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12 años de esclavitud

Drama Basada en un hecho real ocurrido en 1850, narra la historia de Solomon Northup, un culto músico negro que vivía con su familia en Nueva York. Tras tomar una copa con dos hombres, Solomon descubre que ha sido drogado y secuestrado para ser vendido como esclavo en una plantación de Louisiana. Solomon contempla cómo todos a su alrededor sucumben a la violencia y a la desesperación. Pero él decide no rendirse y esperar a que llegue el ... [+]
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Críticas 309
Críticas ordenadas por utilidad
2 de enero de 2014
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Todo en la película está bien, menos la historia. Desde Raíces a la afortunada Django el tema del esclavismo se ha tratado de diversas maneras.

En esta ocasión el enfoque, el vaivén entre amos malos o muy malos, está más visto que el tebeo. Y eso que Fassbender me encanta, por no hablar de Cumberbatch, cada vez más versátil y maduro.
Unhell
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29 de enero de 2014
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Nos encontramos ante un film basado en hechos reales (como tantas películas de la camada del 2013) que nos muestra la historia y suplicio sufrido por el esclavo SOLOMON NORTHUP, el cual, fue secuestrado y despojado de su libertad durante doce durísimos años de cautiverio y tortura.

El director STEVE McQUEEN (autor de la magnífica SHAME) se apoya en un guion adaptado por JOHN RIDLEY y basado en el libro escrito por el propio Solomon alrededor de 1850.

12 AÑOS DE ESCLAVITUD es una dura y muy digna película, con unas impresionantes actuaciones tanto del principal CHIWETEL EJIOFOR (Solomon), como de MICHAEL FASSBENDER (Edwin Epps) y LUPITA NYONG’O (Patsey), pasando por todos los secundarios, desde los menos conocidos, a los que si lo son, como GIAMATTI o PITT(chirria que él siendo el productor, realice precisamente ese personaje) pero en mucha parte del metraje carente de alma. Se agradece que no se abuse de muchas escenas explicitas de la amarga y dura crueldad de lo que se narra (2 o 3 escenas si lo son) y que se intente llegar al espectador narrando y exponiendo las durísimas y asquerosas vilezas que acontecieron durante los años de esclavitud, pero el problema radica en que la historia no avanza sentimentalmente hablando. Por supuesto que si se empatiza con los pobres esclavos pero no con los personajes. No se muestra el paso de los años ni por las situaciones ni por el físico de estos, no hay una evolución en el sufrimiento porque es el mismo desde que Salomon es capturado hasta el final y la falta de comunicación entre los esclavos hace que todos los otros queden en un muy segundo lugar. Por todo ello falta conexión con el espectador para después terminar con un aunque autentico, sensiblero final.

Curioso y da que pensar, uno de los diálogos en los que se nos explica que a los esclavos no se les deja aprender, relacionarse, leer ni pensar para evitar que los pobres desgraciados prosperen. Alguno y salvando las distancias tendría que extrapolarlo a la situación actual y comprendería el porqué de la actitud de la mayoría de los mandatarios de hoy en día para con el pueblo…
WATUSI
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17 de febrero de 2014
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tenía la esperanza de encontrarme con un peliculón y eso es lo que me esperaba después de ver el comienzo. A medida que avanzaba empecé a darme cuenta que a no ser por una interpretación bastante notable del actor protagonista y de algún que otro secundario, me encontraba ante otra película que quiere ser obra maestra pero no pasa del aprobado alto.
La fotografía es muy bonita, con mucha luz y un precioso paisaje del sur de Estados Unidos.
Las interpretaciones están a la altura y son creíbles en una historia hiperrealista.
La historia se basa en la autobiografía de Salomon Northup, un ciudadano negro y libre de los EE.UU de 1840 que por cierto motivo se ve condenado a la esclavitud durante 12 años.
Un punto de la película que no me acaba de convencer es que durante el transcurso de la película no medió la sensación del paso del tiempo, tanto en el personaje como en la historia.
Tengo que reconocer que la película tiene escenas muy buenas que te hacen recapacitar y ponerte en la piel de los esclavos.
Otro punto donde me parece que la película flaquea es en la profundidad de ciertos personajes y de ciertas "subhistorias" que para mi no se acaban de exponer ni explicar bien.
Yo la califico con un 7 pero repito que tiene escenas y toques cinematográficos de 9, por lo que diría que es una buena película recomendable pero tampoco imprescindible.
fitiboy
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21 de febrero de 2014
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Los parajes de campos de algodón son hermosos, la mezcla de pasado en libertad y presente en cautiverio hilvana perfecto, el esplendor de la Naturaleza ante las atrocidades contra gente indefensa es un contrapunto muy bien logrado, pero lamentablemente el tema de la esclavitud es articulado a partir de un análisis reduccionista, acaso simplificador y efectista, dando cuenta de la esclavitud como un fenómeno que se dio solo en los Estados Unidos y que consistía básicamente en hacer sentir dolor físico a la gente de raza negra.

