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A pleno sol

Intriga. Thriller Tom Ripley, un cazafortunas, es enviado a Europa por el señor Greenleaf para buscar a su hijo Philip, un playboy mimado, y llevarlo de vuelta a los Estados Unidos. A cambio recibirá 5000 dólares. Philip engaña a Tom fingiendo que está decidido a volver, pero no tiene ninguna intención de dejar a su prometida ni de cumplir los deseos de su padre. (FILMAFFINITY)
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Críticas 33
Críticas ordenadas por utilidad
18 de marzo de 2009
111 de 120 usuarios han encontrado esta crítica útil
De las manos magistrales de René Clément "A pleno sol", llegó a convertirse en un clásico del cine noir europeo, ésta versión de una de las novelas más celebradas de la norteamericana Patricia Highsmith, un modelo seguido e imitado por muchos, pero ninguno de ellos lo ha conseguido plasmar en la pantalla, tan magníficamente como Clément, que pocos años después consiguió el Oscar de la Academia por la película “Juegos prohibidos".

La versión de Patricia Highsmith, se convirtió en manos de Clément, en un film luminosamente siniestro, con un memorable trabajo de sus principales actores, empezando por un estupendo Maurice Ronet (En el papel del playboy Philippe Greenleaf, perfecto), y un poco por encima un Alain Delon, en estado de gracia (que realiza a la perfección el papel de Tom Ripley), un siniestro personaje, con una gran capacidad calculadora, maquiavélico, y que al verse despreciado una y otra vez, no dudará ni un instante en llevar a cabo su plan. “A pleno sol”, tiene además en el reparto a la hermosa Marie Laforet, una cantante de la que nunca se supo con claridad si lo es mejor que actriz.

“A pleno sol”, es sin duda un argumento apasionante, que René Climent sabe llevar a la pantalla con frialdad y distancia, sin efectismo baratos y practicando un psicologismo basado en el análisis de los pequeños detalles. Una más que recomendable película que en su día demostró que Europa, podía arrebatar a Estados Unidos, la hegemonía del género negro, es una lastima, que hoy en día dicha película no sea más revisada.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Vfoul
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26 de octubre de 2007
83 de 94 usuarios han encontrado esta crítica útil
Muy buena película, con mucha luz que no deja en mal lugar el título original de la obra; pero aún más que luz tiene una magnífica historia de suspense continuado que se ve casi sin parpadear.

Este filme de René Clément, europeo, de coste medio; con una variedad de escenarios, interiores y exteriores, efectivos y de excente calidad; con un desarrollo muy bien explicado al espectador de manera que el guión se le haga fácil de asimilar, etc.; resulta notoria y magistralmente mejor, con mucha diferencia que el remake dirigido por Anthony Minghella (USA 1999) «El talento de Mr. Ripley».

Si comparamos a Alain Delon con Matt Damon, en la interpretación del personaje Mr. Ripley, es comprensible que el buen hacer del primero cale más en los observadores hasta tal punto que se sintamos deseo de que se salga con la suya. Algo que no transmite Matt Damon. Por otra parte, las secuencia que transcurren sobre el velero en alta mar, navegando tres personajes y luego dos, son mucho más atrayentes, marinas, lúcidas y mejor logradas en el filme de René Clément que en el de Anthony Minghella treinta y tres años más tarde.

En definitiva una muy buena película de crimen calculado o criminal calculador, ocultamiento y trama de suspense, muy superior en estética, arte, iluminación y narración entendible a su remake estadounidense de 1999, que no por ser más costoso, con más medios y mayor despliegue de técnicas, supera como producto cinematográfico al realizado por René Clément en 1960.

Fej Delvahe
Fej Delvahe
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5 de enero de 2008
65 de 84 usuarios han encontrado esta crítica útil
No está mal. Nada mal. Podría incluso pugnar por codearse entre las obras menores de Hitchcock. Como sparring, por supuesto. No quisiera parecer cínico. Esta es mi sincera y humilde apreciación personal.

El thriller de Clément adapta con esmero y corrección la novela de Patricia Highsmith “El talento de Mr. Ripley”, condición que le garantiza, de salida, un 50% de posibilidades de éxito. Sin embargo, todos sabemos perfectamente que no siempre una buena historia, un buen guión, equivale a una excelente película y voilà!... hete aquí la prueba.

Vamos a ver. “A pleno sol” es ágil, entretenida, interesante. Alain Delon (Tom) siempre constituye un reclamo atractivo y, desde esa perspectiva, Maurice Ronet (Philippe) y Marie Laforêt (Marge) completan una agraciada terna protagonista. Paisajísticamente muchos de los planos de la peli podrían componer un magnífico documental sobre pintorescos pueblecillos pesqueros del Mediterráneo. Por otro lado, Clément recrea convincentemente la desidia, la frivolidad, el hedonismo y el materialismo de la clase adinerada, sociedad en la que desea ingresar perentoriamente el maquiavélico Tom Ripley, nuestro particular ’pijoaparte’. Y por lo que al género respecta, la peli cuenta con un par de secuencias de suspense muy bien trenzadas. La acontecida en el velero de Philippe es buena, pero la que transcurre en el apartamento alquilado por Tom (en su papel de impostor) es casi -digo casi- hitchcockiana.

