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La caída del imperio romano

Aventuras. Drama Imperio Romano, siglo II d.C. Marco Aurelio (160-181), el emperador filósofo, fue el último gobernante de la Edad de Oro romana. Muy a su pesar, tuvo que luchar contra diversos pueblos para defender las fronteras del Imperio. En política interior, su sueño era restaurar las instituciones republicanas, razón por la cual nombró sucesor a su protegido Livio, en detrimento de su ambicioso y corrupto hijo Cómodo. Pero éste no aceptó la ... [+]
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Críticas 28
Críticas ordenadas por utilidad
14 de abril de 2006
76 de 93 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tanto "La caída del imperio romano" como "Gladiator" inician su historia con la transición de poder de Marco Aurelio a Cómodo. Ambas manipulan la historia y especulan sobre una posible conspiración, en la primera perpetrada por algunos generales y en la segunda por el propio Cómodo. Lo cierto es que, por lo que sabemos a día de hoy, Marco Aurelio murió víctima de su precaria salud durante la campaña contra los marcomanos (uno de los pueblos germanos). De hecho, existen indicios de que él mismo, justo antes de morir, presentó ante los soldados a Cómodo como nuevo emperador.
Y, aunque también es cierto que Cómodo era tan aficionado a los combates de gladiadores que más de una vez bajó a la arena para luchar contra alguno de ellos (previamente drogado o desarmado), no murió en un combate, sino estrangulado por un amante suyo mientras dormía.
Ya he dicho muchas veces que no me importan las licencias; simplemente advierto, porque no sería la primera vez que discuto detalles históricos de la época romana con algún capullo que se las da de listo y hace referencias a especulaciones cinematográficas tomándolas como palabra sagrada.

En general, "Gladiator" me pareció mucho más ágil, mientras que ésta se pierde en su propia opulencia, en sus inacabables batallas (utilizan hasta mosquitos extras, je, je). Aunque precisamente lo que más se recuerda son la magnífica carrera de cuadrigas y el ritual funerario. Creo que el diseño de producción y la dirección artística son lo mejorcito del género.
Sophia Loren y Stephen Boyd me parecen inadecuados (me gustó bastante más la tripleta formada por Russell Crowe, Connie Nielsen y Joaquin Phoenix). Me quedo con Mason.
La música de Tiomkin tampoco es lo buena que cabría esperar.

La verdad es que cada día me gusta más "Espartaco". Porque en ella todo sigue una lógica: vemos luchar al valiente Espartaco, pero nunca veremos a Craso empuñando una espada, y mucho menos encontrándose en plena batalla con su oponente; las luchas en la escuela de gladiadores van acompañadas de una fantástica música que las hace aún más trepidantes (aquí Mann anduvo algo despistado y nos ofreció un insípido combate final); el equilibrio intimismo-política-espectáculo es perfecto... ¡¡¡Ave, Espartaco!!!
jastarloa
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14 de noviembre de 2008
43 de 44 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sperproducción histórica, antepenúltima realización de Anthony Mann. El guión de Ben Barzman, Basilio Franchina y Philip Yordan adapta la obra “The History of the Decline and Fall of the Roman Empire” (1776-88), de Edward Gibbon. Se rueda en escenarios naturales de Madrid (Las Matas, Manzanares el Real...), Valencia (Sagunto) y Segovia, y en los platós de los Estudios Bronston (Madrid), con una inversión de 28 M dólares. Es nominada a 1 Oscar (banda sonora). Producida por Samuel Bronston, se estrena el 24-III-1964 (RU).

