Pequeña Miss Sunshine

Debo cambiar mi crítica, sintiéndolo por aquellos (realmente benévolos) que le dieron al SI considerándola útil o interesante, pero la anterior me avergonzaba. Esta joyita no se merece una crítica tan rácana como la que yo le había dedicado. Así que cambio, que no reculo, con la justa perspectiva que da la distancia reitero que es de lo mejorcito que han visto mis ojos en los últimos tiempos.

¿Qué hace que algo sea "especial"? ¿Cómo partiendo de lugares comunes se consigue crear algo distinto y desprender tanta frescura? ¿Cómo enternecer sin lindar con la baba? ¿Cómo se consigue echarle el lazo al espectador convirtiéndolo en uno más de esa familia en ese disparatado y maravilloso viaje hacia los sueños? ¿Cuál es el truco para calar hondo y regalar esa sensación final tan reconfortante como impagable?

Las respuestas no las tengo. Deben pedírselas a ese trío de desconocidos (guionista y directores) que con cuatro duros y muchas ganas han demostrado un talento que para sí quisieran muchos que llevan décadas en el negocio. Dan a luz a una criatura que lleva la belleza en las entrañas, en ese espíritu honesto y gamberro que reivindica por encima de todo el valor de lo AUTÉNTICO, así en mayúsculas.

Hay quien dice que sólo es una panda de colgados exagerados en su peculiaridad ¿Han mirado alrededor? ¿Están seguros? ¿No ven a diario a tipos más raros que éstos? Si contestan que no, o viven en otro planeta o deben volver a mirar. ¿Que como ésta hay a montones los sábados por la tarde? Por favor díganme en qué canal porque yo no lo tengo. ¿Que no es una peli original? Little nunca ha prometido trasgresión o vanguardia, para eso ya están "Lynches", "Aronofskys" y compañía.

Además de la sonrisa final de la platea en forma de tributo consigue algo más profundo y duradero, hermanarse con el público. Todos empujamos esa furgoneta, todos vimos en Olive a nuestra pequeña heroína, todos deseamos que ese adorable patito feo le diera una patada en el culo a todos esos cisnes repelentes. Al igual que en la noche alfombrada, sin ser la más guapa, ni la más estilosa, ni la mejor colocada, para la mayoría del público Little Miss Sunshine era su "niña bonita". Desafiando las leyes de la lógica y de la probabilidad, deseábamos que esa frikifurgoneta le pasara por encima a reinas, infiltrados, cartas y torres de Babel para llevarse a casa al hombre dorado.

Dicho esto y conmovida por la felicidad desbordante en los ojos de Scorsese, esa felicidad eufórica casi infantil que sólo nace al conseguir algo soñado durante mucho, mucho tiempo, afirmo sin rubor que Little Miss Sunshine era de las cinco candidatas la que menos necesitaba el premio. Tiene uno mejor. Ha conseguido el más difícil todavía: hacer "Crash" (además de en taquilla) en el corazoncito del espectador.

Pensaba que era otra cosa.
Estoy bastante desconectado de las noticias de actualidad cultural: no tengo ni idea de qué libros se están vendiendo, ni del "top ten" de música en USA o en España, ni qué obras de teatro están de moda, ni qué películas son nominadas o no a los numerosos premios que por el planeta se reparten...

Así que me ha sorprendido. Para bien.

Tengo debilidad por las camionetas, me parece. Supongo que sufro un desorden neurótico consecuencia de aquel año en el que recorrí la costa californiana con un grupo de barbudos esqueléticos, sacos de hierba y mujeres de tetas pequeñas, a bordo de una Volkswagen rosa.

El caso es que La Matanza de Texas me gusta por la secuencia de la camioneta. Me gusta The Van, de Stephen Frears, con Colm Meaney. Y me gusta La Diligencia, de Ford.

En esta Pequeña Miss Sunshine, también lo mejor es, sin duda, la cuatro latas.

Están logrados los personajes, vive Dios, sin caer en la exageración ni tampoco (en lo que atañe a los actores) en la sobreactuación. La sutilidad se impone a lo grotesco.
Aleluya. Hallelujah.

La pequeña lo hace bien, la cabrita.
Hallelujah. Aleluya. Hallelujah.

El defectillo que le encuentro, es ese "auto-consuelo triunfal", entre los tuyos. Por "h" o por "b", en las películas norteamericanas, al final triunfan todos los protagonistas "buenos". Siempre hay una puerta abierta a la esperanza.
Y el que no triunfa, muere. Conclusión: no hay perdedores vivos.
(En el espoliadero, la aclaración).

