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Ronin

Acción. Thriller Como los hombres sin honor, llamados "Ronin" en Japón, en Europa abundan los expertos en peligrosas operaciones secretas que venden sus servicios al mejor postor. Estos mercenarios se limitan a cumplir la misión que les han encomendado, pero ignoran para quién trabajan y cuáles son los verdaderos objetivos de su actividad. En este caso, sólo saben que deben encontrar una misteriosa maleta.
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Críticas 82
Críticas ordenadas por utilidad
20 de enero de 2023
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En el ecuador de la narración de Ronin (1998), de John Frankenheimer, una de sus diversas memorables set pieces acaece en un coliseo romano en donde, entre turistas, no en la arena, algunos de los personajes que se enfrentan por la posesión de una maleta de enigmático contenido, combaten entre disparos y puñetazos. Los espectadores no contemplan desde la inmune distancia las maniobras violentas, sino que pueden ser abatidos, por accidente, en la refriega. La arena de la obra de Frankenheimer supone un ruptura con el convencional escenario del cine de acción predominante de los 80 y 90, en donde los héroes sufrían percances que desde una perspectiva realista hubiera supuesto múltiples fracturas cuando menos, por no hablar de la condición de bulto de los extras que eran eliminados en los enfrentamientos violentos. En Ronin hace palpable que no hay distancias, y que es una vida la que se pierde, cuando un transeunte es abatido en un tiroteo o se ve inmerso en una colisión que acaba con su vida. Frankenheimer recuperó la rotunda fisicidad de los thrillers de los 70, y la noción (y constatación física) de vulnerabilidad. Un estilo, que evitaba los atropellos de montaje, y que influyó en el thriller de principios del siglo XXI, empezando por James Gray en La doble cara de la ley (2000), o La noche es nuestra (2008), en la que hay una persecución automovilistica casi tan imponente como la que hay aquí.

En Ronin, por un lado, tenemos la explícita referencia a los ronin, samurais mercenarios que ofrecían sus servicios al mejor postor, como los ex agentes de diversas nacionalidades (norteamericano, inglés, ruso o francés) que son contratados por una mujer irlandesa (perteneciente al IRA), Deirdre (Natasha McElhone), para robar la citada maleta (aplicando, de manera modélica, los estilemas y procesos de la prototípica películas de atracos: contratación, preparación, ejecución, consecuencias), y aún más en concreto, la referencia a los 47 ronin (sobre los que realizaron obras Kenji Mizoguchi, Kunio Watanable, Hiroshi Inagaki o Kon Ichikawa), samurais que al quedarse sin señor decidieron vengar su muerte en vez de buscar su mero beneficio. Es un apunte, a través de la perspicaz mirada de Jean Pierre (Michael Londsale), mientras organiza su maqueta con samurais, que aporta una sutil insinuación de variación de enfoque sobre las posibles implicaciones de alguno de los implicados, caso de Sam (Robert De Niro), ya que intuye, a otra escala, que el papel de de Sam en el escenario de conflicto no es lo que parece. Por otra parte, tenemos esa configuración de los combatientes como gladiadores en una arena que se extiende a las calles y carreteras, en donde sus armas son metralletas o pistolas, y sus cuadrigas son los coches en los que circulan a toda velocidad. No recuerdo secuencias de persecuciones automovilísticas de tal refinado e imponente calibre, aunque fueran brillantes las célebres de Bullit (1968), de Peter Yates o French connection (1971), de William Friedkin; generalmente las suelen rodar directores de segunda unidad, pero en este caso se responsabilizó de ellas expresamente el propio Frankenheimer, quien rehuyó efectos digitales y buscó el más palpable realismo.

