Mad Men (Serie de TV)

"Mad men" no sólo se ambienta en los años sesenta, sino que los calca hasta el más mínimo detalle Vestuario, decorados, pero también el espíritu de aquellos años. y eso es lo que la hace diferente, porque ninguna serie, y poquísimas películas han logrado eso. El machismo, el racismo, la ambición capitalista de los sesenta están perfectamente retratados.
Muchas series han intentado seguir sus pasos y espírito, series como por ejemplo "Masters of sex" "Manhattan" o "The americans" pero ninguna ha podido alcanzar el nivel de perfección recreando tiempos pasados como "Mad men" Quizá, quizá en la actualidad "The Knick" sea quien más cerca esté de lograr eso.
Además en "Mad men" el guión es inteligente y coherente, atrapando la atención del espectador con un humor sofisticado y unas actuaciones de lujo. No necesita pegar tiros, mostrar desnudos, o efectos especiales impactantes para atraparte.
Entre las pocas pegas que se le pueden poner, es tener una duración excesiva, la serie tiene pequeños altibajos, momentos, como los primeros capítulos de la sexta temporada, donde te das cuenta que los productores está estirando el chicle, eso quizá la prive de alcanzar el diez.
Mención especial a las interpretaciones. Jon Hamm, ese Donald Draper que todos recordaremos aunque hayan pasado 40 años. o Elisabeth Moss (El personaje que mejor evoluciona) John Slatery, ese cínico vividor que era Sterling y al que todos quisiéramos parecernos de viejos. Incluso la Hija de Don, Kiernan Shipka está fantástica y es de los pocos casos que una actriz elegida para interpretar a un menor en una serie, no desentona y logra protagonismo con el paso de los capítulos, en una serie tan prestigiosa.
Absolutamente recomendable si aún no la has visto.Eso sí, no es una serie para ver en plan maratón, sino poco a poco y en dosis justas.

He leído por aquí muy buenas críticas, pero me está faltando la visión del aspecto global de la serie y, tal vez me equivoque, pero creo que esta obra artística, tiene tanto en la producción, como en la dirección, un notable trabajo sobre los detalles, buscando plasmar una pintura de época; y es allí donde puedo disentir, porque no se trata de juzgar en esta instancia, a una sociedad de la creativa década de los ´60s (según algunos la última era creativa...).

Lo cierto es que la pintura ha resultado realmente hermosa, tan ajustada a la esencia sesentista que, muchos amigos disparan contra las conductas de los personajes: machismo, tabaquismo, exitismo, etc. Es verdad, todo ello estaba presente entonces y, especialmente el modelo del "self made man" americano, tan bien encarnado por el protagonista que, en función de esa ideología, ha cortado cruelmente con todos los lazos de un pasado "comprometedor" (v.g.: el alejamiento del hermano) en pos del sacerdocio que ha hecho de su vida -vacía, hueca, hipócrita- que responde en definitiva a un modelo consumista que aún no nos ha abandonado, por el contrario parece haberse instalado como un cáncer en la sociedad actual.

Sin hacer más juicios de valor, la serie en si, tiene el esfuerzo innegable de un retrato de época impecable que, a muchos espectadores llena de nostalgia y a otros les resulta tan extraño. Debemos agradecer que, de tanto en tanto, surjan productos con tanta personalidad, más allá de que merezcan una nota alta o baja, pienso que su mérito consiste en que, inevitablemente nos hacen reflexionar (algo tan escaso hoy en día). Gracias.

Mad Men, serie ambientada en los Estados Unidos de los sesenta, nos presenta a Donald Draper (colosal Jon Hamm), un exitoso publicista hecho a sí mismo cuya vida gira en torno a Sterling Cooper, la agencia para la que trabaja como jefe creativo. En su día a día le acompañan Roger Sterling (papel que borda John Slattery), mejor amigo de Drapper, un personaje ingenioso, mujeriego y socarrón que comparte la propiedad de la agencia junto con Bertram Cooper (Robert Morse), un publicista de la vieja escuela, un tanto excéntrico, que sirve como contrapunto necesario de Sterling. El resto de los trabajadores van desde una sufridora y talentosa Peggy Olson (extraordinaria Elisabeth Moss en cada una de las siete temporadas) a Peter Campbell (Vincent Kartheiser), un personaje que comenzará siendo rival de Draper para, poco a poco, encontrar su propio espacio en la agencia. Por último, Joan Holloway (Christina Hendricks) es una mujer hecha a sí misma, un personaje sobre el que giran todas las pinceladas referentes al sexismo de la época y que buscará su sitio dentro de la agencia y del mundo de la publicidad.

