Haz click aquí para copiar la URL

El quinteto de la muerte

Comedia En una casa aislada y próxima a las vías del tren vive la señora Wilberforce, una venerable anciana que alquila dos habitaciones al misterioso profesor Marcus y a los cuatro miembros de su siniestra banda de música. (FILMAFFINITY)
1 2 3 4 5 10 11 >>
Críticas 53
Críticas ordenadas por utilidad
29 de julio de 2007
84 de 96 usuarios han encontrado esta crítica útil
Pues qué queréis que os diga, es salir Alec Guinness con esa chepa, esos dientes salidos, esos ojos de besugo remachados por ojeras pronunciadas, esa bufanda larguísima que arrastra por los suelos y se enreda en cualquier resquicio, esos aires ridículos de superioridad intelectual, y yo es que me parto. Fue un actor que se ganó a pulso su fama de camaleónico, y los estudios Ealing con sus comedias de posguerra contribuyeron especialmente. Ésta es la última comedia producida por ellos antes de ser adquiridos por la BBC ese mismo año (1955) y entrar en una decadencia que no han sabido remontar hasta el día de hoy. Pero no tengo ganas de lamentaciones tras haber visto la película, sólo me vienen pensamientos alegres a la mente. Me vienen la adorable Señora Wilberforce y su ingenuidad, Peter Sellers y su excitación nerviosa —memorable su primera entrada en la casa lanzando miradas paranoicas a cada esquina con la inquietud y desconfianza propias de una de esas aves silvestres tan huidizas; ¿y sabían ustedes que les puso voz a los papagayos?—, el gramófono que sigue reproduciendo cuando ya no queda nadie en la habitación, la casa de arquitectura surrealista, la inoportuna reunión de viejecitas, las desastrosas confabulaciones para acabar con la vida de la anciana, la visita nocturna del policía... Y tras estos recuerdos trato de comprender a esas personas que comentan que es aburrida y que no les hace ninguna gracia, pero es misión imposible.
jastarloa
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
5 de septiembre de 2007
58 de 70 usuarios han encontrado esta crítica útil
Divertida, edulcoradamente negra, fantásticas interpretaciones y el encanto de ese extrarradio londinense forjado a través de transparencias... Por no hablar del flequillo y la hilera de dientes que dominan todas y cada una de las escenas.

Le cuesta arrancar algo en su primera mitad, con alguna deficiencia en la construcción del gag (no consigue esa sensación de cadencia impetuosa, como si el origen inglés y su flema archiconocida aplacaran las supuestas intenciones de slapstick) y el ritmo (algo pesado en ocasiones), pero luego ya avanza a aceptable velocidad. Se sobrepone especialmente una vez el robo ha sido perpetrado, en el tercer acto. Final de puro trámite, también es cierto, envejecido irremediablemente pero sin afectar demasiado al conjunto. El color también, mezcla improbable de iluminación artesanal de estudio y de cierto hiperrealismo (el eterno amanecer del final tiene toda la frialdad y deformación de un amanecer auténtico).

Y luego está la casa de la anciana. Una enorme cabeza que se levanta al lado de la estación, entre la niebla. Negra, con constantes chimeneas y tejadillos empeñados en negarle uniformidad a la fachada; a contraluz, con diminutas ventanas ámbar y diminutos techos. Y esas escaleras arqueadas, esos cuadros torcidos, esas paredes oblicuas que se curvan de forma imposible en las esquinas, achicando las puertas, rozando las cabezas de los actores. Esos decorados nos recuerdan durante todo el metraje que, a ratos, el cine es un acto de artesanía más que de genialidad. Y esta peli en eso da una lección en toda regla. Casi hueles el polvo de la moqueta del suelo.

Pero si le pongo un 7, un notable, es por lo siguiente:

Es una de esas pelis para ver de niño. Ése es su hábitat natural. Ahí se marcan a fuego los loros, la persistente Señora Wilberforce, los pintorescos ladrones, esa serpiente en forma de bufanda que estrangula a Guinness y los retazos victorianos. No es mi caso, la he visto ya talludito. Pero le agradezco la hora y media de infancia en estado puro que me ha procurado.
Como los parques de atracciones, los helados de chocolate y los cómics de Spiderman, esta película tiene el hechizo propio de los recuerdos. La sensación de viernes noche, una película que empieza y la promesa de que la vuelta al cole queda bien lejos…

Silencio, papá, coño.
Bloomsday
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
17 de abril de 2009
30 de 42 usuarios han encontrado esta crítica útil
Piolín es un canario que debutó en Dibujilandia en 1942.

