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Black Mirror: El himno nacional (TV)

Thriller. Drama Cuando la joven y querida princesa Susannah es raptada, el primer ministro Michael Callow se enfrenta a una difícil y delicada situación. Para ponerla en libertad, el secuestrador exige que el primer ministro tenga relaciones sexuales con un cerdo y sea retransmitido en directo... Primero de los episodios independientes de "Black Mirror", serie creada por Charlie Booker, antiguo crítico televisivo de "The Guardian" y artífice de "Dead Set" (2008). (FILMAFFINITY) [+]
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Críticas 84
Críticas ordenadas por utilidad
13 de diciembre de 2011
172 de 193 usuarios han encontrado esta crítica útil
El creador de la notable "Dead Set", Charlie Brooker, vuelve a la carga con una miniserie de tres episodios que se inicia con este "The National Anthem", una de las sátiras más brutales que recuerdo haber visto y que resulta aún más alucinante teniendo en cuenta que ha sido estrenada en abierto en la televisión pública británica. Como el resto de los episodios que conforman "Black Mirror", lo que aquí se busca es conseguir una mirada clara de los tiempos actuales desde un punto de vista mordaz, pero creíble y realista. Objetivo conseguido porque el guión el propio Brooker es sencillamente brillante, convirtiendo una premisa estúpida en una bomba de relojería que atrapa al espectador desde el primer minuto, o al menos a un servidor. Prefiero no decir de que va más allá de lo que pone en la sinopsis: el Primer Ministro británico recibe una llamada a las tantas de la madrugada, dándosele a conocer que la Princesa Susannah ha sido secuestrada... y de él depende, enteramente, que la liberen. El gran mérito del libreto es tratar el asunto de frente pero sin caer en la provocación, presentando un desarrollo de los acontecimientos completamente creíble, pausado pero vibrante. A los pocos minutos te tiene enganchado y cuando lleva veinte estás dentro de la pantalla, eres un espectador más de ese juego macabro de voyeurismo inmoral.

Una sátira fría, gélida, que provoca esa risa nerviosa de "no puede ser", que pasa por criticar al poder para luego darle todo el protagonismo en un giro maestro que muestra una sutileza inaudita. "Dead Set" también era ácida pero al situarse en el centro del conflicto también era más burda; o mejor dicho, más directa. Aquí hay para todos, no queda títere con cabeza pero me atrevería incluso a equiparar su valentía y su lucidez con la de "The Social Network" de David Fincher (salvando las distancias), siendo además todo un deleite para la vista gracias a la fantástica dirección de Otto Bathurst, que usa su cámara como un bisturí para crear imágenes turbadoras con un tono casi documental. La fotografía de Jake Polonsky es igualmente notable y la aportación de Stephen McKeon con la banda sonora es incalculable. Mención final -y especial- para un reparto en estado de gracia donde destaca una vez más el gran actor Rory Kinnear (visto este año en otra miniserie de gran calidad, "Women in Love" para la BBC). Un ejercicio ejemplar de crítica, que sorprende por su enfoque serio a pesar de que bajo sus imágenes subyace un sentido del humor macabro en grado sumo. Una sorpresa que vale su peso en oro, y que merece llegar a más público. No me quiero ni imaginar la que podría liarse en España si alguna cadena pública emitiese algo así cambiando a los protagonistas por nombres de la política/realeza del país. Me cuesta imaginar que pueda hacerse algo más turbador en menos tiempo. Brutal.
Caith_Sith
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23 de diciembre de 2011
118 de 127 usuarios han encontrado esta crítica útil
“The National Anthem” es una crítica ácida al mundo que regenta nuestra actualidad diaria tocando todos los palos posibles que se compartan con su hilarante argumento. Desde la monarquía a la política, pasando por la información, las redes sociales y el ciudadano a pie de calle (y bar). Se ha hablado mucho sobre su punto de partida y arranque y en esa extraña petición que realiza la persona, que ha secuestrado a la princesa de Inglaterra, directamente al Primer Ministro Británico: debe practicar sexo emitido en directo con un cerdo al estilo gonzo-Dogma95 si quiere salvar la vida de esa ‘princesa del pueblo’, del Facebook, de los ecologistas y corazón absoluto de la nación.

Desde ese punto de partida se nos muestra el concepto que simboliza el título de la serie de Charlie Brooker, que hace referencia a esas pantallas tan frías y brillantes con las que vivimos cada día (y sobre nuestro día a día): el televisor, el monitor de nuestro ordenador ya sea del trabajo o de casa y el de esos novedosos teléfonos súper-inteligentes que pueblan el planeta y se han convertido en apéndices de la sociedad. En “Exit Through the Gift Shop” de Banksy se nos documentaba claramente que el arte ya no se expone (al menos inicialmente) en museos sino que toma origen de las propias calles de manera viral. Esa facción del neo-arte parte de nuestra realidad para contagiar al mayor número de posibles espectadores. Las redes sociales ya actúan de una manera parecida: la realidad de varios se puede convertir en la de muchos en apenas segundos. Los informativos basan ya parte de sus contenidos en valorar la opinión globalizada que extraen de las redes sociales que actúan como colmena social y determinante. “The National Anthem” parece jugar a todas esas bazas en una parábola político-social en las que también aparece ese post-humor al explotar esa crueldad por la vía de la humillación (y solicitada por un público ávido de polémica impactante trash-catódica) para que ese espejo negro deje de serlo y se proyecte directamente sobre los propios espectadores. La incomodidad y vergüenza ajena se hacen propias y la risa queda congelada. Ya no queda nadie en las calles que quiera conocer la auténtica realidad salvo la que le muestra esa pantalla irreal y hueca, cada vez más negra, que transcribe la oscuridad del alma de la sociedad. Hace tiempo que ya hemos dejado de ser nosotros mismos para ser un reflejo distorsionado en ella.
Maldito Bastardo
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4 de mayo de 2012
106 de 114 usuarios han encontrado esta crítica útil
La sociedad está descubriendo el potencial positivo y negativo de las herramientas sociales de las que disponemos. La primera creación centrada exclusivamente en este potencial, que yo haya disfrutado, es Black Mirror. El título de por sí es muy bueno, ya que es este espejo negro el que muestra los más oscuros fondos del ser humano, que sin reflejar nada, puede ocultar todo.

