El Lute: Camina o revienta

Recia, correosa y fiel adaptación del libro sobre sus andanzas escrito por Eleuterio Sánchez (best seller patrio en los 70 y que todavía se sigue editando, costando 22 euracos la edición de hoy en día), por parte de un, aquí más que acertado, Vicente Aranda, en la que se nos narra, primero su vida entre campamentos quinquilleros y luego la génesis y ejecución del famoso atraco a la joyería de Bravo Murillo, su posterior detención y su sonada primera fuga al saltar del tren.
Entretenidísimo y absorbente film, magníficamente puesto en marcha por Vicente Aranda, con una soberbia interpretación, tanto de Imanol Arias (su recreación de este singular personaje, es prácticamente un icono, ya que al pensar en El Lute, la primera imagen que se te viene a la cabeza es la del bueno de Imanol y no la del autentico y profusamente fotografiado en la época, delincuente), como del resto del casting (te los crees a pies juntillas), una magnifica fotografía a cargo del gran José Luis Alcaine y una ambientación espectacular, que recrea de forma absolutamente convincente aquellos lugares y hechos (espectacular la sordidez y realismo que desprende el campamento quinquillero).
Dejo para el final la magnifica interpretación de Victoria Abril (impagable la escena en la que agachada se lava sus partes intimas usando la mano a modo de cuenco), que aquí ademas se nota que esta en su salsa.
Absolutamente recomendable.

Extraordinaria recreación por parte de Vicente Aranda de uno de los personajes más conocidos en el mundo de la delincuencia, el Lute, un hombre cuya imagen más recordada siempre será la de la fotografía con el brazo roto custodiado de dos agentes de la Guardia Civil. La recreación de la época es a la vez magnífica, el director nos enseña la vida de los quincalleros, o mercheros, en una época de durísima represión donde la miseria lo envolvía todo. La historia de el Lute es bien conocida por la mayoría, pero si la puesta en escena es tan meritoria y recordada es gracias a Imanol Arias, de hecho, estoy convencido que casi todos al pensar en el Lute nos viene alguna imagen de Imanol Arias en esta película, acosado por la Civil, escapándose del tren o sea como sea.

A ello hay que sumarle un casting que no quiero pasar por alto, no sólo Victoria Abril lo borda, cada uno de los actores que desfilan por la pantalla hacen que uno piense que en esa época estaban exactamente estos seres humanos. Vicente Aranda se lleva buena parte del mérito, pienso yo, él es quien decide recrear a el Lute de esta manera, el quinqui más famoso.

En estos tiempos de continuo chorreo de corruptelas "telediarias", estremece comprobar (porque estamos ante algo que ocurrió) el celo y dispendio persecutorio empleado para dar caza a un delincuente, más cuando el molde ha sido forjado con la ayuda de un régimen fascista y un entorno social que rechaza al quinqui, al hojalatero, al merchero...palabra que en paz descanse.
Se nos da una persona libre, a la fuerza, que pretende seguir siendo lo que sus padres han sido, sin más pretensiones, al que el hambre le lleva a cometer pequeños hurtos. Comienza el acoso, detención y la pena. En adelante, una funesta asociación le complica en la muerte de un inocente de la que únicamente es responsable en grado de encubridor, grado ganado a pulso, porque pese a las creativas torturas a las que le someten (comparables a las que Pilar Miró detalló en El crimen de Cuenca) nunca llega a delatar a sus compinches. Comienza la leyenda mediática, la fuga, acoso, derribo y metamorfosis. "Valiente y audaz...olé tus cojones" termina reconociéndole un mando benemérito.


P. S. Intolerable escena en la que Chelo, con su bebé en brazos, es zarandeada por un grupo de agentes, mientras le gritan, abofetean... no por la dureza en si misma de la escena, sino por que en ella participa un bebé "real" ajeno al arte interpretativo y a Stanislavski. No debería permitirse la implicación de recién nacidos en escenas violentas.

