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La dama del lago

Cine negro. Intriga Una editora literaria (Audrey Totter) encarga al detective Phillip Marlowe (Robert Montgomery) encontrar a la misteriosa mujer de su jefe (Leon Ames), que supuestamente ha huido con un amante (Richard Simmons) y tal vez ha provocado una muerte. (FILMAFFINITY)
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Críticas 24
Críticas ordenadas por utilidad
24 de junio de 2007
33 de 36 usuarios han encontrado esta crítica útil
La dama del lago es conocida por estar rodada en cámara subjetiva. Es muy probable que si no fuera por esta filigrana la película sería bastante menos conocida ya que como ejemplo de cine policiaco de los cuarenta los hay mucho mejores sin recurrir a esta discutible técnica, que además acaba jugando en contra del conjunto de la película dándole un aire de confusión y cierta falta de respeto al espectador un poco molesto.
Una pena ya que la excelente novela de origen, obra del maestro Raymond Chandler, hubiera sido suficiente para dar pie a una auténtica obra maestra, pero Robert Montgomery (de quien aprovecho para reivindicar su excelente y desconocida "Persecución en la noche" ) no aprovecha la profundidad de base y supedita toda su efectividad a un virtuosismo de dudosa eficacia.
No obstante su lograda atmósfera, la excelente fotografía y unos buenos actores la ayudan a inscribirse con derecho propio dentro del buen, que no del mejor, cine negro de la época convirtiéndola pese a sus defectos en una obra recomendable.
kepamk
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21 de marzo de 2011
24 de 29 usuarios han encontrado esta crítica útil
Primera y creo que única película rodada íntegramente bajo el peso del plano subjetivo (a exceptuar el prólogo, un intermedio explicativo y el epílogo). El mismo año, Delmer Daves, consiguió integrar unos treinta minutos de película narrado con plano subjetivo en La senda Tenebrosa. Pero a diferencia de este trabajo de Montgomery, Daves intercalaba el plano subjetivo del personaje de Humphrey Bogart, con el resto de planos objetivos necesarios para hacer avanzar la historia. Incluso el motivo del uso del plano subjetivo no era un mero capricho artístico, sino que era fundamental para la historia.

Los tres momentos en que Montgomery deja el plano subjetivo son para mostrarnos al propio actor-director hablando a la cámara tras la máscara del personaje que interpreta: Phillip Marlowe. Fallo garrafal de Montgomery al no poder desembarazarse del encorsetamiento literario.

De nuevo, con la materia prima del novelista de moda de los cuarenta en Hollywood, Raymond Chandler, Robert Montgomery realiza su primera incursión en la dirección (aunque dirigió -sin acreditar- escenas que Jonh Ford no pudo rodar debido a problemas de salud en el drama bélico No eran imprescindibles) con una propuesta arriesgada, inicialmente interesante y finalmente insoportable.

El empleo continuo del plano subjetivo tiene un hándicap importante. El actor debe mirar a la cámara sin por ello perder la naturalidad. El espectador no debe ver al actor como si se encontrara en una sala de reconocimiento tras un falso espejo, sino que tiene la difícil tarea de obviar la cámara que se interpone entre el actor y el espectador. Cuando no existe naturalidad en casi ninguna de las representaciones, se rompe el encanto del Hollywood dorado. Audrey Totter está infumable en toda la película y desgraciadamente, representa al personaje con más minutos en pantalla.

El problema de supeditar toda una historia a un tipo de plano es que la imagen acaba arrugada bajo la absurda imposición. El plano, siempre debería ser funcional, y si desgraciadamente es gratuito o simplemente sobre informa al espectador distraído, debería al menos, tener la fuerza para sustentar la escena de forma aislada. Pero para ello debe haber un trabajo de puesta en escena que rara vez es eficiente. A pesar del virtuosismo de la propuesta, sólo alguna escena, con juegos de espejos y escondiendo de manera loable la cámara, podría ser recordada como meritoria.
Chagolate con churros
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30 de abril de 2011
16 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
Singular film de cine negro, intriga y misterio, realizado por el actor y director Robert Montgomery (1904-1981). El guión, de Steve Fisher y Raymond Chandler (no acreditado), adapta la novela de éste “The Lady of the Lake” (1943), que había conseguido un notable éxito de ventas. Se rueda en los MGM Studios (Culver City, L.A., CA) con un presupuesto modesto, propio de los primeros años de la posguerra. Producido por George Haight para la MGM, se proyecta por primera vez en público, en sesión de preestreno, el 23-I-1947 (NYC).

La acción dramática tiene lugar en Los Ángeles (CA) entre la tarde que precede a la Nochebuena y el día de Navidad de 1946. En sus muchos ratos libres, el detective privado Phillip Marlowe (Montgomery) ha escrito una novela que titula “Si muero antes de vivir”. La ha envidado a la editorial Kingsby Publications, de L.A. La directora de ésta, Adrienne Fromsett (Totter), le cita en su despacho del edificio Meadson para comunicarle la noticia de la publicación, negociar con él la retribución correspondiente y encargarle que investigue la desaparición de Crhystal, la esposa del presidente de la editorial, Darace Kingsby (Ames).

