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Azul y no tan rosa

Drama. Comedia Diego, un fotógrafo de éxito, decide formalizar su relación con Fabrizio yéndose a vivir con él, pero, de manera inesperada, se ve obligado a hacerse cargo de su hijo Armando, que vive en España y al que no ha visto desde hace años. El chico llega con una maleta cargada de reproches, de modo que a Diego no le resultará fácil restablecer la relación afectiva con él. En tales circunstancias, un grupo de radicales homófobos le propinan a ... [+]
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Críticas 24
Críticas ordenadas por utilidad
24 de abril de 2014
9 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
De entre este pequeño colectivo de producciones latinoamericanas que recientemente han ido llegando a nuestras salas (a saber, Pelo malo, Una noche y el mismo título del que ahora hablamos) Azul y no tan rosa se presenta como la menos lograda de todas ellas. Mientras que los trabajos de Lucy Mulloy y Mariana Rondón desprendían evidentes rasgos autorales (dando por supuesta la clara superioridad del trabajo de Rondón), esta coproducción hispanoamericana con la que el debutante Miguel Ferrari logró su primer galardón en el último festival de los Goya destaca por su falta de personalidad, su apego a fórmulas tópicas y especialmente por su exagerado posicionamiento naif respecto a la tesis planteada. Podríamos decir que se trata de una producción abiertamente ansiosa por copiar el estilo narrativo hollywoodiense más elemental, logrando resultados únicamente equiparables a las películas más mediocres del cine estadounidense. O dicho otro modo, cualquier película proveniente del terreno norteamericano consigue, por floja que sea, un acabado mucho más completo y competente que el del título que nos ocupa.

Pues el trabajo de Ferrari resulta insatisfactorio tanto en el aspecto formal como en el de fondo. Respecto a lo primero, nos encontramos ante un tipo de narrativa que se esfuerza innecesariamente en destacar, ofreciéndonos constantemente ineficaces entrecruzamientos de secuencias mediante los cuales el director intenta evidenciar su presencia. Como si la intención fuera ante todo una especie de reivindicación de talento, tratando de lograr una suerte de correlación entre métodos y mensaje, pero consiguiendo únicamente un innecesario exhibicionismo formal. Por lo que respecta al fondo, lo que acabamos contemplando es una insulsa fábula de buenos y malos poco interesada en descubrir el origen de la discriminación supuestamente denunciada, dando por hecho la moral (buena o mala) del carácter de las acciones de cada personaje. Del mismo modo, la (supuesta) evolución de los protagonistas se da más por necesidad del argumento que por hechos que pudieran parecer veraces, pues el camino que todos ellos recorren no contiene secuencia alguna que nos permita observar ningún tipo de cambio en su personalidad.

Para ser justos, cabe decir que Azul y no tan rosa es un trabajo cargado de buenas intenciones, deseoso de contribuir en una necesaria unificación de posiciones sociales y en la supresión de prejuicios respecto a orientaciones sexuales y también en la identificación personal en el género por parte del ser humano (en pocas palabras, el trabestismo). Pero lo hace mediante la repetición de una historia ya contada millones de veces y a menudo mucho mejor, sin ofrecer nada nuevo ni en las formas ni en el discurso. Lo que convierte esta película en una pequeña anécdota fácilmente olvidable por aquellos que compartan su posición ideológica y aun más fácilmente discutible por aquellos contrarios a su tesis. Con lo que tenemos un trabajo que ni entretiene ni convence, pues únicamente expone un punto de vista con muy poca eficacia y confiando demasiado en las buenas intenciones de sus espectadores. Y dicho sea de paso, el hecho de que un producto como este sea galardonado en el (supuestamente) mayor festival de cine de nuestro país nos da una pista importante sobre las razones de su mala salud.

http://cinemaspotting.org/2014/04/24/azul-y-no-tan-rosa-miguel-ferrari/
Martí
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25 de abril de 2014
5 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
''La vida es tango.'' ; ''Vale.'' La vida es un baile apasionado (pre)diseñado para dos personas, pero con las puertas abiertas, en algún que otro momento, a otros bailarines. Aceptamos. Entonces, hay que estar siempre atento porque nunca se sabe quién estará rondando tu (/ vuestro) espacio vital... nunca se sabe quién podría cambiar, para bien o para mal, esta hipnótica danza. Al fin y al cabo, aquí todo el mundo está invitado, lo que pasa es que con tanto movimiento, sudor y feromonas involucradas en la ecuación, la gente tiende a ponerse más violenta de lo que debiera. Ese gusto por lo primitivo se palpa en el ambiente. Las miradas que se intercambian los implicados se cargan cada vez más de ira y agotamiento. El sudor empapa ya todo el cuerpo y el tono de los jadeos se corresponde con el de un depredador de la jungla que está buscando una nueva presa... o con el del filete en potencia que huye como puede de las fauces de su perseguidor. En fin, el amor y los desamores... que la vida es tango, y los tangos, tangos son.

