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Black Mirror: Odio nacional (TV)

Thriller. Ciencia ficción En un Londres del futuro, la detective Karin Parke (Kelly McDonald) y Blue (Faye Marsay), su experta compañera en nuevas tecnologías, investigan una serie de misteriosas muertes con una conexión siniestra con las redes sociales. (FILMAFFINITY)
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Críticas 30
Críticas ordenadas por utilidad
31 de octubre de 2016
98 de 112 usuarios han encontrado esta crítica útil
Parece que muchas de las críticas se han centrado meramente en el espionaje gubernamental, en los efectos especiales (muy buenos, por cierto y muy cuidados), en la historia «superficial» por así llamarla, lo que está muy bien. Este capítulo tiene buenas dosis de tensión, está mucho mejor que películas de ese estilo, buen trabajo de los actores. Nos desgrana un verdadero y fantástico mundo de nuevas tecnologías, un análisis de los efectos en el medio ambiente también y del poder del gobierno para espiar y controlar todo lo que sea posible, sin importar la vida de gente inocente. Me ha recordado mucho al libro de Presa de Michael Crickton, con la nanotecnología y la inteligencia artificial. Pero realmente, lo más impactante de esta historia, para mi al menos, es la moraleja, el fin con el que se hace todo....Consecuencias, todo lo que hacemos, hasta lo que pensamos que es la mayor tontería del mundo: una broma, un comentario, todo tiene una respuesta. Creo que aquí está el alma del capítulo. De acuerdo, la serie va sobre las nuevas tecnologías y lo que te puede pasar con ellas, esto es una consecuencia a gran escala, pero lo que más me hizo reflexionar fue todas las bobadas que hacemos y decimos en las redes y el daño que hacemos a los demás, merecida o inmerecidamente, y que, lo que pensamos es un juego, puede tener gravísimos resultados, porque no conocemos quién está detrás de todo esto, ni contra quién lo usará. Un capítulo sin duda brillante; ya lo hemos visto y leído, pero nunca se había ejecutado tan magistralmente. Vista ya la temporada entera, he de decir que no ha bajado el listón de la serie, y si bien es cierto que habría que darle un respiro para nuevas ideas y no empalagar a la gente con más de lo mismo, he disfrutado el tiempo delante del televisor.
Teresa
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26 de octubre de 2016
65 de 71 usuarios han encontrado esta crítica útil
Lo más curioso de este capítulo viene de la manera en la que no se aparta, aunque sea un segundo, de la típica estructura "procedimental" que plaga el entretenimiento televisivo moderno.
Dos compañeras detectives, la primera más madura y cínica, la segunda más joven e idealista, enfrentadas a un caso que las obliga a estar mucho tiempo entre ordenadores, o confrontando sus opuestos puntos de vista en el interior de un coche camino a la siguiente pista.
Es una estructura tan sencilla, y a la vez tan familiar, que permite involucrarse fácilmente en la historia, sin aparatos extraños o distopías que distraigan.

Porque este capítulo (inusualmente largo) no quiere hablarnos del futuro, ni del mañana, quiere hablarnos del hoy: concretamente, de la clase de impunidad que nos está haciendo gozar la web actual.
Uno publica un post, y se llena de likes que saben a gloria. Pero, de igual manera, uno puede publicar otro post, y los comentarios pueden rebosar auténtico odio, crueldad o simple diversión destructiva. No deja de ser curioso que aún no se haya habilitado el tan solicitado "dislike", quizá porque sus arquitectos saben lo bien que se lo suelen pasar los de siempre despreciando material ajeno, aunque sea bueno.
No hay nadie que juzgue ese sistema: todos somos libres vender, tirar, mercadear, cosificar, derrochar, derramar nuestra opinión. En los dos sentidos funciona, y el mundo sigue girando.

