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Lola Montes

Drama Narra la historia de Lola Montes (1821-1861), cortesana y bailarina famosa en toda Europa. Nacida en Irlanda, Lola (Martine Carol) fue la amante de grandes hombres como el músico húngaro Franz Liszt o Luis I de Baviera. Ya en el ocaso de su carrera, trabajó en un circo de Nueva Orleáns, Luisiana, donde realizaba un número acrobático mientras un maestro de ceremonias (Peter Ustinov) narraba al público su escandalosa vida. (FILMAFFINITY)
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Críticas 21
Críticas ordenadas por utilidad
6 de enero de 2010
13 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
La última obra de ese cineasta único que fue Ophuls. Si el estilo es lo que caracteriza a un artista, es evidente que Ophuls lo es. Cualquiera de las últimas 4 películas rodadas en Europa son geniales, pero creo que esta es la mayor de ellas. Narrando en flash-back los episodios amorosos de una dama del siglo XIX que sobrevive como mero espectáculo circense en sus últimos días, la trama - o la ausencia de ella- supone la perfecta excusa para que el autor pueda hacer lo que mejor sabe hacer y más le gusta: recreación de ambientes exquisitamente europeos, escenarios lujosos y artísticos, la vida como una mera frivolidad; y todo ello plasmado en su estilo: su travelling, la cámara en movimiento, haciendo una y mil acrobacias con ella , tantas que como James Mason decía: " Si se le priva de su travelling, el pobre Max sufre como un niño".
Todo ello en un color deslumbrante, con una esplendorosa puesta en escena.
Son por películas como estas , y no con aquellas en las que el autor pretende imponerse aún a costa de romper con todo lo bueno que tiene el cine americano, con las que el cine europeo puede mostrarse orgulloso y combatir con sus propias armas al cine extranjero. Creando, no destruyendo.
Genial, de un romanticismo atroz , el final de una fantástica época que se ve reflejado en los tristes últimos días de la protagonista, convertida en un simple reclamo circense de unas masas incapaces de entender la sensibilidad y ávidas de morbo.
juanito
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21 de octubre de 2005
11 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
Última película de Max Ophüls, y única en color, es de visión imprescindible para todo amante del Séptimo Arte.
Sólo las escenas en el circo, alegoría perfecta, girando alrededor de la vida de la conocida bailarina, y dirigidas por un magnífico Ustinov, hacen de esta obra una de las mejores de Ophüls ( mostrando nuevamente su virtuosismo en la puesta en escena y en los movimientos de cámara ) y una de las grandes de la historia del cine.
Quizás los flashbacks, que relatan las vicisitudes de esta "femme fatal" cortesana entre la realeza europea del siglo XIX, puedan no interesar a algunos espectadores ( especialmente a aquellos a quienes no les gustó "Madame de" ), pero sería una pena perderse esta maravilla por tener cierta aversión a la "historia".
Si pueden disfrutarla en un cine, en formato CINEMASCOPE, mejor. Un servidor así la ha disfrutado.
Mckennitt
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19 de mayo de 2010
8 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sí, no encuentro otra palabra para definirla. Primera película de Ophüls que veo , además de la gran suerte de verla en cine en VOS y en copia remasterizada. Había oído hablar de ella, pero llegué a la sala bastante "virgen", sin haber sido influenciado por críticas, ni siquiera sabiendo el argumento.
Pero ya desde el principio sabes que estas ante algo diferente, trangresor, brillante, con un argumento que quizá es un poco ...¿increíble?. Solo por ver como el sr Ophüls domina los encuadres, las composiciones, los movimientos de cámara, el cinemascope (¡maravilloso!) merece la pena. Los colores rompedores, el decorado a un paso de la maravilla y a un paso también del pastiche edulcorado. Y los actores con un Ustinov con un personaje que borda y que le va como anillo al dedo, o el desconocido pero efectivo Anton Walbrook...y Martine Carol...una actriz con una biografía truculenta y una interpretación que roza en ocasiones la esfinge de Gizeh
Montecristo
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15 de enero de 2013
8 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
No se pueden retratar las individualidades del Romanticismo, (las más genuinamente individuales), estando más preocupado del bonito arco que sujeta el techo de una posada que de las personas mismas. Así, Franz Liszt no es nadie, una pieza de belén. El alma de Lola Montez no comparece casi en ningún momento, porque está rodeada de enanos, juegos de luces circenses, planos generales... y Martine Carol es una actriz que me parece tremendamente limitada. ¡Cómo lo hubiera hecho Sara Montiel! No puede ser que en el palacio del rey Ludwig siempre haya tanta luz, tanta falsa luz de focos de cine, pero, con todo, el romance con el rey loco de Baviera es lo más conmovedor del film. Barroquísimo film, hasta la náusea, donde los personajes pululan casi todo el tiempo en planos generales, entre todo tipo de objetos, apretados, comprimidos, sin dejarse ver nunca del todo. Si es pudor, no lo sé. Si es estilo, es un manierismo algo cargante.
De Peter Ustinov, siempre a varios kilómetros del espectador, no se puede decir nada, salvo que pocas veces le recuerdo tan don nadie, tan mediocre. La escena en que le ofrece el contrato a Lola, digámoslo sin rubor, pertenece a lo más pedante de la historia del cine francés, (al margen de que no esté de acuerdo con otros críticos sobre la degradación pública y pagada que anuncia; eso es mucho más viejo). Y la transmutación de la vida al circo, y del circo a la vida, al estilo del Wedekind/ Berg de "La caja de Pandora" y "Lulú", (probable referencia para Ophüls, aunque no he visto la versión cinematográfica de Pabst), queda diluida en un océano escenográfico y de movimientos de cámara a la postre inofensivos, complacientes en sí mismos. A la femme fatale que acaba devorada a sí misma en medio de la tristeza hay que olerle el aliento, si no no es "fatale". Ophuls siempre tuvo estas tendencias, pero en otros filmes sí lograba conmover a base de estilo frío, lo cual era un milagro cinematográfico.
Mención final a la partitura del gran Georges Auric, lejanas ya sus extravagancias de los años 20 y 30. Excepto en el vals principal, remedo acomodaticio de un éxito reciente, (Moulin Rouge, John Huston, 1952), sabe quitar brío romántico a la partitura, conectando con el espíritu del film, usando poco la cuerda y buscando sonoridades circenses y metálicas. Uno de los grandes autores de bandas sonoras de todos los tiempos, hoy no tan recordado como debería.
Una vez vista la película, y con su recuerdo de pocos días, se cae en la cuenta de que es un film singular, único, pero fallido. Y también hay que confesarse: aburre bastante. No verlo en versión original, con el acento cansado y triste del rey Ludwig, es estropearlo definitivamente.
berenice
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30 de enero de 2010
17 de 29 usuarios han encontrado esta crítica útil
He intentado ver esta película 3 veces y no lo he conseguido, siempre me quedo dormido. Me parece un tostón insoportable. Puede que la manera de contar la historia sea muy original, pero lo que cuenta me aburre muchísimo. Es la primera película que veo de Ophuls y no me ha gustado nada. Por lo que he leído, creo que la temática de sus películas no va conmigo, pero le daré una segunda oportunidad con la de la carta a una desconocida.
Valdedur
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