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Mercenarios sin gloria

Bélico El ejército británico contrata a un grupo de mercenarios y les encomienda una misión en la zona del Sahara ocupada por las tropas nazis: destruir los depósitos de combustible alemanes, sin los cuales Rommel, el Zorro del desierto, no podría llevar a cabo sus planes. El ejército británico confía el mando de la misión al coronel Masters, un experto en combustibles. (FILMAFFINITY)
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Críticas 16
Críticas ordenadas por utilidad
12 de junio de 2008
45 de 46 usuarios han encontrado esta crítica útil
Muchos aficionados al cine recuerdan una y otra vez ese inicio de la aclamada “Grupo Salvaje” donde un alacrán se encuentra rodeado por el fuego y no consigue salir. Pues bien, aquello no es más que un plagio de una idea del cineasta norteamericano de origen húngaro André De Toth, que podemos disfrutar en “Play Dirty” o como se la conoce en nuestro país “Mercenarios sin gloria”. Espero que este dato, ayude a que esta estupenda película bélica sea algo más conocida porque se lo merece de verdad.

Como digo todo el mundo copia a todo el mundo, De Toth, también se inspira en “Doce del patíbulo” de Aldrich para crear esta historia de un grupo de mercenarios que son conducidos a una misión suicida encabezados por un capitán del ejército inglés que interpreta Michael Caine de forma magistral.

Rodada en Inglaterra y España –todos los magníficos exteriores que nos hacen creer en el verdadero norte de África fotografiados por Edward Scaife- “Mercenarios sin gloria- es una atípica película bélica que no dejará indiferente a nadie.

Cínica, áspera, y completamente crítica con la jerarquía y el poder, es una obra muy alejada de las clásicas cintas de glorificación del héroe militar políticamente correctas. Aquí lo que importa es sobrevivir, no sólo de los alemanes sino de tus propios mandos que sólo te consideran un mero instrumento en el que en cualquier momento puedes convertir en un juguete roto.

Fue la última película –aunque tiene otra participación veinte años después en un film de terror para televisión- de este director que pertenece al club de los parches en el ojo como Walsh o Ford, y que es algo más que un mero entretenimiento para una tarde de sábado.

Su final, continúa siendo, uno de los más acertados de toda la historia del cine bélico.

Nota: 6,8
vircenguetorix
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29 de febrero de 2012
15 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cineasta bastante olvidado, André de Toth se despedía prácticamente de la profesión con esta película (aún realizaría otra más, de escaso mérito, en los ochenta), que carece, en mi opinión, del reconocimiento debido.

Como bien han apuntado otros usuarios el argumento nos remite de inmediato a la conocidísima "The Dirty Dozen", de Aldrich, que realizada un año antes, no me parece superior a esta. De hecho creo que la película de De Toth desarrolla mejor la idea central que ambos filmes comparten, que viene a ser la de que las guerras se ganan empleando los medios y personas más abyectos, sin que exista lugar para el honor, el heroísmo, y demás aspectos con que se suelen "adornar" las guerras en el cine. En la película de Aldrich el gusto por la acción, su excesivo peso, por muy brillantemente filmado que esté, resulta bueno como espectáculo, pero perjudica un tanto la claridad del mensaje, cosa que no ocurre en esta "Play Dirty", siempre clara en sus intenciones desmitificadoras.

Así, los siete protagonistas de la película son personajes indeseables y violentos (también Caine, que pronto deja a un lado su hipocresía, sumándose a la brutal sinceridad guerrera que encarna Davenport), que no dudan en cometer cualquier atrocidad con tal de seguir vivos -eso es siempre lo primero en la guerra- y cumplir su misión -eso es, a veces, lo segundo-. Pero la crítica no se queda en mostrar el salvajismo de estos "recursos humanos", sino que apunta directamente a quienes los mandan, retratando a una oficialidad carente de todo escrúpulo, que los utiliza para hacer el trabajo sucio, pero está siempre dispuesta a olvidarlos y dejarlos en la estacada (de hecho, al final de la película el espectador tiende a sentir mayor desprecio por los mandos, pues a diferencia de los siete "elementos" que componen el comando, ellos sí son hipócritas).