La ópera prima de Miguel Ferrari empieza con la estilosa filmación de unos ensayos correspondientes a un número teatral de tango en multitud. Tiene más sentido del que parece. Permitiendo que todo el sonido ambiente se filtre en la acción que está captando la cámara y navegando elegantemente en una marea de primeros planos, el debutante no desaprovecha la primera ocasión que se le brinda para hacer demostración de fuerza y, de paso, firmar una suficientemente . Al final del ejercicio, y cuando en el escenario por fin se ha detenido el -trepidante- movimiento, queda claro que el tango a seis (o más) no era más que una excusa para que mujeres y hombres (y viceversa...) interactuaran y se cambiaran los roles de forma grácil y natural. Total, que nos ha quedado una pareja heterosexual, una gay y otra lésbica. Niquelao'... aguántenme la pose unos segunditos para el fotógrafo y... listos.

La maldita pose, otra vez... capaz de estropear hasta la mejor imagen. Así, lo que Miguel Ferrari había ido construyendo (a nivel de estética, a nivel de discurso...) se tira por la borda en un abrir y cerrar de ojos cuando sale a relucir la realidad. Au revoir, y si te he visto, no me acuerdo. Sinceridad la justa a la hora de poner sobre la mesa las tesis supuestamente comprometidas, que en principio de esto trata el asunto. Concienciar, que a la gente le falta esto mismo: conciencia. Volviendo al numerito, al final quizás no se trataba de reivindicar lo que ahora mismo, por pura obviedad, no necesitaría ser reivindicado (hablamos, por supuesto, de la defensa de la comunidad Gay, Lésbica y Transexual), sino de que cuadrasen los números de la aritmética estética más fría. Ante la complejidad, la simpleza más chabacana. Cada oveja con su pareja... pero con conciencia moderna, y sin aportar nada a la causa más allá de un slogan de programa de sobremesa y, quién sabe, una pose. Del agravio comparativo que tiene que ver con Mariana Rondón (quien con mucho menos logró muchísimo más, gracias a la muy reseñable 'Pelo malo'), mejor ni hablar.

A partir de ahí, quedan dos horas de sonrisas y lágrimas (pero sobre todo de lo segundo, o al menos esto se nos quiere hacer creer), con el telón de fondo de una familia destrozada (dejémoslo en ''desestructurada'')... pero no demasiado. ¿Existe un catalizador mejor para las emociones más efervescentes y, a fin de cuentas, más intrascendentes? Así discurre 'Azul y no tan rosa', entre golpes de efecto de un histrionismo marca de la casa, y que alargan un poco más (y así...) la llegada de lo inevitable, en otras palabras, de lo desesperantemente previsible. Los giros y los momentos de supuesto ''impacto máximo'' se concatenan con la misma gracia (?) que la de cualquier telenovela sudamericana. ''Suena a culebrón... no, espera, ¡a boa constrictor!'' (Fin de la cita) En esto último, recordemos, el pueblo venezolano era, hasta no hace mucho, el rey indiscutible en este inmundo terreno (el televisivo, por supuesto). Total, ya puestos a generalizar...

Los homosexuales y transexuales, es decir, los que antes eran los raros, son ahora mismo los buenos buenísimos. Santos y mártires. En el peor de los casos dentro de este rocambolesco juicio moral, son patosillos cuya torpeza se explica por las duras circunstancias (sociales, familiares...) a las que deben enfrentarse. Los del otro bando, son todos unos demonios. Con sus cuernos y pertinentes colas (''¡Huele a asufre!'')... con un poco de suerte, se les permite aspirar a la categoría de intolerantes pero simpaticones trogloditas. Blanco y negro: Así está el mundo, nos dice Miguel Ferrari. Lo mismo para la geografía: en Venezuela, esa ruina país gobernada por un atajo de sucios dictadores, el caos; en España (¡España!) está ni más ni menos que el mismísimo Edén. Calles pavimentadas en oro, oportunidades para encontrar un lugar mejor y, por supuesto, (auto)aceptación. Recúbrase todo con un algún que otro guiño a la infamidad de la Movida madrileña y dicha mentira tiene el éxito garantizado en los Goya (para mayor desconcierto en una categoría no exenta de grandes títulos). Y efectivamente (cosas de los complejos). Fácil, ¿a que sí?
reporter
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11 de febrero de 2014
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Azul y no tan rosa (@azulynotanrosa) Venezuela y España 2012.