El inicio parece una broma, que poco a poco te va pegando al asiento con su metamorfosis en una problemática seria, en el qué haría yo en su lugar, qué opinaría yo, y que haría yo como ciudadano. Las víctimas no podían ser otras que personajes altamente mediatizados, una princesa de internet y el primer ministro inglés. El nudo es intenso por las connotaciones a nivel humano y, la novedad, la esfera compartida creada por medios como Youtube, Twitter y la televisión. Lo que interesa ya no es sólo lo que se debe hacer por propósitos más elevados, sino lo que TODO el mundo opina que debe hacerse.

Termino en spoiler.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Ramirez13
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31 de diciembre de 2011
110 de 138 usuarios han encontrado esta crítica útil
Comedia: 2
Drama: 8
Thriller: 5
Acción: 2
Romántica: 1
Documental-Denuncia: 9
Terror: 0.5
Intimista: 2

Lo que más me ha gustado: que a pesar de lo increíble de la situación planteada, un guión realista, o al menos razonable, y unas acertadas interpretaciones hacen que conectes con la historia.
Lo que menos me ha gustado: en general me ha gustado casi todo, pero si tengo que decir algo, hecho en falta algún que otro punto de vista adicional. Tal vez la opinión de los opositores del protagonista, de la la familia real, de otros familiares del protagonista... no sé, tal vez no había tiempo para más pero me parecen pocos puntos de vista.

Me ha gustado como para puntuarla con un 8 primero porque consigue mantenerme pegado a la pantalla, no ha habido nada que rompiese esa conexión con la historia. Segundo porque hace que el espectador se pregunte cosas, que se ponga en el lugar de muchos de los personajes, sobretodo del protagonista y sienta el difícil dilema como propio. Y finalmente porque al terminar el visionado, una pregunta permanece: la pregunta de tu propia responsabilidad, real, actual, existente, del cada día mayor poder que tiene la opinión de las masas.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
watcher
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10 de enero de 2012
49 de 54 usuarios han encontrado esta crítica útil
Los cinco primeros minutos de ‘The National Anthem’ (cuyo guión firma el propio Charlie Brooker, creador de Black Mirror) son toda una declaración de intenciones. No hemos visto nada igual, quizás ni estamos preparados, pero no podemos apartar la mirada de la pantalla. La cara de ese primer ministro británico lo dice todo, cada diálogo, cada nueva impresión, hasta su última reacción ante semejante petición terrorista.

¿Y ahora, qué?

Ahora, nosotros. Conforme aumentan las visitas del video en youtube, se produce una carrera contra el crono y la dignidad (la suya y la de todos) en la que las redes sociales demuestran que no se puede ocultar la verdad durante mucho tiempo. Ya nada es privado, todo es público e instantáneo, incluso lo más íntimo y desagradable de uno mismo, sobre todo eso. Presenciamos como la progresiva difusión del video, cual lección de ligar de Salvador Raya, deja al Primer Ministro contra la pared, la peculiar demanda a la que se ve sometido genera una expectante bola de nieve superior a la de cualquier tweet de Bisbal y Alejandro Sanz juntos.

Pero si esto funciona es porque la representación del teatrillo es ejemplar, esa realidad alternativa es creíble hasta el último detalle, parece la nuestra. En el fondo, lo es. Los secuestradores bien podrían ser Anonymous, y mientras en televisión se informa de lo que nos quieren y pueden contar, asistimos a la lucha de la prensa por la exclusiva, vemos al gabinete político tratando de ocultar la noticia, a las fuerzas especiales buscando a los culpables, la íntima reacción al acontecimiento en el matrimonio del Primer Ministro y hasta a la Casa Real haciendo acto de presencia. El impacto es total en apenas unas horas y los culpables no somos otros que nosotros, cómplices del trending topic, verdugos del share, pendientes de una pequeña pantalla que nos va a mostrar el límite que nunca debía cruzar. En lo que, si no se había convertido ya, se convertirá siempre que haya alguien del otro lado deseando verlo. O aunque no quiera y diga que ve los documentales de La 2.

Se enciende la señal. Cuando entra el Primer Ministro caminando frente a la cámara me gustaría pensar que por su cabeza pasa aquella canción de Tachenko, y tarareara: “No tengo escapatoria y no es ningún pretexto. Por mucho que te digan por ahí, me gustas más que el resto.“

¿Y después, qué?
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antonio1004
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