Un hombre lobo americano en Londres

La etiqueta de este filme ya es célebre: película de culto. En su momento no habrá tenido la acogida que hoy en día puede tener entre todos sus adeptos, quienes la admiramos y la vemos de vez en cuando con cierta veneración. La historia de amor del hombre lobo con su enfermera es una de esas que nos hace quedarnos frente a la tele una y otra vez. ¿Alguna vez nos cansaremos de ella? Ojalá que no.
Y hay muchas razones para que se siga observando con deleite: la pareja protagonista, Naughton y Agutter, llevan una historia de amor irreverente; los zombis que van apareciendo a medida que transcurre la historia también logran darle un aire cómico a la vivencia del hombre lobo y su reconocimiento como un ser maldito; además, el trabajo de John Landis y el equipo del maestro Rick Baker en el diseño del maquillaje llevó a otro plano la relación del arte con el cine de terror. ¡Geniales!

Que un director avezado en la comedia como John Landis -habitual commandant en los filmes de Dan Aykroyd, Chevy Chase o Eddie Murphy- sea el responsable de una película de culto del cine de terror no debe sorprendernos del todo si revisamos una filmografía en donde recordamos que este señor fue el artífice del videoclip de "Thriller" de Michael Jackson, además de otros títulos como "En los límites de la realidad", "Sangre fresca" o su debut "El monstruo de las bananas" donde el propio Landis se disfrazaba de gorila para aterrorizar al vecindario (!).

Es este "Un hombre lobo americano en Londres" Landis combina la comedia adolescente con el terror licántropo con resultado estimulante, con un inicio prometedor, un desarrollo interesante y un final más que digno, en el que destacan los efectos especiales de Rick Baker, maestro del género, que se luce una de las escenas de metamorfosis más impactantes de la época (recordemos, años 80). Que encima asuste y nos haga reir casi 40 años después no hace más que revalidar su mérito.

Con permiso de Aullidos, esta película fue la impulsora del regreso de los licántropos. Con un tono oscuro y tétrico se consigue mezclar el terror con un tono de comedia lo suficientemente  justo como para que esa mezcla resulte interesante.

La transformación de un hombre lobo debe ser por decreto ley como la plasman en este film, con paciencia y viendo todas las fases hasta llegar al clímax final, y no de un solo salto en el aire como nos pintan en ese pastelon denominado Crepúsculo.

El maquillaje está muy bien logrado y gracias a ese trabajo se creó ese año el Óscar al Mejor Maquillaje, la ambientación de misterio es fenomenal y por lo que es recordado este film es sobretodo por su brutalidad sin limites colocando el listón de los hombres lobo bien alto.

Una historia de amor imposible, los fantásticos efectos de ese monstruo de la caracterización llamado Rick Baker que le valieron, además, su primer Óscar y la famosa 'Blue Moon', versionada en la voz de Bobby Vinton, sonando como entrante. Cosas de las que cualquiera daría fe en el recuerdo.
Cierto es que la transformación en licántropo sea lo que más perdure en la memoria colectiva, pequeño hito de los efectos hechos como artesano ampliamente superados ya gracias a la tecnología, y convertida para ella en una cuestión simple y casi exclusiva como una maldición lugareña, transmitida como testigo de incauto en incauto por las verdes y solitarias praderas de la campiña inglesa. Algo adjunto en forma de legado de cualquier maldición sobrevenida, base principal, pero no única.
No podría considerarse si quiera una versión libre de la original historia de 'El hombre lobo', aunque, por supuesto, se reserva muchos paralelismos. Al drama de terror original hay que sumarle un factor nuevo introducido por Landis, la comedia, un poco camuflada bajo la tragedia endulzando el conjunto con alguna que otra escena en particular.
Siendo un poco pragmático, la relación de amor entre David y Alex puede verse un poco forzada en el ritmo, hasta sobredimensionada en su conclusión, algo que no es obstáculo para sentir empatía con sus evidentes flirteos ni con su pasión, el juego que no deja de ser la verdadera fatalidad que subyace.

Siempre es bonito cada cierto tiempo dejarse atrapar por la influencia de su luna llena.

“Un hombre lobo americano en Londres”, extrañamente traducción casi literal del título original en inglés, ya sabemos lo dados que son los productores en ser “originales” cuando se trata de titular las cintas en español. En su encabezamiento ya nos dice mucho; nos dice que es una comedia y a la vez una película de hombres lobos y por lo tanto de terror.

Su inicio es trepidante, sumiéndonos en un torbellino que nos introduce en el terror más absoluto. Posteriormente nos encontramos con dos historias paralelas, con algún buen susto entre medias, entre la investigación que inicia un medico (John Woodvine), y la atracción entre el protagonista (David Naughton) y su bella enfermera (Jenny Agutter); y todo bien aderezado de un buen sentido del humor. Así llegamos a la escena cumbre, pero eso merece un capítulo aparte, así el relato vuelve a ser de terror sin abandonar en ningún momento la intención de arrancarnos una sonrisa, y alguna carcajada.

Aunque esta obra es una muestra más del talento del aún entonces joven Landis; su mayor merito radica en sus efectos especiales de los que es culpable, Rick Baker.

Aquí, sin duda, se filmó la mejor conversión a hombre lobo de La Historia cinematográfica; en una larga escena tomada fotograma a fotograma con el más maravilloso entretejido conformado por un montaje soberbio y un maquillaje casi imposible; en una edad en la que los ordenadores daban los primeros pasos hacia su neolítico. A veces me pregunto si no contratarían a un licántropo autentico; algún hijo de la noche solitario, y que se ocultó de nuevo en las sombras para no volver jamás a la interpretación.

Seguramente no es la mejor cinta de terror de La Historia. Seguramente no pasará a La Historia por sus interpretaciones, pese a Jenny Agutter; esa esplendida actriz británica. Seguramente no se recordara por un guión fastuoso. Pero siempre será la película que nos mostró el verdadero sufrimiento del hombre lobo.

Junto a los ya referidos, el reparto lo completa el buen secundario, Griffin Dunne; conocido por sus trabajos con Madonna, o por la película de culto, “¡Jo que noche!”