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Simon Killer

Drama Un graduado reciente en la universidad va a París después de romper una relación con su novia que duraba 5 años. Una vez allí, se enamora de una joven prostituta y comienza un viaje fatídico. (FILMAFFINITY)
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Críticas 8
Críticas ordenadas por utilidad
29 de abril de 2013
12 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
Recientemente se hizo pública la quiebra de la distribuidora Alta Films, responsable de que lleguen a nuestras pantallas la mayor parte del cine de autor internacional. Las noticias como ésta no sólo me preocupan, sino que además hacen aumentar la indignación que siento frente al modelo de exhibición cinematográfica que se está imponiendo de forma alarmante: el de las multisalas en centros comerciales con su oferta casi exclusiva de blockbusters.

Ante semejante clima, no quise perder la oportunidad de asistir al Festival Internacional de Cinema d'Autor celebrado en Barcelona. La película que escogí ver, atraído por el título y sin apenas referencias, fue "Simon Killer".

El Simon del título es un chico neoyorquino que viaja hasta París tras romper con su novia. ¿Y qué más? pues si ustedes consultan la sinopsis oficial, sabrán que Simon iniciará una relación con una joven prosituta y que se meterá en líos. Eso ocurrirá, sí. Pero no es ésta una historia sobre la pérdida de alguna clase de inocencia mediante el descenso a submundos ocultos. Esta es la historia de un tipo que establece relaciones muy turbias con las mujeres.

A medida que transcurría el metraje -por más que me gustasen las interpretaciones, la planificación, la banda sonora, la excelente fotografía de Joe Anderson o las muy realistas escenas de sexo- tenía la sensación de que la historia se demoraba bastante en arrancar. Esperaba el momento en que Simon hiciese honor al título. Finalizada la película, entendí que no existía tal demora. Lo que el director decide contar es significativo, al margen de si Simon es literalmente un killer o no.

En efecto, Antonio Campos envuelve al filme en un aroma de thriller -el propio título, la violencia latente y la sordidez del primer tercio del metraje- que recuerda al Jacques Audiard de "De latir, mi corazón se ha parado". Pero, aunque exista un cierto flirteo con elementos policíacos, la historia se decanta por el retrato del protagonista, un homicida en potencia que vive como un parásito de las mujeres que encuentra.

Campos ofrece una puesta en escena poderosa -en la línea de Steve McQueen-, con predominio de los planos fijos, aunque en alguna ocasión abuse de los "momentos musicales". El director neoyorquino entrega una película de naturaleza engañosa pero no deshonesta, con una fuerza visual y una fisicidad entre los actores muy notable. Lástima que propuestas como "Simon Killer" queden sin distribución en nuestro país.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
JC KNY
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14 de febrero de 2019
7 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hay que ver todo tipo de cine, y aunque es complicado que suceda, en ocasiones surgen extraños productos que alejados de nuestros intereses nos deslumbran. No me ha pasado en esta ocasión

Una historia confusa, acuosa, con una estructura poco, o mal organizada. En ningún momento me captó lo que allí se contaba.

Desde hace un tiempo he observado que las películas sin muchas críticas y bien consideradas por la mayoría (como es el caso) asustan a la hora de emitir opinión escrita disidente; quienes lo hacemos nos transformamos en sujetos sobre quienes descargar dedos hacia abajo, además de ser el blanco de todo tipo de frustraciones al margen de una valoración cinematográfica.
Asumo el riesgo, porque suelo comenzar a leer las críticas por el final de la lista; generalmente las más interesantes, aunque no coincidan con mi opinión.
MIRADA MILENARIA
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17 de enero de 2019
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Gratísima sorpresa me he llevado con esta película de Antonio Campos. Respetando todos los cánones del cine indie americano, en cuanto a técnica narrativa se refiere, Campos nos sumerge en la oscura y particular existencia de Simon, un inseguro joven neoyorquino que pasa las vacaciones en París buscando superar la ruptura amorosa con su novia.

Con una música muy potente (de los mejores soundtrack en mucho tiempo), una fotografía muy deudora del cine indie y un guión sólido, nos adentramos al perturbado perfil psicológico de Simon, con sus luchas internas por superar una ruptura sentimental que lo dejó destrozado y su ingreso a otro círculo vicioso emocional. En efecto, por medio él se reflejan las conductas más decadentes de las relaciones sentimentales, como la violencia física y psicológica, la manipulación, la dependencia, la mentira y demás particularidades de la toxicidad emocional.

Resalto la efectividad del filme en mostrar la evolución psicológica del protagonista, que en un inicio se presenta como una víctima y va evolucionando a través del contacto con las damiselas hasta reflejar su verdadera personalidad.

El trabajo de Brady Corbet como Simon está realmente muy bien logrado, una gran sorpresa este joven talento; la hermosa Mati Diop, como prostituta, también se luce. Los demás actores tampoco desentonan. Un acierto el casting.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Héctor A Martínez
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20 de septiembre de 2013
3 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Antonio Campos es un joven realizador independiente salido de los verdaderos márgenes de la industria, lo que viene a significar que no tiene –nada- que ver con el circuito de Sundance y que se ha construido una identidad propia de forma completamente ajena a todo ello. Quizá por eso y a pesar de que “Simon Killer” es menos densa que su debut, “Afterschool”, sea tan difícil ponerle una etiqueta a su trabajo. A la búsqueda de referentes sería más fácil hacer una parada en el cine francés algo árido, pero tampoco es necesario cuando hablamos de cine –como digo- con personalidad propia. Aquí se cuenta la historia de un americano perdido en París, que pese a haber ido sólo de visita terminará por quedarse ahí a vivir la vida sin ningún tipo de control. Perdido en sí mismo.