La acción dramática tiene lugar en Vindobona (actual Viena), Roma y otras localidades del Imperio Romano, en el año 180 DC. El emperador Marco Aurelio (121-180 DC) (Guinness), filósofo, autor de la obra “Memorias”, último de los “5 emperadores buenos”, llamado “El sabio”, convoca en las proximidades de Vindobona a príncipes, embajadores y cónsules del Imperio para comunicarles su decisión de nombrar nuevo sucesor a su hijo adoptivo, el general Flavio (Boyd), enamorado de su hija Lucilla (Loren), en sustitución de su hijo biológico Cómodo (Plummer). El anuncio no lo puede realizar porque muere envenenado por partidarios de Cómodo. Durante el reinado de éste se inicia el declive del Imperio, que se prolonga hasta la caída de Roma (476 DC). Marco Aurelio es prudente, sabio, enemigo de las ostentaciones y cree que el gobierno ha de estar al servicio del deber. Cómodo es aficionado a las luchas de gladiadores, caprichoso, egoísta y poco equilibrado. Flavio es considerado, leal, competente, buen militar y no ambiciona ser emperador a costa de su amigo y hermano adoptivo, Cómodo.

El film suma aventuras, drama, guerra e historia (Imperio Romano). Concebido por el productor independiente ruso-americano Samuel Bronston, es un ejemplo emblemático de cine espectáculo y una buena muestra de la visión megalómana del cine que éste tenía. Se rueda en España a causa de las ventajas comparativas de los costes de producción que se obtienen en un país que se halla en el inicio de una larga fase de expansión. La consolidación de ésta elevará pronto los niveles reales de salarios hasta hacer inviables los planes futuros de Bronston en España.

La realización a cargo de un excelente narrador imprime a la obra un buen pulso narrativo, que retiene la atención del espectador. Crea, además, un clima envolvente que se combina bien con el desarrollo de un relato trágico, ilustrativo del inicio de la decadencia del Imperio. Los elementos dramáticos predominan sobre los de aventuras, en perjuicio del interés popular de la obra. El diseño de producción y la dirección artística son esmerados, si bien se ven afectados por los afanes colosalistas y espectaculares del productor. El foro romano establece el récord de construcción más grande realizada hasta entonces para el rodaje de una película.

(sigue en el spoiler)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Miquel
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15 de marzo de 2007
38 de 52 usuarios han encontrado esta crítica útil
Anthony Mann era demasiada buena persona como para entender la caída del Imperio Romano y a Samuel Bronston le interesaba más el espectáculo y el dinero más que la verdadera historia de una de las tres civilizaciones más importantes de todos los tiempos.

El resultado pasado el tiempo es que de la factoría Bronston rodadas en España podemos decir que es inferior a“El Cid” que es mucho más épica y a “55 días en Pekín” que es mucho más película en todos los sentidos.

Curiosamente en las dos citadas el protagonista es Charlton Heston y eso se nota para bien, porque en esta ocasión el reparto en los papeles protagonistas no es consistente, ni una sobrevalorada Sophia Loren, que nunca llegó a hacer nada importante fuera de Italia a pesar de todas las oportunidades que tuvo, y ni mucho menos un anglosajón como Stephen Boyd, al que le queda grande el papel, hace que la cosa mejore.

Es verdad que la película tiene muy buenos secundarios como un jovencísimo Christopher Plummer en el papel de Cómodo y los impagables Alec Guiness y James Mason, pero que hacen unos papeles alejados de la realidad y con cierto tufillo a película religiosa, cuestión que no venía al caso.

Esta película ha envejecido mal, y lo hará peor aún dentro de unos años, cuando cierta carga de humanitarismo desaparezca ante los tiempos que vienen. Digo esto porque precisamente la caída del Imperio Romano no viene por dar la ciudadanía o ser mejor persona o más universalista, al contrario más bien.
Es la barbarización del ejército y la adopción de un cristianismo que incluía una visión menos nacionalista de la sociedad la que hace débil al Imperio, además de la falta de seguridad y fuerzas en sus fronteras.

Muy alejada de las verdaderas consecuencias de la decadencia de Roma, insertada en valores humanos que si jugaron un papel no fue a favor sino en contra del Imperio, también lo está en el tiempo, ya que el periodo de Marco Aurelio y Cómodo transcurre en el siglo II d. C y siendo muy críticos podemos admitir que parte de la base de dicha decadencia la podemos encontrar avanzado el siglo III. Todavía quedaba mucha Roma por delante.

