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Ida

Drama Polonia, 1960. Anna (Agata Trzebuchowska), una novicia huérfana que está a punto de hacerse monja, descubre que tiene un pariente vivo: una hermana de su madre que no quiso hacerse cargo de ella de niña. La madre superiora obliga a Anna a visitarla antes de tomar los hábitos. La tía, una juez desencantada y alcohólica, cuenta a su sobrina que su verdadero nombre es Ida Lebenstein, que es judía y que el trágico destino de su familia se ... [+]
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Críticas 163
Críticas ordenadas por utilidad
9 de septiembre de 2015
6 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hacia la mitad opté por ponerla a doble velocidad en las partes en las que no hay diálogo, simplemente por saber si la historia iba a algún sitio o no. Ojalá lo hubiera hecho desde el principio.
Los planos, y la fotografía en general, son excelentes para una exposición, pero en una película son un sopor intolerable.
roargh
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17 de noviembre de 2014
4 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Mi chica dice que pasar el resto de su vida con el saxofonista -en una época en que una tiene que aceptar una oferta de cualquier Grey de andar por casa como algo digno de considerar- tampoco era un calvario tan grande. Pero mi chica no cuenta como público objetivo porque no solo sabe quién es Coltrane sino que además le gusta. Desde esta perspectiva "terrenal" se corre el peligro de pensar que una propuesta como esta -cinematográficamente bellísima, radical, arriesgada (esos personajes cortados por el ombligo situados en una habitación de paredes altísimas que parece convertirse en el fondo de un pozo). a mitad de camino entre Dreyer y Kieslowski, o entre el cine franes de los sesenta y el japonés de los cincuenta, o entre "El silencio" y "Easy Rider", qué más da, pero sin deberle demasiado a nada ni nadie en particular- podría haberle entusiasmado (la propuesta, la película, digo) al mismísimo Rouco Varela, señor mío jesucristo, lo que tenemos que aguantar.
Yo es que ni siquiera veo el film como algo relacionado con la religión: Ida brilla inmensamente más hermosa con su melena pelirroja al viento -¡qué hermosura una pelirroja en blanco y negro!- que con esa amarga toca en el más triste estilo socialrealista, de eso no hay la más mínima duda, pero el ser humano es complejo y a veces expresa su complejidad.
Ida ha experimentado, tras una vida entera de encierro y autoanulación, la experiencia más dramática y desestabilizadora que se puede imaginar: descubrirse otra persona. Eso tiene por fuerza que transformarla. En ese estado de shock es imposible imaginar cuál puede ser su reacción. Por qué elige Pawlikowski, por ella, el regreso al convento. la opción menos comercial y más alejada del mundo de hoy, se me escapa y es algo que ni siquiera me detengo a considerar. El abanico de motivos es tan amplio que puede que lo haga para provocar o porque intente transmitir un mensaje a favor de la religión. Hasta él mismo podría ser cristiano y estar haciendo apología de su fe, o lo contrario, quién entiende a un polaco, Polansky se largo por una rendija cuando era un crío y todavía sigue corriendo.... Yo no soy religioso y eso no cambia en nada mi calificación, esta es una web sobre cine y de eso estamos hablando.
Y sobre el dichoso ritmo, para terminar: el film se hace tan escandalosamente lento que se acaba -como decía mi abuela- en un plisplás. Justo cuando empiezas a degustarla como la obra maestra que indudablemente es. Jodido Pawlilkowski.
emecege
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14 de enero de 2015
4 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
«— ¿A veces, tienes pensamientos impuros?
— Sí.
— ¿Sobre el amor carnal?
— No.
— Es una pena. Deberías probar... De otra forma, ¿qué clase de sacrificios son esos votos tuyos?».

Ida, una película destinada a revivir el gran cine polaco, el de la época de cineastas como Kieslowski. Hablamos, nada más y nada menos, del Gran Premio del Festival Internacional de Varsovia, Premio de la Crítica en el Festival de Toronto y Mejor película — entre muchas otros, como el Mejor guión o Mejor actriz para la interesantísima actriz polaca Agata Kulesza — en el Festival de Gijón. El director de ésta es Pawel Pawlikowski, un cineasta con una filmografía previa bastante inadvertida y alejada del relato fílmico que aquí nos atañe, lo cual es curioso, sobre todo porque su técnica se muestra increíblemente depurada, tanto en la narrativa como en los bellísimos planos en blanco y negro — desarrollados con ayuda de Lukasz Zal y Ryszard Lenczewski, encargados de la fotografía de la película, reconocidos como los autores de una de las mejores obras visuales de 2013-14 — que componen esta lúcida historia con reminiscencias claras al gran y característico cine europeo de antaño, a manos de autores como Ingmar Bergman (Suecia, El séptimo sello), Robert Bresson (Francia, Diario de un cura rural) o Carl Theodor Dreyer (Dinamarca, La pasión de Juana de Arco), reconocidos siempre por un estilo personal elevado a la enésima potencia y sus temas recurrentes, existencialistas o de cualquier índole religiosa — sobre todo Bergman y Dreyer, en este caso.