Sin duda los estudios Ealing, aunque sea inconscientemente, se inspiraron en este personaje para crear la encantadora abuelita de "The Ladykillers". Incluso la peli tiene situaciones más propias de dibujos animados. Y creo que eso la hace más valiosa, y no el humor que igual está algo desfasado.

Pero, y esto ya es cosa mía, encuentro una gran diferencia. En los dibus yo siempre iba con Silvestre, y deseaba que el gato Silvestre se zampase el pájaro de una pajolera vez. Igual ahí radicaba el quid de la cuestión. Y en esta película la viejecita ni tocarla, oigan.

A pesar de que es la más popular, no es el mejor film de MaKendrick con diferencia. "Viento en las velas", "Chantaje en Broadway" e incluso "Mandy" son bastante superiores.

"Me pareció ver unos lindos ladroncitos".
Gilbert
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
29 de abril de 2006
29 de 40 usuarios han encontrado esta crítica útil
Las grandes películas de antaño quizás no fueran tan realistas como ahora, pero sin embargo su facturación imprimía no sólo un sesgo de autenticidad artística, sino de movimiento artístico. Me explico, antes uno cuando veía una buena película reflexionaba sobre la seriedad de lo narrado y lo incosistente de su seriedad como ejercicio de realidad, si bien disfrutaba sobremanera pasando un rato de lo más placentero.

Pues bien, ésto mismo pasa con esta película. Me acuerdo cuando de joven me sentaba a ver la familia Monster y pasaba la mañana de manera harto entretenido.

Con un sello inconfundiblemente británico en su realización, este delicioso embrollo de comedia con ciertos toque azabache, deleita nuestros sentidos y nos llena de alegría y esperanza durante el breve período de metraje de la cinta, aunque cuando acabamos de visionarla tengamos que enfrentarnos de nuevo con la dura realidad cotidiana.

Ejercicio de entretenimiento. El cine, el bendito opio del pueblo. Alec Guinnes está genial y en la interpretación de Sellers se atisban ya ciertos retazos de la personalidad del dr Strangelove.
burton
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
19 de mayo de 2010
13 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ya de entrada, fijándonos en los intérpretes, nos entra cierta buena impresión. Y es que si juntas a Alec Guinness, a Herbert Lom y a Peter Sellers en una película puedes estar seguro que algo bueno saldrá de ello, y oiga, sí que sale.

Vamos por partes. Quizás el título (inglés) os suene de algo, ¿alguien recuerda el film “The Ladykillers” de los hermanos Coen y que contaba con Tom Hanks como protagonista? Pues bien, era un remake de ésta pequeña joyita del 1955; un remake bastante sosete y bastante inferior al cine al que nos tienen acostumbrados los Coen.

El film, gira alrededor de cinco atracadores (interpretados por Alec Guinness, Herbert Lom, Danny Green, Cecil Parker y Peter Sellers) que utilizan la casa de una anciana para planear un atraco, simulando que son un quintento de cuerda y tienen que ensayar cada día. En realidad, todo el film gira alrededor de la anciana. Aunque sería más apropiado decir que prácticamente toda la trama gira alrededor de la casa donde vive la ancina y se aloja el Coronel Marcus, el personaje interpretado por Alec Guinness, con unos personajes que rozan la caricatura, sobretodo los atracadores (cada uno interpreta a un personaje diferente pero llevándolo al terreno del “cartoon”, el Coronel interpretando un personaje vehemente y con “tics” que recuerdan a los genios del cine mudo, Lawson One-Rown un gigantón de pocas luces, Louis con una pinta de gangster de medio pelo, el mayor Courtney compone un ladrón asustadizo, y curiosamente el personaje de Peter Sellers es el que menos caracterizado está), prácticamente todos ellos interpretan una caricatura de ellos mismos.

Todo ello sazonado con una magnífica puesta en escena, en la que todo confluye a la perfección y con ése humor inglés tan negro y que tanto nos gusta. McKendrick nos muestra un retrato cáustico, corrosivo, de la Inglaterra victoriana, de un Londres típico, neblinoso. La mayor parte del film está rodada en interiores, ya sea la casa de la anciana Wilbeforce, como la estación de tren o la comisaría; pero es en los momentos clave y más interesantes de la película en los que el rodaje es en el exterior, por ejemplo, la genial media hora final, que pone la guinda a un proyecto muy divertido en su defecto -e infinitamente superior al remake de los Coen-.
Filiûs de Fructüs
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
1 2 3 4 5 10 11 >>
Cancelar
Limpiar
Aplicar
  • Filters & Sorts
    You can change filter options and sorts from here
    arrow