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Peppermint Candy

Drama El suicidio de Yhongo sirve como acto de entrada a la retrospectiva de la historia de su vida, la cual entraña truncadas relaciones de amor, desventuras de un soldado o las vivencias de un cartero marcado por la guerra y la pérdida. Una historia que implica inevitablemente reflexión, pues los ojos de Yhongo nos adentran en la convulsa situación de Corea del Sur entre los años 1979 y 1999, sus secuelas y su reflejo en los habitantes. ... [+]
Críticas 5
Críticas ordenadas por utilidad
18 de junio de 2009
19 de 20 usuarios han encontrado esta crítica útil
`In Crescendo´ y mostrando una gran paleta de situaciones que la tiñen, es como se nos muestra "Peppermint Candy", una película de lo más fascinante que logra pervivir gracias a la inmensa capacidad de su guionista, no sólo por trazar un camino adecuado en el recorrido de su protagonista, sino también por la pericia en el momento de otorgar un énfasis dramático mucho mayor a todos aquellos momentos que lo requieren.

Con un planteamiento curioso, que no es otro que el de iniciar unas memorias en forma de cuenta atrás, partiendo éstas del suicidio de su protagonista, y llegando a la raíz de todo (añadida gracias a una excelente anticipación, que nos presenta al personaje de Sunim y nos hace estar pendientes de la llegada de uno de los más bellos momentos de "Peppermint Candy"), la cinta de Lee Chang-Dong, aprovecha esa magnífica base, y va dejando múltiples detalles por el camino, que logran hacer del público un receptáculo de emociones e información con tal de terminar desgranando la preciosa historia que se nos cuenta.

Cabe destacar también, el atinado repaso por una Corea por momentos agitada, por momentos atenazada (en este aspecto, y en algún instante, puede recordar a "Memories of Murder"), que se sirve como telón de fondo a un relato muy bien urdido.

De este modo, quizá lo más curioso y original sea como el personaje se vaya desarrollando en un sentido inverso, y deje algunos detalles sobre su duro carácter, que nos hablan de lo directo que puede llegar a ser, incluso dando reveses, si es menester. La aproximación a éste se podría decir que es contraria a la dirección que toma el film, pues mientras en él hallamos un clarísimo crescendo que busca trasladarnos al momento donde todo comienza, donde los momentos dolorosos y contundentes son dejados atrás para dar pie al encanto, precedido de la agrura, su protagonista intercede de forma brusca durante los primeros compases, para luego ir regalando detalles sobre una personalidad que, está a la vista de todos, se fue endureciendo con el tiempo y degradando debido a la experiencia de una vida de lo más contundente, como si los primeros compases de una existencia deliciosa, se hubiesen agriado debido a las contrariedades de esta, y a los reveses que, más adelante, Yongho devolvería a los demás.
Grandine
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16 de julio de 2007
16 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
“Peppermint Candy”, nos cuenta la historia en orden inverso, (es decir, como en “Irreversible”) de Yhongo, una persona destruida psicológicamente, estafado por su socio, abandonado por su mujer, mostrándonos su turbio pasado como policía y su juventud como militar y al mismo tiempo nos reafirma a su director Lee Chang-Dong, como uno de los directores que mejor sabe dominar la narrativa de sus películas.

“Peppermint Candy” es un film pesimista, donde la violencia es continua y la atmósfera es opresiva, la cinta transcurre durante los últimos veinte años de Corea del Sur, y aunque los hechos históricos sean eludidos, se nos muestra a Yhongo como una victima de dichos acontecimientos, un paradigma que aborda dos décadas de degradaciones e ilustra con claridad el trauma latente de la idiosincrasia coreana.

Los fans del cine oriental, la disfrutaran, y verán que “Peppermint Candy” es una de las pocas películas coreanas que han influenciado a Kim Ki-Duk, sino eres de estos posiblemente correrás el riesgo de no sentirte identificado con la historia.
Arakiri
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9 de diciembre de 2011
15 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
Magnífica película.

