Haz click aquí para copiar la URL

El fotógrafo del pánico

Terror. Thriller Böhm interpreta a psicópata que fotografía a sus víctimas mientras mueren; es un hombre profundamente perturbado, cuyo desequilibrio hunde sus raíces en la infancia. Su padre, un científico obsesionado por estudiar las reacciones infantiles ante el miedo, destrozó su psique y lo convirtió en un adulto acomplejado y afectado por una demencia demoníaca. El personaje necesita registrar en imágenes el terror que sienten sus víctimas antes ... [+]
1 2 3 4 5 6 10 >>
Críticas 50
Críticas ordenadas por utilidad
26 de enero de 2009
85 de 94 usuarios han encontrado esta crítica útil
Contrariamente a lo que suele suceder en la mayoría de thrillers y pelis de terror, “El fotógrafo del pánico” revela la identidad del psicópata asesino (Carl Boehm) a las primeras de cambio.

Poco después, incluso, conoceremos con todo lujo de detalles el trauma infantil que impulsa a Mark Lewis a cometer todos esos macabros asesinatos.

Sin lugar a dudas, lo que para otro cineasta hubiera sido un abismo insalvable constituye para Powell un pretexto creativo tan fascinante como novedoso. Desprovisto de cualquier estrategia intrigante, Powell decide situarse a las antípodas de la lógica hitchcockiana y nos obliga a convertirnos en testigos de excepción de un truculento ‘making off’. Un depravado proyecto que saca a relucir ese ‘peeping tom’ (mirón) que todos nosotros llevamos dentro y que nos hace cómplices de los enfermizos propósitos de Mark.

Estamos, por lo tanto, ante una peli con mucha miga. Las múltiples sinergias que incentivan su visionado resultan tan jugosas que no nos debe extrañar su unánime condición de film de culto. Sus paralelismos con “Frankenstein”, “La ventana indiscreta” o “Psicosis” son notorios, así como su indisociable vinculación con las ‘snuff movies’, pero si en algún aspecto el film de Powell ha contribuido a engrandecer y ennoblecer el bagaje creativo del séptimo arte es en el de la dirección propiamente dicha.

Cedámosle la palabra a Martin Scorsese:

“Siempre he creído que Peeping Tom y 8½ dicen todo lo que puede ser dicho sobre el arte de hacer peliculas, sobre el proceso de llevarlas a cabo, la objetividad y la subjetividad y la confusión entre las dos. 8½ captura el lujo y el disfrute de hacer cine, mientras que Peeping Tom muestra la agresión que hay en ello, cómo la cámara infringe una violación... Viéndolas puedes descubrir todo sobre las personas que hacen cine, o al menos, cómo esas personas se expresan a si mismas a través de las películas”.
Taylor
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
4 de julio de 2010
72 de 81 usuarios han encontrado esta crítica útil
1) En el primer minuto se desactiva la posibilidad de motorizar la película mediante la intriga: el protagonista, Mark, con trenka beige, asesina a una prostituya callejera. Toma subjetiva, a través de una 16 mm que el asesino lleva siempre consigo para filmar a parejas en los parques, a mujeres desvistiéndose cerca de la ventana o a sus aterrorizadas víctimas.
A continuación vemos con el asesino la película del crimen, en B & N, otra vez la misma escena, mientras se presentan los créditos.

2) Minutos después Mark, venciendo su extrema timidez, revela a una bienintencionada vecina su infancia traumática que, en explicación psicoanalítica al uso, contiene todas las claves de su patología: el padre, científico, le utilizaba como cobaya para investigar el efecto del miedo y los sustos en el sistema nervioso, marcándole de por vida, igual que al regalarle una cámara que ya no despegaría de la cara en adelante. Mark lo cuenta a su vecina proyectándole filmaciones domésticas que conserva en su piso. En ellas aparece mientras espiaba a parejas o se despedía de su madre moribunda, o posaba desolado junto a su madrastra.

