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Inside Deep Throat (Dentro de Garganta profunda)

6,6
1.740
Documental En 1972 se estrenó una película que convulsionó la realidad social estadounidense: Garganta Profunda. Considerada la película más rentable de todos los tiempos (costó 25.000$ y llegó a recaudar 600 millones de dólares), Garganta Profunda fue más que una excitante curiosidad y un gran éxito de taquilla. Estrenada en el mismo momento en que los movimientos nacionales para la liberación sexual, la igualdad de derechos y los valores ... [+]
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Críticas 19
Críticas ordenadas por utilidad
12 de junio de 2009
92 de 99 usuarios han encontrado esta crítica útil
Dentro de graganta profunda está muy bien, pero la peli original, Garganta Profunda, es un hito importante de la historia del cine, y se merecería una ficha propia en FA porque es la primera película porno comercializada en las salas. Seguro que había habido pornazo amateur antes de las acrobacias de Linda Lovelace, pero en aquella época no existía internet ni el video ni nada, o sea que la experiencia de reunir por primera vez a montón de pajilleros en una sala oscura y proyectar imágenes gigantescas de gente copulando debía ser algo entre catártico e inquietante, a la par que lucrativo (costó 25.000 dólares y generó un beneficio de más de 600.000.000).

Y ver esta película hoy en día en la tele no tiene ni la mitad del morbo que debía de tener la experiencia original con los piquetes de puritanos pancarteros montando el show a la entrada del cine, pero todavía tiene cierta gracia ir a verla en la filmoteca, que la ponen de vez en cuando con cualquier excusa (por ejemplo este lunes, en homenaje a Gerald Damiano) y resulta muy gracioso, porque en la filmo suele haber un ambiente muy petanquero. Como es un cine barato, y suelen poner pelis antiguas, se llena siempre de abueletes y abuelillas que tienen demasiadas dioptrías para leer la letra pequeña de la programación pero bajan a ver qué les echan; y yo me pensaba que abandonarían la sala pitando al ver las primeras escenas de desnudos y resultó que no, que no, que se dejaron atrapar por el argumento y se tragaron la peli de cabo a rabo.

Y bueno, ya que ha salido el tema del tragar y de los rabos, dejen que les cuente un poco de qué la película: resulta que una señorita con problemas para llegar al orgasmo va al médico y el médico la palpa y la toca y la examina a fondo, y descubre que a esta señorita lo que le pasa es que tiene su principal zona erógena en la faringe en lugar de tenerla en la entrepierna. Si quiere paladear las mieles del orgasmo, no le queda otro remedio que felar pitos hasta el fondo. Pero hasta el fondo fondo, eh, fondo fondo fondo. Y ya se habrán fijado ustedes que el final de la cavidad bucal suele haber un pequeño colgajo llamado úvula o campanilla, que normalmente induce al vómito cuando se toca con un dedo o con un pedazo de comida mal puesto... pues Linda lo debe de tener blindado, porque se pasan toda la peli dándole pollazos y no se le escapa ni una gota de emesis. Otros fluidos corporales sí que se le escapan por varios orificios de su anatomía, pero lo más inquietante es lo de la garganta.

Como decía John Donne, no preguntes por quién doblan las campanillas.

Doblan por ti.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Listocomics Puntocom
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25 de febrero de 2011
23 de 24 usuarios han encontrado esta crítica útil
El cine porno, aunque cueste creerlo, no siempre fue la tediosa, rutinaria e impersonal tabla de contorsionismos gimnásticos a toda carne que es en la actualidad. Hubo un tiempo, antes de los esteroides y los implantes mamarios, antes de los pubis rasurados, el bótox y los torsos de gladiador, antes de la fabricación en cadena de aburridos intercambios de fluidos entre insulsos monigotes de látex, en el que la pornografía no sólo era infinítamente más divertida, original y creíble que la que vino después, sino que podía convertirse en un arma de la libertad de expresión frente al poder establecido y en un atrevido desafío a las severas normas de la hipócrita y represiva moral sexual de su época.

Vista en la actualidad, cuando estamos a un solo click del sexo explícito hasta en sus más extremas manifestaciones, las escenas que contiene “Garganta profunda” pueden parecernos ingenuas, chapuceras e incluso ridículas, pero su estreno en 1972, antes del vídeo y de internet y cuando sólo podían contemplarse números sexuales en películas médicas o en “nudies” de pobrísima factura, supuso un auténtico terremoto en la sociedad norteamericana. Rodada casi a hurtadillas y en apenas dos semanas por Gerard Damiano, un astuto ex peluquero que conocía al dedillo, gracias a las confesiones de sus clientas, el alto grado de insatisfacción sexual de las mujeres americanas, “Garganta profunda” ofrecía una visión desacomplejada y festiva del sexo y de la búsqueda femenina del placer, culminada por una felación de antología entre cohetes, campanas y fuegos artificiales, que rompía tabús y prejuicios y la ponía en el punto de mira de los sectores más conservadores de la sociedad estadounidense, cuya presión fue clave, paradójicamente, para darle publicidad y convertirla en la peli más rentable de la historia: costó 25.000 dólares y lleva recaudados más de 600 millones.