SINOPSIS:
Dos homosexuales deciden irse a vivir juntos pero algo inesperado ocurre en sus vidas.

COMENTARIOS Mc:
En Venezuela, gracias a Dios no existen grupos homofóbicos radicales como los que denuncia la película, este es un problema de otros países, puede que haya habido alguna vez algún caso puntual pero no es uno de los problemas que nos atañe directamente.

Sin embargo si los hechos hubiesen acontecido en otro país donde este problema existe y hay personas asesinadas sólo por ser homosexuales, es un importantisimo trabajo de concientización.

Lo que me más me gustó de la película: Hilda Abrahamz (@hiLda1411), aunque eso de ponerla a hacer el papel de un transexual no es sincero, lo autentico hubiese sido darle ese papel a un hombre. Darle ese personaje a una mujer es como poner un catire pintado a hacer el papel de un hombre negro.

La película es un buen trabajo en pro de la aceptación de la homosexualidad y la comunicación familiar y en contra de la homofobia, temas que ahorita están muy en boga.

Datos:
Ganadora delpremio Goya 2014 a la mejor película Iberoamericana
Dirección: es la Ópera Prima del actor Miguel Ferrari (@ferrarimiguel)
Elenco: Guillermo García, como Diego, Hilda Abrahamz como el transexual Delirio, Ignacio Montes ....
Sitio web: http://www.azulynotanrosa.com
cinecito
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24 de junio de 2014
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Azul y no tan rosa es una buena muestra de cine hecho en Venezuela, que tan poco conocemos en España.
Miguel Ferrari ofrece una comedia dramática con la homosexualidad de trasfondo que pretende ser una reflexión divertida y emotiva acerca de la diversidad. Y digo pretende porque, aparte del evidente y excelente esfuerzo interpretativo de los actores, la película no pasa de ser una propuesta correcta, de ritmo irregular y momentos más bien intrascendentes.
Así, Azul y no tan rosa sólo alcanza la verdadera emotividad en sus minutos finales entre Madrid y Venezuela, donde sí cala el mensaje de hermandad y tolerancia que impera en la producción, hasta el punto de que más de un espectador derramará lágrimas seguro (atención a la música). Meritorio debut de Miguel Ferrari.

Lo mejor: Los actores y las intenciones, buenísimas.
Lo peor: Esas intenciones no se traducen en una película deslumbrante.
Sibila de Delfos
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10 de julio de 2019
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es imposible ver una película como "Azul y no tan rosa" y no venir aquí a escribir unas líneas, aunque sea para decir lo típico: que nunca está de más cualquier tipo de denuncia contra la intolerancia, que siempre sienta bien un mensaje que proponga igualdad entre los seres humanos, que la homofobia es un asco, que todos tenemos miedos y que pese a todos los baches, hay que seguir adelante como sea, pero si es con una sonrisa mejor para todos.

Hubo un tiempo, dicen, que Venezuela era la meca de los culebrones televisivos. También dicen que ahora ese filón se lo reparten entre Colombia y Brasil. Mientras tanto, esto es ya una opinión, un deseo también, en el país bolivariano emerge un cine de calidad. "Azul y no tan rosa" no es ningún culebrón, es una película bien hecha, con una fotografía efectiva y un argumento que quizás peque de intentar abarcar demasiado, pero se trata de forma inequívoca de un buen ejemplo del camino a seguir. Vale, no es una obra maestra, la transición entre el drama y la comedia es algo brusca y los cambios de registro pueden parecer latigazos. Luego hay una cuestión puramente de gustos, que es mostrar a los homosexuales como sofisticados, ideales y casi infalibles. Y finalmente la inevitable relación con Almodóvar, con una transexual triunfando en televisión y todo.

A mi juicio sin embargo, el triunfo está garantizado por la cuestión de la denuncia social. Incluidos malos tratos.

Sí tío...

Oye mi pana...

Yo no soy tu pana....

Ni yo soy tu tío, soy tu padre...
Luisito
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