La herida

...mejor no hagas una película, porque corres el riesgo de realizar "La herida".

Recientemente presentada en la sección oficial del Festival de Cine de San Sebastián, "La herida", es una película indigna de competir en un certamen de tales características. Aburrida, lenta, sin argumento y carente de interés, el espectador se desentiende de ella mucho antes de que termine, ya que no existe ningún asidero argumental ni emocional al que agarrarse.

Todo se reduce a una sucesión de planos secuencia interminables con la cara de la protagonista (¿de qué historia?) con dolor de estómago y siempre fumando, bebiendo o en la ducha.

No hay historia, no pasa nada, es un tedio insufrible. Para mí, esto es el anti-cine.

Me esperaba mucho más de esta película. Es muy larga y se hace muy pesada. Demasiado sufrimiento para luego no llegar a ninguna conclusión. Creo que está sobrevalorada tanto la dirección como la interpretación de la protagonista. Ella está correcta sin más, pero está continuamente mirando al suelo y poniendo cara de compungida pero sin transmitir ni la mitad de lo que debería. Mucho personaje para esta actriz.

Parece mentira que a día de hoy se sigan haciendo películas así. ¿Quién se va a gastar el dinero en ir a ver un auténtico tostón, en el que no se cuenta historia alguna? ¿Voy a perder mi tiempo en ver a una chica llorar, esnifar, autolesionarse y demás? ¿Dónde está la historia, por favor? ¡Ya está bien de tomaduras de pelo como ésta!

Insufrible subproducto que, con los parabienes de la crítica gafapasta ha conseguido hasta cierto reconocimiento en el Festival de San Sebastían.
Me las prometía felices cuando comencé a verla, y deseaba que me gustase, pues confío en la renovación del cine español. Y sin embargo, a los 10 minutos me aburría. A los 20 me aburría más. Y a los 30 estaba acariciando mi móvil para utilizar el whatsapp.
Lo de mala es decir poco, pero la presencia de Ramón Barea y Manolo Solo salvaron mi atención durante los minutos, no demasiado amplios, en que aparecen. La protagonista, la joven Marian Álvarez, se limita a poner caras. Casi no habla y su interpretación consiste en poner cara de retortijón todo el tiempo. Pues vale. Que sí, que todos sabemos que hay gente que tiene problemas como los de la protagonista del film. Pero eso no da como para hacer una película.
En fin, una pena más.