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King Kong

Aventuras. Fantástico. Terror Un equipo de cine van a rodar una película a la misteriosa isla de Teschio, al este de Sumatra. Allí los recién llegados descubren la existencia de una civilización prehistórica y de una tribu ancestral que secuestra a la atractiva Ann, la actriz protagonista, para ofrecerla en sacrificio ritual a King, un gigantesco gorila. (FILMAFFINITY)
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Críticas 83
Críticas ordenadas por utilidad
12 de febrero de 2022
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Fábula de mitos y leyendas y de grandes aventuras y romances que trascendió toda una época y obra de gran valor para el cine responsable de romper todos los esquemas en el mismo.

Hablar de "King Kong" es hacerlo del nacimiento de una nueva forma de contemplar el cine de aventuras en un momento, la Gran Depresión, donde había aparecido el sonido y otras innovaciones del medio, y aquél género servía de distracción para un país sumido en la ruina. Su gesta llevó tiempo y arduos procesos, desde la escritura de un guión comenzado por el gran escritor Edgar Wallace (fallecido durante la preproducción) y retocado infinitas veces, a la creación de unos efectos especiales basados en las revoluciones del "stop-motion", cuyo encargado sería el genio W.H. O'Brien (quien ya logró mucho en "El Mundo Perdido").
Otra unión de hábiles artesanos: Ernest Schoedsack y Merian Cooper, ambos participantes en la 1.ª Guerra Mundial y apasionados de la aventura y el cine, que se repartirían las labores de rodaje (uno ocupado de la acción, el otro de los personajes); se necesitó mucho empeño para convencer a los ejecutivos de una RKO temerosa de emplear tanto dinero en una época de crisis y para una "película de selva". Selznick respalda el proyecto, al cual se provee de caras tan respetadas como las de Fay Wray, Robert Armstrong o Frank Reicher, protagonistas de una gran historia iniciada desde el mismo negocio cinematográfico.

Los primeros minutos de metraje, en el puerto de New York, establecen la atmósfera, sumida en la oscuridad, en la niebla, y el que un hombre sea advertido de la naturaleza desconocida del viaje que está a punto de realizar el barco en el cual va a subir acrecienta la sensación de extrañeza. Por otra parte los directores y Ruth Rose (esposa de Schoedsack y participante en el guión) modelan en el ambicioso, temerario y algo cínico Denham un fiel álter-ego en quien poderse observar (ellos y quizás todos los directores de Hollywood de la época); la aparición de la (falsa) rubia Wray encarnada en Ann se da en una Manhattan devorada por la crisis.
Afilada y amarga mirada social la que se proyecta sobre esta muchacha dulce e inocente que para no morir de hambre acepta ser actriz en un proyecto desconocido (reflejo de la situación vivida por muchos profesionales del medio, y no profesionales, durante la Depresión); como los ejecutivos de RKO no deseaban un metraje muy extenso, se comete un error: desvelar demasiado pronto la naturaleza del lugar inhóspito donde Denham pretende rodar su mesiánica obra y de la monstruosa criatura que la habita, despertando, no así, cierto misterio sobre ésta.

Todo ello mientras nos deleitamos con las interacciones y diálogos de unos personajes de trazo grueso, muy al estilo de la época (sabiendo los hombres y mujeres cuál es su lugar...). Y entonces llegamos a la isla y esta extensa segunda parte del film remite al clásico cine de aventuras trepidante y misterioso, el de Richard Thorpe, Lloyd Bacon o Woodbridge Van Dyke, con sus tribus y atractivos escenarios salvajes, pero dotado de una oscuridad con la que aquél se distanciaba de sus precedentes, incluso ridiculizando su inocencia. Entonces Denham pierde el protagonismo, y parte de él pasa a la doncella rubia...
Este clima de la isla se percibe escabroso incluso antes de que los nativos aborden el barco y la sucuestren para ofrecerla de sacrificio al ser que se viene anunciando desde hace tiempo; provocará una decepcionante incredulidad para el espectador acostumbrado al tonelaje de CGI al que está sometido el cine actual, pero la espeluznante aparición entre los árboles del enorme simio que da título a la obra fue sin duda la cosa más impactante que vio la gente de aquel lejano 1.933 en una pantalla. Ninguno de ellos tuvo precedentes para enfrentarse al aluvión de emociones que preparan Schoedsack y Cooper.