Con una factura técnica y una fotografía impecables, Mad Men se ha ganado un sitio entre las grades series contemporáneas a través de un protagonista icónico, unos secundarios de lujo y unos guiones medidos al milímetro que te envuelven de principio a fin. Sin apenas altibajos (quizás la sexta temporada sea la única que se resiente levemente respecto al resto), esta serie no defraudará a los seriófilos más exigentes.

Esta es, en mi opinión, la mejor serie de la historia de la televisión. ¿De qué trata?: Matthew Weiner (cuyo trabajo fue visto anteriormente en "Los Soprano"), nos lleva a los años sesenta, a las agencias de publicidad de Madison Avenue, y nos introduce en un ambiente que atrapa desde el primer momento, un ambiente cargado de erotismo, ambición, perdición, e incluso algo de redención, en el que se respiran los olores del alcohol y los cigarrillos.
Nos encontramos con uno de los mejores personajes que ha dado la televisión en años, Don Draper, brillantemente interpretado por Jon Hamm, que ya desde el primer capítulo de la serie nos indica la temática de sus andanzas: tanto él como sus compañeros son expertos vendedores de "felicidad" en una sociedad cegada por el consumo que busca en la adquisición de bienes aquello que le falta; pero son precisamente Don Draper y compañía los que no logran encontrar la felicidad, por mucho que la busquen.
A lo largo de siete brillantes temporadas de guión inteligente y sucinto, veremos cómo este atajo de perdedores triunfadores construye castillos de naipes mediante relaciones, fugas, u oportunidades laborales, que acaban irremediablemente viniéndoseles abajo, porque el auténtico problema que tienen, como muy duramente acabarán descubriendo, es que no saben qué es lo que quieren, o mejor dicho: qué es lo que les falta.
El magnífico guión de Weiner nos conducirá por conversaciones que parecen versar sobre banalidades cuando en realidad esconden la fragmentación de la identidad de quienes las sostienen; tal vez por esto muchos lleguen a pensar que en esta serie "no pasa nada", y es que es un error fácil de cometer para el espectador despistado o superficial, que no vea en la sucesión de acontecimientos un retrato atemporal del ser humano perdido en una existencia que no comprende, que le ha venido dada, y por la que, al igual que en la secuencia de los créditos iniciales, cae sin ver un final. Por esto, es necesario prestar atención a lo que hay bajo el agua, y no sólo a la parte del iceberg que vemos en la superficie.
En cuanto a las interpretaciones, poco que decir aparte de resaltar lo injustos que han sido los premios con ellas, pues si bien Jon Hamm ha logrado el Emmy y el Globo de Oro al mejor actor en drama, han pasado sin el debido reconocimiento las interpretaciones de Elisabeth Moss, Christina Hendricks, John Slattery, e incluso el pequeño vejete de Robert Morse; por fortuna, esto "se compensa", con múltiples nominaciones y victorias en otras categorías, entre las que se encuentran cuatro premios Emmy a la mejor serie dramática.
La dirección, aunque de esta área tengo bastante menos idea, resulta inteligente, dinámica y profunda a la hora de plasmar momentos, expresiones, miradas, y decisiones sin que tenga que pronunciarse una palabra; de nuevo, mis congratulaciones a Weiner.
Dicho esto, recomendar encarecidamente el visionado de esta maravilla, e instar a hacerlo con la cabeza despejada, o nos perderemos detalles; yo he de volver a verla, porque estoy seguro de haberme perdido mucho.
P.D: en el capítulo uno de la sexta temporada ya queda de manifiesto el objetivo de la serie mediante una cita del "Infierno" de Dante: "a mitad del camino de la vida, en una selva oscura me encontraba, porque mi ruta había extraviado".

Aparte de lo que ya han dicho todos y con razón sobre vestuario, fotografía, reparto, etc , solo decir que parece un poco superficial al principio, (supongo que intencionadamente), pero poco a poco descubres que conoces tanto a cada personaje que acaban pareciéndote reales. Es la única serie en la que he llorado por algo que le pasa a un personaje que me encantaba y al que le había cogido cariño de verdad. Al final trata temas muy serios pero con humor y belleza. Cuando termina, sientes que te falta algo...
Una maravilla.
El "casi" es por Jhon Hamm, que aunque está más bueno que un "hamm-on" de jabugo, tiene más o menos 3 caras diferentes que va alternando según lo que requiere la escena. Concretamente me cansaba su cara de hámster enfadado.