Los Picapiedra (Serie de TV)

Aparte de ser una de mis series míticas de mi infancia con Don Gato, Heidi, Marco, Mazinger Z y Los autos locos, el paso del tiempo no la he debilitado para nada, incluso con los ojos de un adulto creo ver a Pedro y a Pablo en la piel de Stan Laurel y Oliver Hardy. No sé si los creadores de la serie se inspiraron en la pareja de genios, pero hay muchas similitudes al respecto: Uno gordo y otro pequeño, un moreno y un rubio y las mujeres de ambos dominantes e ingenuas. Y tras ver el dibujo llamado El pica avión resulta que se parece la historia a la película Compañeros de juerga de 1934. Con similitudes o sin ellas Los picapiedra es y será una de las cimas del cartoons. Claro que viendo las votaciones que tiene me parece que para muchos la infancia no ha existido.

Una de las series más originales que he visto. Un contexto totalmente actualizado a la vida actual pero adaptado a los recursos que poseían. Personajes carismáticos, llenos de diversión, personajes secundarios y gags que te animaban el día, historias que te hacían reir, etc. El problema es que los dos maridos eran algo machistas, pero en aquellos tiempos aún había mucho machismo ( la mujer siempre en la casa... ). La serie se animó cuando incluyeron a los bebés, haciéndola menos monótona y creando nuevas situaciones a raíz de eso. Recomendable tanto para niños como para adultos, aunque a los segundos les cuesta más verla. Actualmente "Los Serrano" me recuerda a esta (¿Pedro es Santiago? ¿Pablo es Fiti?, etc ), tienen algunos rasgos similares y siempre muchos líos con sus esposas o malentendidos. Hay episodios inolvidables y otros ya más aburridos, pero es lo que pasa cuando son seis años más las secuelas que emitieron ( "el nuevo show de los picapiedra", "la hora de los picapiedra", "Los pequeños picapiedra", ...más las películas ). La canción, la frase de Pedro y su "baile" con la pata coja, inolvidable. Más que nada, estaba para entretener al público, aunque a veces defendían valores como la solidaridad, la empatía, ...o contravalores como el engaño o la desigualdad. Total, un 8'5.

Pedro Picapiedra con su mujer Wilma y su amigo Pedro marmol y Betty nos acompañaron muchos años mostrándonos sus vidas en una era prehistórica de lo más singular. Allí existe de todo; fregadero, nevera, televisor, autobús, boleras, Smokings, pero todo a base de piedra, pieles de animales y artilugios rudimentarios que dan una originalidad de lo más creible a esta serie. Formó parte de la infancia de muchos y por ello merece mi consideración.

¿Quién no recuerda ese famoso grito de Pedro Picapiedra cuando al final del capítulo el "perro-dinosaurio" le dejaba fuera de casa? ¿Y esos coches (troncomóviles) que se movían gracias a la acción del pedaleo? ¿Y esos guiños a los aparatos modernos, adaptados a la supuesta tecnología de la edad de piedra?
Son muchas las risas que he echado con esata serie, que era un reflejo de la sociedad americana y de la típica familia, con los arqueotipos del padre currante y amante de los bolos, la abnegada esposa, los hijos, el perro, el sufriente amigo y señora............ ay, qué recuerdos

Siempre me parecieron entrañables sus personajes. Los humanos de la serie destilan un bien, cualidad o principio, que ahora mismo escasea bastante: la afabilidad; aunque vengan mal dadas, aunque ellos sean demasiado desastrosos y ellas jueguen a ser amas de casa estandarizadas. Las mascotas guardan la suficiente rebeldía como para hacerse un sitio digno en sociedad, sin prestarse nunca al maltrato. Y las máquinas, uno de los mayores aciertos de la imaginación de sus creadores, consiguen alejarse de la fría artificialidad de las de nuestra era, porque tienen corazones en lugar de motores y por sus circuitos corre sangre y no energías fósiles, electricidad, o invisibilidad digital.

Juntos todos estos componentes recrean una atmósfera cálida y positiva que invitaba a sentarse en familia delante del televisor como cada día hacían los propios protagonistas, Dino incluido. En aquellos tiempos en que el individualismo de móviles y el resto de artefactos digitales aún no nos había colonizado; los días en que en las casa solo había una pantalla.
No quiero entrar en disquisiciones frentistas intergeneracionales pero sí creo recordar, y ahora no existe ese consenso, que aquellas reuniones que abarcaban desde la abuela hasta el último bisnieto, terminaban con sonrisas cómplices y no con diásporas a las diferentes habitaciones de la casa, cuando cualquiera que esté bajo el tejado elige programación.