Haz click aquí para copiar la URL

Ligeramente escarlata

Cine negro. Drama Solly Caspar es un gánster que se ocupa tranquilamente de sus negocios porque tanto el alcalde como el jefe de policía se han dejado sobornar por él. En vísperas de unas elecciones, Caspar asesina a un periodista que lo hostigaba continuamente desde las páginas de su diario. Mientras tanto, el candidato a alcalde, que es un político reformista, hace una durísima campaña contra el crimen organizado. Entonces Caspar, temiendo perder el ... [+]
1 2 >>
Críticas 7
Críticas ordenadas por utilidad
15 de noviembre de 2009
23 de 26 usuarios han encontrado esta crítica útil
Aunque suene raro el cine negro no es incompatible con el color. Chinatown de Roman Polanski es uno de los ejemplos coloristas más notables. Sin embargo los claroscuros y la mezcla en sabias proporciones de luces y sombras le sienta al "noir" como anillo al dedo, máxime cuando, como sucede en Ligeramente escarlata de Allan Dwan, la película resulta irregular, juntando momentos interesantes con otros en lo que se resquebraja casi por completo. Es entonces cuando el trabajo fotográfico puede echarle un capote a los guiones con agujeros. No sucede así en el caso que nos ocupa donde el color impregna la cinta de tonos kitsch y barrocos.

No obstante hay una razón de peso para estos colores años 60 y a lo Corman. Las dos pelirrojas. Estoy plenamente convencido de quienes sitúan al film un par o tres escaños por encima de su ubicación natural lo hacen plenamente impresionados de estas dos féminas de vestidos ajustados, cruzados mágicos y red hair, Rhonda Fleming y sus pantaloncitos así como Arlene Dahl con sus necesidades vitales pidiendo "raining men, aleluya" después de un período de reclusión, desvían la atención de una trama que, interesante al principio, va decayendo a medida que el film avanza.

Y el caso es que la cosa empieza bien, con un tal Marlowe (no Philip) luchando desde los medios de comunicación contra la mafia local y auspiciando a un candidato a la alcaldía capaz de acabar con la corrupción. Aquí debo decir que Dwan no nos propone un juego de ilusos. No. Se impone la realidad. Y a mafia muerta, mafia puesta. Y en el interín el tal Norman Marlowe pasando, a través de la ventana a mejor vida. Hasta ahí todo correcto, interesante y con ciertas dosis de originalidad. Sin embargo la segunda parte del film es un estudio de las consecuencias para la vida diaria de la corrupción municipal. Y ese es el punto donde se plantea el siguiente dilema moral: Si usted quisiese liberar a un familiar querido del peso de la justicia y pudiese acudir a estas vías de solución. ¿Lo haría o mantendría su integridad? Esta moralina es la que no me acaba convenciendo aunque reconozco que Allan Dwan la incardina aceptablemente en el contexto de la trama.

Eso sí, las dos pelirrojas en la "bagarre" que dirían los franceses, se dejan ver.
FATHER CAPRIO
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
25 de septiembre de 2009
18 de 22 usuarios han encontrado esta crítica útil
Excelente ejemplo de como una "típica" película de serie B puede sublimar sus limitaciones y convertirse en un clásico a la altura de otras obras aparentemente mayores y realizadas con más medios y nombres más famosos en su ficha técnica y artística.
Ligeramente escarlata es un soberbio estudio sobre la corrupción institucionalizada, enmarcado en un ambiente agobiante, malsano y cerrado, con unos personajes entre ambiguos y decididamente canallescos, que ofrece mucho más de lo que aparenta y cuyo visionado supone una grata e inteligente sorpresa. Mención aparte para sus dos fabulosas protagonistas femeninas, las pelirrojas Arlene Dahl y Rhonda Fleming que dotan de voluptuosidad y cierto encanto decadente, con sus cabelleras escarlatas, a este gran ejemplo de cine negro, espléndido trabajo del artesano Allan Dwan, que requiere una urgente reivindicación y al que su falta de pretensiones coloca en un lugar privilegiado del policiaco de los años 50.
kepamk
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
13 de octubre de 2013
15 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hubo un tiempo en que la catalogación de un director de cine pasaba por su clasificación, más o menos arbitraria y salomónica, en autor o artesano. El autor, mediante la persistente revisitación de unos temas y estilemas fácilmente reconocibles, efectuaba una mirada personal sobre el mundo, propia e intransferible; era manipulador de la realidad representada. El artesano, por contra, ofrecía únicamente la competencia de su oficio, su demostrada capacidad para contar hábilmente una historia, sirviendo mansamente a los intereses del Estudio para el que trabajaba bajo contrato; no intervenía, obviamente, sobre la realidad representada.

Dos tipologías presuntamente antagónicas y estancas, que no sólo suponían un juicio de valor premeditado, sino una visión cerril, reductora, escasamente reflexiva, e insuficiente, de pensar la practica cinematográfica. ¿Alguien se ha puesto a pensar detenidamente la cantidad de aburrimiento, pedanterías, y celuloide de derribo, perpetrado por autores tan estimados como por ejemplo: Resnais, Losey, Chabrol, Antonioni, Godard, los hermanitos Taviani, los soporíferos Schlöndorff y Wajda, y los execrables Scola y Greenaway? Algún día, valdría la pena hacer un estudio comparativo, cuando aprendamos un poco a ver cine, entre los anteriormente citados y los reconocidos artesanos como: Curtiz, Walsh, Vidor, Thorpe, Daves, Siegel, Tourneur, Boetticher y este que nos ocupa, Allan Dwan.

