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Llena de gracia

Drama En los últimos días de la vida de María de Nazaret, el apóstol Pedro acude a ella para que le ayude a difundir la vida y obra de Jesús. (FILMAFFINITY)
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Críticas 6
Críticas ordenadas por utilidad
19 de noviembre de 2016
11 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Llena de gracia es una película muy alejada del cine comercial y de lo que se demanda por los tiempos que corren. Apenas hay en ella acción, los personajes que aparecen son bien pocos (de hecho, Maria de Nazaret y Simón Pedro vertebran ellos dos la historia) Ahora bien, la sensibilidad con que se nos narra la vida de María en la cronología de diez años después de la muerte de su hijo Jesús, es exquisita. Hay diálogos de una belleza impagable y, sobre todo, las palabras de María resuenan como una sentida, vibrante y emocionante exhalación de amor.
Creo que el director conocía perfectamente la situación de los primeros tiempos del cristianismo, ejemplificada en la película por las dudas que tiene Pedro en el sentido de que no sabe muy bien hacia dónde orientar ni esa religión naciente ni las palabras y todo lo que le dijo en su momento el maestro. Por ejemplo, Pedro es coetáneo también de Pablo de Tarso, el cual es nombrado entre los primeros apóstoles que se dedicaron a difundir el evangelio, y estos son datos históricos perfectamente contrastrados y de los cuales hay abundante literatura.
Pero en Llena de gracia hay también otro protagonista (otros dos protagonistas, para ser más exactos) El primero es el silencio, las pausas, lo que no se dice cuando los personajes deambulan por territorios interiores y privados del alma; el otro es la figura de Jesús, envuelto en ese precioso silencio que da forma ese largo poema audiovisual de 90 minutos.
En fin, una maravilla que todavía se haga este tipo de cine, con criterio y con sensibilidad artística, con más bien pocos medios pero con un manejo excelente tanto de las interpretaciones como de la fotografía, para contar una parte de esa gran historia que ha marcado decisivamente toda nuestra cultura.
Alonso
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5 de noviembre de 2016
9 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Gran película. De unos diálogos precisos, bien escritos y fieles a la ortodoxia. Como católico me ha consolado mucho ver que aún hay gente capaz de hacer películas como ésta. Una persona como María se merece mucho más pero esta película le tributa un digno homenaje.
vivaldi1967
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6 de diciembre de 2016
4 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Película difícil incluso para los creyentes, a base de largos y elocuentes soliloquios de la Virgen y de Pedro con la mirada perdida, presididos por la nostalgia y aderezados por una banda sonora de tristes violas y violonchelos solistas, ensoñaciones y flashbacks reiterativos, y montajes experimentales tipo Malick.

Deja un poso triste incompatible con la cristiana alegría de la resurrección, la cual aparece como un hito más.

La idea es original y la teologia que contiene es respetuosa con la Doctrina y la Tradición catolicas, pero la película está claramente destinada a minorías.
Catholicvs
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25 de mayo de 2016
5 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Reflexión teológica de alta intensidad y bajo presupuesto, que exige del espectador una actitud especial para poder apreciarla: abandonar los prejuicios, abrir los registros interiores y escuchar... Emocionante el soliloquio final de María de Nazaret hablando a los Apóstoles. Lo dicho: para una selecta mayoría.

juanje
juanje
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11 de noviembre de 2021
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta semana he visto la película "Llena de Gracia", película dirigida por Andrew Hyatt (el mismo director de la ya comentada Pablo, el apóstol de Cristo, 2018). Hace unos días, precisamente, leía un artículo sobre la enorme cantidad de películas sobre la fe que se están produciendo en la última década en Hollywood. Esta última en concreto pertenece a la productora Affirm Films, nacida dentro de Sony en 2007 para dar respuesta a un mercado con cada vez más consumidores y que ya cuenta con 8 éxitos en taquilla en su corta existencia.

Llena de Gracia, sin embargo, no es una película comercial. Evidentemente tiene su público, pero muy minoritario. No es una película para llenar salas sino para los amantes del buen cine. La manera en la que está rodada, con muchos primeros planos, diálogos cortos pero intensos entre los dos protagonistas principales y la importancia de la música y los silencios así lo delatan. Sin llegar a ser cine independiente tiene muchos aspectos en común con ese tipo de películas. Alguien la definió en su estreno como "un poema audiovisual de 80 minutos" y me apunto a esa definición.