3) Desde el principio la policía está sobre la pista, y es evidente que no tardarán en caerle encima, con lo que sólo queda una mínima incertidumbre, acerca de si entrará en el punto de mira la angelical vecina, o si la madre de ésta, ciega, alcohólica y medio vidente, descubrirá al criminal.
Por otra parte, el actor protagonista, Bohem, opta por caracterizar a su personaje marcando exclusivamente su carácter solitario y huidizo, su apocamiento sin apenas resquicio para la crueldad inherente a un ‘serial killer’.

4) ¿Dónde está entonces el interés de esta cinta de no-intriga y no-suspense (a diferencia de su coetánea “Psycho”), rechazada en su momento por el público y la crítica? Tal vez en la carga de sentimientos turbios y malsanos asociados en ella al hecho fílmico. Y por si esto fuera poco para volverla carne de cinefilia, hay cine-dentro-del-cine, con la inserción de las películas domésticas; el protagonista trabaja como operador de cámara en unos estudios y se ven diversos momentos de rodajes; redondea el sueldo con fotos porno; tiene un laboratorio de revelado y, según los cineastas que han convertido “El fotógrafo del pánico” en film de culto, subraya el hecho vampírico de la grabación, ese robo del alma que era para los indios la toma de imágenes, esa aniquilación de la persona al capturar su efigie.

5) Powell tiñó la película de una veta emocional perturbadora con visos de confesión o desahogo encubiertos. Dentro de la perceptible turbiedad resulta difícil identificar sus motivaciones, qué rara conciencia culpable, unida al hecho fílmico, descarga en la película, pero sirvan como indicadores las siguientes claves:

-La trenka que usa el protagonista era de Powell.
-El actor que representa a Mark niño es el hijo de Powell.
-El padre de ese niño, que aparece fugazmente, es el propio Powell.
Archilupo
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
24 de octubre de 2007
53 de 64 usuarios han encontrado esta crítica útil
Me parece sencillamente genial encontrar en una invidente la némesis del protagonista "voyeur". Una ciega que se muestra temerosa de ser filmada, temerosa de la mirada de los demás. Un miedo que comparte con el protagonista, como también el bastón de punta afilada con el que se defiende que recuerda al arma de Mark. Aun detrás de esa aparente diferencia de la capacidad de ver se oculta quizá una semejanza. ¿No es acaso alguien que todo lo mira, al que siempre le acompaña su cámara como un nuevo apéndice de su cuerpo, en cierto modo un impotente? En el acercamiento a sus víctimas con la extremidad de la cámara fálica y enhiesta apuntando a sus cuellos podemos ver una violación repetida una y otra vez, como una tentativa de exploración que siempre resulta infructuosa. En "La ventana indiscreta", mucho más sutil, el miembro fálico figurado era la pierna escayolada de James Stewart "que proyecta su pierna rígida hacia adelante en una especie de priapismo quietista" (la cita es de "Días de cine"). En nuestra película, Mark ansía encontrar el rostro del miedo, el que viviera en su infancia, el que buscara su padre a su vez, pero no logra hallarlo, el fundido en negro siempre se le adelanta velándole la imagen. Esta veladura es como la de la invidente, la marca de una impotencia traumática. Fíjense en el momento en que se conocen, ella le pregunta si conocía a la chica asesinada y al encontrar una respuesta negativa, lamenta no tener información de primera mano. Le hubiera gustado verlo ella misma y ya que no le es posible, trata de verlo a través de los ojos de los demás. Mark llega a darse cuenta de la afinidad que existe entre él y la ciega y quizá por ello actúe del modo en el que lo hace. Esta relación me recuerda la que existiera en "El túnel" de Ernesto Sábato entre Castel, uno de esos tipos que como Mark siempre está mirando del otro lado de la ventana, y el invidente repulsivo como una serpiente. Es una lastimosa inconsecuencia, sin embargo, que en esta película el personaje no tenga una continuidad.
Langfuller
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
11 de mayo de 2007
29 de 38 usuarios han encontrado esta crítica útil
El camarógrafo Mark Lewis tiene una curiosa obsesión, filmar rostros, pero en su peligrosa pasión voyeur por captar solo expresiones y emociones verídicas, el extraño joven intenta inmortalizar en celuloide los rostros aterrorizados de inocentes mujeres que ven como único remedio gritar por los últimos segundos de vida que les quedan.