Basada en la novela (Love´s Love Counterfeit) de James M. Cain, uno de los mejores escritores de novela negra, el artesano Dwan con películas de todo tipo en su haber, nos brinda un estupendo thriller, modelo de film B con aspiraciones (está filmada en Superscope y Tecnicolor) que capta muy bien el espíritu del autor de “El cartero siempre llama dos veces” mucho más conocida que la que comento. Aunque no figura en la antología clásica del cine negro, es una película digna de aprecio, pues sólo gracias a los críticos de “Cahiers du cinema” se la ha reivindicado como merece. Quizá lo más importante de “Ligeramente escarlata” sea su propuesta ideológica. El film es de 1956, pero no pertenece a ninguna de las tendencias del cine policíaco de la época.

Aunque en sus primeros minutos asistimos a la lucha de un director de periódico y un futurible alcalde contra la corrupción que se extiende por la ciudad de Bay City, la película se detiene en el retrato de un carácter amoral, el de Ben Grace (John Payne) un personaje elegante con estudios universitarios que presta su intelecto al servicio de los sucios negocios de un poderoso gánster, asomando en él la sombra de la duda ética. No es un delincuente, pero tampoco es un hombre honrado. La tensión social del film y la forma sucinta de mostrar hasta dónde puede llegar la corrupción, corre pareja a la enorme pulsión sexual que emana de cada encuadre del film, Dwan lo manifiesta desde el primer momento gracias a las dos pelirrojas hermanas protagonistas June Lyons (Rhonda Fleming) y Dorothy (Arlene Dahl) decisivas en el devenir del film. Película recomendable para amantes del cine negro.
Antonio Morales
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
31 de marzo de 2012
14 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
No deja de ser curioso que siendo Allan Dwan uno de los directores estadounidenses que durante más años trabajaron -desde el mudo, datando su primer largometraje de 1914, hasta el sonoro y el color, estrenando su último filme en 1961- esta sea la primera vez que veo una película suya, más aún si se tiene en cuenta que se estima que trabajó en más de 400 películas (él reivindicaba unas 600), siendo la mitad de ellas cortos de la época muda.

"Ligeramente escarlata" aborda el característico ambiente de corrupción de una pequeña ciudad en la que un hampón local domina el ayuntamiento, la policía y los principales negocios, pero también trata con considerable énfasis las dicotomías morales que tal situación genera, estableciendo comparaciones entre personajes que tratan de ilustrar las diferentes actitudes, si bien no siempre logra el guión dejar claras sus intenciones, por lo que el espectador puede confundir indefinición con ambigüedad. Pese a ello, resulta interesante Ben Grace, subalterno del hampón local, que más allá de la mencionada ambigüedad, resume con su proceder esa triste realidad que expreso en el título, siguiendo a Lampedusa y su príncipe de Salina, aportando así un considerable pesimismo al filme. Quizá el único personaje que permanece a salvo es Jansen, así como el editor cuyo asesinato precipita los acontecimientos. Por el contrario, la contraposición de las dos hermanas, aunque muy resaltada en la película, se resiente por el desequilibrio mental que se achaca a Dorothy, despojándola así de culpabilidad y desvirtuando su perfil de "mujer fatal".

Formalmente la película es notable, conteniendo secuencias narrativamente eficaces, en las que la definición del carácter de los personajes es lo importante, muy por encima de las acciones que realizan. Pero lo que verdaderamente destaca en el plano técnico es la fotografía, a la que se puede aplicar la misma máxima del título. Su responsable es John Alton, un maestro del blanco y negro que siempre destacó por sus soberbias y dramáticas iluminaciones, llenas de puntos de luz indirectos, consiguiendo así un protagonismo impresionante de los rostros o del aspecto que el realizador deseaba resaltar en el plano; en este caso, hace uso del color, y aunque esto es un cambio fundamental, él sabe utilizarlo de tal modo que logra mantener los mismos efectos citados. Así, frente a las secuencias luminosas y coloridas rodadas en exteriores, las interiores y nocturnas recurren a esos mismos focos de luz indirectos, ensombreciendo todo salvo aquello que más interesa mostrar (magníficos ejemplos son las secuencias del hampón cuando habla en su despacho con Ben, o la del asesinato del editor).

Por lo demás destacar la interpretación de ese magnífico secundario que es Ted de Corsia, interpretando al hampón, y de Arlene Dahl, que aporta complejidad, desequilibrio y sensualidad a Dorothy, superando claramente a la otra pelirroja, una Rhonda Fleming que, eso sí, resulta muy atractiva.
Quatermain80
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
30 de septiembre de 2014
7 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Después de ver este largometraje queda una sensación de sorpresa, por la estilización formal que plantea -en buen grado, a través de la fotografía en color de John Alton, también por los suntuosos decorados, que remiten al melodrama más que al cine negro- y, a la vez, por su denuncia de la corrupción en una pequeña ciudad de California. Una corrupción a todos los niveles, desde la del jefe mafioso (Ted de Corsia) hasta la de la secretaria del alcalde (Rhonda Fleming) que trata de salvar a su hermana cleptómana (Arlene Dahl) de la cárcel, pasando por un tipo listo y oportunista (John Payne) que sustituye al mafioso fugado para ocupar su lugar. Casi nadie está limpio de culpa en este film, que posee un curiosísimo inicio, de concisa narrativa, y que recuerda, también, al mejor melodrama de la época (Douglas Sirk).

Sería interesante comparar este film -tan estimulante como otros nacidos de la colaboración entre Dwan y Benedict Bogeaus- con "El imperio del terror" (The Phenix City Story, 1955), de Phil Karlson, otro estudio de corrupción local.
Pedro Triguero_Lizana
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
1 2 >>
Cancelar
Limpiar
Aplicar
  • Filters & Sorts
    You can change filter options and sorts from here
    arrow