Los personajes están perfilados con escuetos y precisos rasgos, entre lo sugerido y lo manifiesto, a través de gestos, detalles, miradas. Se definen en sus acciones, para lo que era primordial un brillante plantel de actores (la gelidez de reptil de Stellan Skarsgard, la nerviosa viscosidad de Sean Bean, la calma firmeza de Jean Reno). En el guión participó David Mamet, pero prefirió utilizar seudónimo, Richard Weisz, porque no estaba de acuerdo en compartir crédito con J.D Zeik, quien, como confirmó Frankenheimer, sólo participó en la elaboración del argumento. En la excepcional primera secuencia ya se sedimenta la sustancia de esta obra, de realidades escurridizas, en las que resulta difícil discernir su entraña, como en los rostros las intenciones. Unos son más perspicaces, como los hay más transparentes. En esa secuencia, varios de los personajes, Sam, Vincent (Jean Reno) y Larry (Skip Sudduth) se reúnen en un bar, como lugar cita, en donde está sirviendo en la barra Deirdre. Las miradas tantean, escrutan, buscan la distancia adecuada para tener la visión precisa de lo que puede sorprenderles o de lo que se ajusta a las apariencias o no. Esa interrelación entre los personajes marca el proceso de la narración. La incógnita permanente, en cuanto incertidumbre, mientras se busca la incógnita de lo que puede haber dentro de la maleta. Los personajes se estudian, prueban. Especulación, interpretación, representación. Planes, maquetas, puesta en escena, actuaciones sobre hielo. El hielo de un escenario escurridizo en el que lo imprevisible es factor consustancial, condicionante. Un escenario en el que se está en continua tensión de desciframiento, del próximo gesto que pueda realizar un contrincante, de cuál será su jugada. Nunca sabes cuándo una bala va a rebotar en una pared y alcanzarte. A veces, los imprevistos son fatales. Hay quien sabe realizar mejores faroles, o esconder sus intenciones, o disimular el alcance de lo que le importa aquello sobre lo que le presionas.

Ronin es la quintaesencia del cine de acción. Un año después Ridley Scott realizaría Gladiator (2000). Sus secuencias violentas eran toda una ceremonia de la confusión en donde no lograbas distinguir donde estaban unos y otros. Los espadazos lo realizaban los bruscos cortes de plano. Frankenheimer da toda una lección de dominio del espacio, de orientación, y a la vez de dinamismo narrativo, mediante su característico uso de lentes que potencian el uso expresivo de la profundidad de campo o de la interacción de las figuras en los distintos términos del encuadre. La obra pisa el acelerador desde el primero momento y mantiene la misma velocidad, sin perder fuelle en ningún instante, ni tampoco precipitarse o atropellarse. Su puesta en escena es milimétrica.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
cinedesolaris
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25 de enero de 2023
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La Leyenda de los 47 Ronin (Yon-jū Nana-shi), también conocida como, El Incidente de Akō, es un evento histórico del Japón del siglo XVIII, con el que se ejemplifica el código de honor samurái conocido como Bushidō.

Después de que su daimyō (amo), Asano Naganori, se viera obligado a hacerse el seppuku (harakiri) por haber agredido a un alto funcionario del gobierno, cuenta la leyenda que sus vasallos samuráis, ahora convertidos en ronin (samuráis sin amo) idearon un plan para vengarlo, y tras esperar un año para poder ejecutarlo, al fin mataron a aquel funcionario (Kira Yoshihisa) y llevaron su cabeza al templo donde se hallaba enterrado su señor. Tras entregarse luego a las autoridades, fueron condenados a hacerse el seppuku. La rigurosidad de los fieles sirvientes, y sus conceptos de Gi (justicia) y Chu (lealtad), son hasta hoy, altamente valorados por los japoneses.

Esta leyenda sirvió al calificado director, John Frankenheimer, para recrear a un hombre de honor (exagente de la C.I.A.) que entra a hacer parte de un calificado grupo contratado por una guapa mujer para apoderarse de un maletín que contiene algo muy valioso de lo que nunca sabrán. La operación se hará sin preguntas y sin respuestas. Aquí, pues, otro ejemplo de lo que, en el cine de Alfred Hitchcock, se conocía como McGuffin.