Tampoco me gusta la amistad entre el cuñado y el hijo. Me da la impresión de que tratan de dibujarnos a estos dos individuos como los buenos, con los que "hay que ir", vamos. Y yo voy con el abuelo.

Cuatro tipos de diálogos gobiernan los guiones de la actualidad:

1. El estúpido para adolescentes; que ofrece tacos, jerga y escatología. Infantil.
2. El estúpido de películas de acción; que ofrece el vocablo "bingo" y frases de cine negro en situaciones inverosímiles. Ridículo.
3. El prepotente de películas de autor. Ofrece vacío y filosofía barata. Mentiroso.
4. El aún más mentiroso de películas temáticas de hospitales, policías, gobiernos, juicios, músicos, etc. Ofrece tecnicismos. Insultante.

En pequeña Miss Sunshine son sencillos, directos e inteligentes.

Imposible pedir más.

Encantadora, simpática, libertaria. Un grato mensaje de invitación a vivir como seres libres frente a los convencionalismos imbéciles que nos tienen alienados por doquier.

Puede que no sean los "fracasados" —los que lucen tal señalamiento a los ojos de todos— los fracasados de verdad.

Los quince minutos finales de "Pequeña Miss Sunshine" son una alegría, un estupendo ánimo para el corazón y sobre todo para la mente (tanto la consciente como la subconsciente).

Fej Delvahe

Jonathan Dayton y Valerie Faris debutan con un film espléndido que hace las delicias de todo espectador que busque algo más que echarse unas risas.

Una vez más se demuestra que con buen gusto y grandes dosis de inteligencia se pueden hacer pequeñas obras maestras, por supuesto, con la ayuda del reparto adecuado. Por eso no sorprende que esta pequeña gran obra se haya alzado con el premio TCM del Público en el festival de cine de San Sebastíán de 2006 con 3'671 puntos sobre 4.

Toni Collete está sobervia en uno de sus mejores papeles, sin duda Y Paul Dano una vez más demuestra una vez más que su actuación en L.I.E. no fue la suerte del principiante. La pequeña Abigail Breslin simplemente derrocha talento, al igual que el resto del reparto.

Una comedia sobre perdedores, aunque quizás sean más ganadores que nadie. Una comedia entrañable, inteligente que no te puedes perder.

Cinco minutos bastaron para que mi retina empezase a chispear, cinco minutos de auténtico cine, una presentación de personajes como pocas veces he podido verla, hipnótica y deliciosa, concisa y brillante, acompañada de una excelente banda sonora e hilvanada a su introducción con delicadeza de auténtico artesano.

¿Ganadores o perdedores? No, no, no... nada de ello, "Little miss Sunshine" es, ante todo, una historia de superación, donde en la unión está la fuerza, donde el conjunto gana energía ante el individuo, donde cualquier cosa parece posible, incluso recomponer una familia que parecía rota gracias al esfuerzo mutuo, a las ganas de seguir adelante, de lograr un objetivo común y, sobretodo, de conservar esa ilusión, esa inocente ilusión encarnada por la dulce Olive.

Cada personaje, a su modo, llena la pantalla capturando, no sólo la atención del espectador, sino su corazón también. El embiste de Richard, la fuerza de voluntad de Dwayne, la sinceridad de Frank, la comprensividad de Sheryl y, en especial, el desparpajo del abuelo y la radiante energía que Olive desprende con cada uno de sus gestos.
Entre todos, logran divertir, maravillar, impresionar, hechizar, alegrar, emocionar, compungir e, incluso, agarrar al espectador, sacudirlo y dejarlo recogido en su butaca, observando con asombro y desgarro cada uno de sus gestos, cada una de sus palabras, cada una de sus miradas...

Y así llega uno al final de ese largo trayecto, cautivado por esa entrañable historia donde los pequeños detalles cobran máxima importancia, donde no hay uno sin dos, donde nadie queda al margen por mucho que sacrifique, y uno baja de la furgoneta apenado, esperando que ese entrañable viaje hubiese podido durar más y esperando, sobretodo, que la próxima vez sea todavía más largo, para no despegarse de esa magia y de ese fulgor ni un sólo momento, para ser un soñador más, para volver a encontrarse con sus sentimientos... como nunca antes lo había hecho.