La fuerza de uno

Inesperada y hermosa película la que nos presenta John G. Avidsen (no nos tiene muy acostumbrados a grandes éxitos: Rocky, Karate Kid), pero que a partir de la novela de Bryce Courtenay, “The Power of one” y con guión de Robert Mark Kamen, y eligiendo un enfoque distinto, aborda la evolución de la amistad de una familia blanca y otra negra, una vez la que la primera conoce las terribles vejaciones que sufre la segunda.

Ofreciéndonos un retrato bellísimo, basado en la vida de un muchacho inglés en la Sudáfrica de los años 30, desde su nacimiento hasta la mayoría de edad, y nos muestra un aspecto poco conocido de la vida de este país: la curiosa segregación existente dentro de los propios blancos, entre los afrikaners –descendientes de franceses, holandeses y alemanes, que constituyen la clase dirigente- y los ingleses. Todo ello con una hermosa fotografía de Deam Sempler, y una composición musical preciosista de Hans Zimmer.

La vida de P.K. Newborn, huérfano desde los 7 años, no es fácil. Sin complacencias, y hasta con cierta crudeza en el tratamiento, Avildsen fija su atención en las desgracias que le acaecen y en los amigos que le ayudan a sobrellevarlas. Para ello imprime al relato un tono dickensiano, donde se asoman diversos personajes: el hechicero que ayuda a P.K. a encontrar el valor; un alemán Doc (magnífico Armin Mueller-Stahl) muy alejado de las ideas nazis en que se mueven los compañeros de internado; un negro Gel Piet (soberbio Morgan Freeman) que le enseña a boxear para defenderse, y ya casi al final el director de su colegio (El gran actor Sir John Gielgud), así como un malvado Sgt. Botha (Daniel Craig) aunque sus rasgos están más desdibujados. Sobresalientes están los tres actores que realizan el trabajo de P.K.: Guy Witcher, Simon Fenton y en particular Stephen Dorf.

En resumen, el film tiene momentos intensos que de haber tenido una mayor coherencia interna, y que de haberse cuidado un poco más, podía haber convertido esta apreciable película en excelente. No es una biografía histórica, ni la vida de un personaje conocido, pero seguro que es la historia de muchos seres que tuvieron que vivir una odisea como parecida.

Los primeros pasos en la unión de razas en Sudáfrica, la película tiene momentos en los que ofrece las diferentes culturas en cada contexto, y muestra la vida del mito blanco desde su infancia, se puede decir que tiene estilo propio, pero nunca llega a ser filosófica o espiritual como presume, simplemente porque es plana, no llega a ser ingenúa, pero tampoco llega a expresar sus ideales, el amor no desentona, pero ninguno de los actores que dan vida al protagonista me involucra.

Comienza con un buen contacto con la naturaleza, pero luego casi no hay más, va pasando cada vez más al contenido social puro y duro, en cómo se formaron las primeras gotas de una cascada, se resuelve bien, con sentido, y además es siempre un potente drama a la soledad, a una vida como cualquier otra, imposible, pero sumida en la esperanza y la justicia.

Muy triste. Pero sólo se la puede disfrutar llorando.
El protagonista tiene valentia a pesar de los golpes del destino.
Excelente representación del apartheid y del sufrimiento ajeno.
Deja enseñanza.
Lo mejor: La historia.
Lo peor: ¡Las lagrimas!

La mejor banda sonora de Hans Zimmer no se vió premiada con un Oscar. Al año siguiente recibió uno por el insulso El Rey León. Un pago aplazado pero merecidísimo. Y la peli, con mucha energía positiva pero algo cándida.

Los pobres negritos que viven en la miseria y son tontitos están siendo explotados y recluidos en unas especies de campos de concentración por los blancos, (estamos hablando del apartheid), pero esto cambia a raíz de que llega el héroe inglés blanco que los enseña a leer. Y todos los negritos lo ven como un puto profeta y empiezan a seguirle, siendo incluso capaces de dar su vida por protegerle si se presenta la ocasión.

No se los demás, pero si yo fuera un sudafricano de raza negra y fuera constantemente explotado y humillado por los sudafricanos de raza blanca y se me presentara un día uno de estos en mi barrio (por ejemplo en Soweto) a hablarme de justicia y no se que más pollas lo último que haría sería protegerle y admirarle. De hecho, creo que lo primero que se me pasaría por la cabeza es decir “ahora te vas a cagar cacho cabrón” para acto seguido zurrarle.

Eso sería así a no ser que yo fuera tontito, como se nos presenta a los negros en esta película. No hay más que oírlos hablar, toda su vida viviendo y trabajando para los blancos y todavía pronuncian el inglés como Tarzán.

Todo esto por no hablar de la clara distinción que se hace en esta película entre los afrikaners (muy malos) y los ingleses (de cierta forma críticos con las políticas del apartheid). Pues no señor, por más que le pese al director de esta película, los ingleses fueron también unos racistas hijos de puta.

Los verdaderos héroes en esta historia fueron gente como Nelson Mandela o Steve Biko. Personas que lucharon por sus derechos intentando derrocar el apartheid. Y que, lógicamente, no eran blancos.

Por ello opino que esta no es más que una película de negros hecha para blancos. Cuyo objetivo consiste en intenta elevar un poco la reputación del hombre blanco (por no decir de los ingleses) que está más que por los suelos.

Si se salva por algo (y es por eso por lo que le pongo un 4) es por su excelente banda sonora. Del magnífico Johnny Clegg.