El guion escrito por, J.D. Zeik y David Mamet (quien firmara como, Richard Weisz, por una disputa con los productores), está colmado de valiosos elementos sorpresa y la trama se va envolviendo como una telaraña donde pueden caer las más astutas moscas. El entramado, envolverá a Sam (Robert de Niro, en pleno virtuosismo), un estadounidense sagaz y recursivo que sabe moverse con suma propiedad por el cauce de los hechos; a Vincent (Jean Reno), el francés que sabe muy bien cómo es trabajar en equipo; a Deirdre (Natascha McElhone), la chica irlandesa con un objetivo que defenderá a todo riesgo… y entre otros, a Gregor (Stellan Skarsgård), el alemán que sirviera a la KGB, dispuesto a ser él, quien se salga con la suya.

Frankenheimer, vuelve a demostrar su maestría en el manejo del suspenso; las escenas de masas y las secuencias de acción son de la más alta creatividad y planeación; y la trama involucra organizaciones de diferente orden y origen. En cuanto a la relación que tienen los ronin con ésta historia, se aplica a los agentes secretos que, careciendo ahora de los jefes para quienes trabajaban, sin saberlo, están prestando sus servicios a gente con muy precisos intereses.

La efectiva banda sonora, incluye temas que siempre hemos disfrutado como: “Time to Say Goodbye”, interpretado por Andrea Bocelli y Sarah Brightman; “Rapsodia sobre un tema de Paganini” (S. Rajmáninov); y “La Bella Durmiente” de P.I. Tchaikovsky... y queda decir que, la escena de la persecución final, resulta tan espectacular que deja muy atrás a lo que ya habíamos visto en, “Bullit” (Peter Yates, 1968) y en, “The French Connection” (William Friedkin, 1971).

Al final, <<RONIN>>, deja ese gusto a cine magníficamente realizado… aunque hayan podido haber quedado sin respuesta una o dos preguntas.
Luis Guillermo Cardona
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5 de marzo de 2023
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Nos explican al comienzo que en el Japón medieval un rônin era un samurai que se había quedado sin su amo, por lo que debía vagar poniendo su espada al servicio de cualquier postor para sobrevivir.
Es lo que le sucede a una especie de equipo de "Misión imposible", formado de propio para recuperar un enigmático maletín que tienen unos y que quieren todos. Rusos incluidos.
Pronto se ponen al frente de estos rônin Sam (De Niro) y Vincent (Reno), que son los únicos que parecen dar la talla. Como comenta el primero de ellos, "O formas parte del problema o de la solución. Si no acabas formando parte del paisaje".
El resto es una cinta de acción continua con carreras inverosímiles de coches muy bien ejecutadas por las calles de París, Niza, Arlés y otras ciudades turísticas de Francia.
¿La trama? Oscura, bastante incomprensible. ¿El guion? Caótico y atropellado. ¿La realización? Imparable, frenética, subordinada por completo a la acción, con persecuciones y tiroteos continuos. ¿Los personajes? Fuera de Sam que es el único un poco bien trazado, el resto muy desdibujado.
Demasiados fuegos artificiales y demasiados coches rotos para no tomarse siquiera la molestia de decirnos qué contiene la maleta y porqué la buscan todos.
Hasta la alusión del título a rônins y samurais nos parece algo forzada, metida con calzador dentro de la trama.
Película que tiene su interés, siempre lo tiene encontrarte a De Niro, que gustará a los amantes del cine de acción. No tanto a los que buscan profundizar un poco en la trama.
Lafuente Estefanía
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14 de abril de 2023
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Se puede considerar un thriller de espías y, cómo tal, tiene cierto interés, pero nada más que "cierto". Mas en lo que sí tiene, un interés cierto, es en la acción, en las secuencias de acción, sobre todo, en dos persecuciones automovilísticas, verdaderamente impresionantes, verdaderamente trepidantes, rodadas al viejo modo, a la vieja usanza, al estilo de la vieja escuela (sin artificios digitales). Esa vieja escuela de especialistas, forjada en cintas cómo, "Bullit", pero, sobre todo, en la otra era dorada, además de los noventa, del cine de acción; los años setenta; donde Frankenheimer nos dio, algunas buenas muestras, de ello.

