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El joven Törless

Drama Indagación acerca de los males que generaron el nazismo, a través de unos chavales en un internado. (FILMAFFINITY)
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Críticas 10
Críticas ordenadas por utilidad
19 de enero de 2006
31 de 36 usuarios han encontrado esta crítica útil
Basada en 'Las tribulaciones del estudiante Törless', de Robert Musil, la película hace bien en cambiar el título por 'El joven Törless' ya que, si bien en la novela el peso de las reflexiones del protagonista es fundamental, la adaptación, por razones evidentes de formato, se centra más en la peripecia y solo se acerca tangencialmente al complejo galimatías existencial del muchacho.

Así, la película se ocupa más de las humillaciones que sufre Basini (uno de los personajes) a manos de los dos amigos de Törless, y además lo hace suavizando bastante el espinoso tema −presente en el relato escrito− de las relaciones sexuales entre los adolescentes como medio de dominación.

Sin embargo, sí se hace hincapié en una parte importante de la novela: ese caldo de cultivo que provocaría la aparición de fascismos varios en la primera mitad del siglo XX. Vemos unos adolescentes sumidos en una sociedad en la que impera la conciencia de clase, el patrioterismo, una educación mal entendida y castradora, la disciplina militar y el desprecio hacia la integridad física y psicológica del "otro" si ataca lo que ellos consideran grandes valores o, simplemente, para divertirse. El germen del desprecio al ser humano “inferior” se observa ya crecer en estos adolescentes alienados y amorales. Jóvenes aún sin formar, sin leer los libros que les ayudarían a reflexionar (esto no se comenta en el film, pero sí en la novela), pero con una falta de respeto hacia el otro absolutamente consolidada. Como si el desprecio cuajara antes que una cierta formación ética e intelectual en unos chicos que estaban ya predispuestos, desde edades muy tempranas, a que su voluntad fuera pervertida e instrumentalizada para cometer tropelías de todo tipo cuando se hicieran adultos y ocuparan posiciones de poder.

Por otra parte, el joven Törless, pese a ser el protagonista, no es el clásico personaje amable con el que identificarnos. Es un tipo inteligente y sensible pero tampoco muestra empatía. De tal forma que solo cuando cree que Basini no puede servirle para despejar sus “dudas” tratará, sin demasiado empeño, de parar las humillaciones. No antes.

¿Y cuáles son esas dudas? Törless intenta darle respuesta a la incertidumbre que su sensibilidad exacerbada le provoca. La película incide en esto muy poco y no quedan bien explicadas sus motivaciones ni su ambivalente comportamiento. Robert Musil, en la obra adaptada, demuestra la categoría de su prosa al describir de forma profusa el mundo interior y los pensamientos de un chico que busca algo más allá de la perspectiva material con que la mayoría se conforma. Algo que dé sentido a esta existencia absurda, basada en conceptos o abstracciones que no existen (como las matemáticas), convenciones en función de las que actuamos y nos organizamos. En cada acto debe haber algo más, algo oculto que explique lo que percibimos. Por ello participa en las humillaciones, para comprobar qué pasa y ver si se opera algún cambio en Basini, si sucede algo... Pego, amenazo, humillo. ¿Todo continúa igual?¿El agraviado aguanta? Esas reflexiones tienen un peso escaso en la película pero son fundamentales para comprender al personaje. Entiendo, de todas formas, que esas "tribulaciones" encajan en una novela y no en una película.

En cualquier caso, la adaptación es bastante fiel narrativamente, casi literal en la trasposición de situaciones. Y solventa el problema del no acceso a los pensamientos del protagonista insertando aquí y allá frases literales de la obra escrita, aunque se eche en falta un uso más prolijo de los recursos cinematográficos (recursos como el ejemplo del spoiler*) a la hora de explicar visualmente las dudas "existenciales" de Törless.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Bloomsday
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29 de octubre de 2006
22 de 24 usuarios han encontrado esta crítica útil
Primer largo de Volker Schlöndorf ("El tambor de hojalata", 1979), pilar del nuevo cine alemán, junto a Fassbinder y Herzog. Se basa en la novela "Las tribulaciones del joven Törless" (1906), de Robert Musil, adaptada por Herbert Asmodi. Se rodó en Austria (Burgerland, Graz, Rust) y Alemanaia (Kloster, Tegernsee y Munich). Se estrenó en el Festival de Cannes (mayo 1966), donde ganó el FIPRESCI. Obtuvo 3 German Film Award (película, guión y director).

La acción tiene lugar en Austria en una escuela militar de cadetes en régimen de internado, situada en las afueras de Neudorf, en torno a 1904/05, durante varios meses. Corren los últimos años del Imperio Austro-húngaro, regido por el emperador Francisco-José. Narra la historia de Thomas Törless (Mathieu Carrière), sumido en dudas y confusiones sobre lo que ocurre a su alrededor, que desea superar observando y razonando. Ante los abusos de que es víctima su condiscípulo Anselm von Basini por parte de los compañeros Beineberg (Bernd Tischer) y Reiting (Fred Dietz), adopta una actitud interesada en investigar las causas y efectos de la crueldad.

