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El ahorcamiento

Drama. Comedia Koshikei relata las vicisitudes de R, un joven coreano que es acusado de violar y matar a dos mujeres y, por tanto, condenado a morir en la horca. Pero algo falla en la ejecución: R sobrevive y se queda amnésico. El comité organizador decide que, para que la ejecución sea eficaz, primero hay que conseguir que R recuerde quién es y lo que ha hecho. (FILMAFFINITY)
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Críticas 6
Críticas ordenadas por utilidad
29 de julio de 2009
16 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
Peculiar e inclasificable película del no menos peculiar Oshima. Un instructivo comienzo nos introduce de lleno en el mundo de las ejecuciones japonesas, donde después de un ahorcamiento fallido, los entregados policías se ven obligados a reconstruir la mente y las acciones del amnésico condenado a muerte para volverlo a ejecutar, pues la legislación japonesa no permite ahorcar a quien no es consciente de porque esta siendo condenado.

Comienza así toda una representación "teatral" del cuerpo de policía para hacerse con la memoria de R, a caballo ente la profesionalidad y el ridículo más patético, cada agente adoptará un rol familiar diferente, intentando reconstruir desde la base, lo que llevó a R a violar varias jóvenes. Oshima jugando con la ambigüedad no nos deja claro cuando estamos ante una escena seria o cómica, y ver una actuación entre policías con esta tesitura simulando una de las violaciones no tiene desperdicio.

La variedad de personajes haciéndose pasar por otros personajes, todo ante la en un principio indiferencia del protagonista, van conformando poco a poco una bizarrada contenida que como el cerebro del ajusticiado ira despejándose lentamente, y ahí es donde Oshima demuestra que es en donde mejor se desenvuelve, no obstante llegado un punto cambia el registro y lo que era una película con una de las investigaciones mas curiosas del cine se convierte en un film que se deja guiar por la estela de Masumura, Teshigahara o Buñuel, desgraciadamente no llega a tales niveles pero aún con ello, el desarrollo de la investigación es lo suficientemente sugestivo.

Como contrapunto su final, que peca demasiado de japonés.
Arakiri
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7 de octubre de 2015
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Aunque tan sólo cuatro pelagatos sepan poner correctamente el nombre de Nagisa Oshima, la cosa cambiaría notablemente de color si se hace referencia a uno de sus filmes, que sin duda más de uno habrá gozado -en todas las acepciones de la palabra- o al menos ha oído hablar a propios y extraños: “El imperio de los sentidos” (1976).

Podría decirse que es una verdadera desgracia que Oshima se haya hecho mundialmente famoso gracias a dicha cinta erótica que rompiera moldes en su día y a la que se recurre por sistema para nombrar determinados géneros y escenas procaces, cuando, en realidad, el trasfondo de la película es un meridiano puñetazo al centro del conservadurismo de la sociedad nipona. Aspecto que, con precisión quirúrgica, nos señala el director japonés en “El ahorcamiento” (también llamada “Muerte por ahorcamiento”).

En la década de los 60, Francia era sin duda el referente internacional en el séptimo arte debido, entre otras cosas, a las geniales inventivas y reformulaciones cinéfilas de Truffaut o Godard. No obstante, en el otro lado casi del mundo, Japón continuaba dando rienda suelta a un cine comprometido, pero escasamente personal y rompedor con el estilo clásico, aunque a nivel global contara con magníficos ejemplos que crearan obras maestras del cine, sobre todo del género de terror y de drama psicológico: “Samurai” (Masaki Kobayashi, 1962), “La mujer de arena” (Hiroshi Teshigahara, 1964), Onibaba (Kaneto Shindo, 1964), “El ángel negro” (Yasuzo Masumura,1966)...

Entonces apareció Oshima quien, junto con el genial Shôhei Imamura (“La mujer insecto”, 1963), acogió con beneplácito algunos aspectos realistas, de narración objetiva y semidocumentales del cine francés, principalmente de Godard, y decidieron crear una serie de películas que aún hoy resulta del todo increíble que pudieran ver la luz en la estructurada y conservadora sociedad del país del sol naciente. Obviamente, “El ahorcamiento” es una de ellas.
Cartel original de la película

Ya de entrada, en un prólogo de datos estadísticos, Oshima muestra sus cartas: en una encuesta realizada durante la Segunda Guerra Mundial, el 71% de la población japonesa era contraria a la abolición de la pena de muerte, que a día de hoy sigue siendo legal en el país para casos de homicidio y traición. Partiendo del poco creíble hecho de un condenado a la horca que sobrevive milagrosamente a la ejecución, narrada en género documental, el director desbroza con una primera hora magnífica a partir de una curiosa representación teatral que trata por todos los medios de encontrar motivos para volver a ejecutar al preso, todas las fobias y taras de Japón, desde el puritanismo hasta la xenofobia hacia el pueblo de Corea, las cuales unidas en amor y compaña, llevan a la justificación de la pena de muerte de determinados sectores sociales y políticos mientras, al tiempo, busca excusas para pergeñar sus propias maldades.