Y la culpa fue de la mano maestra de O'Brien para generar impresionantes criaturas con los efectos más sofisticados del momento; esto, el ritmo, el montaje (ya frenético para entonces) de Ted Cheesman y la banda sonora única de Max Steiner asegura meternos de cabeza en una peripecia sin límites deudora de Verne, Conan Doyle y Burroughs por los confines de un universo terrorífico, atestado de amplios escenarios naturales y bestias terribles, todo al servicio de un perturbador romance que se alimenta en su torcida revisión de "La Bella y la Bestia" y conceptos atrevidos y estrafalarios como la zoofilia y el sacrificio humano, ya observado en el falso documental "Ingagi" (gran influencia para esta obra).
Pero en un gesto audaz y propio de aventureros, los cineastas llevan la acción de la isla a terreno urbano, a la misma Gran Manzana neoyorkina, soltando a su bestia, un otrora rey convertido ahora en esclavo de la avanzada civilización blanca (crítica demoledora por donde se mire), entre la selva de rascacielos para encontrar a su enamorada rubia (como si se tratase del protagonista de una novela negra). Y la acción se lleva a su punto más alto, física y metafóricamente, cuando flotamos en el vértigo de una escalada al Empire State donde Kong incluso batalla contra aviones de guerra (una de esas imágenes icónicas y esenciales de la Historia del cine).

Esa última parte, de un presumiblemente enorme costo, sienta también las bases para otros géneros futuros: las películas de catástrofes y las de monstruos contra la civilización (o "kaiju eiga" en su terminología japonesa). Todo esto fueron bazas para que la gente entrara en masa a los cines y como estaba previsto quedase maravillada ante tal colosal espectáculo.
Schoedsack y Cooper salvan al cine de la Depresión y su película, luego maltratada por el código Hays, provoca el asombro en medio Mundo. Este éxito fue aprovechado por los productores, que instaron al primero a realizar una pobre secuela; no volveríamos a ver a Kong como tal hasta dentro de mucho...pero todos sabemos que rey de las bestias y rubias capaces de enamorarlas sólo hubo dos.
Chris Jiménez
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11 de septiembre de 2022
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
King Kong es una película mágica, un viaje a los mundos perdidos de nuestro planeta que ya escaseaban y por eso casi viajamos a un mundo perdido dentro de nuestra mente, Una película de cine fantástico prácticamente inauguradora del cine de monstruos.
Un trabajo actoral bueno y profesional (Fay Wray, Robert Armstrong, Bruce Cabot, Frank Reicher, Victor Wong...), Una historia coherente y bien hecha (Edgar Wallace-Poco, Ruth Rose-Mucho), Una dirección y producción de la que parten las ideas y el impulso de la película, (Merian C.Cooper & Ernest B. Schoedsack), unos efectos especiales de primera que dejaron boquiabierto al público durante mas de 30 años, con sucesivas reposiciones exitosas a lo largo de los años (Willis H. O´brien), unos efectos sonoros sorprendentes e innovadores (Murray Spivack) y una banda sonora impecable, de primera de un genio (Max Steiner), pionero en la sincronización con la imagen el llamado luego musical timing.
Con un altísimo presupuesto y una producción superlativa llegó a los cines y arrasó una vez y otra en taquilla, estreno tras estreno, reposición tras reposición. La historia de la bella y la bestia en un viaje a una isla desconocida con unos personajes interesantes y la mezcla del viaje a la aventura y lo desconocido hacen de esta película una obra maestra. Personalmente decir que no me canso de verla y cada vez que lo hago aprendo algo nuevo.
Byrdy
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23 de noviembre de 2023
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
*El nacimiento de la bestia más famosa de la historia del cine

El cine de monstruos no sería lo que es hoy en día si no fuese por el King Kong de Merian C. Cooper y Ernest B. Schoedsack, marcando el nacimiento de lo que se conoce hoy por hoy, junto a Godzilla, como la bestia más famosa, emblemática y cinematografiada de toda la historia del cine.