La película se centra en el mundo interior de Törless, presa de inquietudes adolescentes sobre una realidad compleja que se abre ante sus ojos y que quiere conocer y entender. La existencia de los números imaginarios (raíz cuadrada de -1), que la mente humana considera imposibles, pero sirven para cálculos aplicados de gran utilidad, le trasportan a un universo poblado de fenómenos reales, pero absurdos e icomprensibles, como la crueldad, la tortura y la humillación. Pese a los elementos autobiográficos de R. Musil, el relato no exculpa la pasivididad de Thomas. La novela contenía una premonición de los horrores del nacismo y la película se desarrolla como una metáfora del imperio nazi de torturas, deportaciones masivas, muerte y holocausto, incomprensible en su concepción y gestión y en la pasividad del pueblo alemán, con excepciones aisladas como la Rosa Blanca ("Sophie Scholl", 2005). La obra critica la formación en centros cerrados, dirigidos con autoritarismo por responsables que trasladan sus culpas a personas ajenas, como Törless. Los abusos de Busini avanzan en un crescendo de abusos sexuales (pulcramente sugeridos), torturas y humillaciones privadas y públicas, cuyas raíces se hallan en desórdenes psicóticos.

La música realza con instumentos antiguos de cuerda la atemporalidad del relato y con disonancias la perversidad del drama. La fotografía, de potente b/n, opta por la sugerencia y la austeridad. El guión construye un relato realista, rico en elipsis y sobrentendidos. La interpretación de Mathieu Carrière, de 16 años, es convincente y sugestiva. La dirección crea un film vigoroso, sincero y crítico.

La película es un ejemplo emblemático del nuevo cine alemán de Posguerra.
Miquel
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31 de agosto de 2010
8 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ópera prima de Schlöndorff, esta película, adaptación de una célebre y estupenda novela de Robert Musil, constituye una profunda investigación acerca de las sociedades dominadas por el rigor, la hipocresía y la humillación del "diferente" o del "desviado".

Cabe decir, en primer lugar, que la adaptación cinematográfica es muy respetuosa con la novela de Musil, si bien evita introducirse en las complejas preocupaciones íntimas de Törless, limitándose a dibujarlas someramente; en cambio, la recreación del ambiente opresivo y viciado que reina en el internado austrohúngaro de principios del siglo XX es de gran fidelidad, y muy creíble. En realidad, dicho ambiente es una proyección, en miniatura, del que existe en la sociedad de la época, definida por una estricta e hipócrita moral acompañada por el rigor burgués y millitarista tan característico de la Centroeuropa del momento.

Así, más allá de constituir una premonición del nazismo, en mi opinión el filme sugiere que esa violencia latente, ese poder cimentado sobre la humillación del "otro" es una condición inherente a las sociedades humanas, conclusión enormemente pesimista. En efecto, al joven Törless le inquieta profundamente la facilidad y ligereza con que sus compañeros odian, humillan y condenan, pero al mismo tiempo observa con igual sorpresa la aceptación silenciosa de la humillación por parte de Basini. Los castigos sádicos y crueles que le imponen Reiting y Beineberg son además una manifestación de poder, pues es así, haciendo sufrir al "otro", como el verdadero poder se hace presente, y ése es precisamente el mecanismo en el que se basa la jerarquizada y kafkiana sociedad aquí descrita. El sometimiento del castigado llega a ser tan grande que asume su condición, acosado por la necesidad, también característica de la época, de mantener las apariencias, la respetabilidad (cualquier cosa, antes que ser tenido por ladrón). El único que se mantiene ajeno a esta lógica es Törless, y de ahí que a la postre su actitud sea la más sospechosa para los profesores; he aquí un joven que se niega a denunciar el delito y también a castigarlo, despreciando de paso las convenciones morales de la sociedad. En efecto, no cabe mayor subversión que ésa; cuando Törless abandona el internado, podemos afirmar, en suma, que ha completado su particular educación sentimental.

