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Un rostro en la multitud

Drama Una cadena de televisión convierte en estrella televisiva a un vagabundo. La sorprendente reacción del público hacia el personaje cambiará su vida por completo, convirtiéndolo en una víctima de los medios de comunicación. (FILMAFFINITY)
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Críticas 16
Críticas ordenadas por utilidad
19 de marzo de 2009
23 de 28 usuarios han encontrado esta crítica útil
Elia Kazan fue un visionario en toda regla. Prueba de ello lo resume uno de sus films menos recordados "A Face In The Crowd". Larry "Solitario" Rhodes viaja vagaundeando de pueblo en pueblo, y de calabozo en calabozo, con su vieja guitarra, sus hárapos y la botella que lo lleva a inspirar y componer las canciones de carretera que le vienen en mente. Hasta que un día conoce a Marcia Jeffries (Patricia Neal) una periodista de una radio local que invita a todos con quien se cruza a aportar un poco de su vida a través de las ondas. Larry, con su sentido del humor y su ingenio para tocar canciones, simplemente, arrasa. Unos meses después Larry es toda una estrella de la televisión y los fans acuden en masa a recibirle en cada ciudad que visita. Pero la fama puede hacer mella en él. Marcia se ha enamorado de la estrella que ha creado pero un compañero de profesión, Mel Miller (Walter Matthau) la persuade viendo que el destino de Larry está ya en su zénit y que ya es demasiado tarde.

El director de "La Ley del Silencio" y "America America" retrata una historia de ascenso y caída en el si del sueño americano. A finales de los años cincuenta, si tenemos en cuenta que la acción se desarrolla en los EEUU, se tenía que tomar nota sobre los desencadenantes que podían provocar la afluencia de emisoras televisivas que encumbraban a cualquiera solamente por disponer de ingenio en cualquier ámbito. Larry es un hombre renacido de la pobreza y su salto a la gloria se produce en un abrir y cerrar de ojos, sin transición alguna. Por lo que acabará convirtiéndolo en un ser despreciable, arrogante y dependiente de las cifras de audiencia como oxígeno de su nueva forma de vivir.

Rodada en la última etapa de la caza de brujas, de la que Kazan tuvo que confesar a muchos de sus compañeros por temor a ser deportado, "A Face In The Crowd", no toca en éste aspecto pero puede considerarse como una autocrítica esa visión tan cándida como bruscamente traidora de la abundancia que puede aportar un país avanzado, basado en el célebre "American New Life Style" y que tan de moda se puso en la década de los cincuenta. Y con la radio y la televisión como abanderados medios.
Natxo Borràs
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29 de septiembre de 2010
15 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
Elia Kazan se embarca en una película de colosales aspiraciones y sin llegar a la excelencia buscada consigue una película notable. El guión viene del poderoso hombre de cine Budd Shulberg, el mismo que poco antes había firmado La Ley del Silencio, y cuenta la historia de un vagabundo que llegará a convertirse en ídolo mediático a base de consignas demagógicas.
Todo lo de hoy ya estaba en esta película de 1.957: la televisión omnipresente- era el momento de su irrupción- el bombardeo publicitario, el slogan simple y directo, el nombre que hace las veces de marca comercial ( Lonesome Rhodes), las audiencias, la necesariedad de iconos …A decir verdad, recursos que, por focalizarlos en Estados Unidos tan bien supo manejar ya hace tiempo un Teddy Roosvelt, o un JFK, magnífico producto de época. Como ejemplos más palmarios de la nuestra tenemos los cómicos y eficaces Zp o “ Yes, we can” . Y hace unas horas acabo de enterarme de la galáctica idea de Mr 12.
La narración de la película sigue un camino muy claro: Tras un pasaje de hipnosis el demagogo escala un peldaño más en su ascenso. Comienza en la cárcel, y con una canción sureña que cautiva a la audiencia pasa a la televisión, donde en un anuncio publicitario casi rodado a manera de “ cartoon”, embauca nuevamente, y dueño ya de su propio programa, se dedica a impartir unas reflexiones tan primarias que casualmente coinciden con las del hombre de la calle. Cuajado ya como líder de opinión, ese hombre llano es capaz de amaestrar masas humanas. Lo importante no es que su mensaje tenga contenido- cuanto menos tenga, mejor- , sino que sea pegadizo y se clave a las memorias.
Kazan lo cuenta de manera hiperbólica, algo que puede restar credibilidad a la película a cambio de otorgarle mayor espectacularidad. Las intenciones y engaños del demagogo son demasiado evidentes, la credulidad de la sociedad demasiado inocente. Creo que es un efecto buscado por el autor que quiere hacer aún más imbéciles a sus fieles. Además, persigue esa histeria emocional, esa catarsis trágica que corre por toda su filmografía. A algunos les puede parecer chillón o desmesurado, pero los clímax de “Al este el Edén” o “ La Ley del Silencio” tienen el mismo patrón. Por otra parte, la propia historia que nos cuenta exige un formato circense, un verdadero despliegue escenográfico. No es cine intimista, es puro show business.
Esta narración principal se combina con la atracción que siente Patricia Neal por el protagonista, algo así como la admiración que siente la mujer sedente por el hombre de acción. Ella sabe que es perverso, rudo y sin instrucción…pero se ensimisma con la fuerza de ese bárbaro. Debería repugnarle, pero se siente incapaz de hacerle frente.
( SIGUE EN SPOILER SIN DESVELAR ARGUMENTO)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
juanito
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25 de noviembre de 2005
18 de 27 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una de las películas menos conocidas y relevantes de Kazan, centrada en la historia de un hombre vulgar que acaba endiosado por alcanzar una fama precocinada, que le hace perder su identidad como persona y sus cualidades más allá de una fortuna limitada.
La película trata sobre la manipulación de las masas y del poder venenoso y nocivo de los medios de comunicación, lo desarrolla de manera correcta en nada sobresaliente, en nada insuficiente, de tal modo que resulta un poco cargante, estirada y enfática.
kafka
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27 de agosto de 2013
10 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
De sobra es conocido Kazan por sus famosas adaptaciones de Tennessee Williams y John Steimbeck (Un tranvía llamado deseo, Al este del edén), con este film pretendía regresar al espacio dramático de sus primeros triunfos, al cine llamado “social”. Estamos en el estado de Arkansas, mediados de los cincuenta, Marcia Jeffries (una maravillosa Patricia Neal), periodista creadora del programa radiofónico “A face in the crowd”, graba una de sus emisiones en la cárcel de un pequeño pueblo; el demagógico programa, falacia posibilista de la “democracia” yanqui, tiene como objeto descubrir “un rostro anónimo entre la multitud” y darle ocasión de ejercer durante unos minutos cierto protagonismo radiofónico.

