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The Hallow

Terror Adam y Clare se mudan a una zona rural con su hijo recién nacido. Enseguida empiezan a recibir advertencias sobre los malos espíritus que pueblan el área, pero la joven familia prefiere disfrutar la belleza de los bosques. (FILMAFFINITY)
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Críticas 19
Críticas ordenadas por utilidad
18 de enero de 2022
10 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
El que una naturaleza cabreada (en el caso de “The Hallow” un frondoso bosque irlandés) decida vengarse de los agravios infligidos por el especímen humano, después de ser violada en lo más profundo de su esencia, no sin antes presentar batalla a los intrusos que osan adentrarse en ella y perturbar su paz, es un tópico argumental que, sin pedirlo, me trajo a la mente al personaje de Tomme (Charley Boorman), cuando le cuenta a su padre (Powers Boothe) lo que hace la naturaleza cuando le tocan las narices, en “La Selva Esmeralda” (1985), de John Boorman. Al igual que en la cinta que nos ocupa, hallamos un nítido paralelismo entre la Selva Amazónica que le roba el bebé a un ingeniero y la frondosa y oscura arboleda que intentará arrebatarles a Adam (Joseph Mawle) y a Clare (Bojana Novakovic), su sufrido neonato.

Si en una son los indios indígenas, en esta son unos diabólicos seres, cuya naturaleza se halla en el doble filo de la visión folklórica de los lugareños, y la explicación científica que el protagonista encontrará, al relacionar el extraño hongo que descubre en el tronco de uno de los árboles que marca, con los monstruos que no dejarán de acosarles.

A este motiv arquetípico, presente en el corpus mitológico de muchas culturas y religiones que se remontan a la prehistoria, se refiere ese carácter tan despiadado del sacrificio que “exige” la mater natura, como precio a cambio de los dones que prodiga.

Por no decir los “castigos” que se reserva para aquellos que osan lastimarla (este sería el significado de la pringosa sustancia negra que contiene al peligroso microorganismo).

En este sentido, hallamos también una interesante referencia de lo expiatorio a través de la horrenda experiencia de mutaciones fisiológicas en “La Granja Maldita” (1987), donde se usa al igual esa doble lectura de la justificación científica (agua contaminada) del mal provocado, y el origen de éste en el pecado (el adulterio).

Así, fuese deliberadamente o no, Corin Hardy trabaja sobre una premisa a la que vemos también asomar la coleta en el subyacente discurso de este ecologismo de cariz ideológico (más que basado en el rigor biológico), que los mandatarios saben instrumentalizar, no porque crean en ello, sinó porque ven en una más de esas líneas de pensamiento único que se pretende imponer en pro de la corrección política, un buen fajo de votos entre los adeptos de estos lobbies.

El realizador no reparará en sacar tajada de ese cándido buenismo de los fans del “buen rollo”, que en el primer acto despachará con unos porretes de los padres algo “neo hippies”, que con crío y perro se van tan felices a meterse en la boca del lobo. Vaya que si en ello hay una intencionalidad sarcástica, a Hardy se le debe una “ola” como Dios manda.

Asegurándose también el tiro como cofirmante del guión, no pierde el tiempo, y después de echar una pulla en el primer acto, y que recogerá en el último tramo del metraje, especialmente con el guiño final durante los títulos de crédito, sume al espectador en un no parar que, más que "in crescendo", nos eleva a un grado de tensión que mantendrá constante, sin dejar por compasión unos segundos de mínimo sosiego.

La malsana ingenuidad que envuelve los idílicos primeros minutos, y que está narrada casi rozando la burla, es enseguida quebrada por un rápido ascenso al estado de angustia, cuya primera y lúgubre manifestación es la actitud con la que los lugareños reciben a los recién llegados; cliché, por otra parte, usado un sinfín de veces en todas esas películas en las que el/la/los/las protagonistas del periplo de turno, andan hacia el centro de sus pesadillas bajo esa silenciosa mirada, entre curiosa y amenazante, de unos locales de los que no se intuye claramente si actúan de cobardes espectadores o, incluso, de cómplices de la acechante maldad del paraje.

No falta, pues, tampoco, ese rol de mal agüero que en películas maestras de referencia toma forma simbólica de cuervo, gato negro, u otro bicho de ese color (como el caso del rotweiler).