Pero todos sabemos lo genial que es, desde la tranquilidad de nuestros teclados, confesarle todo nuestro odio al imbécil internetero de turno. Y sabemos, muy bien, lo animado que se siente uno entre una masa que comparte nuestro mismo odio, sin medias tintas ni razonamientos (ah, lo bien que sienta entregarse a una furia colectiva, aunque sea digital). Si ni siquiera el imbécil en cuestión puede responderte o mandarte personalmente a la mierda, ¿qué problema hay?
Ninguno en absoluto. Los mismos que tienes tú o cualquiera para apretar el botón y decirle a ese o esa que su película te parece una mierda, su artículo te parece una mierda, o su opinión la vas a usar de papel higiénico.

Los "linchamientos digitales" los hemos visto todos, puede que hasta hayamos participado en ellos. Y no importa ni siquiera eso, porque mañana podrás acariciarle la cabeza a un niño con la misma mano con la que has tecleado "que te jodan, gilipollas, ojalá te mueras" pensando que ambas acciones no tienen ninguna maldad.
Ese es el monstruo que habita en la red, dócilmente mantenido por nuestro odio o aburrimiento, y el que es representado por este capítulo en toda su fealdad, cuando deja sentir sus consecuencias reales lejos de la pantalla.

Porque pensamos, tranquilamente, que el imbécil internetero merece una justicia que debemos administrar sin vacilar; es nuestro deber como buenas personas.
Pero no pensamos que esa misma justicia nos tenga que llegar a nosotros, por el tremendo daño que puede llegar a causar un linchamiento masivo, repetido hasta el infinito en un timeline al que no dejan de sumarse perfiles anónimos.
El monstruo está ahí, lo dejamos crecer y convivimos con él. Tan efectivo es el hechizo tecnológico que nos lo oculta, y nos deja con la conciencia tranquila cada vez que lo alimentamos.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Charles
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20 de noviembre de 2016
52 de 67 usuarios han encontrado esta crítica útil
Pensé que cerrarían la temporada echando toda la carne en el asador. Sobre todo cuando leí que el último tenía la duración de una película. El largo metraje no está justificado en este capítulo, no veo que cuente más que otros ni mejor, sintetizar también es importante.
Comento todo bajo spoiler para no destripar nada.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
GioBilbo
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23 de octubre de 2016
26 de 31 usuarios han encontrado esta crítica útil
Thriller. Otro género más que aterriza junto a este amalgama en la tercera temporada de Black Mirror. Tampoco decepciona. Cumple y con muy buena nota. A no ser que ya esté yo muy sesgado por el sello Black Mirror al inicio y en los créditos de cada capítulo, la verdad que ningún episodio de los nuevos se queda a mal nivel. Como de los antiguos (incluido "El momento Waldo", sí, debo ser un fan muy sesgado ya...).

Investigación policial y Twitter ardiendo son los dos temas en torno a los cuales gira este episodio casi el doble de largo que el resto: un auténtico largometraje de 90 minutos que bien podría considerarse una película en sí misma. Y proyectarse en cines. Por qué no.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Daniel Carpintero
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13 de noviembre de 2016
20 de 21 usuarios han encontrado esta crítica útil
211/06(11/11/16) Buen broche final a la tercera temporada de la brillante “Black Mirror”, su sexto capítulo nos adentra en el perverso submundo de los “haters” de la red. Antológica serie creada por el británico Charlie Brooker, ha cambiado de cadena, de la británica Channel 4 a la estadounidense Netflix, pero su mordacidad, ironía, acidez y visión inquieta sobre el impacto de las nuevas tecnologías en nuestra sociedad sigue intacto. Para el que no la conozca, es una serie de antología, capítulos independientes autoconclusivos, con diferentes tramas, diferentes géneros, diferentes actores y personajes, diferente ambientación, e incluso abordando diferente franjas temporales, pero todas con el nexo de unión de cómo la nueva era tecnológica puede ser pervertida haciéndonos menos humanos. En esta nueva temporada ha decidido diversificar los géneros, el primero fue una comedia, el segundo el terror, el tercero un thriller, el cuarto uno romántico, el quinto uno bélico, y este del final un policiaco procedimental, dirigido por james Hawes (“Penny Dreadful”), con guión del propio creador Brooker, el más largo de la temporada, metraje delargo con hora y media, y este puede ser dentro de lo sugestivo de su propuesta su hándicap, y es que parece alargado para intentar dar más fondo y trascendencia y esto en realidad entorpece, pues su primer tercio adolece de ritmo, se alarga, se nota el relleno forzado, lo bueno es que cuando coge brío e intensidad te atrapa en sus insidiosas redes de juegos de espejos, donde cada acción tiene su consecuencia.