A partir de esta cinta se han realizado tanto una serie de remakes, como el King Kong de John Guillermin de 1976 o el King Kong de Peter Jackson de 2005 (la versión más moderna hasta la fecha), como un reboot (Kong: La isla Calavera (2017)), secuelas (El hijo de Kong (1933), King Kong 2 (1986), etc.) e, incluso, una serie de crossovers que enfrentan a King Kong y Godzilla, con King Kong contra Godzilla (1963) de Ishirô Honda y su reboot moderno Godzilla vs. Kong (2021), y que contará con una nueva película en 2024, Godzilla x Kong: The New Empire.

Como decíamos, King Kong supone el inicio de uno de los mayores legados cinematográficos de la historia del cine, marcando el devenir del cine y las historias de monstruos, bestias y dinosaurios que emergen como una amenaza para la civilización.

*La bella y la bestia

Más allá de su influencia en el cine de monstruos y aventuras, la película está marcada por ciertos aspectos que le aportan una mayor profundidad, originalidad y calidad a la película. El primero de ellos es la magnífica reinterpretación que se compone a través de King Kong del cuento tradicional francés del S. XVIII de “La Bella y la Bestia”.

Edgar Wallace elabora un guion original a partir de esta idea, realizando una adaptación totalmente libre, pero conservando al completo la esencia de la historia original: una bestia que no tiene cabida en el mundo civilizado se enamora y rapta a una joven y bella mujer por la que haría lo que fuese.

*Humanización y deshumanización

Otro de los matices más relevantes de esta cinta es cómo afronta aspectos éticos como la humanización o la deshumanización de ciertos personajes.

En primer lugar, la humanización se ve representada a través de la figura de King Kong, el gigante gorila que apresa a Ann (Fay Wray) y al que la civilización ve como un monstruo que amenaza la paz y la convivencia. Sin embargo, vemos en King Kong un personaje que, a pesar de su apariencia y su condición, se preocupa por Ann y la protege de distintas amenazas a lo largo del filme, jugándose la vida por ella. La película, a través de distintas situaciones, humaniza aquello que en un principio se presenta como una bestia sin escrúpulos.

Por otro lado, Carl Denham (Robert Armstrong), el productor que pretende filmar una película en la isla y conseguir grabar a King Kong, es el personaje que mejor representa la deshumanización de la civilización. Su ambición desmedida y sus ansias de ganar dinero le llevan a poner en peligro todo lo que le rodea, incluyendo con ello a Ann, a King Kong, a su equipo y a la ciudad de Nueva York. El acto que le condena es la captura de King Kong, al que saca de su hábitat natural donde convive con el ecosistema al que pertenece, para convertirlo en una atracción de feria en los teatros de Nueva York y lucrarse con ello.

*Stop motion, vanguardia técnica y efectos especiales

A pesar de la antigüedad de la película, King Kong es, para la época a la que pertenece, una obra maestra en lo que respecta a distintos aspectos técnicos y al uso de los efectos especiales.

Lo más destacable, sin duda, es el reto que supuso representar a King Kong, que en realidad no era más que dos figuras de 45 y 60 centímetros, grabados a través de la técnica del stop motion o animación fotograma a fotograma, esto es, se simula movimiento por medio de objetos que permanecen estáticos a través de la sucesión de imágenes fijas. Esta es la técnica que se emplea para grabar los planos generales de King Kong y los demás dinosaurios de la isla, inmortalizando memorables escenas como la pelea de King Kong con un dinosaurio, su escalada por el Empire State o su enfrentamiento con los aviones estadounidenses.

Además, se construyeron manos, pies y la cabeza de King Kong a escala real para las escenas en las que se veían solamente estas partes en pantalla. Ejemplo de todo esto son las escenas en las que Ann se encuentra atrapada en la mano del simio, cuando éste destruye con sus pies y manos todo lo que encuentra a su paso en el poblado indígena o cuando se realizan primeros planos de la cara del gigantesco gorila.