Ese ambiente premonitorio pone un punto de partida en el delirio del espectador, que pronto verá acelerado el ritmo narrativo, a tenor de los movimientos de cámara, la invasión de un escenario en penumbra o a oscuras que mantendrá casi fuera de juego a las horas diurnas, y la aparición de los monstruos del bosque, cuya manifestación visual, más sugerida en el inicio del desarrollo, y progresivamente hasta ser descaradamente explícita en el último tramo hasta el desenlace, donde Hardy se permite algo de casquería para ayudar a que todo caiga en cascada, y ofrecer una salida al embrollo: tanto al guión, como a los protagonistas, hacia aquél sol naciente redentor en su denodada carrera para escapar y librarse de la terrible zozobra.

En todo este tiempo, parece que no podremos dejar de contener el aliento. Y hasta en momentos, Martijn van Broekhuizen, director de fotografía, se permitirá provocarnos descargas extra de adrenalina, como en la sucesion intercalada de planos de Adam intentando poner en marcha el motor del generador, luchando contra los efectos visibles de la infección, para devolver la luz a la casa, a la par que el globo del ojo de Clare, quien intenta contener a uno de los monstruos en la buhardilla, está a punto de ser penetrado por el aguijado apéndice del ser atacante.

Desconozco por completo si Corin Hardy conoce la obra de Luís Buñuel; pero en esta secuencia vi la escena del ojo de “El Perro Andaluz” (1929). ¿Un homenaje referencial, o una simple coincidencia? Y cabría añadir que el mismísimo Dalí quedaria asombrado con la facha de los duendes malignos que acosan a esta familia.

La partitura compuesta para orquesta, de James Gosling, y disponible en el “espotifai”, no es para lanzar cohetes, pero cumple dignamente con su cometido: su cándido y ténue carácter del principio, va acorde con la calma e il·lusión que brilla en los rostros de Adam y Clare, en su viaje en barco hacia su nuevo destino
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Jordirozsa
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7 de abril de 2016
3 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
'The Hallow' tiene, pese a que en sus primeros momentos no lo aparente, un corazón.
Esto significa que, de entrada, detrás del matrimonio de Adam y Clare, hay el mínimo cariño puesto para que no se acaben transformando en monigotes que no nos importe ver enfrentados al horror.
Y esa distancia, que apenas cuesta un par de escenas, es la gran principal diferencia que esta historia establece con otras.

Tras una mudanza a Irlanda, con el fantasma de la crisis que sobrevuela su existencia tranquila, la pareja con su bebé se afinca en una casa en las proximidades del bosque.
Un bosque en particular que va a ser aserrado y vendido pieza por pieza, símbolo de los tiempos en los que no importa tanto la antigüedad de algo como si puedes permitirte conservarlo. Las primeras excursiones de Adam allí, en ese sentido, solo dejan translucir su enorme hastío de ser siempre aquel a quien le tocan las quejas.
Las voces de los lugareños diciendo que el bosque no debería ser transitado solo contribuyen a eso: locos que hace mucho que, en ese paraje aislado, perdieron la capacidad de distinguir entre cuento y realidad.

Sin embargo, después de una marca casual a un árbol, como quien marca un ladrillo, Adam y Clare se enfrentan a intrusos que les rompen la ventana de su bebé. Una marca por otra, parece decir esa siniestra acción.
Pronto, se darán cuenta de que no están solos, sino que muy al contrario siempre han estado rodeados. Las almas en pena de los desarrapados forman parte de las entrañas del bosque, y al igual que cualquier persona lucharán para conservar su propio hogar.
Desde esta perspectiva, se convierte en una historia que guarda una "denuncia" interesante: quizá nos hemos acostumbrado tanto a la indiferencia, tratando a la naturaleza como un ser pasivo, que no cabe en nuestra mente la venganza de todo lo que pasa a formar parte de ella.

Somos capaces de ver las cuencas de los ojos vacías y las expresiones de las nudosas criaturas: no son del todo ajenas a lo humano, pero siguen siendo terribles monstruos de los que hay que huir.
La película opta por la mejor vía, la de la contención, en forma de vistazos fugaces y formas en la oscuridad, que podrían acechar desde cualquier parte. Todo ello sin dejar de subrayar la omnipotencia del bosque, que rápidamente puede penetrar hasta las entrañas de cualquier muralla o mecanismo, porque al fin y al cabo de él vienen todas las cosas y a él retornan.
Las leyendas auguradas por un habitante cercano al bosque se tornan ciertas y adquieren dimensiones de pesadilla imparable, recordando por qué hacemos bien en temerlas, poniendo a prueba a una familia demasiado ingenua que los ha tomado por inocentes cuentos de hadas.