Una de las mejores películas de Aranda y del cine español de los 80, cuando el cineasta catalán era todavía no solo uno de los más prometedores realizadores españoles sino toda una realidad confirmada. Por ello tiene esta áspera y admirable biografía del mítico Eleuterio Sánchez, alias El Lute, los valores propios del magnífico cine de su autor: para empezar la espléndida dirección/elección del reparto (completado por José Manuel Cervino, Margarita Calahorra, Raúl Freire, Diana Peñalver...) entre los que Imanol Arias como cabeza del mismo hace una memorable, perfecta y sublime composición y mimetismo del personaje; a ello se une una sobria a la par que soberbia capacidad narrativa, despojada de todo artefacto, personal y rica, ajustada y precisa; por otra parte, la minuciosidad e importancia dada a la ambientación, a la época, al contexto que determina a los personajes.
Se trata, en fin, de una admirable recreación de un admirable personaje de díficil y loable ciclo vital: de la transgresión pasa al orden, de allí volvió a la transgresión y actualmente y desde hace años, sigue en el orden. Todo ello lo hicieron un mito de significativa lucha, epopeya, dramatismo y heroicidad durante el franquismo y hasta después. Aquí tiene una gran película para rendirle tributo.

Vicente Aranda nos recrea la desgraciada vida de este insignificante ratero y roba gallinas forzado por las circunstancias y víctima de la ignominia, que le sirvió al régimen de Franco durante un tiempo para distraer y desviar la atención de los graves disturbios sociales, huelgas y manifestaciones que sucedían a mediados de los 60. De esta forma, los periódicos de entonces encabezados por el semanario “El Caso”, claro espejo de la prensa sensacionalista, de la España negra y paradigma de la prensa se sucesos, llenaron páginas y portadas demonizando al quinqui más perseguido y prófugo de la justicia, instigados e instrumentalizados al igual que la guardia civil por el régimen político.

Primera parte de un díptico basado en las memorias de Eleuterio Sánchez alias “El Lute”, con una excelente ambientación del mundo de los “Mercheros” (un grupo social cercano a los gitanos que fabricaban utensilios de latón, cuando el plástico comenzaba ha invadir los hogares), encarnado en la pantalla estupendamente por Imanol Arias y una prodigiosa Victoria Abril como su desdichada esposa, “La Chelo” que se presenta como un film más cercano a una sensibilidad popular, la que hizo en su momento, de este personaje un héroe de la marginación. El film expone claramente el hostigamiento a los desheredados, denunciando el racismo y la persecución permanente de los gitanos y otras etnias nómadas, pueblos humillados y vilipendiados por la autoridad. Una vida de chabolas y estraperlo, miseria y enfermedad, de aprovechados corruptos y sanguijuelas afines al poder, de pequeños hurtos para sobrevivir ante el desprecio y el olvido de la sociedad.

Aranda podía haber filmado con este material una película de acción y aventuras pero en cambio, se centra acertadamente en un estudio de los personajes y las circunstancias socio-políticas. Incluso en las escenas obligadas de acción Aranda huye de la espectacularidad que el propio argumento de la película posibilitaba. El atraco a la joyería es cutre y chapucero, no hay un plan a seguir, todo es improvisado y zafio, unos desarrapados que utilizan una pequeña moto para escapar. No existen motos potentes ni persecuciones increíbles, porque son torpes y analfabetos delincuentes empujados por la pobreza para subsistir, que la policía y la guardia civil reprime sin respetar siquiera los derechos humanos, con esa práctica cerril y aberrante denominada tortura. Aranda nos muestra un retrato humano escalofriante de supervivencia y lucha contra la adversidad, pues los cargos penales que se presentan nos suenan a ridículos e insignificantes, como bien se enumeran por la autoridad de los tribunales, excluyendo las víctimas mortales que fueron fatalmente accidentales.

Una película realista y desgarradora, “El Lute” no fue ni un bandolero ni un justiciero, sólo era un pobre hombre que aspiraba a tener un humilde hogar. Lástima que el cineasta no dedicara más tiempo a desarrollar más esa tierna historia de amor y pasión entre la pareja protagonista, amor y deseo carnal frustrado por las circunstancias y los caprichos del destino. La fotografía gris fría y sucia de José Luis Alcaine, definen esa aureola de brisa fatalista que invade toda la película, de penurias y agravios, de amargura y lucha por la libertad por parajes inhóspitos sobreviviendo en un medio salvaje. Una odisea humana reconocida hasta por el responsable superior de la Benemérita (institución que respeto y ala que no pretendo manchar), con una expresión muy castiza “¡Ole, tus cojones!”.