Pero si exceptuamos el pobre guión y las actuaciones de los protagonistas (casi nada) tenemos un buen espectáculo cinematográfico que merece una visión, sobre todo por una interesante banda sonora de Tiomkin y el trabajo de fotografía de un grande como Robert Krasker.

Y eso que al director, Anthony Mann, este tipo de subgéneros no es que le interesasen mucho y cuando tiene ocasión en la película se pone a rodar un western, con planos sacados de películas de John Ford como esa corneta con la caballería al galope yendo a por los indios, en este caso germanos.

Una película idealista, escasamente realista que sirve para pasar un rato interesante pero ni de lejos para acercarse a la historia que suele ser mucho más cruel en valores.
vircenguetorix
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22 de noviembre de 2016
20 de 21 usuarios han encontrado esta crítica útil
Año 1964 de nuestra era, se estrena en cines la película La Caída del Imperio Romana y resulta (redoble de tambores) un tremendo, monumental y gigantesco fracaso en taquilla.

¿Y eso porqué pudo ser? ¿Es acaso mala la película?
En absoluto, para mi, el principal motivo del fracaso de la cinta es que llega fuera de tiempo, en un momento en el que este tipo de películas ya sufrían un gran desgaste y el público o sí o sí las iba a dar ya la espalda.
Anthony Mann y seguramente es seguramente uno de los directores de cine más injustamente olvidados de Hollywood. Es verdad que casi toda su mejor filmografía vive del western o de películas que convierte en western encubiertos (El Cid, 1961) pero vivió al final de su carrera una breve etapa española bajo la tutela de Samuel Bronston y fruto de esta película nació La Caída del Imperio Romano. Y seguro que habría sido más sino hubiera fracasado como lo hizo la película.
¿Qué clase de película es? De la misma época, más o menos, tenemos otras dos películas que definen mucho el cine de la época. Cinco años antes se estrena Ben-Hur, otra de romanos con connotaciones religiosas. Comienza con un breve prólogo seguido por unos títulos iniciales que nos hablan del protagonismo único y épico de Ben-Hur (es la música quien habla) sin eliminar cierto espectro religioso. Dos años más tarde llega Spartacus (cinta que empezó a dirigir Anthony Mann, por cierto) y su inicio es muy sobrio, seco y con una música de Alex North que nos presenta a una Roma que es la mala de la película. Es una Roma militarista y fría.
Pues en 1964 Anthony Mann ya ha tenido otra oportunidad de hacer su propio pemplun y vaya si lo hace (me gusta La Caída del Imperio Romano pero aunque piense que es el propio Samuel Bronston quien lastra la película, por suerte Spartacus no tuvo el acabado que tuvo La Caída del Imperio Romano). El comienzo de la cinta es más colorido y su música nos habla en un lenguaje muy pomposo, muy recargado, muy solemne y nos habla también de un drama, de una historia de amor (la historia de Livio y Lucila). Ya no hay connotaciones religiosas (en Spartacus ya habían desaparecido), solo espectáculo.
Realmente es la historia de Livio y Lucila la que lleva el peso de la película, pero por suerte no están solo ellos: Mel Ferrer, Omar Sharif y otras muchas caras conocidas. Pero lo mejor lo dejo para el final: a la Loren (aunque no sea la mejor actriz del mundo ella es mucho Sofia Loren y llena como nadie la pantalla) y Stephen Boyd (me gusta mucho en la película y tuvo mala suerte, tanto por el cáncer del pulmón como porque sus dos papeles más conocidos fueran un fracaso, éste, y un éxito donde hacía de villano, el Messala de Ben-Hur, y en los dos con aspectos muy muy diferentes) se les suman Christopher Plummer como Commodo (sensacional, hace un poco de robaplanos), Alec Guiness (otro robaplanos) como Marco Aurelio y sobretodo James Mason (el robaplanos oficial de la película). Mason en su papel de Timónides es para mi el eje de la película, él ayuda a estructurar toda la película y su personaje se define a la perfección con una frase de Marco Aurelio “los soldados han descubierto el secreto de Timónides, pregúntale qué hora es y el te explicará la historia del calendario”.
Todos los personajes ayudan a arropar una historia de poder, ambición pero sobretodo la historia de Livio y Lucila (a través de ellos se explica el porqué de la caída de Roma).

