Luna de Avellaneda

No se puede negar que la película llega al corazón, en cierto modo, es entrañable, emotiva, sencilla, pero por mucho que tenga todo eso le falta algo, le falta mucha chispa y más de lo que comenté anteriormente, es muy floja en mi opinión, demasiado insulsa.

Los personajes es lo que realmente valen, los que pueden llegar a conseguir que la película no pase desapercibida y que la gente consiga despertar cierta curiosidad y decidirse a verla, como Ricardo Darín, por supuesto, uno de los grandes Dioses en mi opinión de la comedia o el drama argentino, y Eduardo Blanco, ¡Cómo no! gran actor donde los haya porque sabes que nunca te va a fallar y que salga él te da cierta confianza al igual que Valeria Bertuccelli.

Por eso mismo aposté yo por esta película, por sus personajes, por que sabía que aún así de alguna manera no me iba a decepcionar, aunque al final haya resultado ser un auténtico dramón de sobremesa y que llegas a pensar que los actores se han subestimado, pero no por ello dejo de recomendarla. Allá cada uno con su decisión.

Los primeros 100 minutos de la cinta me resultaron algo mediocres, pese a las buenas actuaciones, pero los últimos 30 minutos fueron muy buenos, muy de debate entre la razón y el corazón, entre lo individual y lo compartido, y depués de las letras de los primeros nombres que indican el final de la película, quédense que aún nos ofrecerán una última escena bastante buena.

Pero sopesando el conjunto de todos los minutos me queda un cuatro alto, rozando el cinco.

Al club de un barrio lo quieren demoler para construir un casino, el protagonista quiere salvar ese club por todos los recuerdos y vivencias que este encierra, a su vez tienen una crisis matrimonial, vive un pequeño affair, y poco más.

Luna de Avellaneda sigue con bastantes similitudes el camino de El hijo de la novia, pero con el tenue cambio de que en esta película el protagonista en vez de emigrar, quiere afianzarse en su barrio e impedir que demuelan el club, la forma en la que esta llevado es el típico estilo Campanela, personajes perdedores, que en apariencia son anti-héroes sin serlo ya que les sobra dulzura, y los defectos de sus antagonistas es ser antipáticos y ambiciosos, como si en los barrios la mayor maldad que se puede encontrar fuera.

Será cuestión de perspectivas, pero a mí me pareció una película terriblemente cursi, manipuladora, y artificial, repleta de sentimentalismo barato, que mientras más avanza más pudre.
Igual hay que reconocerle que es un film bien estructurado, mezcla de comedia y drama, buenas actuaciones, por lo que se entiende que a la mayoría les resulte una gran película.

La película es interesante pero tampoco como para tirar cohetes.
Los diálogos son irregulares: frases afinadas y algunas divertidas, pero también con tópicos manidos y vulgaridades poco ocurrentes. Además algunas de ellas se pierden por ininteligibles (algo común en las películas con vocalización cerrada argentina en las cuáles hay que estar con el oído fino y en continuo estado de atención)
La trama es lo de menos, pues aparte de ser una historia muchas veces contada realmente lo que uno esperaba ver en esta película era ingenio y finura en su desarrollo y sinceramente no lo he encontrado del todo.
Se deja ver.

No sé mucho qué decir de esta película. Confunde, es interesante por sus diálogos.
Se puede sacar a flote muchas cosas de esta obra, pero que al verlas quizás se confundan con la pequeñez de la historia.
Es un trabajo que trabaja en el subconsciente del espectador, ¿se entiende?.

Queda impresa la firma de Campanella por doquier.