La segunda hora, mucho más espesa, cargada de alegorías y de un carácter netamente surrealista que rompe el esquema al que se acogía, no desmerece, aunque condensa demasiadas ideas y procesos a partir de determinados personajes del todo simbólicos con los que el director culmina su crítica demoledora a cualquier atisbo de comprensión hacia la pena capital. En un final de nuevo curioso e impactante, la voz en off se dirige al espectador tras agradecer al jurado, al juez, al verdugo, su participación en la ejecución sumaria: y (gracias) a ti, y a ti, y a ti...

Gracias a ti, Oshima, por esta más que por “El imperio de los sentidos”, aunque el goce halla de ser distinto.
poverello
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20 de diciembre de 2016
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
No importa el nombre propio del director, "El ahorcamiento" es una película bien hecha, rara, un ejercicio extraño pero eficaz, con un punto de partida engañoso ya que el humor negro con el que empieza se esfuma sin que uno se dé cuenta. Cuando se trata de detallar la vida de "R" y sus actos ya no hace tanta gracia la película como cuando no saben qué hacer con un hombre que no ha muerto después de ser ahorcado físicamente. Es maravilloso el punto de partida que se lee en la sinopsis: ¿qué hacer con él?; no ha muerto y sufre amnesia así que no puede reconocerse él mismo; ¿cómo volver a ahorcarlo?; ¿cómo llevar a la práctica una ejecución por algo que ya no recuerda, algo que él cree que no ha hecho nunca?

Puede que el rumbo de la película a menudo no parezca el mejor, pero al fin y al cabo Oshima sabe llevarnos al huerto (no se puede explicar mejor en nuestro idioma) y consigue que de repente los personajes superen la realidad, salgan de la sala de ejecución y acaben metiéndose tanto en la vida de "R" que somos nosotros los que también estamos ahí sin darnos cuenta. Entonces el fiscal, el cura, el funcionario de aquí y el de allí acaban formando un conjunto que avanza sin piedad para los ojos y la cabeza del espectador.

Habrá a quien no le guste algo así, en el S.XXI ejemplos de despliegue de recursos así escasean. Yo tengo claro que hay muchas maneras de realizar una denuncia y que lo que hace Oshima es especial, es único. La pasividad inicial de "R" nos podrá desconcertar, luego la descripción de su realidad nos producirá otro efecto y el final ya es de traca. Notable alto para "El ahorcamiento".
Luisito
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23 de junio de 2016
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Coincido con el 7,0 -hasta este momento, como es natural- del promedio de votación en cuanto a la puntuación asignable al film. En cuanto a lo argumental, me remito a la reseña del sitio. El film tiene un guión de por sí interesante, consistente en una ejecución a muerte cuyo mecanismo resulta deficitario y, como el reglamento no admite que un inconciente sea eliminado con el sistema de epígrafe, dado que no tendría mucha gracia -por así decirlo- hay que reanimarlo. Lo malo del asunto es que quien retorna a la luz de la conciencia, un coreano convicto por la supuesta violación y asesinato de dos jóvenes, de resultas de la operación termina víctima de un proceso amnésico que le hace insusceptible rememorar los acontecimientos mencionados. Esto pone nervioso a los funcionarios que apelan a todo método, incluso actoral -recreativo de los hechos indagados- que les resulta conveniente, pero con resultados en principio digno de escepticismo. No sería del caso describirlos y, mucho menos, revelar el final de la trama. En el film serpentean dispares cuestiones como el racismo, hay una permanente alusión a una aparente inferioridad de los coreanos a los ojos nipones, con lo que se entra en un terreno sociológico que desconozco y, por otra parte, un enjuiciamiento, paradojalmente o, por lo menos un "metajuicio" del juicio penal cuyo fruto es la eventual consabida pena irreversible. En lo actoral no hay objeciones en principio esgrimibles y, quizá el mayor énfasis crítico pueda focalizarse sobre la desmedida expansión de pormenores del intento de recapturar los hechos, que conlleva alguna densidad, por lo que el puntaje desciende en mi criterio un tanto.
elneon
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24 de agosto de 2019
0 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Después de un ahorcamiento fallido, un condenado a muerte sufrirá de amnesia y, por lo tanto, no podrá ser colgado de nuevo hasta que recupere la conciencia de sí mismo. Pero los encargados de la ejecución harán todo lo posible para que lo consiga. Esto es a grandes rasgos de lo que va "El ahorcamiento".
Para mí lo más interesante está en la primera parte de la película, en la cual, y con situaciones realmente divertidas (aunque hay que prevenir al espectador de que se trata de humor japonés), los funcionarios se preocupan de que este hombre recupere la memoria y, por tanto, su identidad.
En la segunda todo se vuelve más sombrío, más abstracto y un tanto pesado de digerir, con continuas reflexiones sobre diversos temas que hacen que la película para mi gusto pierda buena parte del dinamismo que tenía al principio porque creo que funciona mejor como comedia que como drama. De lo que no estoy seguro es de que eso fuese lo que pretendía Nagisa Oshima, lo que sí creo que logró fue rodar un filme realmente extraño.
Boo Radley
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