Gran película del británico Michael Powell, injustamente vapuleada por la crítica de la época, además de que supondría un rotundo fracaso de taquilla. Los incisivos e infundados ataques contra la cinta prácticamente condenaron al ostracismo a su infravalorado realizador.

El no menos que ridículo alboroto de la santurrona critica británica de la época se debió a la crudeza, el sadismo y la misoginia que desprenden las acciones del protagonista de la historia, a pesar de no contener ni una gota de sangre. Se podría decir que a los críticos no les agrado que se les enseñase el día a día de un director de cine tan cruel como ningún otro, un devoto autor de las llamadas “Snuff movies”.

Con ribetes Hitchcockianos, Powell explora los mismos tópicos de la obra de su compatriota, como el lado oscuro del ciudadano medio, el voyeurismo, el fetichismo y la fascinación por la muerte. Todo esto llevado a la vida por la gran interpretación de Carl Boehm, un personaje tan taciturno, huraño, tímido y amanerado como su colega Norman Bates; y es que curiosamente Powell, esta vez en solitario, sin su fiel colaborador Emeric Pressburger, y con guión original de Leo Marks, construye un thriller bastante parecido en su trama a “Psicosis”, curiosamente rodada y estrenada casi simultáneamente.

El suspense in crescendo, la estilizada violencia en su mayoría off camera y la atmosférica puesta en escena llevan a “Peeping Tom” a ser una de las joyas ocultas del meta-cine, un film de culto que debe ser descubierto por cualquiera que se considere cinéfilo, como nuestro colega el asesino.

Pierluigi Puccini
PierPuccini
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
19 de octubre de 2008
29 de 41 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es una cinta que desarrolla el perfil psicológico de un asesino serial traumatizado en su infancia y obsesionado con retratar el miedo en el momento justo anterior a la muerte de su víctima.
La verdad que me decepcionó un poco viendo tanta crítica buena. Estamos de acuerdo que es una cinta aplomada y que esboza en cierta manera cómo vive y siente un asesino sicótico sus motivaciones y sus sensaciones desde su trastocada realidad. Es una cinta muy hablada, donde se trata de explicar hasta el último detalle el por qué de la locura del asesino. Aunque en ello puede que la cinta resulte un tanto lenta y desinflada en estimulaciones.
Pero creo que el filme adolece del misterio, pues conocemos de entrada la identidad del asesino y las variantes del relato no tienen suficiente intensidad como para absorber. Además de no poseer ninguna secuencia o imagen impactante que permanezca en la retina como para que sea recordada por una escena en particular.
Ante la carencia de situaciones que inquieten, entonces no es tan efectiva como cinta de horror. El misterio tampoco aparece en la forma que debería, lo truculento apenas es sugerido y no mostrado, la investigación policial que hay detrás tampoco sobresale.
Sí es válida (dentro del contexto temporal en que fue lanzada, allá por 1960) como exposición de esa necesidad instintiva del voyeurismo humano, donde lo morboso y el in-fraganti siempre resulta sugestivo y en ciertos casos patológicos, es tremendamente excitante. Es desde allí donde le encuentro más valor a este apenas interesante filme sobre la chifladura y la morbosidad humana.
Pasatiempos Digitales
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
1 2 3 4 5 6 10 >>
Cancelar
Limpiar
Aplicar
  • Filters & Sorts
    You can change filter options and sorts from here
    arrow