Con un acertado guión, que explota hábilmente los roces iniciales entre los dos protagonistas para después unirlos en la certeza común ("jugar sucio es jugar seguro"), sorprende también la inclusión de una pareja de árabes homosexuales (que nuestra vigilante censura se apresuró a convertir en hermanos, en una de esas decisiones sublimes que la caracterizaban), mostrando así su afán por salirse de las convenciones habituales. Con un buen ritmo, eficaces interpretaciones y acertadas dosis de acción (que no llegan a ofuscar el mensaje central), destacan varias secuencias, especialmente las que inician y culminan el filme, y que, sumadas al resto del metraje, condensan esa visión descarnada y cáustica de una guerra en la que los héroes son villanos, sus mandos traidores, la "misión cumplida" un perjuicio militar, y la muerte no es cosa del enemigo.

Resumiendo, la conclusión es similar a la que expresaba John Wayne en "Horse Soldiers" ("Misión de Audaces"), cuando William Holden le reprochaba su dureza e inhumanidad: "Doctor, la guerra no es precisamente un asunto civilizado".
Quatermain80
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15 de febrero de 2018
12 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es una especie de pariente pobre de la superproduccion, " los doce del patìbulo", con menos medios y menos accion y espectacularidad.La historia de un comando de mercenarios, ( no convictos, como en la pelicula antes mencionada) al cual mas indeseable, un pulcro Michael Caine, que no es militar, si no un ejecutivo de la B.P., que quiere pasar la guerra comodamente en la retaguardia, una autentica pelicula de antiheroes y malhechores, entre los que destacaria al personaje de Nigel Davenport, un superviviente nato y un tipo sin ningun tipo de escrupulo moral. El heroismo yel patriotismo no se ven por ningun lado, ni en los altos mandos solo intereses y ambicion, desde el excentrico coronel con un aire a Stewar Granger al ultimo soldado del peloton, injustamente poco recordada y a tener en cuenta.
zuriman
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19 de noviembre de 2020
7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Parecida a un film anterior ambientado en la guerra de Argelia, "Marcha o muere", "Mercenarios sin gloria" narra una descabellada misión contra los depósitos de combustible de Rommel. El excelente guión encuentra en André de Toth un adecuado director que consigue transmitirnos la falta de escrúpulos de unos personajes que igual se enfrentan a las miserias del desierto que a las consecuencias de sus propias crueles pasiones.
Aquí no se hace la guerra por la patria o por un ideal. Se busca sobrevivir o ganar dinero. Los mandos británicos llegan a ser para sus soldados tan peligrosos como el enemigo. No se mata por una causa, sino cuando conviene. Y cuando conviene se traiciona al compatriota.
El pesimismo de la historia, sin embargo, no deprime, pues la película tiene la estética de un buen film bélico, con secuencias de acción espectaculares, como escalar una montaña con vehículos blindados o atravesar un campo de minas.
Amena, sorprendente, muy bien interpretada por Nigel Davenport, mercenario que hace del egoísmo un arte, y Michael Caine, oficial que fracasa al intentar moralizar la guerra, la cinta pertenece al espíritu de otros títulos que muestran los conflictos bélicos como son: "Senderos de gloria", "Ataque" o "Fin de semana en Dunkerke".
Afortunadamente, no tiene nada que ver con disparates antinazis como "Doce del patíbulo" o "Tobruk"











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Luis
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29 de septiembre de 2016
8 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
"Mercenarios sin gloria" es una película tan perfecta, tan entretenida, tan espectacular, que no sé por qué no es más conocida o valorada. Lo cierto es que, al verla, da la sensación de que André De Toth, al rodarla, estaba reinventando el cine sobre la Segunda Guerra Mundial, o, si me apuran, el cine bélico, pese a tener cercanos en el tiempo films como "Doce del patíbulo" (The Dirty Dozen, 1967), de Robert Aldrich, al que sin embargo supera con creces.

Aquí la guerra es tan cínica, tan despiadada, tan cruel, que hasta los más cínicos, los más duros, pueden convertirse en víctimas: los miembros del comando liderado por Michael Caine y Nigel Davenport son héroes, pero héroes sacrificables, prescindibles. Son héroes ocultos, que ni siquiera muestran sus banderas, pues van disfrazados de soldados italianos. El absurdo de la guerra surge en el inesperado y brutal, pero muy creíble, desenlace final. La pareja de árabes homosexuales son, curiosamente, tal vez los personajes más humanos y más decentes de todos. André De Toth, en su última película (oficial) como director, firmó una auténtica obra maestra.
Pedro Triguero_Lizana
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