Pero es entonces cuando asoma el corazón del que hablaba antes, porque igual que el bosque instiga terror y siente ira, también siente compasión.
Nos fijamos entonces en las caras que asoman entre las formas de madera, y nos damos cuenta de que tienen tanta pena por perder su casa como una pareja que puede llegar a perder a su hijo. Entonces la persecución terrorífica se detiene, dejando espacio para una necesaria contemplación.
En el fondo y desde el principio, esto había sido una historia de formas que habían sido humanas, que defienden ese último trozo de humanidad que les queda.

Se nos puede olvidar, que casi cualquier monstruo fue persona en algún momento.
Charles
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6 de noviembre de 2015
8 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
En su debut, el irlandés Corin Hardy consigue una inquietante y efectiva película, aunque al final y justo en el momento en que todo marchaba sobre ruedas, el último tramo se torna bastante convencional.

Tomando como base historias y leyendas del basto imaginario popular celta, ‘The Hallow’ cuenta la historia de Adam y su familia, quienes debieron mudarse de Londres a un pequeño poblado en las cercanías de un bosque irlandés a consecuencia del trabajo de Adam (Joseph Mawle), quien llega a hacer trabajos para la conservación del bosque.

Su arribo no parece gustarle a sus vecinos, quienes los instan a abandonar el lugar contando extrañas leyendas que hablan de criaturas del bosque, lo cual deja de parecerles extraño cuando ciertas situaciones empiezan a acontecer y algo parece acosarlos desde la oscuridad.

El inicio de ‘The Hallow’ es en verdad potente y promisorio, la aparición de esas criaturas no se hace esperar ayudando a generar momentos de verdadero terror lleno de tensión, el escenario y las actuaciones ayudan a reforzar la atmósfera y consigue momentos realmente angustiantes, en un relato que asoma un sutil discurso ecologista sin subrayados.

Con el correr del metraje el clima logrado se mantiene y se fortalece ante el acecho que siente la familia apenas resguardada por las paredes de su casa, el mantener fuera de cuadro a las amenazantes criaturas es un logro que se va diluyendo conforme éstas van tomando protagonismo, a pesar de su logrado aspecto, pues aunado a ciertas decisiones desafortunadas durante el último acto, llevan al relato al terreno del convencionalismo dejando lo peor para el último tramo, con un final bastante almibarado que atenta contra lo conseguido previamente.

Lamentablemente Hardy no consigue mantener el nivel durante todo el metraje y una vez más una buena idea se topa de frente ante un lastimoso compendio de lugares comunes propios del género, prefiriendo adherirse a una fórmula malgastada.

http://tantocine.com/los-hijos-del-diablo-de-corin-hardy/
Quique Mex
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7 de febrero de 2016
3 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
'The Hallow' es una película muy muy muy muy muy, he dicho muy ya? si?, pues eso, extremadamente floja. Llena de clichés por doquier, infestada de ellos, no hay nada, absolutamente nada original y de interés en la opera prima de Corín Hardy salvo el diseño de producción y la fotografía e iluminación de la parte final. El resto, clichés a diestro y siniestro comenzando desde su argumento: matrimonio empieza a ser acechado por presencias extrañas al poco de mudarse a casa cercana a un bosque. Pero vamos por partes. El científico Adam (Joseph Mawle) y su mujer Clare (Bojana Novakovic), se mudan junto a su hijo pequeño a una cabaña en Irlanda cerca de un frondoso bosque para que Adam pueda estudiar la flora de la zona. Allí descubrirá un extraño hongo que no tardará en llevarse a la cabaña para examinar. Uno de sus vecinos, Colm (Michael McElhatton), les advierte sobre la peligrosidad de adentrarse en el bosque a todas horas pero el matrimonio cree que las intenciones de su vecino son otras distintas y no se dejan amedrentar Con el paso de los días, tanto Clare como Adam sufrirán una serie de sucesos extraños que pondrán sus vidas y la del pequeño Finn en peligro por lo que deciden marchar del lugar pero quizás ya sea demasiado tarde Tenemos desde el perro que se queda mirando fijamente a la nada hasta el walkie remoto en la habitación del bebe pasando por el típico vecino que amablemente los avisa de un peligro oculto en el bosque. Por si esto no fuera poco original también hay que sumarle que una de las bases del filme, al margen de la sobrenatural, es el claro homenaje o guiño a 'El enigma del otro mundo' o 'The thing' de Carpenter con ese hongo desconocido. O la serie 'Helix' de Syfy. Esto me lleva a preguntarme si quizás podrían haber salido dos películas distintas de la idea final de 'The Hallow'. Su final indica que pronto sabremos hacia donde se desvía definitivamente la opera prima de Hardy, si hacia la ciencia ficción o hacia el terror sobrenatural con raíces en el folclore irlandés.

