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El discurso del Rey

Drama El duque de York se convirtió en rey de Inglaterra con el nombre de Jorge VI (1936-1952), tras la abdicación de su hermano mayor, Eduardo VIII. Su tartamudez, que constituía un gran inconveniente para el ejercicio de sus funciones, lo llevó a buscar la ayuda de Lionel Logue, un experto logopeda que intentó, empleando una serie de técnicas poco ortodoxas, eliminar este defecto en el habla del monarca. (FILMAFFINITY)
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Críticas 343
Críticas ordenadas por utilidad
28 de diciembre de 2010
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ante todo recomendaría ver esta película en versión original, ya que al ser un duelo entre dos estupendos actores, y con la novedad de interpretar Colin Firth a un tartamudo se hace imprescindible oír su voz para poder captar todo el valor de su actuación ante la cámara. La versión española (doblaje) es de gran calidad, muy especialmente la interpretación de Mario Gas doblando a Geoffrey Rush, pero no es suficiente en un film de estas características.
Producción netamente británica, nos sumerge en una forma de hacer cine ya casi olvidada con relación al cine actual, y que nos devuelve a épocas gloriosas del séptimo arte. Todo en la película es notable e incluso en algunas secuencias excelente. Si repaso el film a lo largo de todo su metraje me enorgullezco de haber ido al cine y ver este tipo de películas que me hacen volver a soñar con todo lo que encierra el buen CINE con mayúsculas y que por desgracia no vemos muy a menudo.
La música que sirve de fondo a toda esta producción y que corresponde, como no podía ser de otra manera, a compositores clásicos, da una ambientación muy adecuada a todo el film, y es otro valor añadido.
Opino personalmente, que lo único que sobra en este film, son algunos planos (pocos) rodados con objetivos super-gran angulares y que deforman las imágenes, especialmente en los laterales de las mismas.


José Antonio ZG
Jose Antonio ZG
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2 de enero de 2011
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
El Discurso del Rey es un filme que muestra un aspecto peculiar de la figura de un rey: tartamudea cuando se pone nervioso, cuando una situación le supera. Y, por desgracia para él, las situaciones le superan en muchas ocasiones. ¿Cómo un hombre tan excelentemente formado para tal puesto puede limitarle tantísimo la palabra? Tom Hooper sabe sacarle partido a este hecho, y lo hace de forma impecable. El cine consiste en arrancar miradas, para luego devolverlas, y en este viaje, más bien odisea, muchos directores y guiones se pierden por el camino. Esto no ocurre en El Discurso del Rey. Los 118 minutos de metraje son ágiles, donde el lenguaje cinematográfico se convierte en una de las grandes virtudes del filme. Los actores están perfectos, sobrios, destacando a Colin Firth (Duque de York y Jorge VI) y sobre todo Geoffrey Rush (Lionel Logue, el terapeuta de problemas del habla o el Dr. que no es Dr.). El metraje destila veracidad, es decir, destila realidad y verdad, consigue atrapar al espectador de una forma casi inesperada. La empatía del espectador y el Duque de York, por otra parte, se hace imprescindible. Esto es, la mirada del espectador sufre, se agobia, ríe y se congracia con un hombre cuyo destino ha querido que sea rey, pero que no deja de ser un hombre. Esas contradicciones entre el envoltorio que persigue a la vida de un miembro de la realeza y él mismo como persona, igual que cualquier otro de su especie, se observan en la película de forma cristalina. Por último, solo nombrar por encima que las escenas interiores en la abadía de Westminster, algunos planos picados y algún excepcional travelling reafirman la calidad fílmica a todos los niveles de esta película. Cuando la ficción te atrapa y consigue que lo que se mira sea verdad, cuando la ficción se convierte en realidad, una realidad que se esfuma en el momento en que la pantalla funde a negro, se hace el milagro. Es el gran milagro del cine, y en el Discurso del Rey se produce tal hecho.
Patrick
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4 de enero de 2011
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Antes de nada recomendar su visionado, estoy segura de que no os arrepentiréis.

"El discruso del rey" al ser una película de género histórico apunta a ser seria o aburrida para los que odian este tipo de cine, pero cuando la ves, la disfrutas de una manera que no te da tiempo ni a sacarle defectos. Una película digna para estar nominada a los Globos de oro y que esperemos que tenga su hueco en los Óscars, envuelta en una fotografía maravillosa que te centra perfectamente en la época de los sucesos, un guión brillante, un ritmo envidiable y sobre todo un humor asombroso.

No ha habido conversación de Firth y Rush en la que no haya sonreído, el guión es tremendo, sin ninguna duda es lo que más destacaría de esta película. Los personajes se dejan querer y llegan al espéctador de manera abrumadora, un Colin Firth que roza la perfección con su tartamudez y su desesperación al querer expresarse y no poder, un Geoffrey Rush colosal (mi personaje favorito) muy divertido que borda cada una de las conversaciones y sensaciones y por supuesto una Helena Bonham Carter más que acertada y correcta, no es que disponga de un papel con el que se pueda lucir pero podemos verla muy bien caracterizada (parece 15 años mayor que en su personaje de Bellatrix en Harry Potter) y su interpretación es más que creíble.

