Philomena

Estamos ante una cinta dramática de buenos quilates,con buenos golpes de humor aun a pesar de un tema tan delicado y doloroso como son los niños desaparecidos tan actualmente de moda,aquí tenemos la historia de una mujer que perdió su hijo porque unas monjas lo vendieron y lo dieron en adopción y como esta mujer estuvo cincuenta años sin saber de el hasta que decidió buscarlo.
Judi Dench esta esplendida y creíble en su actuación y todo acompañado por una buena banda sonora.

Un 7,5

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Dentro de la tradición del cine social británico, aquel que ha realizado Stephen Fears (Mi hermosa lavandería, La camioneta e incluso The Queen, en cierto modo), parece siempre más comedido que el de otros directores como por ejemplo Ken Loach o Michael Winterbottom. En Philomena utiliza de nuevo una estrategia completamente lícita: revestir de tragicomedia amable con buenas intenciones una historia que en otras manos pudiera haber sido un descarnado alegato contestatario.

Puede que esa apuesta reste algo de impacto a la esencia social de la historia, pero ésta es tan poderosa que la emoción perdura en su interior. La historia real de Philomena Lee, conocida gracias al periodista Martin Sixsmith, es una de esas historias “bigger tan life” que sin embargo ocurrieron. Y en ella se dan cita desde el altruismo anónimo, el respeto a los mayores y la redención personal; hasta la tiranía de la iglesia, el machismo congénito de la religión y la hipocresía política.

Todo ello viene servido en un excelente guión de Steve Coogan, que sabe combinar todos los elementos más sutilmente aún que su director, algo precipitado en las elipsis y en los cambios de género del mismo. Pero su historia, y el tino de los diálogos entre Philomena y Martin confieren verdadero carácter y emocionantes resoluciones a una historia triste que merece ser contada, como ejemplo particularizado de una gran injusticia que aún hoy se comete (en nuestra España querida, sin ir más lejos ni en el espacio ni en el tiempo), y que pese al tono amable de la propuesta y lo ecuánime de las decisiones de su protagonista, toca bastante los huevos, con perdón.

Por supuesto, y sin menospreciar lo comentado o la honesta labor de Coogan como actor, Philomena le debe un altísimo porcentaje de su poder a la actriz que da vida a esa mujer real, una esplendorosa Judi Dench, una de esas intérpretes cuyos trabajos siempre contienen un halo de misterio, un “algo” que no dice pero que se encuentra detrás de su poderosa mirada. La inicialmente tímida y apocada ancianita que de pronto se propone rendir cuentas con su propio pasado, con su propia historia, es un desgarrador llanto contenido por la fe, la descendencia, y la expiación personal. Y cada gesto, palabra y movimiento que la actriz hace, emociona por su falta total de alardes y su trascendental poder de convicción. No era un secreto que Judi Dench es una actriz excepcional. Pero Philomena viene a ser una emocionante confirmación de que siempre lo será.

'Philomena' nos trae a las salas un tema bastante actual: el de los niños robados. Tan actual y tan visto que la película a mí me ha resultado predecible, incluso con algunos minutos de más, y eso que dura 1h 40min.

Le doy el 6 por algunos puntazos y por alguna escena buena inesperada, pero nada más.

A pesar de que el tema de los niños robados lleva entre la opinión pública desde hace relativamente pocos años, todavía nadie había abordado el problema de una manera tan emotiva como lo ha hecho Stephen Frears.

Incluso hay que advertir que ni en España se ha tocado el tema con el suficiente interés a pesar de ser un país donde esta práctica se vino realizando durante décadas.

Frears, junto con el guión del propio actor protagonista, Steve Coogan, dan en el clavo mostrándonos este viaje iniciático de esta curiosa pareja condenada a entenderse, teniendo el objetivo común de encontrar al hijo robado de ella.

Una especie de road movie donde ambos personajes crecen durante el viaje, se descubren, logran entenderse y crean una bonita amistad a pesar de tener ideas diferentes y creencias opuestas.