Tras una extraña muerte de una periodista machacada en la red por un artículo controvertido, dos agentes especialistas en delitos cibernéticos, Karin Parker (Kelly Macdonald) y Blue Corson (Faye Marsay), investigaran quien puede estar detrás de la muerte. También tendrá importancia en el relato el agente de la Agencia Nacional de Delitos Shaun Li (Benedict Wong) Rasmus Sjolberg (Jonas Karlson) y Vanessa Dahl (Esther Hall), dos encargados de una empresa de abejas biotecnológicas.

Episodio centrado en los populares últimamente y arbitrarios “linchamientos digitales” el bullying de la red, es un deporte de moda entre los que gustan de navegar por las redes sociales (entre los que por suerte no me cuento, no tengo siquiera twitter), estos medios se han convertido en los nuevos estadios de futbol en que se van a insultar al árbitro o a los jugadores rivales, modo de descargar nuestra rabia diaria en aquellos que ni siquiera conocemos, y desde la barrera y cobarde avatar y pseudónimo se puede arremeter hoy contra un torero, mañana contra un fumador fallecido, se insulta y humilla a los demás con indiferencia, creyéndonos en la atalaya de una superficial e hipócrita superioridad moral, llegando en el colmo a desear la muerte por escrito de alguien, luego se dice que es solo alegórica y tan panchos, hay quien no ve maldad en ello, es un simple juego ahora popular, modo de huir de nuestra ordinariez, problemas diarios o tedio, pues a ver contra quien despotrico hoy, mañana será otro.

Cuando el núcleo se destapa hay una encarnizada crítica a estas redes salvajes donde cualquiera despotrica contra el que se le antoja, de como la red se ha convertido en un océano infinito por el que navegan millones de incautos que se sienten libres de atacar desde el “supuesto” anonimato-escudo de la intimidad de su hogar, el capítulo quiere incidir en que esto te puede rebotar y entonces... Una mordaz reflexión sobre el veneno que inunda nuestro nuevo mundo atomizado en la red. Además nos habla de la seguridad de un país (espionaje gubernamental) contraponiéndola a nuestra libertad personal, sobre el cambio climático (la desaparición de las abejas), sobre los dilemas morales (algo común en la serie), sobre nuestro afán de justicieros sociales. La narración sigue un increscendo de tensión (ayudado por una vibrante y por momentos estremecedora música) que se agudiza hacia su segunda mitad, siendo la primera regularmente llevada, pero siendo gratificados en la mencionada parte por un vuelco y giro de situaciones, con unos efectos especiales muy buenos, recordando grácilmente a los hitchcockianos de “Los pájaros” en los momentos en que las abejas se mueven en mas y se posan.

Las taras están en varios elementos: Su susodicha primera mitad, moviéndose lentamente; Una construcción de protagonistas planos, algo que Brooker siempre había cuidado, aquí se queda en la superficie, una pareja protagónica que no te mueve a sentimiento alguno, son el hilo de la trama, pero son meros moldes sin alma; Asimismo en su crítica a los peligros de las redes se queda sin rascar demasiado, todo muy esquematizado, un esbozo que impide dar profundidad a la historia; Me extiendo más en spoiler.

Buena puesta en escena, con diseño de producción de Joel Collins (“Guia del autoestopista galáctico”), rodándose gran parte en Londres y alrededores, y su epílogo en Tejada (Gran Canaria-España), con un correcto trabajo de fotografía de Lukas Strebel (“Wallander”), sabiendo recoger muy bien las escenas de tensión con el movimiento de las abejas, estos insectos magníficamente creados por los encargados de efectos visuales. A todo esto se suma una trémula música de Martin Phipps (“Harry Brown” o “Peaky Blinders”), hipersensitiva y melancólica en el clímax de la cinta, sobrecogiéndote son su incisiva melodía.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
TOM REGAN
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