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Poder absoluto

Intriga. Thriller. Drama Luther Whitney, un especialista en grandes robos, planea desvalijar la mansión de un magnate que se encuentra de vacaciones en el Caribe. Sin embargo, una vez dentro, es testigo involuntario de un asesinato que involucra al Presidente de Estados Unidos, a su jefe de gabinete y a dos agentes del Servicio Secreto. Pero, ¿a quién puede recurrir un criminal para acusar de asesinato a alguien relacionado con la Casa Blanca? (FILMAFFINITY)
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Críticas 80
Críticas ordenadas por utilidad
31 de julio de 2009
63 de 74 usuarios han encontrado esta crítica útil
Poder absoluto ha tenido el buenazo de Clint Eastwood firmando y protagonizando este mordaz thriller siguiendo punto por punto las pautas de oro de este género. El resultado es una magnífica, lograda y muy entretenida película de intriga en donde Clint interpreta a un saqueador, tanto de obras de arte como de joyas. Éste es testigo involuntario de un homicidio en el que está involucrado de lleno el mismísimo Presidente de los Estados Unidos, interpretado de forma brillante por el incombustible Gene Hackman.

Una magnética escena inicial nos presenta un pastel bastante goloso, incapaz de aburrir a nadie y con la habilidad de dejar la guinda para el final. El pastel se ha cocinado gracias a un guión a prueba de balas llegando a un final soberbio y todo ello, con la presencia de actores de la talla de Ed Harris, Laura Linney o Scott Glen, más los citados anteriormente, Eastwood y Hackman. Entretenidísima apuesta donde se muestran grandes dosis de calidad cinematográfica, en la que las dos horas de duración de la misma, se os pasarán como si fueran una.
Condosco Jones
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2 de mayo de 2006
120 de 189 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una película de cine, sobre todo una como esta, tiene que ser hasta cierto punto verosímil. Cualquiera que sepa algo de política, servicios secretos o de la C.I.A. le resultará ciencia-ficciónen y encontrará incongruencias argumentales por todos los lados. Vale que es de Clint Eastwood pero también hay que ser críticos con él. ¿No te valía un senador o un gran empresario? ¿Por qué escoges al presidente de Estados Unidos y le das un par de matones de poca monta como si fuera un padrino de tercera de un barrio de Nueva York? Es una película pretenciosa argumentativamente hablando que si hubiese querido ser más humilde en su historia hubiera dado mejor resultado. Un thriller con buenas actuaciones, mejor Hackman que Eastwood, pero que no da mucho más de sí. Sobreestimada por el sello Eastwood.
vircenguetorix
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2 de mayo de 2009
43 de 56 usuarios han encontrado esta crítica útil
Excelente adaptación cinematográfica de la novela de David Baldacci, a menudo con normas políticamente incorrectas, pero gracias al brillante y pulido guión de William Goldman y a la magistral dirección de Eastwood, así como el excelente reparto de actores, se puede perdonar.

Eastwood nos demuestra una vez más su extraordinario talento como actor y como director, contando con un elenco de soberbios actores, empezando como no (además de Eastwood), por Gene Hackman, esta vez encarnando al mismísimo presidente de los Estados Unidos, así como el malo principal de la cinta. Posiblemente sea el presidente estadounidense más canalla que se haya visto en una película.

A este le siguen un sobreactuado Ed Harris interpretando como ya hiciera en numerosas ocasiones a un policía, esta vez algo hiperactivo y sarcástico, el veterano E.G. Marshall como el magnate viudo, Scott Glenn y el afroamericano Dennis Haysbert como los siervos sin entrañas de Hackman, Laura Linney como la hija malparada de Clint, y Judy Davis como la secretaria de Hackman, la cuál "dan ganas de cortarle el cuello" cada vez que se la mira (palabras del propio Scott Glenn en el filme).

Sin duda una de las mejores obras de Clint en los últimos años, bastante entretenida. Una perfecta muestra de lo que es un thriller político de primera clase.

La atractiva hija de Eastwood, Alison, tiene un cameo al comienzo del filme.

Muy buena música de Leonard Niehaus (colaborador habitual de Clint desde 1984).


Todo el mundo, en especial los fans de Clint, deben de haber visto "Poder absoluto".