Narrada por Dennis Hopper, “Inside Deep Throat” documenta muy competentemente la producción, el impacto y la trascendencia de “Garganta profunda”. Recurre para ello a los testimonios de gente directamente implicada en ella, como Damiano, Linda Lovelace o el encantador semental Harry Reems, a estrellas del porno como Georgina Spelvin, a cineastas como Coppola, Wes Craven o John Waters, a celebridades como Hugh Hefner, Jack Nicholson o Warren Beatty, a literatos como Gore Vidal o Norman Mailer. La mejor frase de este documental, sin embargo, es obra de una anónima y dulce señora de unos setenta y pico años, que reconoce haber ido a verla porque “no quiero que nadie me diga que no puedo ir a ver una peli guarra”. Lejos de ser una anécdota, esta frase resume muy bien la significación de “Garganta profunda” en la América de esa sabandija llamada Nixon, uno de sus peores enemigos, que hizo cuanto estuvo en sus manos por retirarla de la circulación, antes de caer por culpa, en buena medida, de las revelaciones de un misterioso informador llamado ya sabéis cómo. Justicia poética, creo que lo llaman.
Normelvis Bates
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2 de abril de 2007
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Este documental sobre la película porno más famosa de la historia, es mucho más que un acercamiento al rodaje y al fenómeno que fue este film, nos habla sobre una época importante en la historia política de USA y sobre la hipocresía que aún hoy abunda en ese país.

Nos da a conocer qué ha sido de los actores y el equipo de rodaje de Garganta Profunda, y cómo afectó a sus vidas el haber rodado esa película. Está bastante bien hecho porque nos muestra muchas imágenes de la época en que se estrenó, lo que más gracia me hizo fue una viejecita que a la salida del cine decía que le había gustado mucho, eso da a entender el fenómeno que fue esa película, con millones de personas en Estados Unidos yendo a los cines a ver pornografía!!

El estilo del documental es bastante habitual, intercala imágenes del pasado con entrevistas a las personas relacionadas con el rodaje. Es bastante entretenido de ver y te hace tener curiosidad por ver la película.
Patri
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18 de mayo de 2007
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Lo señalé hace un tiempo: la cultura gringa es exhibicionista. Lo interesante es que muchas de las partes de su cuerpo (música pop, películas que abundan en la caricatura, etc.) nos resultan decadentes y aburridas tras tanto tiempo que hemos visto tanto de lo mismo. Sin embargo, así como al hurgar a ciegas una bolsa de basura quizás se puede tener buena fortuna, a veces encontraremos joyas donde muchos sólo encuentran desperdicio. Es así como la pornografía, esa hija bastarda habitualmente rechazada fuera de la intimidad del hogar, se convierte en un movimiento de contracultura que remece los cánones moralistas en la década del setenta y este documental, de manera sólida, nos presenta a los protagonistas de una sociedad norteamericana pacata, mafiosa, truculenta y doble estándar, pero, benditas sean las excepciones, imitable por lo contestataria.
Síntesis: Trabajo serio y ameno que da cuenta de que cualquier tema puede ser abordado por un buen documentalista.
pancho carilao
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4 de febrero de 2016
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hace muchos años un colega y yo entre cachondeo y cierto resquemor, nos retamos a ir a la sala Bagdad de Barcelona. Había un casting para una cutre peli porno y mi colega quería probar en eso del "porno": porque las tías están buenísimas y es un mundo de glamour donde haces lo que más te gusta en esta vida: follar.

El viajecito fueron 8 horas de puro cachondeo, ambos entre el nerviosismo y las ganas locas por ver cómo era ese ansiado mundo, se nos pasaron volando. Al llegar al lugar del casting, los dos quedamos petrificados al ver que el casting iba a tener lugar en unas cutre oficinas con un más que probable problema de legionela a tenor del aspecto, (nada de platós ni estudios con algo de atrezo). Había una cola salvaje de ciclados de gimnasio sin pelo en todo el cuerpo. Meneándosela para estar "a punto" para cuando les llamaran a hacer la prueba. Recuerdo que lo poco que llegué a ver, me dio tanto asco que no llegué a quitarme ni la ropa: la chica que estaba espatarrada, llevaba la friolera de 3 horas con un dilatador anal y enemas entre prueba y prueba. Entonces recordé lo que decía Legs McNeil en su libro "El Otro Hollywood": el que se mente en el mundo del porno es por necesidad sexual y monetaria. Te tienen que gustar mucho las dos cosas para tragar con lo que vas a trabajar.

Tiempo después comprendí, que si grabar/editar un simple video de youtube de 4 minutos de duración, implican 2 horas de postedición. Una escena de 30 min. tendría que triplicar el trabajo y más con todo el "stuff" implicado.

El documental "Inside Deep Throat" nos muestra la cara oculta del cine para adultos: gran parte de los actores no son más que meros maniquíes, pedazos de carne al servicio de algún pobre director. Pues ahí quien marca las reglas es el productor, (en el porno de los 70' y principios de los 80' era la mafia). Los actores, más víctimas de sus propios excesos, que verdaderos "partenaire" se ven envueltos en un circulo vicioso de problemas psicosociales y adicciones varias. Al final, lo que menos importa es el porno.

Es un buen documental, no excelente, (muy arquetípico) pero sí una buena aproximación a ese mito peludo de "Garganta Profunda". El mejor documental sobre el mundo del porno actual, es el de AMERICAN PORN (2002, PBS Frontline)
Buscapé
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