Por lo demás, destacar las magníficas interpretaciones del cuarteto protagonista, así como la indudable calidad del guión, con diálogos del propio Schlöndorff, que reproduce reflexiones de gran interés y no poco calado intelectual, fieles al espíritu y letra de la novela. Entre las secuencias más llamativas señalaría la de la hipnosis de Basini y la del castigo colectivo en el gimnasio, en las que la crueldad y la humillación inundan la pantalla y el ánimo del espectador.
Quatermain80
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10 de marzo de 2012
9 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Volker Schlöndorff siempre estuvo muy preocupado por el análisis de los orígenes del nacionalsocialismo, de hecho es una de las temáticas que atraviesa su filmografía -fiel reflejo de ello es su mítica "El tambor de hojalata"-. De algún modo, este director alemán es un hijo de la posguerra. Sin lugar a dudas, tomó conciencia del mundo que le rodeaba y de sí mismo en medio de la Alemania física y moralmente devastada de finales de los 40 y principios de los 50. Sin embargo, a pesar de la supuesta cesura abierta por los años del III Reich y los traumas de la guerra, el propio Schlöndorff y su obra son el testimonio de que la vida siguió, y con ella los empeños del ser humano por aprehender la realidad. Así pues, la recuperación de la novela de Robert Musil por parte de un joven director alemán para llevar a cabo una película a mediados de los años 60 no es para nada casual en medio de una Europa occidental que miraba confiada hacia delante, conscientemente despreocupada respecto a un pasado que, no obstante, estaba ahí: en las familias, en la cultura, en las instituciones, en el ambiente, si se quiere. De hecho, dos años después de la presentación del film de Schlöndorff, en medio del punto de inflexión clave que fueron los acontecimientos de 1968, toda Alemania redescubría el pasado político de su canciller, Kurt Georg Kiesinger, afiliado al NSDAP en 1940.

Como suele ocurrir en lo que al mundo de la política y la sociedad se refiere, cine y literatura caminaron por delante preparando el entorno para el debate y la toma de conciencia en torno a cuestiones de interés público, como en este caso el traumático pasado nacional. En este sentido, lo que Schlöndorff se planteaba iba un paso más allá respecto a las autocompasivas reflexiones de historiadores e intelectuales como Meinecke, ya que su objetivo era ver qué papel habían tenido los propios alemanes en la aparición de un fenómeno como el nacionalsocialismo, es decir, hasta qué punto ellos habían creado y aceptado de forma entusiasta ese monstruo de la razón.

Ni qué decir tiene que el proyecto de Schlöndorff era ambicioso en extremo, pues no sólo analizaba el clima socio-cultural en que se gesta el nacionalsocialismo, sino que además ambienta su película en la Austria de finales del siglo XIX y principios del XX, tal y como exige la adaptación de la novela de Musil. Esto debía haber sido una bomba de relojería en este pequeño país, cuyos dirigentes habían tratado de vender desde 1945 la imagen de éste como un territorio invadido por la Wehrmacht contra la voluntad de su población (nada más lejos de la realidad si vamos a las imágenes de Hitler entrando en el país en marzo de 1938).
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
davilochi
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21 de septiembre de 2014
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Debo confesar que la profundidad del mensaje de la película de Volker Schlöndorff, aunque esto parezca extraño, hace más daño en el espectador cuanto más nos alejamos de los hechos concretos que suceden en el colegio en el que cursa estudios nuestro protagonista. Quiero decir que si nos detenemos en lo específico, en las cabronadas que le hacen a un estudiante los tres machotes, en la vida entorno a Törless fuera y dentro del colegio, no es posible sentir el verdadero miedo que causa pensar y reflexionar acerca de ello. ¿Son los pequeños nazis que en el futuro próximo llevarán a Alemania a la catástrofe? Ver lo que hacen los dos pequeños maníacos da miedo, pero más miedo da la actitud de Törless, respecto a esos hechos y respecto a la vida, teniendo en cuenta su visión de la existencia y que unos años más adelante formará parte de la élite que dirigirá su país. La reflexión ahí queda y no creo que sea poca cosa. La película va de la vida de unos chavales en un colegio y es dura, de acuerdo, pero pensar en lo que supone es lo verdaderamente importante.

Así pues a Törless le cuesta aguantar sin llorar cuando se despide de sus padres en la estación porque es casi un niño, en plena ebullición interior, hormonalmente está en pleno cambio y en su cerebro las ideas llegan para quedarse un rato, van y vienen para constituir poca a poco los cimientos de su pensamiento. Es curioso que se detenga en los números imaginarios y que no acepte la extrañeza de su realidad, la necesidad de su creación artificial para que el conocimiento avance. Es curioso que ante las torturas a su compañero primero sea un colaborador más, un ejecutor, y luego se aleje de esos actos porque le aburren, porque una vez probada la posibilidad de humillar a alguien ya no le aporta nada seguir con ese ejercicio. Törless decide tomar distancia respecto a esas torturas pero atención: NO por humanidad sino mediante la reflexión; decide dejarlo estar NO porque crea que eso está mal sino porque una vez experimentado ya no le aporta nada. No hay ni rastro de complicidad con el torturado, eso casi le da igual, a él lo que le interesa es comprobar hasta dónde puede llegar el alma humana y saber qué es posible y analizar sus consecuencias.

La película me parece dura por la actitud del joven Törless en un momento de inflexión existencial en el que todo lo que será en el futuro se empieza a definir ahí mismo, la definición de un hombre, tal vez la definición de un país y posiblemente la de su futuro. Por ahí no Törless, por ahí no...
Luisito
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