Lamentablemente, “A pleno sol” carece de la tirantez de los buenos thrillers y su triángulo protagonista roza en ocasiones la caricatura. Tom, el candidato predecesor a chico Martini, apuntaba buenas maneras, pero aún le faltaban tablas. Aún así, un siete.
Taylor
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1 de febrero de 2009
36 de 39 usuarios han encontrado esta crítica útil
En 1960, año de producción de Psicosis, llegaría esta coproducción franco-italiana, adaptación de la novela El talento de Mr. Ripley, de Patricia Highsmith, que serviría para ensalzar definitivamente a Alain Delon como oscuro galán. Con todo, es curioso señalar que el inteligente y amoral personaje de la escritora es encarnado a la manera de un atractivo bon vivant, con lo que esta cinta añade ciertos matices de cosecha propia al personaje literario.
El film logra un habilidoso equilibrio entre el apego al código del género negro y la tradición cinematográfica europea; esto es, con una personalísima partitura de Nino Rotta, el cineasta René Clement plantea la historia de un asesinato (cierto es que se comete otro más, pero de forma accesoria) haciendo que, al igual que en los grandes clásicos de Fritz Lang, el peso recaiga en las causas y consecuencias del acto sádico, y adentrándose en complejos juegos de identidad entre personajes en los que cada matiz añade una nueva posibilidad de cara a la interpretación, pero si algo destaca en A pleno sol es un continuo juego alegórico en el que la conjunción de los escenarios (la rancia aristocracia) con los entornos naturales (el mar) y el ascenso de la locura entre los personajes se hace absoluta.
Frente a la opulencia de los decorados habituales en el cine negro americano, en A pleno sol tenemos las callejuelas de arquitectura clásica de las ciudades europeas, las decadentes mansiones romanas...
Lo más turbador de esta cinta es la ambigüedad que se produce en las relaciones entre personajes: esa atracción homosexual que intuimos entre Ripley y Philipe (Maurice Ronet) no pasa del juego soterrado, la sutil insinuación; el gusto de ambos por adentrarse en entretenimientos sadianos se antoja infantil y caprichoso en ocasiones, aunque en definitiva, resulta destructivo y perverso (al respecto se antoja sonrojante la obviedad de la reciente El talento de Mr. Ripley, que en su ánimo de “epatar al burgués” va explicitando todo aquello que en este clásico basta con evocar). Al principio, empiezan por “comprarle” el bastón a un pedigüeño ciego; seguirán en un juego de competencia por la misma mujer; Ripley vestirá las ropas de su amigo. ¿Su afán por suplantarle tiene un móvil lucrativo? ¿Solamente lucrativo? Lo más curioso es que la cinta ni siquiera nos explica cómo se han conocido exactamente ambos amigos, cuál es el vínculo que los une.
Sin duda, el tramo de cinta más llamativo es aquel que transcurre a bordo del yate (¿un punto de partida para El cuchillo en el agua, de Polanski, rodada tan sólo dos años después?) , en el que la broma entre amigos pasa con facilidad a ser humillación cruel, donde los dobles sentidos se multiplican. Porque a pleno sol ocurre la mayor de las tragedias, y el mar, como un personaje más o, si se quiere, como reflejo de la mala conciencia, ofrecerá el giro final que revela el sangriento saldo de una mente tan fría como la de Tom Ripley.
Panadero
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25 de septiembre de 2006
35 de 40 usuarios han encontrado esta crítica útil
Magnífica película de intriga del francés Clement, adaptación de una novela de Patricia Highsmith que cuenta la historia de un joven que asesina a un amigo suyo con el fin de suplantar con su propia personalidad la de la víctima. Tras el crímen éste continua su plan salvando previstos e imprevistos obstáculos hasta un final memorable y demostración última (de gran sabor aquí entre el humor negro y el horror) de que es más díficil ocultar un cadáver que cometer el crímen.
La película tiene un aire del cine de Hitchcock muy logrado y fue el inicio de Alain Delon en su caracterización de "beaux tenebraux" (preciosa palabra). La intriga alcanza hasta el final, se consigue una gran atmósfera de thriller, creando el indiscutible interés y seguimiento por el espectador, sin que el paulatino e inteligente enrevesamiento de la trama obstaculize para nada la verosimilitud de su desarrollo.
Fue una película muy popular en su día y no me cabe duda en calificarla un clásico de su género en el cine galo.
kafka
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