El nuevo “descubrimiento” de Marcia es Lonesome Rhodes (estupendo Andy Griffith) que fue encarcelado por estar borracho, tiene la misma ingenuidad que las canciones folk que interpreta con su vieja guitarra, la cual, él dice amar más que a su mujer. Por la expresión de complicidad de Marcia podemos intuir el devenir del film. Desde su primera actuación en la radio, Rhodes el “solitario” sabe ganarse al público, empezando sabiamente por las amas de casa del país del matriarcado. Pero el film no tarda en cambiar su rumbo, abordando una variación sobre dos temas bastante frecuentados por el cine:
1. La posibilidad de ascenso social de una persona en el país, donde un actor puede llegar a ser presidente.
2. La manipulación de las masas a través de los medios de comunicación; la “movilidad social” de un país y el poder de la publicidad.

La institucionalización de la mediocridad, donde cualquier botarate puede manejar las masas con mensajes demagógicos y trasnochados. La película narra la ascensión y caída de este personaje, pasando de ingenuo vagabundo a controlador (controlado) de la opinión pública del país, director de su propia cadena de publicidad y alentador de escaladas políticas. Un material atractivo para Kazan, en connivencia con su guionista Budd Schulberg con quien tres años antes realizaron “La ley del silencio”, recrean con un ritmo trepidante ese asqueroso mundo de la lucha por la audiencia a cualquier precio.

Los avatares de este individuo patético, de vida desordenada, cuya aventura amorosa y misoginia nacida en su niñez con el abandono del padre y la prostitución de la madre, se proyecta a su primera esposa y su relación con la segunda, una jovencita majorette encarnada por una preciosa Lee Remick. Interesante el papel de Walter Matthau como guionista y consejero sentimental de Marcia y el trabajo de Tony Franciosa como agente despiadado y vividor. En resumen un film interesante que recrea la sociedad americana de los años 50.
Antonio Morales
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2 de octubre de 2007
12 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
Resulta agradable comprobar como la aparición de decenas de nuevos canales de televisión no sólo incrementa la programación pornográfica, permitiéndonos en ocasiones escapar de los inocentemente tentadores 806 y disfrutar de joyas clásicas del cine que TV2 no pueda abarcar en su inteligente cartelera. En esta ocasión, Elia Kazan nos invita a observar cómo la fama y el poder acaban por quebrar cualquier espíritu, por muy libre y sano que aparente ser.
En esta ocasión, un cantautor trotamundos con gran labia es descubierto por una joven reportera radiofónica, que logra convertirle en una celebridad que termina por conquistar a todo el país (el de siempre, claro). “El poder corrompe” no es precisamente un halo de originalidad para los guionistas actuales, pero cierto es que en un largometraje de medio siglo la fiel muestra de la dureza que supone nuestra habilidad como especie para caer en los mismos errores y la banalidad azarosa del éxito es digna de reseñar. Eso sí, una vez visto el admirable esfuerzo de Michael J. Fox para fingir verazmente los acordes de Johnny be Good como Marty McFly, creemos que alguna pequeña clase de guitarra no le habría venido mal al protagonista, pues el efecto de machacar las cuerdas como quien toca un tambor es igual de ridículo que aquel que conduce en una recta mareando el volante hacia los lados. Gajes del cine, suponemos.
MiCRoDiSea
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