El paradójico argumento pretende realizar una incursión lo más objetiva posible a un mundo subjetivo. La Virgen María (Bahia Haifi) está a punto de morir y quiere contar sus vivencias y legar su testamento espiritual a los discípulos, especialmente a San Pedro (Noam Jenkins). Utiliza para ello la técnica de flashback, con unos diálogos creíbles, aunque algo forzados en algunos puntos teológicos como veremos posteriormente.

Haciendo un análisis de estos dos personajes principales, el film presenta a María como una consumada teóloga y a Pedro como un personaje desconcertado y sobrepasado por los acontecimientos, que busca en la Madre del Señor las aclaraciones que otrora le daba su Maestro. María lleva el peso de los soliloquios y a Pedro se le suele ver con cara circunspecta y mirada perdida. Pedro dirige la Iglesia en Pontes y supervisa el resto de comunidades, pero no sabe cómo hacerlo y no sabe dar respuestas a quienes le piden consejos sobre la organización de las primeras iglesias locales. Como he apuntado anteriormente, los escuetos diálogos están cargados de contenido teológico y de vivencias espirituales, especialmente en el caso de María. Hyatt enmarca estas conversaciones en unos paisajes con una fotografía espectacular, con constantes referencias a la Naturaleza como creación de Dios, con continuos contraluces y escenas nocturnas; y con una música que acompaña en todo momento a la reflexión -casi oración- del espectador. Los silencios y las pausas tienen casi la misma importancia de lo que se dice. Un par de Ave María y el Kirie Eleison del final destacan poderosamente en este sentido.

A nivel teológico casi todo es ortodoxo y está bien contextualizado. La mención a la Anunciación, las disputas entre judíos y paganos, las referencias al Espíritu Santo, el papel de Pedro, las referencias a las cartas de Pablo, los recuerdos de las vivencias de la Pasión y la Resurreción... Si bien algunas de ellas son matizables, todo entra dentro de la buena intención de la película, que como mencioné anteriormente es adentrarse en el mundo desconocido de la intimidad espiritual de las almas de los dos protagonistas principales. Un detalle que me parece mencionable es la entrega de una piedra ("sobre esta piedra edificaré mi Iglesia") de María a Pedro a modo de testamento simbólico. Un detalle muy acertado y visualmente emocionante.

En el párrafo anterior empleo la palabra "casi" respecto a la ortodoxia. Desde el punto de vista de la teología protestante evidentemente el 100% de la película lo es, amparado en la libertad de doctrina y al hecho de no estar constreñida a unos dogmas como verdades de fe obligatorias de creer. En el caso de la Iglesia católica la perspectiva es distinta, me atrevería a señalar especialmente un punto que se aparta bastante de la postura de la Iglesia respecto a la Virgen María. La película en su final presenta la muerte y sepultura de la Virgen María, mientras que el dogma de la Asunción de la Virgen María habla de que María fue asunta al Cielo en cuerpo y alma. En el caso de películas como la Pasión o Resucitado la Ascensión de Cristo al Cielo es tratada en forma de luz o desaparición del cadáver, pero en esta película no se hace ningún esfuerzo interpretativo de esa circunstancia, con lo que el espectador saca la conclusión de que el cadáver de la Virgen sigue enterrado en algún lugar de Israel. Como digo esto no es un problema para la doctrina protestante, pero sí para la católica.

Unido a ello hay dos temas cuando menos discutibles. El primero de ellos es la imagen que la película presenta de María recibiendo la Unción de Enfermos y la Eucaristía en el lecho de muerte. Como apunte teológico-sacramental es brillante, aunque como relato histórico es bastante improbable en ninguno de los dos casos. Tanto la Unción de Enfermos como el viático son elementos posteriores que pudieron estar germinalmente en los primeros años del cristianismo, pero que tuvieron un desarrollo posterior evidente.

El segundo de los detalles es la tristeza y nostalgia que emanan de la película -muy propia de la espiritualidad luterana- pero que contrasta con la alegría cristiana de la resurrección. Cierto que para el tono de la película era lo necesario, pero a nivel espiritual puede hacer que se confundan la serenidad, la paz y la calma espiritual con la melancolía, la añoranza, la soledad y la pena. Los largos solos de violas y violoncelos ayudan en esta segunda línea contraria a la Buena Noticia del Evangelio. Es cierto que María solo llora una vez en la película (recordando la matanza de los inocentes), y que su muerte no podía ser recibida con jolgorio, pero algunas menciones más a la alegría de la Resurrección hubieran sido bien recibidas en un mensaje final más optimista.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
jaime salado
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