Para otras escenas de la trama que ocurre en la isla se utilizó la técnica de la retroproyección, es decir, se filma en un primer plano a los actores mientras se proyecta en una pantalla translúcida una grabación realizada anteriormente. Esto es lo que se lleva a cabo para simular el enfrentamiento entre Denham y su equipo con un dinosaurio al inicio de su travesía por la isla en busca de Kong.

La combinación de todos estos elementos y recursos cinematográficos supuso un cambio de paradigma en el uso de los efectos especiales, empleándolos de manera magistral para conseguir lo que, en la época, se podía considerar un efecto muy realista de la acción, hasta tal punto que aun hoy en día se reconoce su tremendo mérito.

*Conclusión

Con King Kong (1933) se crea a una de las figuras más emblemáticas del cine norteamericano. Supone un antes y un después en el cine de monstruos y aventuras gracias a su vanguardia técnica en el uso de los efectos especiales y conmocionó a la sociedad norteamericana de la época. Se han hecho remakes, reebots y crossovers modernizando y reinterpretando su figura. Sin duda, una de las películas más importantes y trascendentales del S. XX.

Escrito por Javier Suárez de la Iglesia
Cinemagavia
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21 de enero de 2024
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
La invención de taquillazo o blockbuster se le asigna a Tiburón (1975) de Steven Spielberg, fue según en el mundo del celuloide el pistoletazo de salida y el bombazo en taquilla con unos resultados de entradas en un tiempo récord, pero a mi suponer creo que en los años 30 ya se produjo una joya cultural, histórica y estéticamente significativa como King Kong (1933) dirigida por Merian C. Cooper y Ernest B. Schoedsack. En su período causaría el más grande de los temores, ver al descomunal simio en pantalla tuvo que ser una sensación de colisión para la vista muy asombrosa, que marcaría el ascenso del gorila por antonomasia hasta nuestros días. La primera aparición de King Kong es un documento histórico, pues se realizó en la misma época que Cooper y Schoedsack la rodaron, convirtiendola en un mítico film que todo cinéfilo debería haber visto al menos una vez. King Kong funciona sin rodeos y directamente nos cuenta una fabulosa historia dentro de la obra maestra que resulta ser, profundizando en la historia de amor más zoofílica que nos haya dado el cine, con el reverso de la guapísima Fay Wray que no está dispuesta a camelarse al simio. Kong las prefiere rubias como el maestro del suspense Alfred Hitchcock, ya estaba la criatura cansada de tanta nativa de tez morena y por eso se quedó embobado con la nueva chica venida de occidente. Este monstruo de unos veinte metros, que ha ido cambiando sus dimensiones y toneladas a lo largo de las películas, es un icono de la cultura popular moderna y una de las más famosas películas de criaturas en lucha contra los seres humanos, que ya tiene noventa primaveras cumplidas y sigue gozando de vital dinamismo.
Heladoscuro
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31 de diciembre de 2008
28 de 56 usuarios han encontrado esta crítica útil
Oigan señores, que las tildes sí son importantes. No es lo mismo la cabeza de un ALCE colgada en la pared del salón, que "ALCÉ la cabeza para verte los pechos, porque o yo soy un enano, o tu un caballo percherón". Y a esta película le faltan tildes, en su acepción cinematográfica, claro, es decir, la de remarcar bien aquellos aspectos que influyan en la trama: un gorila de 6 metros de altura impresiona. Pues claro. ¿Y un gorrionsaurio de 26 metros de eslora no?

Estas cosillas, sobretodo en la ciencia ficción, son importantes. No tiene nada que ver el año de la producción, en la que sí hay que tener en cuenta los efectos especiales (a mi parecer estupendos) y las actuaciones, que en épocas cercanas al mudo aún no habían afinado su estilo y se mantenían cercanas al circo y al teatro. Ni el mérito ni la leyenda se pueden cuestionar, pero esas pequeñas incoherencias la dañan.
Sines Crúpulos
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