Los peores pasajes de la película se los reserva el productor, Brad Pitt, un carpintero canadiense que es contratado por el hacendado Edwin Epps para levantar unas construcciones aledañas a la elegante mansión. El diálogo entre Bass (Brad Pitt) y el amo Epps (Michael Fassbender) es moralizante en extremo, enfrentando a un hacendado malo hasta la médula en su capacidad infinita de torturar, versus un afuerino que semeja un ángel que ha descendido al mundo terrenal, de cuyos labios surgen palabras de bondad, lugar común insoportable, y otras de recriminación ante el trato inhumano que reciben los esclavos de la hacienda.

Los parlamentos de la película son desequilibrados, acertados cuando las palabras prolongan el abuso inmisericorde, a través de un comportamiento supuestamente religioso, que detona en actos de crueldad verdaderamente infernal. Sin embargo, el guión cae en un pozo profundo cuando las palabras van cargadas de moralina, inmiscuyendo a un hablante que no existe, una suerte de guía del espectador para separar el bien del mal. Hay que recalcar que se trata de una película hiperrealista, lejos de lo teatral, que no tiene empacho para mostrar carnes abiertas producto de los latigazos. No hay espacio para voz en off ni para coros que relaten las desventuras de los esclavos. Solo hay cuerpos sufrientes para fustigar, privar de agua o comida, según el antojo de los patrones.

Lo desigual se evidencia en las pocas elipsis con que cuenta la cinta. Hay pasajes notables cuando se muestra al protagonista solo ante el silencio de la Naturaleza, donde en vez de encontrar paz, experimenta un miedo aterrador por el futuro. Intuye que todo puede ser peor, e incluso, hay personajes que preferirían la muerte a este abuso sin límites. Las escenas de silencio transcurren a través de toda la película y, en la última, Solomon Northup oye truenos que, lejos de espantarlo, le brindan esperanzas y presiente que las cosas pueden cambiar. Otras escenas conmovedoras muestran a los esclavos lavándose desnudos, sin distingo de sexo, o cuando los azotan y cuelgan, a plena luz del día, mientras el resto debe seguir haciendo sus labores sin distraerse. Hay un momento emocionante cuando entierran a un anciano que muere en los campos y lo despiden con cantos (quizás la única muestra de humanidad de los esclavos) que aluden a que “mi alma se elevará en el cielo”, dando cuenta del infierno terrenal.

Sin embargo, el afán reduccionista destruye el entramado simbólico, y nos obliga a centrarnos en un solo punto de vista: la existencia de amos y capataces, en general muy perversos, y de esclavos que solo existen para sufrir penas físicas. Son verdaderos animales que no pueden alzar la voz, pero tampoco el director nos muestra seres humanos con algún aspecto sicológico más allá de la rabia evidente. Su visión de los esclavos es la de almas sin mundo propio, que casi parecieran merecer su destino, sumisos y dependientes del ánimo de sus amos. El maltrato mayor resulta en el tratamiento de pobres diablos por parte del director, circunscribiendo el accionar de los esclavos a objetos para azotar y dar de comer (“coman hasta saciarse”).

Queda sin dilucidar, a su vez, la sicología de la clase dominante, ocultando su conducta bajo preceptos de pobre justificación religiosa, casi pagana, que antepone los frutos de la cosecha ante la vida de otros seres humanos. No hay razones para azotarlos, más allá de la diferencia en el color de su piel, y una maldad endémica que es muy difícil que se reprodujera en el tiempo, sin la complicidad de otros blancos y, la aceptación de su papel por parte de los negros. Todo se reduce a que los blancos son muy malos y los negros existen para sufrir. Tampoco da luces de porqué una facción de la población se cree con derecho a gobernar la libertad de otros, una especie de separación de castas y divinización de quienes ejercen el poder. Son simplemente malos y su sola maldad daría cuenta de varios siglos de esclavitud en América.
Anibal Ricci
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22 de febrero de 2014
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cruda realidad de un tiempo de tormento, la esclavitud, donde el racismo siempre es culpable. El director Steve McQueen plasma este hecho real histórico, la biografía de Solomon Northup. Recrea de una forma emotivamente dramática, gracias a un guión inteligente, y una fotografía evocadora.

El actor protagonista que da vida a Solomon es Chiwetel Ejiofor, consiguiendo recalar una actuación memorable, del todo sentida. Michael Fassbender, con un personaje malicioso lo borda. Bueno el papel de la actriz revelación, Lupita Nyong’o. Y, aunque cortas, las apariciones de dos grandes actores como son Benedict Cumberbatch y Brad Pitt, se agradece el buen uso que se hace de ellos.

Es del todo elemental, el que esta película, haya sido reconocida por crítica y público, como una de las grandes producciones del pasado año. Prueba de ello, es su verdadero realismo, la vida de un hombre, que pasará a los anales de la historia, por su crítica de la injusticia a la que tuvo que enfrentarse, y Steve McQueen se hace eco muy bien de ello, y lo expresa con esta notable obra.


Hans Zimmer compone una buena banda sonora, que se hace perceptible por su buen tema principal. Cae en un tono más secundario, porque los silencios y los cantos tradicionales se hacen mucho más presentes. La finalidad musical que nos quiere transmitir el señor Zimmer transcurre de una forma sigilosa a la vez que emotiva, esto acierta de pleno con la idea del director.


http://www.losmejorestemasdelasmejoresbandassonoras.com/
MOSQUETERO CRIS
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