La dirección es muy buena, clásica pero en algunos momentos moderna, sorprende con ciertos planos para nada esperados, como la manera de enfocar los ejercicios que Lionel Logue le realiza al rey Jorge cuando aún no es rey (Bertie) para superar su tartamudez, escenas muy bien enfocadas y muy divertidas y dinámicas.

La historía se resume basicamente en el comienzo del reinado indeseado del rey Jorge VI del Reino Unido (Colin Firth), tras la muerte de su padre, su hermano mayor Eduardo VIII es nombrado rey, Bertie ya fue avisado por su padre antes de morir de que su hermano echaría todo a perder, no tenía coraje y desconocía completamente el concepto de responsabilidad, ya anteriormente había creado una mala imágen para la familia pero cuando decide casarse con su pareja, una mujer divorciada en dos ocasiones, se desata el caos, "la iglesia no permite a un rey casarse con una mujer divorciada, tú eres el dueño de la iglesia", así que el rey Eduardo VIII firma su abdicación y Bertie se proclama obligadamente rey Jorge VI.


(ABAJO- SIN SPOILER- POR ESPACIO)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Ali
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4 de febrero de 2011
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
He de confesar que las películas históricas no son mi fuerte pero en esta ocasión “El discurso del rey” me ha encantado.

Estamos ante un ejemplo plausible de cómo se puede realizar gran cine, introducirte en una película y disfrutar, sin necesidad de sorprendentes guiones, velocidad, efectos especiales ni acción introducida con calzador.

Desde el comienzo la música y la ambientación ya realizan un gran trabajo que es del agrado del espectador (a destacar una pieza a piano que suena en varios momentos, aún tintinea en mis oídos). El lenguaje visual gana con fuerza al oral (en la vida real el visual no tartamudea) y con él, ya tenemos suficientes argumentos para entender y recrearte durante 2 horas de cine excelente.

El valor de la versión original, de los tartamudeos de Firth no tiene precio y es absolutamente necesario visionarla en dicho idioma original, me da miedo pensar cuál será el resultado de la película doblada.

El director Tom Hooper es el culpable de todo lo explicado (junto a unas excelentes interpretaciones que después comentaré) realizando un trabajo superior y anexionando imágenes, sonido, interpretaciones, etc, con gran maestría. De nota el plano con el que comienza la película y que en una escena final (el discurso) se repite, enfrentando la cámara al micrófono, como se tiene que enfrentar el pobre Albert pero desde el otro extremo.

Es curioso y divertido observar grandes pinceladas de humor y de ironía que se reflejan en varias ocasiones (a recalcar la imagen de Churchill) y destacable la crítica que se realiza de forma sutil a la fuerza y manipulación que realizaba la iglesia (por medio del arzobispo) indicándonos el poder de ésta a lo largo de la historia.

En cuanto a el trabajo realizado por los actores poco (o muchísimo) se puede decir, simplemente que están extraordinarios. A destacar Geoffrey Rush por su sobriedad y saber estar. Como no, Colin Firth ante un papel complicadísimo y con el que seguro que se tuvo que enfrentar para conseguir un tartamudeo tan veraz como el que realiza. Y Helena Bonham Carter realizando un gran trabajo también, pero un escalón por debajo de sus compañeros

Únicamente reseñar como algo negativo la imagen que se intenta mostrar de la casa real británica, dándonos a entender que son tan sensibles y humanos como nosotros o incluso más. Es tan grande la fuerza de la película que durante lo que duró me lo creí, observando a una Isabel II de niña, dulce y risueña y la madre de está (la abuela que todos hemos visto en las noticias y relacionado con el Gin) con una fuerza, entrega y dedicación entrañable.

Como ultimo apunte indicar como el tabaco está presente en multitud de secuencias en la boca de Albert, cosa real y que llevó a este a fallecer a una temprana edad a causa de un cáncer de pulmón.
WATUSI
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5 de marzo de 2011
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
El título de mi crítica es irónico, pero es el sentimiento que más de un británico ha tenido al ver esta película. Es una gran película sin caer en pretensiones políticas, sólo explicar el problema de Jorge VI que quiere ser el rey de todos los británicos pero no se ve capaz ya que su problema de tartamudeo le impide dar discursos y le crea una gran inseguridad. Aunque, como he dicho, el filme no trata de hablar de política, es imposible retratar la vida de un rey adentrado en la segunda guerra mundial y no hablar de ese aspecto (aunque el papel de este se reduzca a dar discursos a la nación) pero nunca cuestionando sus funciones.

Los principales actores de la obra son magníficos. Colin Firth retrata el papel del rey con gran acierto y solemnidad, y muestra la gran personalidad del que fue rey de Gran Bretaña. Además de la complejidad de su papel, fingir ser tartamudo tiene su dificultad. Su leal compañero australiano, Lionel, es un gran secundario, con una personalidad muy definida y también fuerte, que sin perder el respeto, no tiene ningún miedo de estar enfrente del rey Jorge VI, con el que tiene más de una discusión.

El estilo, sin duda, es magnífico una mezcla de estilos entre la serenidad y elegancia inglesa con el estilo dramático y emotivo hollywodiense. Esta mezcla a partes iguales crea una atmosfera perfecta para explicar esta historia de superación personal. Además no decae nunca en un falso melodrama y mantiene el listón alto durante toda la película, incluso aumentando la intensidad según transcurren los minutos hasta que al final de la obra se para el tiempo y a uno se le encoje el corazón.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Shepard
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