Simon, que así se llama el protagonista, es un hombre distinto. No parece tener un rumbo fijo, sus actos relacionados con el sexo son –como poco- extraños, y las relaciones que establece no van más allá de lo puramente casual, cuando no espontáneo. Esta forma de vida, solitaria y en cierta medida peligrosa, le hace chocar con un mundo mucho menos abierto de lo que él esperaría. Campos refleja su día a día con cercanía, pero manteniéndose lo suficientemente distante para no juzgar a su protagonista. En el fondo, Simon sólo ‘pasaba por ahí’, y las consecuencias de sus actos no van a ir más lejos porque son apenas una página en un diario de viaje.

Una película diferente, no redonda pero que depende –sobre todo- de aquel que la esté viendo y de lo que le consiga transmitir, más allá de que cuente una cosa u otra, es cine (narrativo) sensorial. De su notable fotografía y su buena banda sonora podría hablarse, pero la imagen y la música es difícil describirla con palabras. Aunque sea por su condición de ‘rareza’ entre el cine independiente norteamericano, hay que verla.
Caith_Sith
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9 de septiembre de 2013
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Bueno, por fin ayer vi SIMON KILLER, un trabajo de 2011 que ni siquiera se ha estrenado comercialmente en España y que supuso el segundo film de Antonio Campos tras Afterschool (2008), que fue presentado en el Festival de Sundance y que me habían recomendado algunas personas en las que confío tras haber asistido a su proyección en el Festival Internacional de Cine de Autor de Barcelona. Tras el visionado, la cinta se me ha quedado por debajo de las expectativas creadas pero ni mucho menos es una película despreciable.

La función nos narra las desventuras de un joven norteamericano que se acaba de graduar en la universidad, Simon (Brady Corbet) que viaja a París para tratar de olvidar una traumática ruptura sentimental tras cinco años de relación. Simon vaga sin rumbo por las calles de la capital francesa en donde visita a un pariente suyo, hasta que una noche conoce en un puticlub a una hermosa prostituta, Victoria (Mati Diop), con la que inicia una relación y, con mentiras y adoptando una posición lastimera, la convence que para acepte que se vaya a vivir con ella. Un día, el cada vez más perturbado Simon, le propone a Victoria chantajear a los clientes ricos que están casados, un crimen que tendrá consecuencias inesperadas para todos los implicados.

Una vez más París, la Ciudad de la Luz, se nos aparece retratada de manera sórdida y amenazante (como si sus responsables se hubiesen impregnado del tono enfermizo del cine de Gaspar Noé en films como Irreversible o Seul contra todos), y Antonio Campos pone énfasis en ese aspecto desde la primera escena (el peligroso encontronazo de Simon con un tipo asiático cuando se halla paseando con dos atractivas chicas que ha conocido en el metro), escogiendo para la acción los lugares más sombríos y desolados, para lo que se ayuda de filtros de color rojo y azules, luces estroboscópicas, patrones de longitud de ondas y unas extraños ángulos de cámara que cercenan los cuerpos y el espacio y que alterna con planos fijos. Señales indicadoras de un estado de ánimo alterado.

De potente puesta en escena, sugerente fuerza visual y gran fisicidad, el film focaliza su atención en Simon, un tipo alienado que nos muestra un perfil cada vez más desequilibrado, con dificultad para conectar afectivamente con las chicas, con las que mantiene unas relaciones turbias, al que la ruptura con su ex le ha dejado muy tocado y que no duda en utilizar la violencia si algo no le sale como esperaba. Una violencia que, por lo que narra a su primo Carlo, estamos seguros que también utilizó con su ex novia. Se nos aparece como un tipo amable y educado, pero hay algo en él que le cubre de oscuridad: en la soledad de su habitación se consuela con el cybersexo y en su primer contacto con la prostituta sólo se masturba abrazado a sus glúteos.

A medida que avanza el metraje aumenta la tonalidad desasosegante y claustrofóbica de la trama, sobre todo cuando Simon, desnudado ya como un repelente parásito que se aprovecha de las mujeres, decide utilizar a Victoria (que tras divorciarse no le quedó más remedio que dedicarse a la prostitución), como carnaza para chantajear a sus potenciales clientes ricos, al mismo tiempo que inicia otra relación con una de las chicas pijas que conoció en el metro, y se divierte en las discos de moda al ritmo de LCD Soundsystem y su impagable Yrself Cleam, mientras Victoria, malherida, espera desesperada en la soledad de su piso.

La dolorosa ruptura sentimental con su ex le ha provocado a Simon un trastorno emocional y una neurosis depresiva que le lleva a tratar a las mujeres como si fueran meros objetos, sin que le importen ya los sentimientos. Simon estudió neurociencia y al perecer basó su tesis en la conexión entre la visión y la amplitud de nuestro cerebro para procesar esa información, de ahí que SIMON KILLER, un trabajo más sensorial que intelectual, nos arrastre a un clímax de escalada fatídica en el que se masca una gran tensión, un final en el que recuperamos el oxígeno de forma abrupta y en donde vemos a Simon caminar de frente cuando siempre se nos había mostrado haciéndolo de espaldas; es sólo el primer tramo del viaje iniciático de un asesino en potencia.

http://conexiontravisbickle.blogspot.com.es/
PeterLeTour
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