Además de jugar con los avatares del destino y el concepto de los seis grados de separación (o menos) que existe entre todos los seres humanos del planeta.

Judi Dench recibe un regalo maravilloso por parte del director y su compañero de reparto, uno de los mejores personajes que ha interpretado en la pantalla grande. Un canto a toda una carrera en ocasiones discreta, pero contundente, digna de la gran tradición actoral que siempre ha sido signo de identidad de Inglaterra.

Por otro lado Coogan se reserva para sí mismo el rol del periodista, recientemente despedido y deprimido, el cual vuelve a encontrar su camino e inspiración en su compañera de viaje. El actor con esta película y junto con “¿Qué hacemos con Maisie?” termina poniendo encima de la mesa todas sus dotes, haciéndonos olvidar todas sus comedias más intrascendentes, convirtiéndose en uno de los actores que mejor ha evolucionado de la comedia al drama.

Los bellos paisajes de Irlanda dan paso a las localizaciones más emblemáticas de los Estados Unidos, en esta aventura donde la protagonista cerrará el círculo con su hijo perdido.

Un drama que a pesar de tener bastantes clichés propios del género, logra ganarse al espectador con algunas de las mejores escenas que podremos ver este año en un cine.

Desde el 2006 con “The Queen”, Stephen Frears no nos traía una película tan interesante.

El director de “Las amistades peligrosas”, “Alta fidelidad” o “Los timadores” entre otras, dirige “Philomena”, nominada al Oscar en 4 categorías –mejor película, guion adaptado, actriz protagonista (Dench) y banda sonora (Desplat) –, y donde nos muestra una película amarga, con toques de humor británico, donde muestra y denuncia una de las caras más oscuras de la religión católica en los tiempos recientes pero sin pretender juzgarla, solo mostrando las crónicas tal y como sucedieron.

“Philomena”, está basada en el relato escrito por Martin Sixsmith acerca de la historia de Philomena Lee, una escocesa que fue madre soltera, y a la que forzaron a desprenderse de su hijo, engendrado fuera del matrimonio. Reclutada por un instituto católico irlandés, acrecentaron en ella el sentimiento de culpa, vergüenza e impureza típica de las mentes que enarbolan el radicalismo religioso.

Frears nos muestra una historia ejemplar, una vida llena de culpa, una historia que sin bien posee algún vacío, fortalece la sensación de angustia, y enfado presente por el lado ateo del periodista (Steve Coogan quien además es coguionista y productor) en contraste con las creencias religiosas que la propia protagonista (Judi Dench) y que a pesar de todo, fomenta y pregona.

La película se enriquece en los diálogos de la pareja protagonista, donde ambos están fantásticos, pero sobre todo a través del elemento musical. Alexandre Desplat (a quién hemos visto y oído recientemente en “Monuments men”) crea una breve y pegadiza melodía que ayuda a empatizar con la pena de la protagonista y traslada a los espectadores la emoción a sus carnes. Un acierto su partitura como la nominación de la misma –a pesar de su derrota final en favor de Steven Price por “Gravity”–.

Si bien la película funciona al dejarnos por la indignación de los protagonistas, en ocasiones roza la petulancia al creer que todos caeremos en las redes de esa extraña dupla que representa la culpa y la mentira. Además siento en algún tramo de la cinta que faltan detalles que ampliarían y redondearían el guion, que sin bien no son trascendentales completaría la trama. Quizás la intención de no ofender al sector eclesiástico ha hecho que no se profundice en detalles y momentos que hablaban por sí mismos. Todo esto hace que me crea presenciando un film televisivo de después de comer, pero con mucha más clase y sobre todo con Judi Dench, esa gran señora inglesa que domina la actuación y sale victoriosa de cualquier confrontación con la cámara. ¿Qué sería de “Philomena” son la gran Judi Dench? Probablemente eso, uan denuncia de sobremesa.

Lo mejor: Los diálogos de los protagonistas. Dench. La música de Desplat
Lo peor: La falta de mala baba y exceso. Algunas lagunas de guion.

Valoración: 6,5

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