.

Es grato subirse a ese viejo coche, cuestionarse la autoridad y vivir “sin miedo”, plenamente, defendiendo el derecho de ser libre para disfrutar de aquello que la vida pueda ofrecerte. Resulta conmovedor el empeño de un personaje que se atreve a cambiar el sistema, en su pequeña parcela, y en un momento oscuro contagiar de optimismo a sus alumnos y hacerles sentirse importantes, únicos, y capaces de creer en sí mismo y transformar el futuro.

Hermoso y estimulante viaje. Su reto es todavía vigente.
marai
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11 de noviembre de 2013
2 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Compitiendo en la cartelera con Gravity, el estreno del momento, esta sencilla y enternecedora historia (real, por otra parte) sobre personas mundanas que padecen, aman, odian, admiran, desean, renuncian, se arropan y, lo que es más importante en Cine, nos hacen sentir todo eso a quienes las conocemos del otro lado de la pantalla, nada tiene que envidiar al artificio de hollywood y su estratosférica (por aquello del espacio) maquinaria aplastante. Cambio tanta navecita espacial con tecnología punta cascada (y por supuesto el 3D) por el Seat 850 y la humanidad de Javier Cámara en esta pequeña gran historia.
Charlie Babbitt
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16 de febrero de 2014
2 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Notable película la del amigo David Trueba. Una historia sencilla, contada con mucho tacto y sensibilidad, con buenas dosis de humor combinadas con amargas reflexiones sobre un pasado cutre.
La película relata con maestría la vida de tres personas que desean salir de esa cutrez, de esa uniformidad moral que tanto marcó y marca todavía a este país.
Por encima de todos es la vida de un maestro de Albacete (un magnífico Javier Cámara), un soñador en tiempos de malditas realidades, un amante de su vocación que movido por una noble causa decide recorrer un camino que va de la utopía a la realidad para pedir al mismísmo John Lennon que traduzca al castellano sus canciones. La finallidad, tan sencilla como bonita: quiere que sus alumnos aprendan inglés con las canciones de los Beatles.
Dentro del esperpéntico viaje hasta Almería nuestro intrépido maestro va componiendo una curiosa (y tal vez poco creible) terna junto a una chica veinteañera y embarzada y un chaval madrileño con acentuado acento catalán de apenas dieciséis años.
Por cierto, el papel de la chica, absolutamente maravilloso; espontánea, natural, hipnótica.
El curioso trío comparte el hastío y la incomprensión hacía una España represiva, anclada en sí misma, sujeta a los designios de las providencias (curas, guardia civil, y como no Franco). Los dos jóvenes comparten también la debilidad ante la abrumadora y totalitaria realidad. Huyen sin saber muy bien a donde, huyen porque se sienten ajenos a su realidad.
alberto
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