Ida es una de las obras más hipnóticas que he tenido el placer de disfrutar, de principio a fin. Que parte de su grandilocuencia se cimenta en su impresionante calidad visual es tan obvio como destacable. Pawlikowski utiliza, sabiamente, el formato de imagen 4:3 y no el ya clásico panorámico, tan común en nuestros tiempos. Normalmente, es precisamente este formato, el 4:3, el denostado por antiestético y anacrónico. Es, entonces, totalmente reseñable que se le dé uso en uno de los filmes más bellos de los últimos años, y lo es también que la grandísima calidad de sus planos generales — impresionantes — basen su razón de ser, precisamente, en este "anacrónico" formato. Imposible apartar la mirada, qué profundidad. Uno de los pocos reproches hacia la cinta es que no dilate más la duración de algunas tomas que piden a grito un desarrollo mayor. Es muy complicado no deleitarse con la sublime elegancia que supone escuchar composiciones de Coltrane, Mozart o J.S. Bach sobre esas mismas imágenes.

Ida es, a rasgos generales, la historia de Anna, o mejor dicho: Ida, una mujer dedicada enteramente a labores religiosas desde su nacimiento que, en cierto momento, por orden de una de sus superiores, debe dejar el nido por unos días para conocer sus raíces antes de emitir sus votos, y andar por su propio pie. Pero, lo cierto, es que bien avanzada la película nos damos cuenta de que Ida no es sino la observación de dos personajes muy distintos y muy parecidos al mismo tiempo, Anna y Wanda, quienes, en cierto punto, parten en un viaje hacia su propia identidad como persona, cada una a su manera. De repente, lo que podría parecer el típico retrato de mujer hastiada en un convento o lo que fuere — qué malos son los prejuicios — se convierte en una contemporánea road movie motorizada por el homenaje familiar por pura realización personal y el conocimiento acerca de sí mismas y las cargas personales del pasado, capaces de marcar y herir a una persona de por vida. Nos movemos, en este caso, mediante la carrocería de lujo que suponen las dos actrices principales: Agata Kulesza y la más inexperta y también genial Agata Trzebuchowska, ambas actrices de origen polaco.

No tiene sentido añadir mucho más. Una obra vital, de descubrimiento puro, estructurada de una forma fascinante en un guión increíblemente sólido que predispone todos los elementos básicos e idílicos para desarrollar a unos buenos personajes, llenos de porqués y preguntas sin resolver; dos personajes con similitudes, aunque con vidas totalmente opuestas, lo que hace, precisamente, que su relación sea tan peculiar e interesante. Fascinante y profundamente hipnótica, para perderse entre sus cortinas.

Publicada originalmente en: http://cuentosdelalunapalidadeagosto.blogspot.com.es/2015/01/ida-idem-2013-de-pawel-pawlikowski.html
Rdosdedos
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22 de mayo de 2017
4 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cine polaco de muchos quilates con una profundidad de personajes pocas veces vista y con infinitas dimensiones psicológicas e intrincados matices subyacentes que estallan en pantalla como una explosión de arte visual (que no colorista) pocas veces vista.

Afortunadamente, porque la película es lenta hasta decir 'tostón'. Ganó el oscar a la mejor película extranjera de 2014, el año de los coñazos ("Birdman" y "Boyhood" triunfaron), lo que me provoca sudores fríos pensando
en cómo serían las competidoras. Seré sincero y reconoceré que a partir del minuto quince me puse a hacer otras cosas mientras la película seguía y seguía, siempre en blanco y negro, siempre poniendo miradas a la galería, siempre con planos trascendentales, siempre con dos frases cada cinco minutos, siempre con esos estruendosos silencios recurso de los tristes para hacer sus ejercicios de estilo. Sin dudar de su calidad, sin dudar que se merezca todo lo que ha ganado, lo de León de Aranoa es cine de acción comparado con ésto.

¿Es injusto ponerle un 4 a una película que has visto a ratos? A lo mejor, pero más injusto es hace cine en blanco y negro en pleno siglo XXI. Usar blanco y negro hoy día es como el gotelé, que tapa muchas imperfecciones... aunque también hace chorrear en los gayumbos a la crítica. ¿Y qué decir de hacer una película casi muda? Claro, si no dices nada no te equivocas, ni hieres sensibilidades, y cada uno puede ver lo que quiere ver. En fin, veo mucho humo y me da la sensación de que debajo hay una moto estropeada que me quieren vender. Recomiendo verla en polaco original para paladear cada una de las escasas sílabas que escuchareis.

Sea como sea, ha nacido una estrella: Pawel Pawlikowski, carne de estrellato en Cannes, Berlín y Venecia. Pawel, tío, gente como tú no crece en los árboles, gracias a Dios.
OsitoF
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16 de abril de 2014
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
En esta película todo rezuma austeridad. Un guión sencillo, pero con aspectos interesantes, unos personajes contrarios, una ausencia de música, una escasez de diálogos, pero un gran poder de la imagen sustentado en una preciosa fotografía.
No se piense el espectador que va a ver una película aburrida, no lo es. Además, tiene una corta duración (80 minutos)
Ambas actrices lucen bien sus personajes y la dirección consigue encuadres interesantes.
El guión tiene la suficiente gracia como para sostener la historia y que la búsqueda de los personajes sea interesante y pueda llegar a sorprender. También los conflictos de los personajes acaban siendo interesantes.
Muy recomendable
Gerardo
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