Deadwood (Serie de TV)

Para mi es indiscutiblemente una de las mejores series de la historia, y gran parte de su grandeza radica en dos personajes inolvidables: Doc Cochran, interpretado por Brad Dourif, y Al Swearengen, interpretado por Ian McShane.

Es maravilloso ver a Cochran erigiéndose como un faro de humanidad en medio de la brutalidad y la corrupción, y a Swearengen como villano carismático y complejo que se gana cada escena en la que aparece. Ian McShane lo retrata de manera magistral, cautivándote con su presencia imponente y su entrega feroz al personaje. Al Swearengen es el malo astuto y manipulador, pero también muestra momentos de vulnerabilidad y humanidad sorprendentes. Su interacción con los demás personajes es eléctrica, convirtiéndolo en uno de los anti-héroes más memorables de la televisión.

"Deadwood" se destaca no solo por sus personajes icónicos, sino también por su guion muy ingenioso. El lenguaje utilizado en la serie, una mezcla única de la prosa del siglo XIX y un lenguaje soez y vulgar, aporta una autenticidad y una fuerza que engancha.

Pero lo que realmente hace que "Deadwood" sea una de las mejores series de la historia es su exploración profunda de la condición humana. A través de la violencia, la codicia y la decadencia, la serie examina temas como la moralidad, la redención y la supervivencia. Los personajes están imbuidos de una complejidad y una profundidad notables, y te sorprendes sintiendo un verdadero cariño por muchos de ellos.

Una de las mayores penas que rodea a "Deadwood" es el hecho de que la serie no pudo completar su historia en su totalidad. Desafortunadamente, fue cancelada después de su tercera temporada, dejándonos con un sabor agridulce y con muchas preguntas sin respuesta.

Afortunadamente, en 2019 hicieron una película llamada "Deadwood: La película" que buscó cerrar algunos de los cabos sueltos y brindar cierta resolución para nosotros, los fanáticos leales de la serie. Aunque la peli no tiene la calidad de la serie, intenta abordar todos los aspectos pendientes de la trama y honrar el legado de “Deadwood".

En resumen, "Deadwood" es una obra maestra televisiva que combina personajes inolvidables, un guión magistral, una ambientación auténtica y unas escenas inolvidables. Ya sólo por la escena final de la primera temporada, merece estar entre las mejores series de todos los tiempos.

Una serie increíble. Aunque no te guste el género: está superproducción acabará convenciéndote de lo contrario. Sus tramas, los personajes,los diálogos, todo ello destila aroma del mejor cine. La serie te sumerge totalmente en la época de la fiebre del oro, de la diplomacia marcada a ritmo de balas en la temida ciudad sin ley llamada "Deadwood". Cada capítulo es una clase magistral de historia: cómo se conforman las leyes, la división del poder, los límites fronterizos de cada estado...

¿Qué es lo que falla? Un final no final. Parece ser que por falta de presupuesto no se pudo acabar y realmente es una pena porque a lo largo de las tres temporadas se pone mucho empeño profesional de hacer una serie redonda. Tanto esfuerzo y al final te quedas con las ganas. No obstante, no desmerece para nada, es más, a pesar de esto, será recordada como una de las mejores series debido ,entre otras cosas, por el inolvidable: Al.

Deadwood debería poner al lado HBO marca garantizada, porque de nuevo se cumple en esta joya ya conclusa que se adentra con la misma hondura y precisión que sus compañeras The Wire y Los Soprano, pero en formato lejano oeste.

Aquí se mezcla realialidad y ficción en la construcción de este pueblo fronterizo y clandestino agraciado con la lotería del oro, que sorprendentemente no será el centro de las ambiciones que sí muestran los personajes, que derivan en amores, venganza y ansias de poder.

No hay una gran acción que seguir, sólo se pretende poner la cámara y reflejar con un estilo realista lo que ocurre en este pueblo. Presenta personalidades impactantes como la de Swearengen, el Soprano del pueblo; o Cy, su competidor; o Bullock, el hombre justo; o Alma Garret, la enamorada; o el mítico Wild Bill Hickock y la honestidad del profesional.

Deadwood es cruda (esto lo digo siempre con The Wire o Los Soprano, pero siempre se ajusta a la realidad), es áspera, posee escenas violentas, que no sangrientas, violentas psicológicamente, llegando al dramatismo. No encontramos acción al estilo Western, aquí no hay carros blindados, esto es sólo un relato pintoresco de un pueblo más.

Deadwood 1875. Un poblado minero, todavía fuera de la circunscripción de cualquier estado de la Unión, fundado por pioneros ávidos de oro y turbios hombres de negocios que viven de explotar las bajas pasiones de los primeros.
Una comunidad donde la única ley que existe es la palabra de Al Swearengen dueño del Saloon Gem.
Desde el balcón de su negocio, con una taza de café en la mano, Al contempla sus dominios y la gente que los puebla. Siempre planeando, siempre maquinando una nueva estrategia para ir un paso por delante de sus competidores.
Será tu proveedor de licor, drogas y mujeres si las puedes pagar, pero te clavará un cuchillo en las entrañas si te atreves a cuestionar su autoridad. Porque él es Deadwood y Deadwood es él.

Tras esta breve introducción en la que he dado rienda suelta a mi pasión por el extraordinario personaje de Al Swearengen, brillantemente interpretado por el gran Ian McShane, pasaré a describir brevemente las numerosas virtudes de esta serie, que cómo no, firma la HBO.

Todo en ella es destacable. Desde sus elaborados guiones hasta su sólido plantel de personajes (muchos de ellos extraídos de la Historia), pasando por una muy conseguida y eficaz ambientación, fidedigna al Deadwood real, que consigue transmite verdad en todo momento.

Tenía esta serie todos los ingredientes para alcanzar la gloria, pero un anti climático y abrupto final, además de algún personaje huérfano de propósito (Jane Canary AKA “Calamity Jane”) impidieron su consagración final.

Con todo, la serie es excelente y recompensa con creces al espectador que con buen criterio decide verla.
Puede decirse que una nueva estrella brilla en el firmamento del Western.

Espectacular serie del oeste. Con una historia creíble y sin enganches ridículos ni forzados, con unos personajes muy bien interpretados y con personalidades muy marcadas y realistas mostrando sus virtudes y sus miserias llegando a decir que todos son buenos y malos en ciertos grados, y también con una lucha por el poder encarnizada desde el principio, que solo la frena la voluntad de hombres buenos y de honor con ganas de vivir en paz en un sitio donde pueden prosperar y empezar de cero. Grandísimo el papel de Ian Mcshane, el único insustituible, personaje que desde el principio intenta mantener su posición tras la llegada de nuevos acontecimientos al pueblo. Y sobre todo, esta monumental serie muestra el poder del dinero y la lucha por hacerse con el antes de que sea demasiado tarde para poder luchar. Y además, demuestra que en un lugar sin ley escrita, reina la costumbre haciendo que la sociedad no pierda el rumbo, y que no se acentúen situaciones injustas, socialmente hablando. Lo único que le falta es la chispa final que enamore al espectador, y el final que es un poco mediocre y no estuvo a la altura de la serie.