La escena inicial es también la escena final, y el enigma que el espectador debe descifrar durante su visionado. El filme relata, en escenas que van retrocediendo cada vez más en el tiempo, la historia del suicida Yong-ho, de quien sólo iremos conociendo su pasado –y las razones de su suicidio--, a medida que la película avance. De 1999, año en que se sitúa la escena inicial, vamos retrocediendo progresivamente a fechas anteriores (1994, 1987, 1984, 1980, 1979) para descubrir acontecimientos que marcaron la vida del protagonista. Este «viaje a la semilla» es al mismo tiempo un recorrido por veinte años de la historia reciente de Corea, y permite explorar el trauma que para este país supuso la dictadura militar, con momentos terribles como la masacre de Gwangju (1980), en que cientos de estudiantes que se manifestaban contra el régimen fueron brutalmente asesinados. En este recorrido vamos conociendo facetas muy diferentes, incluso contradictorias, de la personalidad de Yong-ho, y descubriendo cómo su vida, al igual que la de su país, fue envilecida por la dictadura.

La película no se circunscribe a su dimensión sociopolítica; de hecho, para mí su principal atractivo es su lirismo y lo que dice sobre los sentimientos, sobre el paso irrevocable del tiempo y la conciencia del fracaso, sobre la nostalgia del primer amor y el recuerdo del sabor de los caramelos de menta que dan título a la cinta. Unos caramelos de menta que algo tienen que ver con el trineo de Charles Foster Kane y con la magdalena de Proust, aunque su sabor sea posiblemente aún más amargo...

«Peppermint Candy» es un viaje imposible a la inocencia juvenil que se perdió para siempre, asfixiada por la dictadura militar que rigió los destinos de Corea del Sur hasta 1987, pero también por la grisura, el tedio, el fracaso. La poco usual forma elegida para el relato encaja perfectamente con lo que se cuenta: la narración invertida no es un recurso gratuito, sino un instrumento eficaz para explorar las causas de la podredumbre, el origen de ese tren que recorre la película y termina/empieza arrollando al desesperado protagonista en la escena inicial.
Samizdat
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18 de noviembre de 2016
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Creo que es importante destacar obras como esta por su magnitud para transmitir un mensaje de la vida y ante todo una lección.

Peppermint Candy, fue la primera película que pude ver del famoso directo Lee Chang-dong. No estaba preparado para nada, por que era experimentar otro tipo de cine. Eran mis primeros pasos en el cine coreano y en el asiático.

La historia va de a pocos, lenta, pero con ritmo y con los detalles mínimos para poder comprender el trama. Luego, ya te darás cuenta de que trata todo estos, aunque sabes de que va ir la historia, no desistas y sigue mirando, por que te espera una ruleta de emociones con el personaje que lo interpreta Sol Kyung- gu (también actuó en Oasis). Gran interpretación, por cierto.

Hay ciertas escenas tan humanas que me hacen acordar lo tan hermoso que es el cine.

Esta película trata sobre la vida, en los altos y bajos, en como nos caemos y nos levantamos, de las risas y penas. Es darse una vuelta a todo lo que hemos vivido y preguntarnos ¿Por qué?

Le pongo un 9 por que solo merece. Sobre todo por en como el directo logra desarrollar la historia y el orden de las escenas en las que se vean como un viaje. El soundtrack no se queda atrás, es precisa y conmovedora. No exagera con la melancolía y el director cumple con su objetivo: plasmar la vida miserable de un ser humano,que puede ser tu, él o yo.

Gran película y gran sorpresa de la que me lleve con este director.
Luisdwt
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21 de junio de 2015
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Grandísima película. Este director es muy grande. Narra el descenso a la más absoluta desesperación de un hombre, y lo hace en orden cronológico inverso. De esta forma vemos del presente al pasado sus sentimientos, acciones y quehaceres que se van uniendo temporalmente, y varios elementos, como la cámara y los caramelos de menta que surgen como nexos entre varios periodos de tiempo. El pasado nos persigue y no lo olvidamos. Aunque pensemos que ya está enterrado, ciertas cosas se quedan como traumas si no les damos atención y cuidado.

Me ha parecido un obra absolutamente sincera, honesta y necesaria, para reflexionar largo y tendido, no sólo en aspectos del intimismo individual sino en la crueldad del hombre en general cuando las circunstancias sociales lo piden. Las interpretaciones son majestuosas y se centra mucho en detalles y sutilezas de un gran efecto a posteriori. Quizás un escalón por debajo de la maravillosa "oasis", pero sigue siendo una portentosa película.
kapinta
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