Un Ronin (de ahí el título de la película), era un samurái caído en desgracia, tras haber dejado de servir a un señor, perdiendo, por ello, el honor, convirtiéndose, a partir de entonces, en un mercenario que lucharía para la causa del mejor postor. Y, eso, son, Ronins de hoy en día, los personajes que se reunirán en un café parisino a punto de cerrar. Y una vez establecida la conexión, cada, hombre contratado, irá demostrando, según cada cual, tanto su falta cómo su alto grado de profesionalidad...

Pero volviendo al primer párrafo, si las secuencias de la persecución por las calles y carreteras de Niza son inenarrables, las que se desarrollan por las calles de París, por la "M-30" parisina, concretamente por el túnel donde se matase Diana de Gales, son, simplemente, de una espectacularidad indescriptible; hay que verla para creerlo... Así que, si todavía no lo han hecho, les recomiendo hacerlo…

Pero además, la acción, está respaldada, por las buenas actuaciones de su excelso elenco; del que, además de destacar al siempre contundente De Niro y al equilibrado Reno, no cabe olvidar a McElhone o Pryce, sin poder dejar de mencionar la intervención estelar del veterano actor francés, Michael Lonsdale (“Chacal”, 1973). Todos, en un largometraje que es, renacer, y "canto del cisne", para John Frankenheimer; un director que tuvo su mejor momento en la década de los sesenta y sus mejores películas en los años setenta -“Orgullo de estirpe” (1971) y “Domingo Negro” (1977), según mi opinión- pese a que, seguramente, su obra mejor considerada, sea, “El hombre de Alcatraz (1962). Y, estas Tres cintas, junto a ésta (“Ronin”), conforman, las cuatro esenciales, del realizador neoyorquino, también, según mi opinión.
Plácido Eldel Motocarro
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27 de febrero de 2024
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Antes de ver la película pensaba que la había visto anteriormente, pero nada más lejos de la realidad. Y no sé la razón por la cual he dejado pasar casi 26 años para ver ésta entretenida película de acción con un excelente reparto.

Juntar en la misma cinta a una estrella del momento como De Niro, a una de moda en ese momento como Jean Reno o a un archiconocido actor sueco como Stellan Skarsgard (cuyos hijos son muy conocidos en el mundo del cine) es ya motivo suficiente para acercarte a verlo.

La historia te engancha desde muy pronto, cosa que agradece el espectador, me encantan este tipo de películas donde se reúnen un grupo de desconocidos para llevar un plan en conjunto, porque todos desconfían de todos y la realización del trabajo se vuelve más complicado de lo que en un principio debería. Para colmo la información es muy limitada a la vez que la operación peligrosa.

Para las dos horas que dura la cinta, he disfrutado muchísimo de las localizaciones, la mayoría en la capital de Francia, París, incluso siendo un poco morbosos, un año después de la muerte en accidente de tráfico de la princesa Lady Di, se ruedan imágenes en el mismo lugar. También se rodó en Niza.

No soy un gran amante de las películas de Fast and the fury y la verdad es que echaba en falta este tipo de películas de acción con tantas persecuciones a coche, una auténtica maravilla en verdad. Con calles estrechas, choques continuos, gente que se cruza, circulación en sentido contrario. No me lo pasaba tan bien desde hace mucho tiempo.

La trama está muy bien desarrollada, aunque llega un momento en que la maleta cambia tanto de manos que te pierdes un poco, no sabes quien paga por ella, quien la quiere o quienes la buscan. Por lo demás funciona perfectamente.

Quizás no tendría que durar las dos horas y se podría haber contado todo en menor tiempo. Aún así, muy recomendable.
THE CROW
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