La película es a ratos excesiva y eso la hace irregular, pero indudablemente tiene momentos únicos e impagables (no me preguntéis porqué pero en casi todo ellos sale Timónides) y pese a lo irregular de la cinta, es una notabilísima cinta de romanos. Y me temo que lo que lastra a la narración de Mann es la necesidad impuesta casi seguro por Bronston de hacerlo todo cuanto más grande mejor (se anunciaba la película como la cinta con la mejor carrera de cuadrigas jamás filmada). Lo que me lleva a otro aspecto: Ben-Hur, El Cid, 55 días en Pekín,… todas cuentan con Charlton Heston y dos ellas con Miklós Rózsa. ¿Hasta qué punto Stephen Boyd era un plan B? Se intentó que Heston protagonizara la película pero no fue posible y el “premio” fue para Boyd.

Eso sí, para la posteridad no solo varias escenas de la película, la partitura de Tiomkin tiene una pequeña rareza: suena menos “romana” incluso que el Spartacus de North, pero es sin dudarlo una gran banda sonora.
el hombre del coco
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9 de diciembre de 2006
30 de 43 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando Marco Aurelio ( se trata de una película, no de un documental ) aparece en escena hablando con su amigo filósofo sobre la noche, el amanecer y la muerte, escuchamos una música sensible, frágil, que anuncia el fin de la vida, la fulgurante evanescencia de las ideas. En esa primera escena observamos a un emperador envejecido prematuramente, pero sabio, poseedor de una sabiduría que se adivina en sus palabras pero también en sus ojos. Su amigo, sirviente ( James Mason ) recibe después al protagonista, un joven lleno de vitalidad que observa con sorpresa la grandeza de espíritu de su emperador cuendo éste le habla de la paz ( subrayada por la excelente partitura de Tiomkin, que en ese momento elabora una cadencia final que expresa dicha grandeza de espíritu entre tanta brutalidad ). Acto seguido, la hija del emperador se asoma a las almenas del castillo, sitio en el cual tiene lugar la primera escena romántica del filme...

Los primeros diez minutos de esta grandiosa película de Mann muestran multitud de matices, nos presentan a personajes nítidamente definidos desde el inicio, poseedores de un ritmo perfecto. La banda sonora empieza crepuscular y subraya la magnificencia de espíritu de Marco Aurelio en sus intervenciones... Los siguientes diez minutos ( Monólogo de Marco Aurelio sobre la muerte y su posterior fenecimiento y sepelio ) son igual de ricos, fascinantes, crepusculares, delicados...

Cierto es que posteriormente la película peca de irregular ( comete algunas torpezas: el combate final es un añadido innecesario e impropio del magnífico nivel de este guión de Yordan ), pero nunca deja de exponer magníficas escenas ( James Mason con los bárbaros en la cueva, batalla en el este, locura de Cómodo ) y siempre transmite un mundo en el que existe una gran confusión, contradicción de ideas: la expansión del cristianismo que trae consigo las prmeras ideas de paz ( en esta película el cristianismo se muestra como una religión deudora de la filosofía griega ), la violencia, la corrupción de los codiciosos, un puro amor que florece entre encarnizadas guerras , la sabiduría que otorga la experiencia que se diluye entre la confusión generalizada... Se trata de una obra maestra del séptimo arte que necesita ser observada como lo que es: un película seria, compleja, con inolvidables actuaciones ( Alec Guinnes inconmensurable ), con una banda sonora excepcional ( expresa delicadeza, romanticismo, grandeza de espíritu en unos momentos, y colosalismo, grandilocuencia y corrupción en otros ) y con un sentido del ritmo excelente. Por otra parte, la fotografía juega con los mismos contrastes que el guión y la banda sonora: es crepuscular, tenue en unos momentos ( el inicio, anunciando la muerte de Marco Aurelio y con el la muerte de la lucidez, de la sabiduría que podría salvar al imperio ) y luminosa en otros ( para mostrarnos la grandeza y opulencia de Roma ).
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