La película no profundiza lo suficiente en lo intimo, intenta ser mas un entretenimiento que un producto realmente de terror serio. Sus personajes se nos imponen, apenas sabemos nada de ellos, de sus vidas en Londres o como son sus caracteres. Lo único que sabemos es que el es científico y ella...ella es...ella es madre, eso seguro, pero aparte de eso...algún indicio de otro rasgo de este personaje? Para que, no? Que su director ya tenga experiencia en vídeos musicales es algo que se ve reflejado en la película en su tramo final, donde esta gana claramente mas enteros gracias exclusivamente a ese mundo de hadas y roba niños que tan bien ha sabido recrear. La iluminación en esta parte nos da unos pasajes realmente impresionantes (la escena de la huida por el bosque) y es gracias a todo este ambiente donde la película salva los muebles descaradamente, todo el prologo y arranque son puros clichés que ni si quiera su director trata de ocultar o cambiar. Producción floja que puede dar mas de si en futuras secuelas...si las hubiera.

Crítica completa en BLOODSTAB: http://bloodstab.blogspot.com.es/2015/11/the-hallow.html
marckwire21
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11 de noviembre de 2015
5 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Con una atmósfera aterradora, un pequeño elenco de actores que bordan su cometido y una buena historia que contarnos, es como The Hallow nos transporta a un mundo tan aterrador como mortal.

Una joven pareja junto a su bebé se mudan a una vieja casa rodeada de bosque, en medio de la nada. Pronto notaran unas extrañas presencias provenientes de ese oscuro y tenebroso bosque que les acechan en la nocturnidad. La gente del pequeño pueblo cercano sabe algo pero no quieren tener nada que ver con ese bosque maldito. Una lucha por la supervivencia comienza para esta familia.

Estamos ante el primer largometraje del director Corin Hardy, que hasta la fecha había realizado varios cortometrajes y un documental. Se estrena con una cinta de terror que para nada parece realizada por un novato. Su guión escrito ex aequo entre el mismo director y Felipe Marino, es fresco y está bien hilado, tal vez le falte un poquito de mala leche al asunto, pero ya se sabe cuándo hay bebés por medio entramos en terrenos pantanosos. Tal vez un final más atrevido hubiese sido el broche de oro para una película la cual de por sí ya es muy redonda.

Joseph Mawle, pese a tener una carrera centrada más en la televisión que en cine, demuestra que no hace falta ser una gran estrella de Hollywood ni participar en superproducciones para demostrar que eres buen actor, a esto le sumas una Bojana Novakovic que firma una de sus interpretaciones más potentes, además alguien como ella ya familiarizada con el cine de terror, es aquí donde demuestra su veteranía en este tipo de producciones. Por si no tenemos poco para llenar algo más la pantalla tenemos de secundario de lujo al irlandés, Michael McElhatton, más conocido por sus recientes apariciones en la serie Juego de Tronos como Roose Bolton.

Destacar el apartado visual en todo el film, desde su fotografía oscura y fría que nos da en todo momento esa sensación de inseguridad, a medio camino entre Alone in the dark y Silent Hill. Y por otra banda el gran trabajo tanto a nivel de fx como de maquillaje, ambos conviven en pantalla de manera eficaz sin chirriar en ningún momento, todo lo contrario.

Una de esas pequeñas producciones que es toda una sorpresa para los amantes del terror, y es que cada año más nos estamos encontrando con estas pequeñas joyas que tienen una prospera vida entre festivales y que después por desgracia perdemos su pista. Una de esas cintas de terror que vale la pena no dejar escapar si se tiene la oportunidad.

http://www.terrorweekend.com/2015/11/the-hallow-review.html
TerrorWeekend
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