La obra desarrolla una historia compleja, enmarañada y confusa, de difícil solución y prácticamente imprevisible. Incorpora suplantaciones de identidad, dobles identidades, confusiones, informaciones falsas destinadas a confundir a los familiares y al detective, contradicciones y referencias ambiguas e inconcretas. Con estos y otros elementos, el relato trata de componer una historia en la que la intriga y el misterio se adueñan de la sala, captan la atención del público y dan cuerpo a un drama criminal no exento de vigor, que pese a sus pretensiones queda resuelto de un modo solo correcto y aseado, pero sin el brillo que acompaña a adaptaciones de otras novelas del mismo autor. “The Lady in the Lake” no es la mejor obra de Chandler, ni la más adecuada para trasladarla con éxito a la gran pantalla.

No faltan las referencias críticas a las míseras retribuciones que obtienen los novelistas y a la necesidad que tienen de emplearse a fondo para conseguir llevarlas a niveles no humillantes. Critica los prejuicios y las actitudes localistas que crean aislamiento y exclusión. Denuncia las penosas condiciones de vida de los periodistas a los que se exigen jornadas prolongadas de espera en espacios reservados que no reúnen las debidas condiciones. En este sentido, muestra una sala de prensa en la que los periodistas agotados descansan, uno de ellos echado sobre una mesa, en unas horas tan señaladas como las de Nochebuena. Lamenta la falta de eficacia de la policía que ante problemas confusos carece de reflejos para hallar vías rápidas y eficaces de salida. Elogia la figura de la mujer trabajadora, independiente y autónoma, que sabe lo que quiere y sabe cómo conseguirlo. En esta línea presenta con simpatía la declaración, entonces insólita, de una mujer a un varón (“Quiero ser tu chica”).

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Miquel
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13 de diciembre de 2008
13 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
Película basada en la obra homónima de Raymond Chandler, publicada en 1943, dentro de la exitosa serie protagonizada por Philip Marlowe.
La Metro apostó fuerte por Robert Montgomery, que realiza las funciones de director y actor principal, dando vida a un Marlowe robusto, de potente voz, singular sonrisa, duro en sus expresiones y poco dado a las concesiones.

La historia es una retorcida trama en la que nadie confía en nadie y en la que todos se intentan engañar. El detective, apurado económicamente, acepta un caso en el que tendrá que afrontar multiples vejaciones.
Aunque la película parece estar hecha con cierta economía de medios, el tipo de enfoque estético requiere ciertas dosis de virtuosismo. Formalmente, la propuesta de utilizar la cámara subjetiva resulta original. Tan solo vemos al protagonista en breves insertos de la narración(atrevido comienzo) y a través de espejos. Resultan sorprendentes algunos momentos visuales, el más destacado cuando arrojan licor al protagonista y, por lo tanto, a la cámara.

Sin embargo, toda la película está condicionada por el empleo de este recurso (perspectiva subjetiva, que abarca un 90% del film), desde la puesta en escena hasta el propio desarrollo del argumento; no hay exteriores -por otra parte normal en este tipo de films-, no aparece la cabaña del lago, la historia de los Almore está tradada muy por encima y se echa de menos algo más de acción.
El abuso, pues, de la cámara subjetiva se vuelve en su contra y deriva hacia la monotonía.
La duración también parece algo excesiva.

Entre lo mejor de la cinta hay que destacar sus rápidos diálogos, un "toma y daca" similar a la obra literaria (al parecer Chandler intervino en parte del guión). No es menos elogiable la sobreactuada aunque sugerente señorita Fromsett (interpretada por Audrey Totter), "arregladísima" incluso a horas intempestivas (y cómo cierra los ojos al recibir un beso).

En definitiva, este ejercicio de estética al servivio del contenido resulta interesante por momentos, pero no acaba de convencer.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Gabriel Ufa
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3 de octubre de 2011
8 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
La gerente de una editorial dedicada a novelas de misterio y terror contrata a Philip Marlowe para que logre dar con el paradero de la mujer del dueño de la editorial.
Robert Montgomery fue un actor extraordinario. En esta primera incursión como director, arriesga experimentando con la cámara subjetiva y nos ofrece una perspectiva nueva e interesante. La cámara subjetiva no es otra cosa que la conversión de la cámara en el actor protagonista y que, por lo tanto, el espectador se transforme en los ojos del mismo. O sea, en esta ocasión seremos los ojos de Philip Marlowe y el resto de personajes nos mirarán directamente a nosotros.
La película tiene ritmo, ayudada, por supuesto, por su notable guión y, sobre todo, por estar basado en el Philip Marlowe de Raymond Chandler. Diálogos duros, rápidos, cortantes. El buen desarrollo de la historia nos mantiene en vilo hasta el final y Montgomery crea las atmósferas necesarias para "introducirnos" de lleno en la película, para que disfrutemos de cada uno de los lugares que Marlowe visita, gracias a "los ojos" que nos han dado.
Como únicas pegas señalar que a la película le sobra un cuarto de hora y también le sobran las escenas de ámbito familiar entre Marlowe y Adrienne. ¡La leche! ¡Con lo duro que es Marlowe!
el chulucu
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