No se la pierdan.
cartagenero_humilde
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5 de abril de 2011
36 de 47 usuarios han encontrado esta crítica útil
Lo tengo claro: como digo en el título, si Poder absoluto la hubiera visto hará un año o quizá un poquito más, estaría hablando de una buena película sin ningún género de duda. El problema es que un año, parece que no, pero da para mucho, entre otras cosas para convertir a un servidor en algo así como un analizador obsesivo de cuanto ve, léase acontecimientos que se desarrollan uno tras otro a consecuencia de una inesperada visión de asesinato tras un falso espejo, cuando hablamos de este thriller en concreto. Hace un año, el entretenimiento continuado que brinda este muy correcto filme de Clint Eastwood habría bastado para alzarse como merecedor de la mentada nota, aunque sólo fuera por respeto a tan dificultosa tarea -a veces- que es mantener al respetable ensimismado durante dos horas de su vida.

¿Quiere decir esto que Poder absoluto únicamente posee la virtud de no aburrir? No, hombre, no. Como es de sobra conocido, cuando el viejo Clint se pone tras la cámara, no importa el tema que trate, como mínimo obtendremos un producto de factura prácticamente intachable. Y ésta no es ninguna excepción. Muy elegantemente rodada, con la parquedad en artificiosidad que suele caracterizar sus trabajos; muy bien interpretada, aunque esto no se antoja demasiado difícil visto el reparto y vistos los requisitos interpretativos de los diferentes papeles; perfectamente ambientada y musicalizada con una partitura muy acorde; y con la dosis justa de tensión y acción en semejante entorno de conspiraciones.

El fallo, como han comentado en otras críticas, es que a partir de la mitad de la cinta más o menos, cuando al director -o al guionista, no lo sé- le toca cocinar bien la carne que anteriormente tan cuidadosamente ha puesto en el asador, le sale el tiro por la culata. Primero porque la concatenación de escenas empieza a parecer algo torpe, sin quedar muy bien explicado el porqué de cada situación; y segundo porque, a raíz de eso, al espectador le toca llevar a cabo un estimable acto de fe para no salir despedido de la trama y creerse cuanto pasa. Ni más ni menos.
José (FullPush)
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22 de agosto de 2007
43 de 66 usuarios han encontrado esta crítica útil
Luther Whitney es un hombre mayor que, sentado en el banco de un museo, dibuja con lápiz un místico rostro de un cuadro de El Greco. Una joven dibujante se acerca y le dice: “No se rinda”. “Nunca lo hago”, contesta. Después, ella le halaga: “Tiene buenas manos”. Él no contesta, esboza media sonrisa y aparta la mirada. Luther entra en un bar y entrega una cinta de vídeo al camarero, que le dice que debería aprender a usar el vídeo. Llega a su casa, con tantos cuadros como el museo del inicio. Tiene un gato. Cena a la luz de una vela y con una foto antigua de él mismo con una chiquilla. Observa sus dibujos y se detiene en el de una mansión. Un fundido encadenado reemplaza el dibujo por la auténtica mansión.

Solo llevamos cinco minutos de metraje y ya sabemos mucho de Luther. Es paciente y discreto, observador y solitario, ama la pintura y solo le interesa una persona: su hija; incluso, es posible que le obsesione. Por su edad, por su intensa afición, hasta por andar a oscuras por la casa, podría deducirse que es un pobre jubilado, pero lo que se nos muestra a continuación nos desvela que aún sigue en activo: es un ladrón de guante blanco.

Luther abre la puerta de la mansión. Un sonsonete sintético (o sea, un pí-pí-pí...) y un puntito rojo luminoso acompasados nos alertan de la existencia de una alarma. Un encadenado de planos del rostro con lentes del ladrón, de sus manos manipulando el panel del sistema de seguridad y de una cuenta atrás inexorable en el mismo panel, con los continuos pitidos como única banda de sonido, crean una sencilla pero efectiva escena llena de tensión, un aperitivo de las suculentas escenas de acción que nos depara el filme como, por ejemplo, la persecución por la casa y por el bosque aledaño de los fornidos miembros del servicio secreto al veterano Luther. El dinamismo de la secuencia es mostrado en una concatenación de planos breves. Tal concepto básico del montaje de secuencias de acción ya era concebido por Don Siegel, maestro confeso de Eastwood, y ha servido de modelo a casi todos los thrillers de los años 80 y 90, en muchos de los cuales ha degenerado en una retahíla de planos efímeros e incapaces de mostrar y de relacionar las imágenes. En Absolute Power existe un interés y una preocupación por mostrar los personajes y sus movimientos dentro de un espacio y un tiempo controlados: el espectador conoce la casa y ubica a perseguidores y perseguido, y el tiempo es condensado con la alternancia de planos de unos y otro. La secuencia posee un orden interno que la hace comprensible y emocionante para al espectador…

Continuará en el videoclub más cercano.
Kick'Em Ars
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